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viernes, 16 de diciembre de 2011

Amnistía Internacional denuncia racismo en los controles policiales españoles a inmigrantes



La periodista Sandrine Morel tiene en "Le Monde" una columna quer titula "La España desencantada. Crónicas de un país en lucha con la crisis", que no suele tener desperdicio a la hora de conocer la realidad más cruda de nuestro país, esa a la que los medios de comunicación españoles suelen poner sordina o ignorar directamente.

La columna de hoy la titula Sandrine Morel "Les contrôles au faciès dénoncés par Amnesty International" y dice cosas bastante duras, para entender las cuales hay que tener en cuenta por ejemplo que en Francia la ley prohíbe hacer detenciones a domicilio antes de que salga el sol. Morel se hace eco de un informe de Amnistía Internacional según el cual en España las fuerzas de policía realizan “contrôles d’identité discriminatoires” basados en “critères ethniques ou raciaux”; creo que no es necesaria la traducción al castellano, y que se entiende perfectamente cúal es el problema.

Ítem más y abundando en la contumacia en esa clase de actuaciones, señala luego la periodista francesa que "esta no es la primera vez que los métodos empleados por las fuerzas del orden españolas para arrestar a los sin papeles son objeto de crítica por los organismos internacionales y simples ciudadanos", y que en marzo pasado el Comité de la ONU para la eliminación de la discriminación racial pidió al Gobierno español que pusiera fin a los controles de identidad basados en perfiles "étnicos o raciales".

Para el Gobierno español sin embargo se trata de "casos aislados" que no responden a directrices internas. Morel aporta datos que hacen pensar lo contrario, como el significativo aumento en un 60%  de la plantilla de policías y guardias civiles, más de 10.000 agentes, dedicados al control de fronteras y a la denominada "lucha contra la inmigración ilegal". La forma en que esta "lucha" se realiza le merece a Amnistía Internacional calificativos como "práctica ilegal", "humillante" y "violación de los derechos humanos", "con métodos "que criminalizan a los extranjeros" e "incitan a la estigmatización y el prejuicio social"; casi nada. Finaliza el informe de Amnistía Internacional denunciando casos idénticos en "France, en Italie, en Grèce, dans certains pays nordiques, en Allemagne et en Autriche”, y pidiendo al nuevo Gobierno español que tomará posesión la semana que viene que "detenga este tipo de prácticas".

Pues a buen árbol se arriman, teniendo en cuenta la experiencia habida con gobiernos del Partido Popular en materia de acoso a inmigrantes. ¿Recuerdan aquél caso que se produjo en las primeras semanas de la presidencia de José María Aznar, cuando decenas de inmigrantes africanos supuestamente repatriados en avión desaparecieron sin dejar rastro? Las palabras del líder del PP fueron entonces: "teníamos un problema y lo hemos solucionado"; imposible no acordarse del almirante Massera y sus muchachos en la Argentina de los años setenta.

En fin que si el presente informe de Amnistía Internacional les ha puesto los pelos de punta, esperen al del año que viene.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El Partido Popular examinará de españolidad a los inmigrantes


Por fin el Partido Popular ha descubierto su programa electoral. Son varios centenares de propuestas a cual más retrógrada y antipopular, que pueden reumirse en dos: bajar los impuestos a los ricos y bajar los salarios a los trabajadores.

De todos modos y visto como están las cosas, si Mariano Rajoy gana las elecciones e intenta aplicar esta garrulez neoliberal al pie de la letra, en dos o tres años como máximo tendremos de nuevo lecciones generales; o un golpe de Estado para frenar la contestación popular. Pero elecciones de aquí a cuatro años agotando la legislatura, ni de broma. Así que no hay mal que por bien no venga.

En fin, que hasta los periodistas de cámara del PP empiezan a decir que Rajoy tiene problemas para encontrar alguien que quiera hacerse cargo de la cartera de Economía en su (posible) futuro Gobierno. Claro que estos mismos "portacoces" mediáticos, añaden, maliciosos, que siempre tendrá a Cristóbal Montoro a mano esperando el nombramiento.

 Así que mientras los gurús de la economía y otras artes mágicas desmenuzan los contenidos del invento, si es que este tiene alguna substancia real desmenuzable, cosa más que dudosa, aquí vamos a fijarnos primero en medidas de mucho empaque social, cual es la de expander en nuestra sociedad la idea de que ser español es una cosa tan requeteimportante, que no puede estar al alcance de cualquiera. Ya se sabe que en tiempos de crisis no hay como alimentar las bajas pasiones nacionalistas para que el rebaño forme tras el pastor, y en estos casos nada tan agradecido como arrearle un buen garrotazo a los inmigrantes, siempre indefensos y a mano.

Y es que no contentos con explotarlos, perseguirlos y vejarlos de todos los modos posibles, nuestra derecha patria propone ahora impedir el acceso de los inmigrantes a la nacionalidad española, salvo en los casos muy concretos que son de su interés. Dice El País de ayer lunes que el Partido Popular "ha decidido imponer un examen de españolidad para conseguir la nacionalidad como una de sus promesas recopiladas para las elecciones del 20N". En el punto 3.6. del programa, que con todo cinismo titulan "Integración", puede leerse: “Requeriremos el conocimiento de los valores fundamentales contemplados en la Constitución que son la base de nuestra sociedad, y el conocimiento suficiente de la lengua, la historia y cultura españolas para la obtención de la nacionalidad. Se dará una solemnidad adecuada al acto de adquisición de la nacionalidad española". ¡Toma castaña!.


Hasta ahora los trámites para conseguir la nacionalidad española eran, según informa el diario madrileño, puramente administrativos y finalizaban con un acto protocolario de juramento o promesa en relación a las instituciones y las leyes vigentes en el país. Lo que propone ahora el PP es un examen de cultura general española, que según El País ya ha funcionado durante unos meses por iniciativa de algún juez del Registro Civil en la provincia de Barcelona, un trivial de preguntas y respuestas tipo "¿En qué año Colón descubrió América?" o ¿"Cómo se llamaban los Reyes Católicos?". Al saltar el caso a la prensa y ante el hazmerreír general se suspendió la patochada, ilegal por otra parte. Que se sepa, nadie ha sido sancionado por esa iniciativa. 

En lo que se refiere a plazos de residencia requeridos para poder optar a la nacionalidad española, según El País el PP concedería "la nacionalidad por carta de naturaleza a los ciudadanos de los países iberoamericanos" que cumplan dos años de servicio en las Fuerzas Armadas (lo que evidentemente sería una medida discriminatoria para el resto de colectivos optantes, a los que se exigen plazos mucho más largos). Al parecer pues, la derecha española ha optado definitivamente por un ejército formado por mercenarios según el modelo norteamericano, a los que se atraería con la zanahoria de conseguir el pasaporte español prácticamente solo con enrolarse en las Fuerzas Armadas. 

De todos modos, sería curioso de ver los resultados del trivial que se inventen si previamente se aplicara a ciudadanos españoles nativos. Vista la incultura general, es seguro que un pocentaje alto entre ellos, sobre todo jóvenes, suspenderían de modo irremediable. ¿Habría que quitarles la nacionalidad española?

Y desde luego, habrá que ver qué preguntas componen el examen. Conociendo al Partido Popular y su concepto de "cultura e ideosincrasia españolas", lo más probable es que versen sobre asuntos tan fundamentales como estos: el modo en que se cocina una paella valenciana, quién concede al torero las orejas y el rabo del toro tras la lidia, cómo se llamaba el portero soviético al que le marcó su gol Marcelino o en que fecha nació el Generalísimo Francisco Franco, entre otras gilipolleces por el estilo.

No tienen remedio.

jueves, 28 de julio de 2011

Un racista de saldo, como tantos otros


Esta mañana, durante un desplazamiento por razones de trabajo, he tomado el metro. En una parada situada en una barriada obrera y de clase media baja, sube al vagón un señor mayor de inequívoco aspecto español sureño. Se sienta en el puesto libre que queda entre dos mujeres de mediana edad, una sudamericana regordeta vestida de modo corriente y una magrebí con pañuelo en la cabeza, blusa y pantalones tejanos.Las dos tienen un aspecto limpio y van vestidas como digo de modo modesto y nada exótico.

Durante unos segundos el hombre mira en torno suyo displicente, hasta que localiza un asiento disponible algunos metros más allá, que ocupa de inmediato tras levantarse con cierta prisa. Las dos mujeres fingen no haberse dado cuenta de nada.

Después de presenciar la escena estoy tan indignado que por poco no me voy a por el abuelo supremacista racial para cantarle las cuarenta. Es lo menos que se merece. Incluso para ejercer de racista hay que tener sino justificación, sí al menos algún elemento que le otorgue a uno cierta credibilidad como presunto ario. El aspecto físico y la manera de vestir del vejete le delata como inmigrante de la España profunda, probablemente llegado a Catalunya en los años sesenta o primeros setenta. El menos indicado pues para ese tipo de actitudes.

Y sin embargo gracias a gente como él, los racistas están avanzando y no solo políticamente en poblaciones tan significativamente pobladas por inmigración española como Badalona o Salt. ¿Cómo es posible que quienes años atrás sufrieron discriminación, marginación o cualquier otra forma de humillación en razón de su origen, puedan ahora sentirse legitimados para manifestar esos mismos odiosos sentimientos hacia otras personas, sólo por el hecho de que éstos hayan llegado al mismo lugar que ellos unos años más tarde?.

Finalmente no le he dicho nada, y me he limitado a mirarle con cierta intensidad. Ha desviado la mirada, algo inquieto y afectando indiferencia. Algún rastro de conciencia debe quedarle, pienso; seguramente el joven inmigrante que fue, tan cargado de esperanzas y miedos como las dos mujeres con las que no ha querido compartir asiento, le debe afear de vez en cuando su estúpida conducta.

En la fotografía que ilustra el post, inmigrantes andaluces hacen cola para tomar el tren que les conduciría a Catalunya, en los primeros años de la década de los cincuenta del siglo XX.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Plataforma por Catalunya, el nazismo ya está aquí


En las recientes elecciones autonómicas catalanas, un partido que se presentaba por primera vez, la llamada Plataforma por Catalunya (PxC), recogió 75.000 votos y estuvo a sólo unas décimas de lograr sentar de 1 a 3 diputados en el Parlament catalán. PxC es una fuerza de carácter xenóbofo y racista, es decir inequívocamente fascista, y realmente "transversal", en la medida que recoge voto de extrema derecha tanto de carácter catalanista como españolista.

El origen de PxC se sitúa hace apenas tres años, cuando irrumpió con más ruido que nueces en las elecciones municipales, logrando un modesto puñado de concejales en el territorio de la Catalunya interior, esa "Catalunya catalana" hasta ahora coto político de fuerzas nacionalistas catalanas. Su presencia se ha ido generando en metástasis desde la significativa ciudad de Vic, "la ciutat dels sants", el epicentro mismo desde hace siglo y medio de la Catalunya más reaccionaria, frailuna, carlista y patriotera. Fue precisamente el pánico de los partidos parlamentarios representados en el Ayuntamiento de Vic el que desató la infección: su temor a ser desbordados por los nazis de PxC les llevó a asumir una parte de sus postulados, en cuanto a iniciar el tratamiento discriminatorio de los inmigrantes desde las instituciones públicas.

Esa corriente suicida favorable a la integración de propuestas segregacionistas que con la ley en la mano son criminales, en cuanto que vulneran la Constitución vigente, que de manera explícita prohíbe en España la discriminación por razones de sexo, raza, religión y otras variables semejantes, no ha dejado de crecer. Los partidos parlamentarios y se supone que democráticos, tienen miedo a que su clientela se deje seducir por estos canallas de PxC y otros que vendrán. Su remedio es el propio de gente muy estúpida, además de suicida: incorporar a sus programas politicos la persecución graduada de inmigrantes. En el caso de los partidos de izquierda, singularmente el PSC, tal proceder representa lisa y llanamente traicionar valores fundamentales que están en el origen y la existencia mismas del movimiento obrero y socialista.

Esta misma semana dos alcaldesas digamos socialistas, las de Hospitalet del Llobregat y Salt, han anunciado muy ufanas que en sus respectivos municipios regirán normas que comportarán la prohibición del reagrupamiento familiar y la extensión de certificados de arraigo a aquellos inmigrantes cuyo comportamiento vulnere las normas de civismo. Ocurre que para empezar, no todos los municipios regulan por norma escrita la represión de conductas incívicas, y que aún cuando éstas quedan recogidas en ordenanzas municipales, cada cual las redacta como le viene en gana. Podría suceder pues que una conducta tipificada como incívica en Hospitalet no lo fuera en El Prat, o que en Cornellà ni siquiera existiera una regulación legal del civismo. Sucede también que como comentaba anoche en la radio una periodista barcelonesa, bastaría conque un "blanco" racista denunciara con razón o sin ella por incivismo a un vecino inmigrante, para que éste perdiera o viera en suspenso su posibilidad de acogerse a lo que son derechos legalmente reconocidos por normas de rango superior al municipal, como son las leyes del Estado. Es decir que las dos munícipes "socialistas" están haciendo un pan como unas hostias, al pasarse por el arco del triunfo derechos fundamentales de las personas consagrados por leyes orgánicas españolas y, desde luego por la de rango superior a todas ellas, la Constitución vigente. Ítem más, si las dos alcaldesas siguen empeñadas en sacar adelante tamaña aberración, podrían encontrarse con denuncias en los juzgados por atentar contra derechos fundamentales de las personas que a todos amparan, autóctonos e inmigrantes, cual es sin ir más lejos el de reunir a la propia familia. Queda por último el hecho vergonzoso de que tanto Hospitalet como Salt son municipios cuya población está formada en su gran mayoría precisamente por inmigrantes españoles y sus descendientes: ¿les gustaría a ellos recibir algún día el mismo trato que los ediles locales proponen para los nuevos inmigrantes?.

La dinámica podrida de crear normas de bajo rango (o de superior, si el incendio crece) específicas para inmigrantes no debe tener sitio en un país que se rige por leyes democráticas que aseguran derechos y deberes para todos. Las leyes que regulan la convivencia y la hacen posible ya existen. Los inmigrantes que delinquen deben ser puestos a disposición de la justicia, como cualquier otro ciudadano, y responder por sus acciones. Pero fabricar excusas a medida para demostrar que aquí también sabemos pegarle al más débil no es sólo de cobardes, sino sobre todo de delincuentes que algún día habrán de dar cuenta de sus actos; ténganlo en cuenta, señoras alcaldesas de Hospitalet y Salt e imitadores que estén pensando en apuntarse a la razzia.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El silencio de los corderos en el metro de Bilbao


Dice El País de hoy que una mujer paraguaya recibió una fuerte paliza el martes pasado cuando viajaba en un vagón del metro de Bilbao. Sin mediar otro desencadenante que la estupidez humana, una pareja de jóvenes la agredió físicamente después de insultarla y humillarla. A consecuencia del ataque racista la inmigrante acabó magullada y con un collarín ortopédico.

Según el diario español, la pareja le oyó hablar por teléfono móvil en guaraní e inmediatamente "le dijeron que era una inmigrante que venía a quitar el trabajo y a prostituirse", relata Vilma López, la presidenta de la asociación de paraguayos Guaraní Tetagua, de la que es socia V. E. L." Enseguida llegó la paliza, que incluyó arañazos propinados por la chica y un puñetazo en la cara y patadas en el estómago dados por el chico. El ataque tuvo lugar entre dos estaciones del centro de la capital vizcaína, aproximadamente a las cuatro menos veinte de la tarde en un vagón repleto de gente.

Lo más llamativo del caso no es tanto la agresión en sí como el hecho de que se produjera en hora punta, con un montón de personas delante que no intervinieron en ningún momento en defensa de la agredida. Recordarán que hace un par de años un cretino -que por cierto, o mucho me equivoco o nunca llegó a ingresar en prisión ni siquiera preventiva- dio otra paliza salvaje a una muchacha inmigrante en el metro de Barcelona, ante la indiferencia del único pasajero que la presenció, que por cierto era de origen asimismo inmigrante. El caso de Bilbao es aún más repugnante dado que según cuenta el diario, el vagón iba tan repleto que era difícil abrirse paso en su interior. ¿De qué pasta está hecho pues ese centenar largo de borregos -en toda la extensión de la palabra: como sinónimo de alienados y también de rebaño-, incapaces no ya de defender a la atacada sino incluso de afear su conducta a los agresores?.

Éste es el verdadero peligro, el silencio de los corderos; su indiferencia cuando el machacado es otro. Recuerden Alemania en los años treinta. Porque al cabo el nazismo -y esa pareja bilbaína son dos nazis, aunque ellos probablemente aún no lo sepan-, no triunfó porque algunos miles de psicópatas se dedicaran a pasar a cuchillo a sus semejantes por ser judíos, izquierdistas, homosexuales o miembros de cualquier colectivo constituido en objetivo criminal del nazismo. Los verdaderos responsables de que eso llegara a suceder fueron los millones de ciudadanos que permanecieron pasivos cuando no indiferentes, y en todo caso contentos de no ser ellos las víctimas.

El drama vivido en el metro de Bilbao presagia algo mucho peor que el reverdecimiento de actitudes y mentalidades nazis: la existencia de un clima social que desde ya les garantiza impunidad en sus acciones. De seguir así, lo que vendrá después ya lo conocemos.

sábado, 3 de abril de 2010

Los burros no viajan en patera


Una columna pequeñita de El País se abre hoy con un titular que a algunos les resultará sorprendente en extremo: según un informe de Cruz Roja, el 75% de las personas "interceptadas" en Mauritania cuando intentaban viajar a España tienen una formación media, y el 86% tenía trabajo en su país de origen. El informe está lleno de malas noticias para la conciencia de racistas, xenófobos y gentes afines al Partido Popular en general.

Es creencia popular que la gente que se juega la vida y a menudo la pierde en las pateras son los más desesperados entre los más pobres e ignorantes. Pues resulta que no es así, que tres de cada cuatro tiene estudios al menos de grado medio, y que la mayoría cobraban un sueldo superior al medio habitual en sus respectivos países.

El informe de Cruz Roja se llama Migraciones africanas hacia Europa. Estudio Cuantitativo y comparativo. Años 2006-2008. Dice El País que para realizarlo "Cruz Roja Española y Media Luna Roja de Mauritania entrevistaron a más de 5.000 personas" (con mucho menos se hacen sesudas encuestas electorales en España, y les dan portadas a toda página). Según el diario madrileño "el informe revela que el 98% intentaba por primera vez llegar a Europa, y sólo el 1,2% fue "reclutado" para hacerlo, lo que derriba otro mito, el que dice que son "las mafias" las que "engañaban" a los jóvenes para arriesgar la vida". Otra mentira interesada que no soporta el contraste con la realidad, señores del Partido Popular.

Ocurre que en muchos países de África, las familias de clase media y trabajadora designan a uno de los hijos, generalmente el más espabilado y preparado, para que viaje a Europa y conquiste un futuro para sí que además saque adelante a toda la familia. Tal proceder es tan viejo como el mundo: sin ir más lejos, está en la base misma de la emigración interior española de los años 50 y 60 del pasado siglo; quienes marchaban de sus pueblos eran los mejores, los más decididos, los dispuestos a luchar por labrarse un porvenir en vez de seguir vegetando en un medio rural atrasado y sin futuro.

Otra cosa es que esa Europa que se ve en las televisiones del hemisferio sur repleta de coches de lujo, rubias rendidas ante el macho triunfador y hombres que parecen nietos de Alejandro Magno, no sea en realidad más que un venenoso espot publicitario, que tras su brillante cartón-piedra esconde la podredumbre de una sociedad cuya proposperidad para algunos se basa en la explotación de los más, especialmente de los desgraciados de piel más morena llegados a sus costas con el "sueño europeo" grabado a fuego en sus mentes de televidentes "subsaharianos".

En la imagen, una patera llega a las costas españolas con su carga de carne humana intacta y lista para ser explotada por la "economía de mercado" europea.

lunes, 6 de abril de 2009

Los infieles salvan la Semana Santa de Melilla


La crisis que nos azota invade ya todos los intersticios de la españolidad. Ya no se habla aquí de crisis económica o de "crisis de valores," sino de crisis de las esencias mismas del ser y sentir español. O al menos, de lo que nos han vendido como tal.

Resulta que las procesiones de Semana Santa, espectáculo arraigado en lo más hondo de la españolidad carpetovetónica como ningún otro, se están quedando sin costaleros. Cada vez es más difícil encontrar gente que cargue con las imágenes religiosas en esos interminables desfiles que atraviesan las noches españolas, especialmente las andaluzas y castellanas, en los días que dicen conmemoran la Pasión y Muerte de un dios torturado, muerto y resucitado de un modo sospechosamente similar al padecido por otros dioses de Oriente Próximo en tradiciones mistéricas anteriores a la cristiana.

El caso es que en la ciudad de Melilla, avanzada de la civilización occidental incrustada en la morería africana, ya no hay suficientes cristianos que se presten a hacer de costaleros, así que las cofradías han tenido que echar mano de "sin papeles" para cubrir esa función. Y claro, los inmigrantes indocumentados que se hacinan en lo que pomposamente llaman allí "Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes", resultan proceder en su mayoría del "África subsahariana" y también de Asia. Total, que este año un contingente de 34 africanos, pakistaníes e hindúes cargarán sobre sus magras espaldas los pasos procesionales católicos.

Todo un ejemplo de "aggiornamiento" espiritual. Porque resulta que los inmigrantes "acogidos" en Melilla son en su gran mayoría de religión musulmana o hindú. O sea, que ya ven: la Iglesia católica se pone al día a marchas forzadas, integrando bajo su manto a las ovejas de otros rebaños que han venido a pacer a la vera de las presuntamente abundantes praderas europeas. Parece que incluso ha habido proceso de selección, pues los llamados fueron muchos pero finalmente pocos los escogidos. Lo que no se nos dice es lo que van a cobrar los nuevos portadores por sus servicios, que evidentemente no serán gratuitos; de hecho, hay cofradías que hace tiempo pagan a sus costaleros, y evidentemente los inmigrantes "subsaharianos" no están en condiciones de ir regalando su fuerza de trabajo ni a dios.

Sic transit gloria mundi. O como diría un castizo en la piel de alguna jerarquía católica melillense: ¡hay que joderse, cómo nos hemos de ver!.

viernes, 20 de marzo de 2009

Apalear inmigrantes en España también sale gratis


El juzgado de lo penal número 6 de Barcelona ha condenado a Francesc Xavier Martín a ocho meses de prisión y a indemnizar con 6.000 euros a una menor ecuatoriana a la que vejó, insultó y golpeó con saña en un vagón de los Ferrocarriles de la Generalitat en octubre de 2007. La sentencia le impone asimismo una multa de 360 euros por "daños morales".

Una sentencia escandalosa pues, otra más en una larga cadena de despropósitos judiciales en España. En realidad, el machote no tendrá ni siquiera que ingresar en la cárcel al ser su primera condena y la pena impuesta inferior a dos años. El negocio le ha salido redondo al tipo, ya que desde que ocurrieron los hechos se ha hartado de dar entrevistas “exclusivas” en su bar favorito a los programas del bajo vientre de las televisiones privadas españolas. No se extrañen si de aquí a nada ven al niñato de marras inaugurando discotecas y posando feliz junto a los “triunfitos” y “grandes hermanos” del momento.

Total, un incentivo más para tanto descerebrado como anda suelto: impunidad, dinero y famoseo. Así pues apalear inmigrantes en España, sobre todo si son mujeres, es un verdadero chollo; uno más, como matar homosexuales o montar redes de corrupción político-empresariales.

No sé, se me ocurre que tal vez la forma de solucionar este asunto fuera que la familia de la chica le hiciera una visita al caballero en cuestión portando bates de béisbol, y no precisamente para invitarle a jugar unas carreras. Total, si abofetear y darle una patada en la cara a alguien sale gratis judicialmente hablando, como ha sido el caso, repasarle el lomo al machito en cuestión con un bate de béisbol tal vez sume puntos para el carnet de conducir.

Pero uno confía en la justicia, o al menos eso es lo que cree debe decir en público, aunque en ocasiones como esta le cueste aguantarse la sensación de asco.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Celestino Corbacho, el emigrante


Leer la cascada de declaraciones que prodiga Celestino Corbacho, actual ministro de Trabajo español, a cuenta de la inmigración debería producir indignación en cualquiera que tenga una mínima sensibilidad, no ya de izquierdas sino simplemente humana.

Corbacho, que desde que tomó posesión del ministerio se ha distinguido por una obsesión enfermiza con los inmigrantes, dio ayer una vuelta de tuerca a sus posiciones toscamente xenófobas, que tan mal se compadecen por cierto con las ideas de un supuesto socialista.

El 15 de abril pasado, en declaraciones a TVE, Corbacho había sostenido que su "idea" de la inmigración pasa porque "el objetivo sea que todos los inmigrantes que vengan lo hagan con contrato de trabajo", y abogó porque "el Gobierno persiga a quien esté ilegalmente en España". La distinción entre legales e "ilegales", que a él seguramente le debió parecer muy bien colocada, abría camino así a lo que iba a venir luego.

El 7 de mayo, Corbacho ratificaba a los micrófonos de la Cadena Ser que "inmigrantes todos los que hagan falta, pero con contrato de trabajo". El 19 de junio, sin embargo, iba un paso más allá y según el diario La Vanguardia, "Corbacho quiere impedir que un millón de inmigrantes entren como familiares", para lo cual proponía bloquear la reagrupación familiar mediante la modificación de las condiciones actuales para que ésta se produzca. Siguiente paso, pues: privar a los inmigrantes de traer a sus familias, quebrando un elemental derecho humano.

Ayer, 4 de septiembre, por último, El País titulaba: "Corbacho suprimirá la contratación de inmigrantes en origen en 2009", y explicaba a continuación que a partir de ése año se suprimirán incluso los cupos de inmigrantes porque con 2'5 millones de parados, "ya no habrá, por ejemplo, camareros, mozos de almacén o limpiadores, pues se considera que esos puestos se pueden cubrir perfectamente con los parados -españoles o extranjeros- que ya están en el país.". Es decir, se acabó la inmigración, legal o "ilegal". con contrato de trabajo o sin él.

Como se ve, en apenas unos meses y al socaire del crecimiento en las encuestas de la xenofobia y las actitudes racistas como consecuencia de la pregonada crisis económica, el señor Corbacho ha experimentado una metamorfosis acelerada de su pensamiento tal, que da grima pensar dónde puede culminar. Porque vista la escalada seguida, el paso siguiente es obviamente proponer la expulsión de los inmigrantes residentes en España en cuanto se queden sin trabajo, aunque sean residentes legales, tengan todos los papeles en regla y lleven años viviendo aquí. Y por último, expulsar simplemente a quien se quiera, sin cortapisa alguna.

De momento, la por ahora última corbachada fue saludada por Soraya Sáenz de Santamaría como una medida copiada de las que propone el PP. Realmente no me extraña nada que una medida xenófoba y estúpida haya sido copiada literalmente de las propuestas del PP. Es lo suyo. Lo que sí me extraña es que un tipo como Corbacho, emigrante extremeño en Catalunya que durante muchos años fue peón de obra, se comporte ahora como un ricacho de mierda y proponga esas medidas seminazis contra los inmigrantes.

A este zopenco habría que recordarle que durante la crisis económica del final del franquismo y principios de la Transición, él era uno de esos cientos de miles de inmigrantes sureños a los que si se les hubiera aplicado las nuevas ideas que ahora pregona en materia de inmigración, habrían enviado ipso facto de vuelta a su Extremadura natal. En realidad al señor Corbacho, entonces mano de obra sin cualificar, ni siquiera le habrían contratado "en origen".

La memoria es frágil, sobre todo la de los trepas políticos y sociales.

jueves, 3 de julio de 2008

Poncio Pilatos y la directiva europea de control de la inmigración


Por increíble que parezca el grupo socialista español en el Parlamento Europeo ha contribuido decisivamente a endurecer aún más la propuesta legislativa de las derechas europeas , eufemísticamente llamada Directiva del Retorno de los Inmigrantes. Una suavona denominación oficial, bajo la que se esconde la ley de control de la inmigración en Europa. De los diputados socialistas españoles sólo votaron en contra los catalanes Josep Borrell y Raimon Obiols. Desde la dirección parlamentaria del PSOE se ha puesto en marcha una "investigación oficial" que, si prevalece la estupidez, podría terminar en un expediente disciplinario.

Lo curioso del asunto es que el Grupo Parlamentario Socialista Europeo votó prácticamente en masa en contra de la directiva. Por tanto, quizá debería abrirle una "investigación oficial" al grupo europeo del PSOE para averiguar quiénes han sido los diputados impulsores de esta aberración, a fin de expulsarles de su seno.

Por si todo esto fuera poco, al despropósito legislativo vivido se suma hoy el que uno de los diputados socialistas españoles que votaron a favor de esa ley intrínsecamente reaccionaria -persona cuyo nombre y apellidos prefiero obviar por verdadera vergüenza ajena-, tenga la falta de dignidad y el cinismo de reivindicar su voto favorable al engendro desde la sección Cartas al Director del diario El País.

Dice este señor diputado que el suyo fue "un voto responsable a la mejor directiva posible". La mejor directiva posible, según este diputado, es pues la que permite encarcelar durante 18 meses a una persona por el único delito de intentar conseguir una vida mejor para sí y los suyos , o expulsar del territorio europeo a niños y menores de edad en general por el delito de ser declarados, ellos también, "ilegales".

Dice el señor diputado que ya imaginaba la que le iba a caer, pero que en todo caso, "pensé que era lo mejor para la política migratoria de la UE y, sobre todo, para los inmigrantes". El señor diputado dice también tener la esperanza de "que no haya en el futuro más muertos en los cayucos, más víctimas de las mafias, ni se consolide esa nueva forma de esclavitud que es para los patrones sin escrúpulos la inmigración sin papeles". O sea, que los inmigrantes vejados, encarcelados y expulsados aún deberán darle las gracias. Termina la carta manifestando que, en todo caso "respeto y seguiré respetando a los que opinan de otra manera".

A diferencia del señor diputado, yo no puedo respetar su opinión en este asunto y mucho menos respeto su voto, que me parece indecente llamándose él socialista. Y no lo respeto por una razón fundamental: porque su posicionamiento y su voto no respetan a los inmigrantes, aunque intente enmascarlos en una supuesta preocupación por evitarles los cayucos, las mafias y los patrones explotadores; más o menos los mismos argumentos, por cierto, que maneja la derecha cristiana más apolillada y untuosa.

Arriesgarse a dieciocho meses de cárcel tras sobrevivir a un viaje en cayuco, parece un castigo demasiado severo para el ingenuo que creyó un día que en Europa además de los capitales, también podían circular libremente las personas. Pura ingenuidad, ya digo. Pero eso sí, el señor diputado respeta mucho la opinión contraria a la suya. ¿Y la del inmigrante? ¿quién respeta su opinión? ¿quién respeta su vida?.

El señor diputado de la carta a El País es andaluz. Cientos de miles de andaluces se desparramaron por Europa en los años cincuenta y sesenta impulsados por el hambre y el ansia de libertad, huyendo de un país famélico sujeto a una dictadura fascista, como tantas otras siguen habiendo hoy por desgracia en el mundo. ¿Qué habría pensado el entonces joven activista de izquierdas, si la Comunidad Europea hubiera aprobado en esos años una directiva mediante la cual encarcelar hasta 18 meses a sus paisanos sin necesidad de cargos ni juicio, por el supuesto delito de haber emigrado a Francia, Suiza o Alemania sin papeles, tal como se emigraba entonces igual que ahora?.

Señor diputado, en vez de lavarse las manos por carta como un Poncio Pilatos con escaño europeo, dimita inmediatamente o pásese a cualquier grupo parlamentario de la derecha. Pero no se ponga en evidencia con sus justificaciones, ni nos obligue a enrojecer de vergüenza ajena leyéndolas.

viernes, 6 de junio de 2008

Europa legaliza la caza del inmigrante


La Unión Europea se ha sacado de la manga una directiva aberrante contra la inmigración, una ley fascista a la que hay que resistir y combatir, pues si el capital no tiene fronteras ¿por qué han de tenerlas las personas?. Los capitales blancos o negros viajan libres -ellos sí- allá donde tienen expectativas de conseguir mayores plusvalías, pero a los inmigrantes se les puede “retener” en centros de detención durante 18 meses sin que hayan cometido ningún delito ni hayan sido juzgados. ¿Qué excesos estamos permitiendo? ¿No se dan cuenta de que, como en el poema de Bertold Brecht, después nos tocará a nosotros, a los ciudadanos corrientes?.
Nos quieren encerrar en rediles estancos para mejor controlarnos y para que la inmigración siga siendo ilegal, que es el modo en que genera más beneficios a los empleadores. ¿No vamos a hacer nada para impedirlo?.

Más repugnante aún es que entre los principales valedores de esa mierda de ley estén Italia y España, dos países que se han caracterizado a lo largo de su historia por ser “exportadores” de mano de obra barata. Ahora resulta que los hijos de quienes emigraron a Francia, Alemania o Argentina se sienten con derecho para cerrarles las puertas de Europa a los nuevos inmigrantes. O esos andaluces de Almería o El Egido, que hasta hace apenas dos décadas iban a trabajar como temporeros al sur de Francia, y ahora se creen con derecho a explotar inmigrantes y si se tercia, a apalearlos cuando reivindican un trato humano. Por no hablar del señor Corbacho, actual ministro de Trabajo, antiguo peón de obra emigrado a Catalunya y que, siendo político profesional, ha descubierto las delicias políticas de la xenofobia y su rentabilidad electoral.

Qué asco dá a veces este país.

viernes, 18 de abril de 2008

Barcelona ya no seduce a los profesionales extranjeros


Anoche estuve cenando con M. Mi amigo M es un judío argentino que reside en Barcelona desde hace cuatro años, y que antes de llegar aquí ha vivido en Buenos Aires, Nueva York y Londres. El hombre trabaja en algo que no acabo de entender del todo en qué consiste, pero que al parecer auna informática punta y economía empresarial; es decir, el maridaje perfecto entre el mundo de los negocios y las nuevas tecnologías. Y Barcelona es supuestamente el lugar perfecto para esos maridajes. O eso nos han vendido a todos.

Porque resulta que M me decía anoche que cuando llegue septiembre quizá se vaya de Barcelona. Al parecer siente que aquí ya ha tocado techo; dice que ha llegado al convencimiento de que en mi ciudad no tiene posibilidades de ir más allá profesionalmente, y que por tanto necesita cambiar de aires para seguir creciendo en lo suyo. Aquí ya sólo pueden darle trabajo un par de instituciones financieras, y él no quiere estancarse ni verse limitado en sus posibilidades y menos convertirse en un empleado de una caja de ahorros. Me dice también que conoce a otros extranjeros profesionales de nivel similar al suyo que vinieron a Barcelona y que como él, al cabo de tres o cuatro años de residir entre nosotros se plantean irse porque ya no pueden crecer más en sus respectivas profesiones.

Así que la ciudad de los prodigios, la innovadora, la que teóricamente se había situado en la vanguardia de la implementación de las nuevas tecnologías en el mundo empresarial y bla bla bla tiene un techo tan bajo, que en tres o cuatro años un profesional calificado llegado de fuera siente que ha de largarse de aquí si quiere seguir progresando.

Y luego está, claro, el provincianismo patriotero que agobia a naturales y extranjeros. La mujer de M es una técnico cultural con problemas laborales porque no domina el catalán, en un sector de actividad en el que éste idioma es más necesario curricularmente que los conocimientos y aptitudes que uno/a pueda acreditar. Aunque le reconocen solvencia profesional por encima del personal lugareño disponible, ninguna institución la contrata porque no escribe catalán, cuando lo suyo es redactar textos. La solución es diabólicamente surrealista: esas mismas instituciones la subcontratan para que ella redacte textos en castellano que luego la parte subcontratante -como diría Groucho Marx- entrega a otra persona subcontratada para que los traduzca al catalán. Y todos felices. Salvo los subcontratados, que obviamente no cobran por lo que realmente vale su trabajo sino por lo que quieren pagarles en su condición de trabajadores no reconocidos.

A pesar de todo, a M y a su mujer les gusta Barcelona y sobre todo, nuestra famosa "calidad de vida". Pero un tipo con menos de 40 años, ambicioso y con ganas de seguir mejorando en lo suyo, siente que ésta ciudad se le está quedando pequeña. Es comprensible. Uno, que lleva viviendo en Barcelona toda la vida, lo entiende perfectamente, porque sabe desde hace muchos años que ésta es una ciudad pequeña, capital de un país pueblerino situado en un Estado que lleva en crisis desde la invasión napoleónica.

A veces pienso que sino fuera barcelonés, yo también me iría de Barcelona.

miércoles, 2 de enero de 2008

El primer español del año es boliviano


Desde hace algunos años se ha establecido en los medios de comunicación españoles la costumbre de dar cuenta del primer nacido del año. Quizá busquen en ello algún augurio para el tiempo que comienza, al modo como hay quien dice que la lotería navideña suele tocar en lugares donde han ido mal dadas en el año que finaliza.

Este 1 de enero de 2008 la sorpresa y el disgusto para alguna gente debe haber sido de órdago. Resulta que el primer nacido en España cuando alboreaba el Año Nuevo ha sido un robusto muchachote, hijo de un albañil y una cuidadora de ancianos, ambos nacidos en Cochabamba (Bolivia). El crío ha venido al mundo en Valencia, lo que constituye a todas luces una doble afrenta, a repartir entre nacionalistas españoles y pancatalanistas: resulta que el primer Hijo del Cid y el primer "paisocatalà" de éste año coinciden en la persona de un indito boliviano. Ahí es nada la bofetada para los defensores de las esencias.

La cosa se acentúa si tenemos en cuenta que el primer madrileño de 2008 es hijo de una pareja de inmigrantes brasileños, y el primer riojano fruto de una pareja colombiana. Suma y sigue. Seguro que algunas luces rojas se han encendido ya en ciertas mentes, y a estas horas deben estar preparando una campaña que incite a fabricar más españolitos "pata negra", al estilo de aquellas recomendaciones que en su día nos lanzó Jordi Pujol a los catalanes cuando detectó que aquí se alumbraban pocos autóctonos de pura cepa, y empezaban a nacer por contra demasiados moros, negros e indios luego de haber tenido que digerir la oleada de andaluces, extremeños y gallegos de años antes. Como verán, el nacionalismo catalán siempre ha estado a la vanguardia de la lucha por el interés colectivo, incluido el racial español.

Se trata en definitiva de cómo nos vamos preparando para afrontar un fenómeno que va a ir a más y de forma acelerada. No sólo nacen y nacerán más hijos de inmigrantes -es lógico, todavía no han descubierto por sí mismos que tener pocos hijos mejorará su vida-, sino que las parejas autóctonas tienen y seguirán teniendo menos niños y los conciben cuando los progenitores son más mayores. La explicación es que además de tener una clara incidencia negativa en la vida profesional y social de los padres, el criar un niño europeo resulta francamente "caro" ya que se han convertido en verdaderos artículos de lujo a causa de sus necesidades y caprichos; los inmigrantes por contra, parten del principio de que donde comen dos comen tres, y que al cabo, en sus estructuras familiares más tradicionales y extensas, un hijo es siempre una inversión de futuro para los padres.

Con todo, el problema de fondo radica en si nuestra sociedad es o no capaz de desprenderse de la caspa conque la nievan los prejuicios típicos de las sociedades pudientes -raigambre, raza, Rhs, y todas esas estupideces-, y regresar a lo que siempre fue antes de que se intentara uniformizarla: una encrucijada de pueblos y culturas, donde cada cual aportó lo que tenía y tomó de los otros lo que le convenía.

Cosmopolitismo y globalización llegan pues éste año de la mano de un niño indio boliviano y de otros semejantes a él. Bienvenidos sean, porque vienen a liberarnos de nosotros mismos.

jueves, 9 de agosto de 2007

El crecimiento del PIB español se debe casi exclusivamente a la inmigración


Un trabajo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), revela que los inmigrantes que residen y trabajan en España han generado más del 90% del crecimiento medio del Producto Interior Bruto (PIB) de los últimos cinco años, según datos recogidos en el estudio "Ensayos sobre los efectos económicos de la inmigración en España".

Según este trabajo, entre 1996 y 2005 la contribución de la inmigración supuso el 39% del crecimiento medio del PIB español. El salto espectacular se produjo en el primer lustro del nuevo siglo, entre 2001 y 2005, en el que la aportación de los inmigrantes superó el 90% del crecimiento total del PIB.

Asimismo la inmigración ha ayudado a controlar la inflación gracias a su capacidad de ahorro, de forma que España sin inmigrantes tendría un 0,5% más de inflación media, lo que supondría una cifra próxima al 3%, si nos acogemos al último dato de inflación interanual que se situaba en mayo en el 2,4%.

Ocurre además que los salarios que obtienen son los más reducidos del sistema laboral español, en consonancia con los tipos de empleos a los que acceden -los menos cualificados y con carácter más precario-, por lo que los costes laborales que generan son muy reducidos en comparación con los que producen los trabajadores nativos y de otros países de la Unión Europea.

En suma, resulta un hecho objetivable que el crecimiento de la economía española y el mantenimiento de su ritmo actual se halla ligado por entero a la aportación de fuerza de trabajo inmigrada.

Paradoja de las paradojas: las actitudes xenófobas y racistas que a menudo sostiene tanto patriota bocazas como anda suelto por este país, resultan escasamente patrióticas habida cuenta de que la expulsión de inmigrantes perjudicaría gravemente la solvencia económica de su querida España. Que Dios les ampare pues en su estupidez y en sus contradicciones.

jueves, 5 de julio de 2007

Políticas natalistas, no con mis impuestos


Hace unos diez o doce años, un compañero de trabajo que acababa de ser padre calculó que cuando el recién nacido llegó a su casa ya le había costado un millón de pesetas, incluyendo en esos gastos desde la preparación del dormitorio infantil hasta el taxi que le transportó de la clínica donde su mujer dio a luz.

En la Europa rica tener un crío es pues una decisión que hay que sopesar cuidadosamente luego de haber calibrado las posibilidades de cada cual. Los niños son caros, y si se quiere, un artículo de lujo que ahora pretenden hacernos pasar por otro de primera necesidad.

El gobierno español hace tiempo que se ha embarcado en una política natalista que por definición, además de profundamente conservadora resulta abiertamente discriminatoria para una parte importante de la población: aquellos que no tienen hijos o quienes los tuvieron haciendo toda clase de sacrificios libremente asumidos. No olvidemos que las políticas de "conciliación familiar" (eufemismo para una reducción horaria encubierta), de "promoción de la natalidad" y en general de "protección a la familia", se pagan con los impuestos de todos aunque no nos satisfagan a todos.

Es injusto pues que habiendo tantas necesidades sociales se malverse una parte de los impuestos estimulando pulsiones tradicionalistas en la población, en vez de destinar los recursos del Estado a mejorar los servicios en general deficientes de eso que un tanto pomposamente llaman "el Estado del Bienestar español".

Por lo demás, ya han aparecido las primeras voces que reclaman que las cantidades prometidas por el presidente Zapatero para estimular el natalismo se destinen exclusivamente a las familias "autóctonas", dejando fuera de su percepción a los inmigrantes. Es obvio que cuando se abre la caja de Pandora de las políticas conservadoras, siempre se encontrará quien quiera ir aún más lejos.