martes, 31 de julio de 2007

Ingmar Bergman, intelectual sueco


La muerte física de Ingmar Bergman, a los 89 años, ha venido a certificar el final de un mito de la cinematografía y la cultura europeas, hoy prácticamente olvidado fuera de los cineclubs.

La razón de ese olvido es obvia. Sabemos que el cine de nuestros días nos es más que otra manera de nombrar la vertiente audiovisual en pantalla grande de la "industria del entretenimiento" norteamericana, y un intelectual atormentado como Bergman nunca tuvo cabida en ese esquema a pesar de que llegó a a hacer sus pinitos en EEUU.

Porque por encima de todo Bergman era un intelectual tallado por el existencialismo luterano sueco, y su obra no podía encajar ni a martillazos en la banalización de la vida y de la muerte que nos sirven desde hace décadas las pantallas cinematográficas, controladas enteramente por las "majors" norteamericanas. El público bergmaniano hace tiempo que desertó de las salas de cine.

En resumidas cuentas, la obra de Ingmar Bergman nos remite a una concepción austera y seca de la vida, permanentemente azotada por las dudas y la angustia. Indudablemente un modo muy sueco de pensar, de vivir y hasta de morir, pero que sorprendentemente conectó bien, gracias al existencialismo, con las grandes corrientes de pensamiento cultural europeo de mediados del siglo XX. El cine de Bergman profundiza en la intimidad de sus personajes desde un espiritualismo de raíces religiosas pero no necesariamente ligado a creencias concretas, aunque ciertamente haya habido en ese sentido una clara evolución entre su obra de los años cincuenta, ejemplificada en el "Séptimo sello", una película terrible pero con cierto margen incluso para el humor, y la de los setenta, con "Gritos y susurros" como principal aportación, un film en el que toda esperanza es abandonada a favor de una visión casi truculenta de las postrimerías de un ser humano y de su entorno familiar en ese trance.

A Berman le reventaba la institución familiar, y sobre todo su propia familia, desde el padre predicador fanático que le amargó la infancia hasta las mujeres con las que ya adulto convivió, como queda claro en "Fanny y Alexander". En sueco hay una expresión, "niños del domingo", que se aplica a aquellas personas de nuestro entorno familiar que nos fastidian. Parece claro que la experiencia familiar de Bergman estuvo trufada de "niños del domingo", y en sus películas queda así reflejado. La familia es para Bergman una institución que ahoga al individuo y le condiciona hasta la exasperación.

Por lo demás, nunca fue Ingmar Bergman un buen patriota sueco y menos aún un contribuyente modelo. Tuvo serios problemas con el Estado socialdemócrata, al punto que hubo de marchar del país para evitar al fisco. Años más tarde regresó a Estocolmo para recibir un homenaje del Ministerio de Cultura en un teatro oficial, y mientras se estaban pronunciando los discursos de rigor la polícía de Finanzas subió al escenario y se lo llevó tras ponerle las esposas.

Suecia es así. Por eso produce intelectuales como Bergman.

lunes, 30 de julio de 2007

Memoria histórica en carne viva


Hace unos días fui testigo casual de una conversación callejera que permite sopesar hasta qué punto la memoria histórica de los ofendidos y humillados por la guerra y la dictadura franquistas sigue viva y sin satisfacerse debidamente.

Sucedió hace unos días en el centro de Graus, pueblo de la Ribagorza, en el prePirineo aragonés. Bajo la sombra de unos porches, tres viejos del lugar contemplaban el ir y venir de la gente. De repente se les acercó otro viejo, y dirigiéndose a uno del grupo, le espetó en tono jocoso:

-¿Qué, vigilando, como cuando eras falangista?.
El interpelado respondió cauto:
-Aún sigo siendo falangista...
A lo que el recién llegado replicó:
-Sí, pero ya no tienes nada que vigilar.

El tono era de pulla entre conocidos, pero no es difícil adivinar la persistencia de cuentas no saldadas entre los protagonistas de la escena.

El franquismo sigue siendo una herida en la carne de este país, mal cerrada mediante ese pacto de impunidad que se ha dado en llamar Transición española.

viernes, 27 de julio de 2007

Endesa deja Barcelona a oscuras


Dos subestaciones que suministran electricidad a la ciudad de Barcelona y a algunas poblaciones cercanas han dicho basta, y han dejado la capital catalana a oscuras durante varios días en plena canícula.

En el guirigay de la confusión reinante se va abriendo paso la teoría de que el macroapagón habría sido causado por la coincidencia de dos sucesos, aparentemente desconectados entre sí aunque no ajenos del todo el uno al otro: la caída de un cable de alta tensión en una de las subestaciones, y un incendio fortuito en la otra; en el caso de esta segunda subestación llovería sobre mojado, pues al parecer en el último año ya se habían registrado otros dos "incidentes serios" en ella.

En realidad, el macroapagón barcelonés nada tiene que ver con la casualidad ni con la mala suerte. Este tipo de cosas suelen ocurrir cuando un servicio público estratégico y esencial es privatizado y puesto en manos de una partida de lobos vestidos con trajes italianos. El objetivo de la privatización en estos casos es, obviamente, aprovechar desde la "iniciativa privada" el régimen de monopolio del servicio y obtener mediante él plusvalías desaforadas.

Como quiera que los susodichos lobos gestores consideran que invertir en mantenimiento y mejoras es tirar un dinero que está mejor en sus bolsillos y en el de sus amos políticos, no cabe esperar sino la progresiva degradación de los servicios privatizados.

Es el caso de Endesa, a cuyo frente sigue –increíblemente- el señor Manuel Pizarro, aún después
de todo lo que ha llovido desde la OPA de E.ON –una empresa investigada judicialmente en su país por corrupción de políticos y ejecutivos en OPA’s anteriores-, y que ahora nos regala a los catalanes, obligados a consumir la electricidad que produce su empresa-monopolio, el testimonio más crudo del estado de abandono en que vive este gigante eléctrico con pies de barro.

En resumidas cuentas, éstas son las consecuencias de la política de privatizaciones que en el año 2000 ejecutó el gobierno Aznar a través de un experto en la materia de regalar patrimonio público a intereses privados de confianza llamado Josep Piqué, a la sazón ministro de Industria.

Como consecuencia de aquellos fabulosos pelotazos, numerosos servicios básicos fueron substraídos al dominio público y puestos en manos de ejecutivos palanganeros del PP; es el caso de la red eléctrica, entregada a un oligopolio dirigido por gente como Manuel Pizarro, al que por cierto, y según el diario electrónico El Plural, Rajoy tiene en su lista de "ministrables" para un futuro gobierno de la derecha española. De allí vienen los lodos actuales.

Ante este expolio del patrimonio creado con dinero público –es decir, salido de los bolsillos de todos los ciudadanos-, los políticos que gobiernan ahora las diferentes Administraciones dan la callada por respuesta. "No pueden meterse" en la privadísima gestión de Endesa, Telefónica, Repsol, Argentaria, Tabacalera, Iberia..., y se limitan a poner cara de circunstancias cuando los apagones encadenados convierten Barcelona en una verdadera Habana tardocastrista.

La pregunta que cabe formularse ahora es dónde queda en estos casos la famosa "libertad de mercado" que se supone regula el sistema económico en el que vivimos. ¿Dónde nuestra libertad de consumidores para mandar al infierno a Endesa y contratar con otra empresa? Imposible ejercer esa opción. Las Siete Hermanas eléctricas se han repartido España a cachos, y cada "famiglia" (en el más puro sentido Cosa Nostra del término) ejerce un férreo monopolio sobre el territorio que le ha tocado en suerte para ellos y en desgracia para nosotros. Catalanes y andaluces fuimos adjudicados a Endesa, y ya ven cómo nos luce el pelo.

En el primer semestre de 2007 Endesa ha ganado 1.200 millones de euros; sólo en junio último se embolsó 200 millones de euros limpios de polvo y paja. Es decir, dinero para que los barceloneses tengamos un servicio eléctrico no ya eficiente sino de verdadero lujo, lo hay de sobras. Entonces ¿a dónde van a parar esos beneficios, sino se invierten en mantener y mejorar el servicio?.

Harían bien en investigarlo don Cándido Conde Pumpido, Fiscal General del Estado, y el ubicuo juez Del Olmo, en vez de perder el tiempo persiguiendo caricaturistas de revistas humorísticas. Seguramente podrían ayudarles en esa labor clarificadora Pizarro, Piqué, Aznar y los directivos alemanes de E.ON, si fueran llamados a declarar.

Desde luego las sospechas son muchas y crecientes, y las "convicciones morales" sobre el destino final de esas ingentes sumas de dinero, todavía mayores.

miércoles, 25 de julio de 2007

Agentes secretos a la española


Dudo que ningún agente español haya tenido acceso jamás a informaciones de alguna relevancia que tengan que ver con el Consejo de Seguridad de la ONU ni nada parecido, como se dice ahora en algún blog que tuvo Flórez, el Anacleto Agente Secreto que estos días anda por los papeles.

Según la prensa de hoy, las hazañas de este caballero no pasaron de "infiltrarse" en el partido del presidente peruano Toledo, donde todo el mundo le descubrió al momento (¿qué hace un español en un partido peruano haciendo preguntas sobre cualquier asunto interno?), y tuvo que largarse pitando del país suramericano.

En realidad la actividad principal tradicional de los espías españoles ha sido preparar golpes de Estado fascistas en su propio país (recordad el 23-F y la implicación directa en él de la mayoría del personal del CESID), o intentar llenar de porquería a su Gobierno (véase el caso Perote y su relación con el diario El Mundo y la conspiración pepera de los años noventa).

En fin, que poco o nada tiene que ver el mundo real de los espías con las peliculas de James Bond. Menos aún el mundo de los espías españoles, más cercanos a las chapuzas a lo Mortadelo y Filemón que a operaciones de altos vuelos tipo CIA o KGB.

lunes, 23 de julio de 2007

Las princesas no mean perfume


(Texto publicado originalmente en Izaronews, 23 de julio de 2007. La imagen ha sido tomada de la edición digital del diario 20 Minutos del 20/7/2007).

Si yo fuera Albert Monteys, director de la revista humorística El Jueves, las próximas Navidades le enviaría un jamón ibérico al juez Del Olmo, en justo pago a la extraordinaria labor que está desarrollando el señor magistrado en pro de la difusión mundial de esta modesta revista barcelonesa (70.000 ejemplares de tirada). Ni el más delirante director de marketing habría soñado una campaña promocional tan barata y eficaz como la que le ha organizado Su Señoría a El Jueves.

La cosa es que esta revista publicó en portada una caricatura en la que los príncipes Felipe y Letizia aparecían dándole al tran-tran por aquello de conseguir los 2.500 euros por recién nacido prometidos por Zapatero, medida oportunista y bastorra que ya comentamos aquí. Como reacción oficial, y aunque parezca increíble en pleno año 2007, el juez Del Olmo, al parecer a instancias del Fiscal General del Estado, le ha metido un paquete a la revista. Y no un paquete cualquiera sino un paquete a la usanza de los viejos tiempos, con la policía “secuestrando” los ejemplares de El Jueves en los kioskos e intentando intervenir en la redacción el material con el que supuestamente se había confeccionado e impreso la caricatura. Talmente como en aquellos tiempos en los que en la tele lloraba Arias Navarro y en la calle reinaban los “grises”.

La verdad es que el dibujillo de marras es grosero y zafiote, como bastantes otras caricaturas que El Jueves ha ido publicando sobre múltiples temas a lo largo de sus más de 30 años de existencia. La afición a la escatología de esta publicación viene de antiguo. Sin embargo lo que al parecer ha escocido en muy selectos círculos ha sido más que esa imagen de la principesca pareja con el culo al aire y metidos en faena, el comentario que se pone en boca de Felipe de Borbón en el sentido de que ese “ejercicio” recompensado económicamente por el Gobierno es la vez en su vida en que más cerca habrá estado de hacer un trabajo.

Dicen que quien ha saltado como una pantera con este asunto ha sido Letizia Ortiz, señora de Borbón y princesa consorte española, ya saben, la señorita asturiana hija de una enfermera afiliada a C-C-O-O que matrimonió con el Príncipe. No me extrañaría nada que así fuera. La Familia Real española suele tener más aguante en estos casos, y acostumbran a dar la callada por respuesta cuando se meten con ellos. Por el contrario, es propio de plebeyos “parvenus” tener la piel muy sensible a las críticas; la sensación de estar en un lugar que no les corresponde y en el que en realidad no se les quiere les provoca inseguridad, y les lleva a pensar que la gente se pasa el día choteándose de ellos; en parte no les falta razón en creerlo así.

Con los plebeyos metidos en jardines reales pasan estas cosas. Porque cuando una es una plebeya sin más puede divorciarse, abortar, tener amantes, y dejar que un noviete te fotografíe con las tetas al aire, un poner, y que la foto acabe siendo portada de un disco mexicano. Pero cuando el amoooor llama a tu puerta y la lleva a una a ser Princesa de España aunque hayas nacido “con estiércol entre los dedos de los pies” (según la expresión que usa Mika Walkari en “Sinué el Egipcio” para referirse a un personaje que llegó a faraón a pesar de haber nacido en la clase social más humilde), pues se arriesga a que todos y cada uno de sus actos sean examinados con lupa, y a que su propia figura, mentalidad y modos de ser y estar se conviertan en objeto público de chascarrillos; al cabo, y como dijo Felipe González hace ya tiempo, estas cosas, incluidos los insultos, “entran en el sueldo” cuando se es una figura pública.

En suma, que el Cristo que se está liando, harto peligroso por lo demás para la credibilidad del gobierno Zapatero, tendría su origen en un cabreo monumental de la Leti al verse retratados ella y su marido en una revista humorística como gente que no pega golpe más que en la cama.
En cualquier caso, y fuera como fuese el inicio del asunto, luego los despropósitos por la parte oficial han venido en cadena. Según explicó un perplejo Monteys durante una entrevista en RNE, la policía se presentó en la redacción de El Jueves para hacerse con “las planchas” mediante las cuales se había grabado la caricatura. Resulta que nadie les había explicado a los probos funcionarios que estas cosas hace años que ya no funcionan así, y que las nuevas tecnologías le permiten al dibujante crear el original en su casa o sentado bajo un pino y enviarlo a la revista por correo electrónico, y que en los procesos de impresión posteriores hace tiempo que se jubiló a los cajistas.

Más: dos o tres días después del número de la policía yendo de kiosko en kiosko para incautar los ejemplares de la revista distribuidos, alguien le debió recordar al juez Del Olmo que existe una cosa llamada Internet donde El Jueves tiene una página web en la que era posible seguir viendo la caricatura. De hecho, la página electrónica de El Jueves llegó a colapsarse debido al alud de visitas recibidas con motivo del secuestro. Ni corto ni perezoso Del Olmo ordena entonces clausurar la web de El Jueves, entrando así a saco en un tema tan delicado cual es la competencia real de los poderes públicos de un país concreto para intervenir en la Red como el caballo de Atila. Claro que las extralimitaciones en este terreno so capa de defendernos del terrorismo y de otros males contemporáneos no menos ponzoñosos son el pan nuestro de cada día; así que por qué no “chapar” una web que caricaturiza a los príncipes españoles y terminar haciendo el ridículo a escala planetaria, que es el nivel en el que funciona Internet.

Hoy, El Jueves es una publicación mundialmente conocida gracias al juez Del Olmo. Con un poco de suerte, en unas semanas el Parlamento Europeo acabará votando una moción en la que se pedirá al Gobierno español que vele por las libertades públicas en España, en especial por las de opinión, expresión y prensa, porque este tema en concreto nos ha situado a la altura de la Polonia de los Gemelos Pixie y Dixie.

Quizás alguien tendría que empezar a explicar en ciertos ámbitos políticos y judiciales que los ciudadanos de este país ya saben cómo se hacen los niños independientemente de si los progenitores son miembros de la realeza o no, que también son conscientes de que las princesas de sangre azul o sobrevenidas no mean perfume ni siquiera en los cuentos de hadas, y que en fin, hace tiempo llegaron por sí mismos a la conclusión de que en las Familias Reales el estrés por exceso de trabajo no es precisamente una enfermedad profesional.

domingo, 22 de julio de 2007

Jesús de Polanco, un empresario español distinto


Jesús de Polanco ha sido una rara avis en el panorama empresarial español, sobre todo entre los dueños de los medios de comunicación: un empresario inteligente y demócrata, y no necesariamente en ese orden.

Polanco no era un hombre de izquierdas, simplemente fue un tipo listo que hace ya treinta y tantos años, con el general Franco aún vivo, llegó a la conclusión de que en España había público para un potente proyecto de medios de comunicación de izquierdas: acertó plenamente, y eso es lo que no le perdonan sus enemigos, que por lo demás lo son de la democracia y de los demócratas en España. Basta recordar las maniobras contra PRISA y el trato dispensado a Polanco por el gobierno Aznar, su perrera mediática y algún juez prevaricador a su servicio.

Acotación final: casi me meo de la risa viendo en la tele a Rajoy presentar sus condolencias por el fallecimiento de Polanco. ¿Pero estos tiparracos del PP piensan que este país está poblado por imbéciles, o qué?. ¡Fariseos de mierda!.

domingo, 15 de julio de 2007

¡Viva Iberia!


El portugués José Saramago es una de las mentes más lúcidas que quedan sobre la vieja Balsa de Piedra (así llamó a la Península Ibérica en una de sus más divertidas e intencionadas novelas), cuya superficie comparten desde hace siglos el Reino de España, la república de Portugal, el principado de opereta llamado Andorra, y la colonia de Su Graciosa Majestad que responde por el nombre de Gibraltar. Pocos intelectuales de la talla de este hombre sobreviven en el peñasco ibero en estos tiempos de globalización y pensamiento único.

A sus 85 años, Saramago acaba de lanzar una bomba de grueso calibre sobre el adormecido escenario político, social y cultural ibérico: su convencimiento de que el futuro para los (hoy) dos Estados que ocupan la Península pasa irremediablemente por un proyecto iberista. En realidad no hay otro futuro para ambos, viene a decir en una larga y enjundiosa entrevista en el lisboeta Diário de Notícias.

Nada nuevo, en todo caso: así lo llevan señalando desde hace más de un siglo distinguidos intelectuales portugueses, todos ellos -no puede ser de otra manera- de izquierdas. Ocurre que el sueño de la unidad ibérica comienza a calar entre una parte notable de la población portuguesa. Y la voz poderosa y respetada de Saramago le confiere una dimensión pública y una presencia en los medios que hasta ahora no ha tenido.

Falta conocer la reacción de la parte española, la política y la popular, ante estos planteamientos. En todo caso el iberismo no debe entenderse como la absorción del Estado portugués por su vecino español -vieja aspiración de la derecha reaccionaria española-, sino como la creación de un ente superador de ambos en el que de una puñetera vez quepamos a gusto, en plano de igualdad y de respeto mutuo, todos los hijos de Iberia. Y todos significa eso, todos.

La República federal ibérica se acerca. Algún día le dedicará un busto a José Saramago, uno de sus más ilustres y preclaros precursores.
¡Viva Iberia y viva Saramago!.

miércoles, 11 de julio de 2007

Juan Negrín en Barcelona. La resistencia era posible


La presencia en Barcelona de la exposición en torno a Juan Negrín, eminente neurólogo e investigador científico y presidente que fuera del gobierno de la República española entre 1937 y 1939, constituye o mejor dicho, habría de constituir, un acontecimiento cultural y político de primer orden.

Y sin embargo el evento está pasando bastante desapercibido. Probablemente la causa sea el escaso interés que la clase política en general y la catalana en particular, tienen en rescatar la memoria de aquél hombre íntegro y capaz a quien difamaron y calumniaron por igual tanto los capitostes franquistas como algunas distinguidas personalidades republicanas, incluidos varios significados dirigentes de su propio partido, el PSOE.

Fue Negrín hombre de una sola pieza y de profunda lealtad a sus convicciones socialistas y republicanas. Sin embargo, para la historiografía carpetovetónica a sueldo, la que de 1939 a hoy escriben con brocha gorda los plumillas enfeudados a la derecha y también algunos situados en cierta “izquierda moderada”, Negrín habría sido un fanático bolchevique al servicio de la Unión Soviética o bien un pusilánime inepto controlado por los comunistas; nada que ver con la realidad, pues Negrín fue cualquier cosa menos un radical o un títere. Hombre dotado de enorme inteligencia, especial claridad de juicio y sobre todo de una energía que desgraciadamente no abundó en las filas gubernamentales durante el período 1936-1939, su legado es de el quien lo dio todo por la causa por la que se batió uniendo su suerte personal a la de aquellos por quienes de modo voluntario lo apostó todo, arrostrando finalmente su misma desgracia; él, que sólo unos años antes tuvo abiertas de par en par las puertas de todos los honores científicos y mundanos.

Juan Negrín López nació en 1892 en Canarias, en el seno de una familia burguesa y liberal. Estudió medicina en Alemania, y pronto descolló como neurólogo eminente. Discípulo preferido de Ramón y Cajal, formó a su vez a personalidades de talla mundial como Severo Ochoa y Grande Covián. Siempre se sintió muy unido a la cultura alemana y a Alemania, país donde se casó con María Fidelman, una joven de origen ruso, con la que tuvo cinco hijos –sobrevivieron tres- y compartió el resto de su vida.

En 1929 Negrín se afilió al Partido Socialista, donde se alineó rápidamente con el ala centrista de Prieto, su mentor y amigo durante años, lejos de la izquierda “revolucionaria” de Largo Caballero y del ala derecha que encabezaba Besteiro. La llegada de la República en 1931 supuso su pase a la actividad política a tiempo completo. De su entusiasmo y disponibilidad da cuenta una anécdota de aquellos momentos: al parecer, durante la jornada del 14 de abril de 1931 y los días inmediatos siguientes, Negrín, que entonces era uno de los pocos políticos de izquierda con automóvil propio, ofició personalmente de chofer de la nueva clase política republicana, trayendo y llevando a sus principales representantes por todo Madrid. Los años de paz de la II República le consagran como un brillante diputado y uno de los valores ascendentes del PSOE, siempre a la sombra de Prieto.

El golpe de Estado militar del 17 de julio de 1936 desencadena la guerra de España, y Largo Caballero es llamado por el presidente Azaña para dirigir “el Gobierno de la Victoria”. El fracaso del pomposamente llamado “Lenin español” no pudo ser más rotundo; su incompetencia y torpeza fueron factores sino decisivos, sí que contribuyeron seriamente a la consolidación y avance de los rebeldes en todas las esferas durante el período que va de julio de 1936 a mayo de 1937. El conflicto conocido como los “hechos de mayo” de Barcelona –mini guerra civil entre anarquistas y trostkystas de un lado y comunistas y nacionalistas catalanes del otro, librada en la capital catalana en esas jornadas-, vino a demostrar hasta qué punto la nave del Estado iba al garete; Azaña aceptará la dimisión/cese de Largo Caballero y, aunque su deseo era nombrar a Prieto presidente del Consejo de Ministros, será Negrín quien finalmente ocupe el cargo por recomendación del propio Indalecio Prieto.

La presidencia de Negrín se caracteriza por la recuperación del Estado republicano en todos los frentes, incluido el militar. El Ejército Popular es transformado en una fuerza de combate real, y al socaire del esfuerzo bélico se reconstruye el Estado entero en todos sus aparatos: se acaban las milicias, el bandidaje “revolucionario”, los “paseos” y los consejillos locales, se impulsa la producción industrial, agrícola y armamentística y se despliega una acción diplomática racional e intensa. Crecen las compras de armamento moderno especialmente en la URSS, única potencia dispuesta a colaborar con la República en tanto las democracias occidentales se acogen a la farsa de la No Intervención, cuya implantación favorece calculadamente al bando rebelde.

Es en ese marco de reactivación del Estado que para cubrir las múltiples necesidades presentes –la guerra, la primera de ellas- se produce la entrega de una parte de las reservas del Banco de España a la Unión Soviética en pago de la deuda contraída. El profesor Angel Viñas ha estudiado a fondo como se llevaron a cabo esas transacciones, realizadas en beneficio de España y con perfecto ajuste a las normas y usos financieros internacionales, a pesar de toda la porquería que los franquistas han intentado arrojar posteriormente sobre este episodio.

A finales de 1938 el Gobierno decide trasladar la capital de la República a Barcelona, donde los encontronazos de Negrín con el presidente Companys y con las instituciones catalanas serán una constante hasta el final mismo de la guerra. Tras llegar a romper con Prieto incluso en el terreno personal, la relación con Azaña se irá deteriorando hasta volverse casi imposible. Negrín irá quedando personal y políticamente aislado, y a ello no será ajena su decisión de apoyarse en los comunistas –única fuerza republicana disciplinada y organizada en ese momento- y en los militares profesionales. No lo hizo por gusto, obviamente, pero no tuvo otro remedio: su propio partido, el PSOE, estaba por esos días roto en tres grupos organizados distintos y ensimismados en pelearse entre sí.

Como es sabido, y a pesar de todos los esfuerzos del gobierno español legítimo, la superioridad creciente del bando franquista -fundamentada en el armamento, las tropas y los créditos sin límite que obtenía de la Alemania nazi y la Italia fascista-, fue decantando a su favor la balanza en el terreno militar. Negrín lanza entonces la consigna “resistir es vencer”, pensando en prolongar la resistencia republicana hasta que el inminente estallido de un conflicto global en Europa obligara a las democracias occidentales a olvidar su política de apaciguamiento ante los nazis enfrentándose en guerra con Hitler, y convirtiendo a la República en un aliado combatiente.

De hecho, a la luz del testimonio de los propios protagonistas y de las investigaciones históricas sabemos que aún después de la caída de Barcelona la resistencia era posible. En febrero de 1939 se había almacenado en Francia cerca de la frontera grandes cantidades de armamento de calidad, incluidos aeroplanos modernos desmontados, todo adquirido en su momento por el Gobierno español. La entrega de estas armas había sido bloqueada durante meses por los franceses, pero en esas fechas parecían dispuestos a autorizar su transporte a España.

Además, el repliegue ordenado del Ejército del Este a Francia permitía contar con un cuarto de millón de hombres en armas, bien equipados y con experiencia de combate adquirida en el frente de Aragón y en la batalla del Ebro. Hoy sabemos que Negrín había pactado en secreto con el gobierno francés el traslado en barcos de estas tropas con todo su armamento desde los puertos del sur de Francia a la costa valenciana. Ocurre sin embargo que mientras se producían estas negociaciones los “compañeros” del gobierno francés, espoleados por el gobierno conservador de Gran Bretaña, discreto pero auténtico adalid diplomático franquista en todos los foros internacionales desde el inicio mismo del conflicto, negociaban paralelamente con el Gobierno rebelde de Burgos su reconocimiento, que fue lo que finalmente se produjo y paralizó finalmente otro tipo de acciones.

Con todo, en la Zona Centro, que suponía un tercio de la superficie total del país, quedaban un ejército intacto de medio millón de hombres, la marina y los arsenales de Cartagena, y un Madrid convertido en fortaleza inexpugnable contra la cual se habían estrellado los franquistas, sus mercenarios y sus aliados extranjeros. Negrín quiso trasladar el gobierno a Valencia, pero Azaña se negó a regresar a España desde Francia; de hecho, el jefe del Estado se consideró dimitido en cuanto pisó territorio francés. Sólo y casi sin aliados, el presidente del Consejo de Ministros volvió a Valencia y se dispuso a aguantar esos seis meses que en marzo de 1939 le pidió a Azaña y que según calculó de modo acertado faltaban para el comienzo de la Guerra Mundial.

Antes Negrín le había propuesto al todavía presidente Azaña subastar El Prado en Suiza para obtener recursos con los que sostener el esfuerzo de guerra, propuesta a la que el presidente de la República replicó que de llevarse a cabo reuniría a Las Cortes y delante de los diputados se pegaría un tiro, sentenciando con aquella frase famosa que “todas las Monarquías y las Repúblicas del mundo juntas no valen un solo cuadro del Museo del Prado”. Es obvio que Azaña y Negrín nunca se entendieron porque además de tener temperamentos distintos pensaban la guerra contra los franquistas en términos muy diferentes; para Negrín ganar aquella guerra era una estricta cuestión de supervivencia de los españoles, en tanto para Azaña lo que había en juego era un régimen político que él mismo ya había dado por finiquitado a las pocas horas de producirse la sublevación militar, “ganara quien ganara” la guerra.

Del carácter templado y a la vez hedonista de Negrín da cuenta el mismo Azaña en sus diarios narrando su última noche en suelo español, y como Negrín cenó copiosamente en la cocina de la casa que les alojaba; al reprocharle Azaña su apetito en esas circunstancias, en las que no sabían si al cabo de unas horas seguirían vivos o estarían muertos, Negrín le contestó que precisamente comía como lo hacía teniendo en cuenta esa perspectiva. Una anécdota que desvela una fuerza interior que el presidente Azaña había perdido hacía mucho.

La derrota y el exilio fueron especialmente dolorosos para Juan Negrín. El golpe de Estado llevado a cabo por la fronda de traidores encabezados por el coronel Casado –entre ellos, Julián Besteiro- entregó inerme la República a sus enemigos, quienes pronto hicieron pagar al pueblo español el sueño de libertad inaugurado en 1931. Poco después la guerra mundial machacó a los que habían logrado huir del desastre, aventando más lejos aún a los afortunados y acabando con la vida o la libertad de los que quedaron atrapados en suelo francés al producirse la invasión nazi.

Negrín y su familia lograron llegar a México gracias al presidente Lázaro Cárdenas, el salvador de tantos refugiados españoles de toda condición. A la amargura del exilio hubo de sumar la que le produjo su propio partido, controlado en la postguerra por los prietistas, que acabaron por expulsarle. Se abre así una etapa singularmente difícil para Negrín, que terminará por retirarse de toda actividad política y pública y vivirá sus últimos años en Londres, donde se le declara una afección cardíaca que a la postre acabará con su vida en París, ciudad en la que fallece de un ataque al corazón en noviembre de 1956.

La mejor biografía escrita sobre Negrín es “Juan Negrín. La República en guerra”, de Ricardo Miralles (Temas de hoy. Madrid 2003).

Antes de morir Negrín cometió dos errores políticos considerables, que sin embargo hablan del talante generoso y honesto de este verdadero estadista y, sobre todo, hombre bueno. El primero de esos errores fue que al producirse la retirada de embajadores de Madrid y ser sometido el régimen franquista a aislamiento internacional, Negrín se pronunciara en público abiertamente contra esas sanciones, que según él no debilitarían al régimen franquista y sí recaerían por el contrario con toda dureza sobre las espaldas del pueblo español, como así fue realmente.

Su segundo gran error consistió en que harto de las calumnias lanzadas sobre él por el régimen franquista y sus voceros –entre ellos, y de modo significado, Manuel Aznar, periodista de cámara de Franco y abuelo del ex presidente del Gobierno José María Aznar- a cuenta del llamado “Oro de Moscú”, Negrín envió a Franco los originales de todos los recibos y documentos que avalaban aquellas operaciones y que demostraban su limpieza; evidentemente, no sólo no se rectificaron las insidias ni se dio publicidad a los documentos, sino que lo más probable es que fueran destruidos de inmediato por orden del propio Franco.

Juan Negrín forma parte del patrimonio colectivo de un pueblo que, desgraciadamente, pocas veces ha tenido la oportunidad de ser conducido por una personalidad tan brillante y competente como el doctor Negrín. Hoy, iniciado un nuevo siglo y con la democracia española consolidada, una exposición itinerante rinde homenaje a su memoria y algunas voces en el Partido Socialista comienzan a reclamar no ya su rehabilitación, que no la necesita, sino su ubicación definitiva entre las grandes figuras del partido, de la causa del socialismo y en definitiva de la lucha por la libertad, la democracia y la justicia social.

domingo, 8 de julio de 2007

El patrimonio arquitectónico de la Humanidad, secuestrado por un concurso-basura


El estúpido megaconcurso-basura global organizado por un multimillonario suizo a cuenta de la elección de las "Nuevas Siete maravillas del Mundo", ha finalizado por fin, loados sean todos los dioses. Millones de ingenuos han participado en esta descomunal tomadura de pelo y de bolsillo enviando 100 millones de votos vía Internet y SMS; una iniciativa que sólo ha servido para hacer al suizo Bernard Weber mucho más rico de lo que ya era.

Lo peor con todo es la imagen de banalización del patrimonio arquitéctonico de la Humanidad que se ha transmitido, y el impulso que el patrioterismo "cultural" ha recibido en países de todo el globo. En este país, sin ir más lejos, al parecer se han llegado a formar ex profeso grupos de activistas para difundir la "necesidad" de llamar a determinado número de teléfono para que la Alhambra de Granada no quedara fuera de la lista definitiva, como si el honor nacional español o el valor cultural y patrimonial del monumento andalusí dependiera del número de SMS que recibiera su candidatura y de que entrara en el cuadro final de ganadores.

Del criterio con el que los organizadores elaboraron la lista previa de candidatos sólo hay que decir que entre los monumentos aspirantes figuraba nada menos que la Estatua de la Libertad neoyorkina, y que entre los ganadores se halla el inmenso y horroroso Cristo que se eleva sobre Río de Janeiro. Encuentro a faltar ahí la cruz del Valle de los Caídos, eso sí, un "monumento" muy en consonancia con la idiosincracia "cultural" del señor Weber y sus compinches en esta descomunal broma de trileros.

Lo realmente preocupante, con todo, es que iniciativas así puedan llevarse a cabo con toda tranquilidad. Lo digo no sólo desde el punto de vista legal -alguien, quizá la UNESCO, hubiera debido impedir este uso privativo de lo que es patrimonio de todos-, sino sobre todo pensando en que la propia y entera Humanidad debería haber abortado esta especie de secuestro lucrativo de su patrimonio colectivo, negándose a participar en él y denunciando a sus promotores.

Por cierto, parece que la actuación estelar de la gala en que se proclamó la lista ganadora fue nada menos que la de la actriz norteamericana Jennifer López, "la más celebrada de la noche con su repertorio de bailes y temas pegadizos", segun informa El País. Creo que semejante éxito define perfectamente el contenido "cultural" real de esta gigantesca payasada.

viernes, 6 de julio de 2007

Zapatero hace ministros a dos fuera de serie y a un florero



No me resisto a compartir mi inmensa alegría por la noticia que a media mañana de este viernes ha acaparado las portadas informativas: el nombramiento de nuevos ministros anunciado por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

El presidente ha acertado plenamente esta vez en casi todo: en los cesados (alguno quemado, otras indignas de sentarse incluso en el consistorio municipal de su pueblo), en los nombramientos (menos uno, que no es culpa suya como comentaré enseguida), en el modo (madrugándoles a todos, amigos y enemigos) y sobre todo en el momento (horas después de su rotunda victoria parlamentaria sobre Rajoy, que ha supuesto la apertura de facto de la campaña para las elecciones generales de 2008).

Los que se han ido no debían haber sido los únicos, ciertamente, pero el mensaje que Zapatero quería dar ha quedado bien patente al incorporar a Bernat Soria y César Antonio Molina, dos potentes y carismáticas personalidades, sin duda elección directa del presidente. Pesos pesados que se incorporan a un proyecto de futuro de largo recorrido. Por contra, algunos y algunas que quedan en el Consejo de Ministros saben que tienen fecha de caducidad, a lo más tardar en marzo de 2008.

A Bernat Soria le dediqué un post tiempo atrás, porque es un científico de talla mundial de los que señalan el camino a recorrer en las próximas décadas. Recordarán que Michavila, cuando era ministro de Justicia del Insufrible, le envió un fiscal para amenazarle que o dejaba de investigar con células-madre o iba a la cárcel. Su nombramiento es pues, además, una patada en la boca al Opus Dei, los Legionarios de Cristo y el resto de Mafias Negras, incluida la Conferencia Episcopal Española.

Queda la incógnita de saber si Soria será un buen gestor de la Sanidad pública, pero sospecho que Zapatero no le ha puesto ahí para dirigir hospitales -al cabo, las competencias, el personal y los recursos están traspasados a las comunidades autónomas hace tiempo- sino para liderar la I+D científica española, que falta hace que alguien la impulse.

En cuanto a César Antonio Molina tiene la rara cualidad de combinar el ser un intelectual de prestigio internacional como poeta y ensayista reconocido, con una capacidad de gestión ejecutiva más que probada al frente del Instituto Cervantes. Molina (no confundir con el escritor de bests sellers Antonio Muñoz Molina) es un hombre trabajador, discreto y capaz, al que le ha tocado la papeleta de poner en onda el aparato estatal de Cultura, sumergido en las aguas del ridículo por su antecesora. César Antonio Molina tiene experiencia suficiente en reflotar Titanics culturales semihundidos (no otra cosa era el Instituto Cervantes tras el paso de los gestores del PP por él cuando llegó a sus manos), y a buen seguro que sabrádiseñar los equipos y los marcos adecuados para que creadores y gestores culturales se encuentren cómodos en la nueva etapa.

Es obvio que el nombramiento de un "florero" como Carmen Chacón le ha venido impuesto a Zapatero por las dichosas cuotas: tocaba una mujer y, además, catalana. Está claro que la presencia en el Consejo de Ministros de esta señora, cuyos méritos para calentar un escaño son absolutamente desconocidos, cuanto más un sillón ministerial, es una imposición que el presidente ha debido tragar. Eso sí Zapatero, que está demostrando ser más listo que el hambre, ha situado a la Chacón nada menos que en Vivienda, lo que es una garantía de que en marzo del año que viene la carrera política de la nueva ministra habrá quedado totalmente incinerada. En todo caso, la presencia de la foto y el currículum de esta ex diputada "culiparlante" al lado de personalidades como Soria y Molina, sólo puede mover a la sonrisa; comparada con ellos la Chacón resulta la "torna", como decimos en catalán.

En cuanto al modo y al momento de los nombramientos, Zapatero ha demostrado reflejos y picardía. Una vez más ha madrugado a adversarios y compañeros, incluido el aparato de su propio partido. La imagen y la posición del presidente sale muy reforzada, y ello después de haber superado una crisis difícil, abierta por ETA al liquidar la tregua con la bomba de Barajas. Hoy Zapatero ha recuperado por completo la iniciativa -en realidad, la retomó de nuevo en el Debate sobre el estado de la Nación-, mientras Rajoy vaga por ring político como un boxeador sonado.

jueves, 5 de julio de 2007

Políticas natalistas, no con mis impuestos


Hace unos diez o doce años, un compañero de trabajo que acababa de ser padre calculó que cuando el recién nacido llegó a su casa ya le había costado un millón de pesetas, incluyendo en esos gastos desde la preparación del dormitorio infantil hasta el taxi que le transportó de la clínica donde su mujer dio a luz.

En la Europa rica tener un crío es pues una decisión que hay que sopesar cuidadosamente luego de haber calibrado las posibilidades de cada cual. Los niños son caros, y si se quiere, un artículo de lujo que ahora pretenden hacernos pasar por otro de primera necesidad.

El gobierno español hace tiempo que se ha embarcado en una política natalista que por definición, además de profundamente conservadora resulta abiertamente discriminatoria para una parte importante de la población: aquellos que no tienen hijos o quienes los tuvieron haciendo toda clase de sacrificios libremente asumidos. No olvidemos que las políticas de "conciliación familiar" (eufemismo para una reducción horaria encubierta), de "promoción de la natalidad" y en general de "protección a la familia", se pagan con los impuestos de todos aunque no nos satisfagan a todos.

Es injusto pues que habiendo tantas necesidades sociales se malverse una parte de los impuestos estimulando pulsiones tradicionalistas en la población, en vez de destinar los recursos del Estado a mejorar los servicios en general deficientes de eso que un tanto pomposamente llaman "el Estado del Bienestar español".

Por lo demás, ya han aparecido las primeras voces que reclaman que las cantidades prometidas por el presidente Zapatero para estimular el natalismo se destinen exclusivamente a las familias "autóctonas", dejando fuera de su percepción a los inmigrantes. Es obvio que cuando se abre la caja de Pandora de las políticas conservadoras, siempre se encontrará quien quiera ir aún más lejos.

domingo, 1 de julio de 2007

El circo "antiterrorista" en Gran Bretaña toma nuevo impulso


Los creadores del espectáculo circense que es la supuesta "lucha contra el terrosimo islamista" en Gran Bretaña han roto este fin de semana todas las barreras del ridículo. Políticos, medios informativos y ciudadanos descreen cada vez más de estas puestas en escena policiales que ya sólo engañan a quien quiere engañarse: las alertas policiales antiterroristas en EEUU y Gran Bretaña son simplemente parte de una política de extensión del miedo irracional entre la población a fin de facilitar su control por las autoridades, una verdadera forma de extorsión social dirigida por políticos sin escrúpulos. Ocurre que quienes deben ejecutar esta práctica realmente terrorista son, entre otras cosas, unos absolutos chapuceros.

No de otro modo cabe calificar a quien pretende hacernos creer que un grupo terrorista deja ostensiblemente mal aparcado un automóvil cargado de explosivos en pleno centro de Londres, en una zona hipercontrolada policialmente. ¿Qué pretendían los supuestos terroristas, que el primer policía municipal que pasara por allí se fijara en el coche?. Luego esté ese intento de "volar" un aeropuerto por el procedimiento de estrellar un coche en una puerta de acceso absolutamente lejana de las zonas estratégicas de la instalación atacada. ¿Pensaban acaso llegar hasta las pistas del aeropuerto conduciendo desde el exterior?.

Ahora muchos británicos ya se toman abiertamente a rechifla estos incidentes, que apestan a prefabricados. Ocurre que desde el asesinato por la policía inglesa del brasileño Menezes cuando este joven se hallaba tranquilamente sentado en un vagón del Metro, y sobre todo tras la catarata de mentiras policiales y gubernamentales con las que se intentó encubrir aquella acción criminal, el poco crédito de que podía gozar la policía británica ya se disipó por completo. Sin olvidar las crecientes sospechas en torno al papel protagonista de los servicios secretos británicos en los presuntos atentados islamistas del 7-J en el metro londinense.

Estos montajes tienen un objetivo claro, y lo ha enunciado con toda desfachatez el nuevo premier británico, Gordon Brown, llamando a los británicos "a unirse en torno a su Gobierno y a su policía". Se trata por tanto de espolear el miedo entre la gente y de obligarla a aceptar un Gobierno que es una exacta fotocopia del anterior, carente por tanto de cualquier prestigio y credibilidad desde su mismo arranque, y que para postre tiene al frente un nuevo líder tan poco apreciado por la opinión pública como el precedente.

Para colmo, hoy domingo se celebra un gran concierto de homenaje a Diana Spencer, a quien muchos investigadores independientes y sobre todo una parte creciente de la opinión pública británica señala, con razón o sin ella, como una víctima del terrorismo de Estado británico por razones dinásticas. Los "incidentes" de estos días suenan también a intento de enterrar el fantasma del presunto asesinato de Lady Di, haciendo que los británicos centren toda su atención en el temor a Al Qaeda.