domingo, 30 de enero de 2011

Barcelona retira el último símbolo civil franquista


El último símbolo civil del franquismo en Barcelona ha sido desmontado esta mañana. Trabajadores del Ayuntamiento de Barcelona han retirado la estatua de la Victoria (sic), en el cruce entre el Passeig de Gràcia y la avenida Diagonal. Se cumple así la Ley de la Memoria Histórica, liberando por fin a la ciudad de un infame y muy visible símbolo del oprobio al que fue sometida tras ser invadida por el Ejército fascista del general Franco en enero de 1939.

Centenares de personas han asistido al momento portando banderas republicanas. Muchos han aplaudido cuando la grúa ha levantado en el aire la figura, que por increíble que parezca seguía en su pedestal saludando al estilo fascista treinta y cinco años después de la muerte del criminal cuya victoria sobre su propio pueblo celebraba.

A muchos nos hubiera gustado que esa basura en bronce hubiera sido destruída allí mismo. Sin embargo parece que será relegada a un almacén del Museo de Historia de la Ciudad. Quizá el sitio más adecuado para ubicarla fuera alguna cloaca ciega o un basurero municipal.

Ahora, en Barcelona ya solo algunos edificios militares exhiben emblemas franquistas en sus fachadas. Veremos quién le pone el cascabel al gato y libera de una vez el paisaje urbano de gallinas coronadas, yugos, flechas y demás simbología fascista, habida cuenta lo que ha costado terminar con los símbolos colocados en mitad de la calle.

En la fotografía de El País que ilustra el post, banderas republicanas ondean mientras es levantado en el aire el símbolo fascista desmontado hoy en Barcelona.

viernes, 28 de enero de 2011

Y ahora Egipto



A pesar del toque de queda que rige en el país, centenares de miles de manifestantes han tomado las calles de las principales ciudades egipcias. Esta tarde los insurgentes acaban de entrar por la fuerza en el ministerio de Asuntos Exteriores, mientras la policía antidisturbios se ve superada por la marea humana que anega las calles. Según el diario La Vanguardia, el régimen egipcio acaba de sacar los tanques de los cuarteles, mientras la policía comienza a abandonar el centro de El Cairo y arde la sede del partido del Gobierno. Se diría pues que al régimen de Hosni Mubarak le quedan horas más que días.

Egipto ha demostrado ser el eslabón más débil de la cadena magrebí después de Túnez. Treinta años de dictadura de Mubarak, a los que habría que añadir otras decenas más protagonizados por Nasser primero y Sadat después, están a punto de caer al suelo hechos añicos por causa de la fuerza desbordada de un pueblo que ya no aguanta más. Los egipcios están librando una batalla feroz calle por calle para conquistar un régimen político decente.

Mientras tanto, el régimen responde con más represión. La detención de El Baradei, que encarna la única posibilidad de una salida pactada entre el régimen y los insurgentes, el arresto de periodistas occidentales y el bloqueo de las comunicaciones por móvil e Internet, no son más que vanos esfuerzos para parar lo que ya no tiene remedio. Mubarak va a caer, y de él y sus secuaces depende de si lo hace en medio de un baño de sangre (ya hay varios manifestantes muertos y algún policía también); los jóvenes egipcios no aflojan, ya no hay vuelta atrás. Las cancillerías occidentales siguen sin abrir la boca. Solo Hillary Clinton ha pedido "reformas" en Egipto, que al parecer pasarían por una retirada de Mubarak y la asunción del poder por su hijo. Demasiado tarde. Eso ya se intentó en Túnez, cuando Ben Ali anunció que seguía en el cargo y que no se presentaría a las pseudoelecciones programadas para dentro de cuatro años... apenas 24 horas antes de salir corriendo del país.

Atentos a la batalla de Egipto. Todavía va a durar unos días, pero el desenlace es inevitable.

domingo, 23 de enero de 2011

Felices los belgas. O no



Durante las décadas en que la DC hegemonizó el gobierno en Italia, se decía que este país nunca funcionaba mejor que en los períodos en los que entre crisis y crisis se quedaba sin Ejecutivo. Algunos belgas no parecen pensar así, y hoy decenas de miles de ellos han salido a la calle para exigir que se forme un Gobierno, ya que que nominalmente carecen de él desde las elecciones de junio del año pasado.

Al parecer los belgas se han cansado de la estulticia de una clase política incapaz de hallar una salida racional a una situación que se adentra en el puro ridículo y lo que es peor, comienza a dar señales de que puede desembocar en catástrofe. No por nada, según el diario El País, algunos de los manifestantes de hoy gritaban consignas a favor de que el rey asuma todo el poder y de la disolución de los partidos políticos. Así que el acreditado y antañón fascismo belga comienza a asomar la oreja aprovechando la situación.

Ciertamente, si no hay Gobierno en Bélgica se debe en buena parte a la incapacidad de los políticos profesionales para ponerse de acuerdo en su composición y en las políticas que debe desarrollar. Pero tal hecho no deja de ser el reflejo de una sociedad fragmentada hasta la estupidez, que vive dividida internamente de modo irreconciliable en materia política, social y cultural. Una vez más encontramos el nacionalismo (el flamenco, pero también el valón) como superestructura ideológica que convierte en imposible la convivencia entre gentes que, desde que nacen, aprenden a odiar con todas sus fuerzas al vecino solo porque éste tiene como lengua materna una diferente a la propia.

Claro que como suele suceder en estos casos, el choque de trenes entre flamencos y valones no es más que la máscara que recubre los verdaderos intereses, que no son otros que los económicos. El Estado belga ha sido hegemonizado por los valones francoparlantes desde su creación hasta ahora, dado que la Valonia industrial fue siempre más próspera y pujante que la agrícola y atrasada Flandes. Ocurre que de los años setenta del siglo XX hacia aquí las tornas se han cambiado, y mientras Flandes ha iniciado un fuerte despegue económico, Valonia se hunde en una decadencia que sigue sin tocar fondo. Vistas como van las cosas, la burguesía flamenca está apretando el acelerador para deshacer un Estado que nunca ha terminado de asentarse, y que hoy ya no tiene más nexos de unión fácticos reales entre las dos comunidades que una monarquía muy cuestionada y un Ejército autoritario y con tendencias ultraderechistas.

Si en las próximas semanas o como mucho meses no se halla una solución pactada, el riesgo de que una guerra civil incendie en breve un país situado en el corazón mismo de Europa Occidental será una posibilidad cierta. Y sí, sería absolutamente idiota que sus ciudadanos lo permitieran, pero desgraciadamente los belgas -flamencos o valones-, ya han dado muestras suficientes de ser gente de poca cordura. La Unión Europea no puede seguir imitando a los avestruces; lo que está en peligro es mucho más que la ubicación de algunas de sus principales instituciones.

En la imagen que ilustra el post, un cartel de reclutamiento llamando a enrolarse en las secciones flamencas de las Waffen SS nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Decenas de miles de flamencos se alistaron en las SS. Obsérvese el símbolo nacional de Flandes, el león rampante.


viernes, 21 de enero de 2011

Adiós a un campesino aragonés



El miércoles murió mi padre. Tenía 83 años.

Les parecerá absurdo pero mientras escribo, el hecho de que mi padre esté muerto me sigue pareciendo tan irreal como lo creía el miércoles, cuando expiró a las siete y algunos minutos de la tarde. Se hubiera dicho que estaba dormido, haciendo otra de sus inacabables siestas.

Por una de esas piruetas del destino, mi padre falleció en la misma planta del hospital donde nací yo, en un ala diferente, pero como digo en la misma planta. Medio siglo entre un suceso y otro, para volver casi al mismo sitio al que llegó corriendo una tarde de verano con la paga del 18 de Julio en el bolsillo. "Este niño no viene con un pan debajo del brazo, sino con una paga extraordinaria", le dijo una enfermera a mi madre. Entonces mandaba Franco, ya saben.

Lo que me ha dejado un tanto perplejo hoy es darme cuenta de que al parecer había muchas cosas que no sabía de mi padre. De algunas acabo de darme cuenta viendo la gente diversa que ha venido a despedirle. Familiares, vecinos, amigos. Un montón de amigos y amigas a quienes yo no conocía de nada. Y es que mi padre hacía un nuevo amigo con solo sentarse en un banco en la calle; se ponía a hablar con un desconocido, y ya tenía otro amigo. Ah, el tanatorio estaba en el quinto pino, no crean que era nada fácil llegar; había que echarle voluntad y ganas.

Al acabar la ceremonia, mientras improvisaba unas palabras de despedida para él y de agradecimiento para los asistentes he caído en la cuenta de que con certeza, en mi modo de pensar y de vivir hay muchas cosas que a mi padre no le gustaban. A diferencia de mi madre, que desde que yo me negaba a tomarme la papilla acostumbra a expresarme sus críticas a grito pelado, mi padre jamás me reprochó nada, jamás me recriminó nada. La última vez que me expresó disgusto por algo relacionado conmigo aún vivía Franco y mi madre había encontrado propaganda ilegal dentro de mi macuto de progre setentero; la bronca fue de órdago, y eso que mi padre era antifranquista desde antes de que el Generalito sentara su gordo trasero en el trono de El Pardo. Pero por encima de todo a mi padre le preocupaba el bienestar y la seguridad de su familia. Por nosotros, por mi madre y por mí, vivió, luchó y trabajó. Todo eso es importante, claro. Pero hasta esta mañana, como digo, no entendí algo que es todavía mucho más trascendente y, por qué negarlo, también un poco mortificante para un servidor de ustedes: que por encima de todo, con seguridad mi padre me respetaba mucho más a mí que yo a él.

Lo del respeto a los demás sin moverse un ápice de sus modos de sentir, pensar y vivir lo aprendió mi padre del suyo, un anarquista convencido que en los días finales de julio de 1936 se echó a las calles de su pueblo monegrino escopeta de caza en mano junto con otros centenares de campesinos, dispuestos a hacerles la raya en el pelo engominado al puñado de señoritos falangistas llegados de Zaragoza que atacaron el pueblo en esos días. Este revolucionario partidario de la "acción directa" estaba casado con una católica practicante de las de misa y rosario; como tenía el sueño ligero, el padre de mi padre solía despertar a su mujer en las frías mañanas de los domingos invernales aragoneses diciéndole que acababa de oír tocar la campana de la iglesia llamando a misa, y que sino se levantaba deprisa llegaría cuando hubiera empezado y ya se sabe que la misa empezada no sirve como cumplimiento del deber dominical. Si al morir mi abuela no fue directa al Cielo sin pasar por el Purgatorio, no fue desde luego por culpa de su ateo esposo.

Así que a mi padre no solo no le costó compaginar la admiración simultánea por Durruti y Felipe González (quien no lo crea posible es que no sabe nada acerca de las clases trabajadoras españolas del siglo XX), sino que además tenía unas creencias religiosas que pasaban por un cristianismo en el que "los curas" (en bloque) no pintaban nada. O sea, que tenía criterio propio y lo vivía con total coherencia y serenidad, como suelen hacerlo los campesinos de su tierra. Porque por encima de todo mi padre fue un campesino aragonés, trasplantado medio siglo a Barcelona y doblado de obrero, pero campesino aragonés hasta el final: un hombre recio, formal, fiable.

Hoy es uno de esos días en los que me gustaría que Dios existiera, ustedes ya me entienden. Aunque me fastidiara tener que darle la razón, una vez más, a mi padre.

La fotografía que ilustra el post muestra un atardecer en los Monegros, un paisaje familiar en la infancia y juventud de mi padre. Foto de Chavinandez.

lunes, 17 de enero de 2011

Empiezan a caer las fichas del dominó magrebí



Mientras Ben Alí huía de Túnez apenas 24 horas después de prometer su retirada política para dentro de cuatro años, acompañado en su vergonzosa estampida por su señora esposa y una tonelada y media de oro que la dama en cuestión hizo sacar del Tesoro Nacional como contribución forzosa del país a su exilio evidentemente dorado en Arabia Saudí, las manifestaciones en Argelia y Egipto toman proporciones de insurrección popular a semejanza de la tunecina, ese patético despojo que es Gadaffi (¡qué malo es el abuso de las drogas!) se lamenta de que los tunecinos hayan echado a Ben Alí "demasiado pronto", y en Marruecos comienzan a darse los primeros síntomas de que no tardará en tocarle el turno al sátrapa local, en este caso coronado.

Las democracias occidentales están desbordadas, y no saben hacia dónde mirar. Francia, tradicional valedora del puñado de tiranos cuyos regímenes están siendo cuestionados por las masas populares de Casablanca a El Cairo, intenta desesperadamente maniobrar para salvaguardar su influencia en la zona sin que se note demasiado que es precisamente gracias a ella que las satrapías magrebíes han aguantado en el poder durante décadas. El silencio de los norteamericanos es igualmente clamoroso. La ONU y los diversos organismos internacionales, incluidos los que se dicen garantes de la democracia y los derechos humanos en cualquier rincón del mundo, callan y otorgan igualmente. Ni uno solo de entre ellos ha alzado la voz para exigir esas "reformas democráticas" que se le piden día sí día también a Cuba o China, por poner dos ejemplos muy nítidos de hipocresía geoestratégica internacional. ¿Dónde está la boquita parlanchina de nuestra sinpar ministra de Exteriores, doña Trinidad Jiménez? Callada como una muerta.

En catalán hay una frase intraducible, que define perfectamente la situación: lo que ocurre es que el movimiento insurreccional popular en el Magreb nos ha cogido a europeos y norteamericanos "con los orines en el vientre". Es decir, no nos hemos enterado de nada hasta que ha sido demasiado tarde, y ahora todo son prisas y nervios por parte de nuestras democráticas cancillerías. Que Dios nos ampare de la recua de cabestros que nos gobiernan: ni ellos podían haber llegado a más ni las democracias occidentales a menos.

Las piezas del dominó magrebí van a caer una tras otra sin solución de continuidad. La insurrección democrática popular se extiende como una mancha de aceite a 14 kilómetros de Tarifa, y mientras tanto Europa continúa enfrascada en si una vez más nos bajamos los pantalones ante "los mercados" o levantamos una nueva valla electrificada con mayor voltaje entre lo que queda de nuestras colonias y África, de modo que se tapone de una vez por todas la entrada al único Paraíso al que aspiran esos jóvenes musulmanes con PC portátil bajo el brazo y ropa de marca occidental, esos chicos y chicas que desde hace unas semanas se están jugando la vida cada día en las calles de ciudades que están a tiro de piedra de las nuestras.

En la imagen que ilustra el post, manifestantes tunecinos. Uno de ellos sostiene un cartel que en inglés y francés reza: "Yo tengo un sueño. Un Túnez libre".

domingo, 16 de enero de 2011

¡¡ Viva la revolución en el Magreb !!


Revolución en todo el Magreb!

Viva la libertad, la democracia y el socialismo!

Fuera los sátrapas y las religiones!!

No pasarán!!!

Revolution a tout le Magreb! Vive la liberté, la democracie et le socialisme!.

jueves, 13 de enero de 2011

Haití en el olvido



Un año después del terremoto de Haití, el país caribeño está más abandonado a su desgracia que nunca. La pregonada cooperación internacional y la caridad vía ONGs han llegado al país en proporciones ínfimas. Son tiempos de crisis para todos se supone, y además ya hace tiempo que en la conciencia de gobiernos y ciudadanos del mundo se instaló la idea de que Haití no tiene remedio.

Y quizá realmente sea así. El terremoto de enero de 2010 solo vino a elevar al cubo la miseria de unas gentes que, acaso desde que se fundó su país, han carecido hasta de lo más elemental. Por no tener, los haitianos no han tenido nunca ni siquiera un Estado verdadero. Potencias extranjeras -primero Francia, luego EEUU- han mantenido un remedo de Gobiernos locales, de los que no cabe citar uno solo que haya trabajado por el bienestar de sus administrados y no para rebatiñarles hasta la mugre que acumulan sobre sus personas. Haití seguramente no tiene remedio.

La prensa anglosajona y sus imitadores europeos llaman a Haití "un Estado fallido". No lo es, no pudo fallar, ya que como digo nunca existió realmente un Estado haitiano. Tampoco existe una "nación haitiana", a no ser que se considere como señas de identidad nacionales el descender en línea directa de esclavos y vivir generación tras generación en la pura miseria; en último término, ya se sabe que el nacionalismo es cosa de ricos.

La comunidad internacional debería hacer frente a sus responsabiilidades con los haitianos. Para empezar, deberían echar del país a todas las ONGs y funcionarios de organismos gubernamentales de "cooperación", única manera de comenzar a combatir seriamente la corrupción y liquidar la caridad como único modo de intervención. Inmediatamente después debería declararse la disolución formal como Estado de Haití, y constituir un organismo técnico en la ONU bien dotado de personal experto y recursos económicos que gestionara directamente el territorio, rindiendo cuentas semestralmente ante la Asamblea General de la ONU. Haití puede ser un modelo de acción internacional solidaria, que termine de una vez con las ficciones de Estados-nación que son incapaces de prestar a sus administrados los mínimos exigibles para que tengan una vida digna de seres humanos, y no de bestias abandonadas.

Naturalmente, eso cuesta dinero. Bueno, a los especuladores financieros les chorrea por los bolsillos el que nos han robado a todos en estos últimos años. La Audiencia Nacional podría pedir la extradicción del terrorista financiero George Soros y embargar sus cuentas, por ejemplo. Y expropiar de un golpe los fondos de ciudadanos españoles depositados en paraísos fiscales. Bastaría con una mínima reforma del Código Penal, que castigara con penas de prisión ineludibles superiores a diez años a los titulares de cuentas en esos pudrideros del dinero que no las pusieran directamente en manos de Hacienda en el plazo de quince días. Hablo de expropiación de los capitales íntegros, no de liquidación de la deuda acumulada con la Agencia Tributaria.

Igual entonces nos sobrarían los fondos para reconstruir Haití, salvar las pensiones y hasta para subirles el sueldo a nuestros ministros.

martes, 11 de enero de 2011

ETA y los mercados



El reciente comunicado de ETA prometiendo un alto el fuego "permanente, general y verificable" tiene el indiscutible mérito de haber decepcionado incluso a sus más incondicionales hooligans. Exhibiendo una vez más su manejo frailuno del lenguaje -herencia de sus viejas raíces católicas-, ETA nos asegura en resumidas cuentas que dejará de asesinar de modo "permanente" y "verificable"; qué significa además que esta enésima tregua tenga "carácter general", sólo lo sabe el diablo o acaso el mosén que en tiempos instruyó/descerebró al escolano o escolana que redactó el texto aludido. Pero no hay nada nuevo: esto de ahora es otra tregua puntual, por tanto una concesión graciosa y frágil de ETA y no el esperado anuncio del cierre del negocio.

Después de conocerlo, a la gente de Batasuna y aledaños les ha debido quedar un gusto amargo, por más que en otro de sus indigestos -por lo alambicados y rimbombantes- comunicados, leído ayer por un tal Moreno, los proetarras con aspiraciones políticas finjan recibir con alborozo lo que se esfuerzan por presentar como un avance definitivo hacia "la solución del conflicto", que muy a pesar suyo y según van entendiendo no es otra que la desaparición por hara-kiri de la propia ETA. Y es que el mundo batasuno necesitaba más que un "alto el fuego" para poder presionar efizcamente en la dirección de su legalización cara a las municipales de mayo próximo, en las que se juega su propia supervivencia como opción política y yo diría incluso social.

Lo único verdaderamente novedoso en el comunicado etarra es el término "verificable" aplicado a la nueva tregua. Por quién y cómo, no se dice y francamente cuesta imaginarlo. Ni el Estado español ni el francés van a aceptar "intercesiones" de clérigos, pacifistas en nómina y fundaciones ad hoc, ya que aquí no se está ventilando un enfrentamiento entre comunidades raciales, como en Sudáfrica, ni entre poblaciones sectarias enfrentadas por mitad por motivos sociales y politicoreligiosos, caso del Ulster. Lo que tenemos sobre la mesa es la desaparición de un grupo de criminales cada vez más reducido y aislado socialmente, cuya continuidad existencial como organización constituye un puro anacronismo además de una afrenta a la razón y la civilidad.

De todos modos la continuidad de ETA se juega muy posiblemente en otros tableros, que no están en EuskalHerria ni probablemente en Europa. Ya he escrito anteriomente que uno tiene la "certeza moral", como se decía en los años noventa, de que quienes manejan a los dirigentes de ETA no hablan euskera ni castellano ni francés. Es con ellos con quienes de algún modo que probablemente jamás sabremos, se está negociando desde hace tiempo. Porque sólo si ellos quieren acabará ETA, del mismo modo que sólo si ellos quieren acabará la presión de "los mercados" sobre España. Son distintas estrategias con el mismo origen, y sirven los mismos intereses desde mucho antes de que nos enteráramos de que vivimos en un mundo globalizado.

El camino va a ser pues, largo y difícil. Pero la ruta ya está abierta y probablemente escrita, no lo duden.

lunes, 10 de enero de 2011

Berlín 1919, el honor del espartaquismo


Un día como hoy de 1919, en Berlín se combatía fieramente calle por calle. Desde el 5 de enero, decenas de miles de revolucionarios socialistas y comunistas hacían frente en la capital alemana a los restos del Ejército alemán al que apoyaban las bandas de "Freikorps" ("cuerpos francos", ex militares desertores y desmovilizados a sueldo de los contrarrevolucionarios y antecesores de las SA nazis).

La huelga general proclamada en Berlín días antes enfrentó a partidos miembros del Gobierno revolucionario, que había tomado el poder en noviembre de 1918 tras derrocar el régimen imperial. Los socialdemócratas "mayoritarios" intentaban crear una república burguesa que inmediatamente fue contestada desde los Consejos de obreros y soldados y sus organizaciones políticas principales, el USPD de Karl Kaustky y la Liga Espartaquista de Rosa Luxemburgo. Por cierto, al salir de la cárcel donde había estado recluida por haber luchado desde dentro de Alemania contra la guerra, lo primero que pidió Rosa fue una amnistía para todos los presos políticos y la abolición de la pena de muerte. Nadie le hizo caso.

La presencia política de los espartaquistas, su prestigio ante los trabajadores y su compromiso con éstos, les arrastró a cometer dos errores que hubieron de lamentar sus principales dirigentes, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht: primero, su conversión en KPD, Partido Comunista de Alemania, espoleados por otros grupos menores que les obligaron a asumir el liderazgo revolucionario, y posteriormente su participación en la insurrección armada de enero de 1919, en cuya preparación no tomaron parte y a la que se sumaron para no quedar desbordados por los acontecimientos. Dos errores estratégicos que hay que contextualizar en el tsunami político y social que sacudió Alemania y Europa central en general, en los años que median entre el golpe de Estado bolchevique en Rusia (octubre de 1917) y el putsch de Munich (noviembre de 1923), preludio del asalto nazi al Estado alemán.

La revolución de Berlín acabó el 12 de enero de 1919. Una vez vencido el levantamiento popular, la generosidad espartaquista fue recompensada por el Gobierno socialdemócrata con una persecución implacable. Rosa y Karl Liebknecht fueron asesinados el 15 de enero. El crimen lo llevaron a cabo miembros de los "Freikorps", a quienes se supone que los representantes en Berlín del SPD les entregaron presos los dirigentes espartaquistas y otros izquierdistas; al menos esa es la versión acuñada por la Komintern, y tradicionalmente difundida por los partidos comunistas de obediencia soviética. En el caso concreto de Rosa Luxemburgo y sus compañeros espartaquistas, cabe preguntarse si en realidad no molestaban más a los dirigentes de la URSS que a los socialdemócratas alemanes, dado el calibre de las críticas dirigidas por Rosa contra el ejercicio antidemocrático y antiobrero del poder por el PCUS en la Rusia soviética, y sobre todo a su negativa a actuar como un títere de Moscú en Alemania. Al cabo, la tradición de crímenes inducidos desde la URSS contra dirigentes de la izquierda europea molestos para los soviéticos tiene una larga tradición: basta con citar a Andreu Nin o Trostky como ejemplos palmarios.

Aún así, en los años treinta, en plena época nazi, todavía quedaban núcleos espartaquistas activos en el Reich alemán. De hecho, la resistencia armada interior contra el nazismo llevada a cabo por grupos de trabajadores alemanes, un episodio glorioso silenciado y casi desconocido que se prolongó hasta la liberación de Alemania en 1945, debe mucho a antiguos espartaquistas.

El mensaje político de Rosa Luxemburgo se articula sobre tres ejes centrales. Un siglo después, cada uno de ellos mantiene toda su frescura y vigencia:

-La crítica del nacionalismo, por ser una ideología alienante y burguesa, contraria por tanto a los intereses reales de los trabajadores.

-La crítica del bolchevismo, por haber secuestrado sus dirigentes la revolución popular arrebatándosela a las masas en beneficio de una casta cerrada de profesionales/vividores de la política.

- La defensa de la democracia de masas, como único sistema verdaderamente democrático y revolucionario de gobierno. Es decir, la democracia ejercida por las masas de modo participativo y directo, sin ningún partido que se arrogue la dirección del proceso de construcción del socialismo.

Junto a los ejes enunciados, el pacifismo activo y la lucha por la emancipación de las mujeres constituyeron los pilares del pensamiento de una mujer que se avanzó a su época propugnando una revolución transformadora, humana y solidaria, y que abominó siempre de todo derramamiento de sangre incluso cuando se vio forzada a participar en él.

Honor a Rosa Luxemburgo y a los hombres y mujeres de la Liga Espartacus.

En la fotografía que ilustra el post, milicianos espartaquistas manejan una ametralladora en una barricada berlinesa durante las jornadas de enero de 1919.

domingo, 9 de enero de 2011

El Tea Party impulsa el terrorismo en EEUU



El atentado terrorista de ayer en una calle de Tucson (Arizona, EEUU) deja un saldo de seis muertos, entre ellos una niña de 9 años y un juez federal, y heridas graves a otras 12 personas, entre ellas la congresista local del Partido Demócrata, Gabrielle Giffords, objetivo central del atentado, en estado crítico tras recibir en la cabeza el primer disparo, hecho por un pistolero de 22 años vinculado a grupos de extrema derecha organizados en el llamado Tea Party.

La matanza no constituye un hecho aislado en un país en el que según he oído este mediodía en el canal 24 Horas de TVE, noventa millones de personas poseen un total de trescientos millones de armas de fuego, que están presentes en el 40% de las casas y ocasionan cada año cien mil muertos a tiros. Proporcionalmente, es como si en España murieran a balazos quince mil personas cada año, una cifra inimaginable; en realidad, en 2008 hubo aquí según estadísticas oficiales mil diecinueve fallecidos por toda clase de delitos violentos.

Pero no nos dejemos engañar. Más allá de la violencia pistolera que enseñorea EEUU prácticamente desde su fundación, en los últimos años la radicalización del discurso de la extrema derecha estadounidense ha llevado a un fuerte aumento de actos de terrorismo contra las personas y las cosas, materializados en ataques contra edificios del Gobierno Federal y contra clínicas que practican la interrupción del embarazo, principalmente, y contra médicos abortistas, políticos progresistas y miembros de las minorías que viven en el país. En ese contexto, la cabeza de Gabrielle Giffords, una judía de 40 años, estaba pregonada desde que en las últimas legislativas ganó su escaño por Arizona frustrando la carrera de la candidata del Tea Party, directamente patrocinada por Sarah Palin, quien como mostraba esta mañana el canal español, marcó en su web a Giffords como un objetivo sobre el que concentrar el fuego de la extrema derecha, al parecer no sólo en la campaña electoral.

¿Por qué tanto odio contra Gaby Giffords? Sucede que esta mujer, que apoya la investigación con células madre, es favorable a la Ley de Sanidad Pública y se ha manifestado en contra de la ley racista de Arizona contra la inmigración, pertenece al ala derecha del Partido Demócrata. Giffords no es ni mucho menos una "roja neoyorkina" sino una muy moderada representante del establishment WASP en Arizona, y por tanto pesca votos en caladeros que el Partido Republicano cree suyos. De ahí la ira del Tea Party contra ella, al considerar que ha impedido su avance en un territorio controlado por la derecha en la gobernación, la cámara local y la representación en el Senado. Giffords es un grano en el culo de la extrema derecha, que ésta ha decidido sajar de golpe.

El modo en que se ha llevado a cabo el acto terrorista ha sido enormemente simbólico. El atentado ha tenido lugar cuando la congresista Giffords se disponía a hablar en una esquina de Tucson, cumpliendo así un compromiso de su programa electoral: mantener contacto directo con la gente en la calle una vez al mes. El pistolero le ha disparado a ella primero, luego a sus acompañantes, y por fin y ya de modo indiscriminado, al público asistente. Por fortuna no había policías locales cerca, porque en caso de haberlos habido seguramente habrían matado al terrorista, impidiendo que fuera interrogado por la policía federal. El asesino, un fanático ultraderechista de 22 años, ha sido detenido por los presentes.

Veremos qué dan de sí las confesiones del arrestado. De momento la policía ya le presenta como un "desequilibrado que actuó solo", o como mucho en compañía de un colaborador, cuya fotografía, la imagen de un tipo de marcado aspecto marginal, enseñan sin mayores explicaciones de a quién corresponde y cómo fue obtenida; un tipo que nada parece tener que ver con su presunto compinche, el típico jovenzuelo anglosajón angelical que hoy le ha metido una bala en el cerebro a Giffords y ha asesinado a seis personas en nombre del Credo de un puñado de paletos psicópatas, que llaman "comunista" a Obama del mismo modo que sus antecesores se lo llamaban a John Kennedy o a Martin Luther King.

En la imagen que ilustra el post, Sarah Palin prueba un rifle.

viernes, 7 de enero de 2011

El Magreb revienta


Las protestas y disturbios iniciados en Túnez hace unas semanas, se han extendido ya a Argelia. Miles de jóvenes, estudiantes y parados en su mayoría, ocupan las calles y se enfrentan con la policía, en batallas campales cada vez más difíciles de reprimir.

El origen de estos movimientos es espontáneo y popular. La chispa la constituyó el suicidio de un joven tunecino, titulado universitario sin trabajo, que vendía fruta en las calles con un carrito, de modo ilegal; la policía tunecina le destrozó el vehículo y la mercancía, y en señal de protesta el muchacho decidió acabar con su vida ante un edificio gubernamental. Al correrse la voz y en apenas unas horas, las calles de las principales poblaciones de Túnez, el más pequeño y occidentalizado de los países del Magreb, se convirtieron en volcanes que escupían la ira popular contra el régimen de Ben Ali, el sátrapa que gobierna el país desde hace casi un cuarto de siglo y que al parecer padece un cáncer terminal.

En Argelia los disturbios han comenzado ahora por contagio de su vecino Túnez, pero tienen raíz propia en la reciente y fuerte subida de precios en productos básicos como el aceite y el azúcar. Las protestas en Argelia son más juveniles y radicalizadas que en Túnez, pues además de las subsistencias tienen presencia en su génesis factores muy complejos, como la opresión política y cultural que sufren los bereberes desde los tiempos de la independencia argelina, entre otros.

De todos modos es interesante señalar que tanto en Argelia como en Túnez los movimientos tienen carácter popular, y las respectivas oposiciones políticas no juegan hasta el momento papel alguno ni en su origen ni en su desarrollo. En Túnez sin embargo, el Colegio de Abogados está intentando ponerse a la cabeza y liderar un proceso que parece tender hacia un cambio de régimen. Hasta ahora los servicios secretos occidentales y sus cajas de resonancia mediáticas habituales se han abstenido de vincular las revueltas magrebíes a la fantasmal Al Qaeda, pero no desesperen los comulgantes en la conspiración terrorista islámica galáctica: pronto hará acto de presencia Bin Laden en una fiesta a la que nadie le ha invitado, lo que allanará el camino a la represión de movimientos que en definitiva, sólo pretenden conseguir aquello que los europeos nos hartamos de recomendar: libertad, democracia y unos estándares de calidad de vida que no ofendan la condición humana.

Al cabo lo que que esta gente del Magreb quiere es una vida digna, al menos lo que se entiende por tal en los anuncios y programas de nuestras televisiones europeas, que las nuevas tecnologías meten en los salones de sus casas y en los cibercafés de ciudades y pueblos de todo el Tercer Mundo.

En la fotografía que ilustra el post, un hombre enarbola una barra de pan durante una de las masivas manifestaciones que se vienen sucediendo en Túnez los últimos días.

miércoles, 5 de enero de 2011

Un estudio demuestra que las emisiones de los coches matan



Cuando acaba de ponerse en marcha la nueva ley Antitabaco, substancia a la que se achacan todos los males del mundo, incluido el déficit de los servicios sanitarios, resulta que un estudio reciente acaba de relacionar, por primera vez, los gases de combustión emitidos por los coches con la mortalidad en una gran ciudad, en este caso Madrid.

El estudio confirma algo que sospechábamos muchos que sin ser tener el más mínimo conocimiento de medicina, tampoco somos idiotas. Literalmente la entradilla de la noticia en El País dice: "Un estudio relaciona las emisiones de los coches con enfermedades circulatorias". Explica a continuación que "las partículas PM2,5 están en el aire que se respira en Madrid y son muy dañinas, incluso más de lo que se pensaba hasta ahora. Un estudio recién publicado relaciona los niveles altos de contaminación por estas diminutas partículas en suspensión (llamadas PM2,5 porque miden menos de 2,5 micras de diámetro) que generan los motores diésel con la mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio". Los autores del estudio "demuestran mediante un análisis estadístico que se producen más muertes por infartos, cardiopatías isquémicas e ictus cuando la contaminación es más alta. Y su conclusión es clara: reducir los niveles de PM 2,5 en la capital es "una necesidad acuciante".

Pues ya ven. Y mientras tanto, nuestro encantador Gobierno español subvencionando a fondo perdido durante años la compra privada de chatarra rodante y contaminante (Plan Renove); es decir, malversando fondos públicos en arruinarnos la salud.

"La contaminación es un factor de riesgo cardiovascular muy importante", dice en esa misma noticia el señor Antonio Gil Núñez, miembro del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. Las partículas que se inhalan, explica, provocan inflamación, lo que incrementa el riesgo de enfermedades vasculares. "Aumenta la propensión a que se produzcan trombosis", añade. "Lo más importante es que se puede prevenir. Las autoridades deben saber que si mejora la calidad del aire tendremos menos muertes", concluye.

Para lograrlo habría que cambiar las leyes al respecto, porque está claro que las existentes sólo defienden los intereses de los dueños de la industria automovilística y afines. Según Gil Núñez, los máximos que permite la directiva europea sobre la materia "son simplemente inaceptables desde el punto de vista de la salud pública". Pero qué importa la salud, cuando lo que está en juego son los beneficios de petroleras y fabricantes de coches, amén de los substanciosos ingresos que vía impuestos indirectos sobre los carburantes perciben los gobiernos.

Y es que por encima de cualquier otra consideración hay que seguir generando beneficios privados, ya saben. Así funciona el capitalismo, perdón, la economía libre de mercado.

En la fotografía que ilustra el post, tráfico en una calle de Madrid.

lunes, 3 de enero de 2011

Novecento: la revolución y nosotros, que la quisimos tanto



La pasada Nochevieja, apenas la gente de casa se fue a dormir una vez pasada la tontada de las 12 uvas (ya saben, las campanadas desde "Madrí"que señalan el nuevo año), un servidor se hizo con una botella de cava Gramona Imperial y una copa, y se sentó a ver enterita la versión integral de "Novecento", la genial película-río de Bernardo Bertolucci. Cinco horas de reloj. Cinco horas de cine; cinco horas de épica histórica; cinco horas de "prima de la rivoluzione".

De la película hay tres versiones: el montaje del director (la de cinco horas, dividida en dos partes), una de cuatro horas destinada al mercado norteamericano, y una de tres horas y pico que debería haber sido la versión comercial estándar y nunca llegó a proyectarse, al decir de Bertolucci. El film fue un éxito brutal en Europa, y un fracaso estrepitoso en EEUU y -oh- también en la URSS. En la entrevista incluida en los extras del DVD dice Bertolucci, con evidente humor malicioso, que las razones de la mala acogida en los dos países/Imperios mencionados se debió a que, para su sorpresa, los públicos de ambos coincidían en que en "Novecento" hay demasiadas banderas rojas ondeando: los yanquis no estaban acostumbrados a verlas en una película, y los soviéticos ya estaban aburridos de ellas.

Explica asimismo Bertolucci que para entender "Novecento" hay que desdeñar la mala traducción del título de la película como "1900", y recuperar su sentido real italiano que es "novecientos", es decir la centuria del siglo XX, que es el período de tiempo que pretende explicar el film. Otra clave reside en la oposición permanente en dualidades que traspasa toda la película, y no solo en referencia a la lucha de clases : terrateniente/campesino, campo/ciudad, hombre/mujer, revolucionario/fascista, valeroso/cobarde, trabajo/fiesta... y desde luego vida/muerte, plasmada desde las primeras escenas (la cacería de Àttila, el administrador fascista, el día de la liberación, e inmediatamente después el salto en el tiempo casi medio siglo atrás al nacimiento de los dos niños, el hijo del terrateniente y el hijo del jornalero el mismo día en que muere Verdi).

Bertolucci cuenta que nació y se crió en el campo, en la hacienda de su abuelo, un rico terrateniente, pasando más tiempo en las cabañas de los campesinos que en la casa señorial. Viviendo con aquella gente elemental se impregnó de sus valores, de su apego a la tierra, de sus sueños. Tanto así que devino un revolucionario, posición que nunca ha abandonado. Su filmografía presenta frescos épicos que como él dice, técnicamente tienen un ojo en el cine norteamericano de los orígenes del Séptimo Arte y el otro en los códigos fílmicos creados por el cine soviético de primera hora; todo ello al servicio de un concepto de cine europeo, de tesis, que intenta transmitir ideas a través de las sensaciones, y que tiene que ver quizá más con el cine social francés que con el italiano. En Bertolucci el neorrealismo de sus maestros (Rossellini, Passolini), se ha depurado hasta lograr un naturalismo que instala en el espectador la sensación de estar no observando a los personajes, sino moviéndose entre ellos y viviendo las situaciones en que se hallan inmersos. En "Novecento" en concreto, su director de fotografía, Vicenzo Storaro, logra momentos inolvidables en ese sentido, como la secuencia en la que, gracias a los movimientos de cámara, el espectador tiene la sensación de estar metido dentro del barullo que precede a la sentada de campesinos que quieren impedir el desahucio de un aparcero, mientras un escuadrón de caballería prepara sus sables para cargar contra ellos.

El elenco protagonista de "Novecento" es pura historia del cine. Burt Lancaster se ofreció a Bertolucci para trabajar gratis en la película apenas leyó el guión (su papel es el viejo patriarca terrateniente; absolutamente genial). A Robert de Niro (Alfredo Berlingheri, el vástago de los terratenientes) se lo recomendó Martin Scorsese, que acababa de dirigirlo en "Malas calles". De Niro está extraordinario: elegante, comedido, en ése punto entre la bondad y la tontería; nada que ver con sus histrionismos posteriores, cuando la industria cinematográfica estadounidense lo convirtió en un payaso gesticulante. Gerard Depardieu le da la réplica (es Olmo Dalco, el hijo de los campesinos): sobrio, sereno, seguro de sí mismo y de las ideas que encarna. El canadiense Donald Sutherland está inmenso, su manera de vivir el personaje de Áttila, el administrador de los Berlingheri y líder de la banda de "camisas negras" fascistas de la comarca, logra poner los pelos de punta; otro enorme actor, maleado luego por los estudios yanquis y su cine-basura alimenticio. La parte femenina es seguramente lo más flojo del plantel de actores: ni Dominique Sanda ni Stefani Sandrelli resultan muy convincentes. Nada que ver con ese fantástico "coro griego" de abuelas y madres campesinas encarnadas por actrices secundarias y mujeres sin experiencia cinematográfica previa, una pequeña masa que se mueve por toda la película con sus tocas negras, sus bocas desdentadas y sus viejas canciones campesinas de trabajo y revolución. Queda la sensación de que "Novecento" es una película "de hombres" y "entre hombres"; no podía ser de otro modo, el papel de las mujeres en la época retratada era el de sufridoras, testigos y a menudo víctimas, pero todavía no el de protagonistas.

No les cuento el argumento porque seguro que lo conocen, y si no es así corran a comprarse el DVD. En todo caso puede resumirse en una sola escena, una cumbre de la historia del cine, precisamente la penúltima escena del film. En ella los campesinos celebran la autoliberación armada en el patio de la hacienda, tras ajusticiar al asesino Àttila luego que éste confiese sus crímenes. Olmo les convence entonces para someter a juicio popular al patrón, a Alfredo. En una escena de altísimo contenido simbólico, Olmo, erigido en juez, condena a muerte a su amigo/némesis Alfredo pero inmediatamente apostilla que no van a matarle, porque "el patrón ya está muerto" y le dice a Alfredo Berlingheri que es libre de ir adonde quiera. Minutos después irrumpe en la hacienda un camión con partisanos del Comité de Liberación Nacional que en nombre del gobierno provisional formado por el PCI, el PSI, la DC y el Partido de Acción requisan las armas de los campesinos, que éstos entregan con resignación y algunas protestas. Un muchacho, un niño en realidad, el que ha detenido a Alfredo, se niega a entregar su fusil; un carabinero le da una bofetada y le quita el arma, que lanza al camión junto con las otras. Los partisanos se van, y los campesinos se dispersan. En el patio de la hacienda solo quedan el niño, sentado y llorando la pérdida, y Olmo y Alfredo mirándose a los ojos. Alfredo sonríe. "El patrón está vivo", musita.

Novecento.