domingo, 29 de noviembre de 2009

De Fago a Polop


Dos crímenes distintos pero menos distantes de lo que parece han ocupado estos días las portadas de los diarios y los informativos de radio y televisión. Se trata de sendos asesinatos de alcaldes, cometido uno hace unos años en el pueblo de Fago, en el Pirineo aragonés, y el otro en Polop, una población de Alicante, en la costa mediterránea.

En enero de 2007 fue asesinado a tiros Miguel Grima, alcalde de Fago por el Partido Popular (PP). En estos días se ha celebrado el juicio contra el único acusado, Santiago Mainar, guarda forestal. A Grima lo mataron a escopetazos una noche cuando conducía su Mercedes hacia Fago de vuelta de una reunión en Jaca, la capital comarcal. Según los vecinos de Fago, Miguel Grima era un pijo de ciudad trasplantado al Pirineo, un tipo autoritario, tiránico, que disfrutaba abusando de su autoridad y haciendo la vida imposible a sus convecinos. Un verdadero cacique, que había tomado posesión del pueblo como si fuera de su propiedad. Sus problemas no eran sólo con los vecinos de Fago: en el momento de ser asesinado, Grima tenía 11 causas judiciales abiertas, entre ellas varias promovidas por municipios vecinos con los que estaba asimismo enfrentado.

Aunque el único inculpado sea Mainar, todo apunta en Fago a una conspiración al estilo Fuenteovejuna en la que la mayoría del pueblo conoce la verdad de lo que pasó, aunque nadie hable. En su alegato final en el juicio Santiago Mainar ha aceptado su papel de Ecce Homo, y denunciado al tiempo la opresión social, que a juicio de acusado y testigos de la defensa -los habitantes de Fago- encarnaba Miguel Grima: "Mi deber era y es enfrentarme con valor cívico a una España oficial, corporativa, autoritaria, caciquil e impune", ha espetado Mainar al tribunal.

En Polop no había ningún honor colectivo que lavar, y ni siquiera ofensas inferidas que vengar. Todo es mucho más simple y repugnante todavía: dinero sucio, especulación urbanística, prostitución y drogas. A Alejando Ponsoda, el alcalde derechista de Polop, lo despacharon a balazos dos sicarios por cuenta de correligionarios políticos del muerto. De hecho, el detenido como instigador del asesinato es nada menos que su sucesor al frente de la alcaldía, el también "popular" Juan Cano. Han pasado dos años desde el crimen pero por fin Cano está en la cárcel junto a otra media docena de personas implicadas (constructores, empresarios, políticos), y aún faltan otros participantes en la conspiración que acabó con la vida de Ponsoda. Todos los detenidos son fuerzas vivas locales, ejemplares padres de familias cristianas que decidieron el crimen en el prostíbulo propiedad de uno de ellos.

Obviamente el Partido Popular tiene un grave problema con el personal que selecciona para ocupar cargos públicos. O en realidad no, y simplemente es que la gente como Grima y como Cano, como Camps y Zaplana, como Aguirre y Naseiro, y como tantos y tantos otros, son lo que hay en el PP. Esta derecha que parachuta alcaldes que se comportan como sheriffs de pueblo o que llena sus listas de "emprendedores" ansiosos de comerse a bocados el terreno de cualquier municipio, se está tornando también un peligro para la vida democrática del país. El Estado debería empezar a tomar medidas más eficaces para protegernos de ella.

En la fotografía de El País, el entierro de Alejandro Ponsoda hace dos años. Marcado con un círculo rojo su compañero de dirigencia política, autor intelectual de su asesinato y sucesor en la alcaldía, Juan Cano.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Quitad vuestras sucias manos del Estatut


El editorial conjunto que publican hoy 12 periódicos catalanes constituye la iniciativa más contundente llevada a cabo por la sociedad catalana ante el recrudecimiento de la ofensiva reaccionaria españolera contra el nuevo Estatut emanado de dos parlamentos -el catalán y el español-, órganos depositarios de la soberanía popular, y refrendado en referéndum por la ciudadanía catalana.

El abanico de periódicos incluye desde el prosocialista El Periódico de Catalunya al independentista El Punt, pasando por el proconvergente AVUI y hasta el derechista La Vanguardia, generalmente bien sintonizado con los sectores menos cavernarios del Partido Popular (PP). Al manifiesto además se han adherido las cadenas de radio COM Ràdio (proizquierda), Catalunya Ràdio (pública catalana) y RAC (pronacionalista catalana).

El texto, ponderado, muy medido y por una vez bien escrito, insiste en lo que ya es sabido: no es posible que un órgano judicial pretenda substituir la voluntad política de la ciudadanía, ciscándose directamente en la soberanía popular y en sus órganos de representación. El Estatut guste o no guste representa la expresión plural de España, su misma viabilidad como proyecto común, y en su condición de pacto entre los catalanes y el Estado marca nuestro modo y manera de estar y participar en esa apuesta colectiva que es la construcción de un Estado en el que quepamos todos, iguales en la diversidad y en el reconocimiento mutuo. Intentar imponer por la fuerza leguleya una uniformidad que además resulta insoportablemente casticista es, simplemente, un atentado directo a la unidad del Estado español, en la medida que representa la promoción más idiota del independentismo en Catalunya y en otros territorios.

Pero es que además el actual Tribunal Cosntitucional (TC) es un órgano que por múltiples razones debería abstenerse de meter sus sucias zarpas en este tema, delicadamente político. Este TC carece de legitimidad para dictaminar no ya sobre el Estatut catalán sino sobre cualquier ley que tenga pendiente, dado que su actual composición es manifiestamente ilegal, en la medida en que el mandato de la mayoría de sus miembros está caducado, y por tanto están ocupando un lugar que no les pertenece.

El TC es además un órgano carente de representatividad alguna, pues sus componentes no son más que meras correas de transmisión de los partidos políticos que les han colocado en el puesto, a los que se deben y a quiene sirven con dedicación. De todos modos, y habida cuenta de la amplia mayoría que los sectores más carcas de la sociedad española tienen desde tiempos inmemoriales en los órganos judiciales y asimilados, y la estupidez supina que practica el gobierno Zapatero a la hora de nombrar aquellos cargos que le corresponde designar en esos aparatos del Estado, el hecho de que el Partido Popular use el Tribunal Constitucional como vertedero en el que hacer embarrancar y dejar pudrirse las leyes que no le gustan a la derecha reaccionaria española, es simplemente una consecuencia lógica y esperable.

Pero es que además unos señores que llevan cuatro años para dictaminar sobre un texto legal cuya extensión y complejidad tampoco es que sea la del Código Penal napoleónico, demuestran que profesionalmente o bien carecen de cualificación para ejercer su trabajo (cosa que tampoco sería demasiado sorprendente) o que son unos vagos de tomo y lomo (lo que tampoco debería extrañar demasiado en esos personajes) .

Si los actuales miembros del TC tuvieran un átomo de decencia política y de la otra, deberían dimitir inmediatamente de sus cargos. Mantenerse en la poltrona contra viento y marea a pesar de ocupar una posición tan desairada como la que ostentan todos ellos en estos momentos, da la verdadera medida de la calidad humana, política y profesional de estas señorías tan poco señoriales. La prensa catalana acaba de dejarles en evidencia a ellos y a sus amos de la caverna española, esa que por cierto y desgraciadamente no acampa sólo en el PP.

La caricatura que ilustra el post fue publicada por el Diario de Burgos el 20 de septiembre pasado.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Adiós al nacionalismo francés


Dice una encuesta que publica hoy el diario Le Monde que sólo el 38% de los ciudadanos de la República Francesa tienen "el sentimiento" (sic) de ser ante todo franceses, según un sondeo de TNS-Sofres. Ahí es nada, en la patria del chauvinismo sus ciudadanos han comenzado a pasarse la "identidad nacional" por el arco del triunfo, que como sabrán no coincide exactamente con el que levantara Napoleón I en la plaza de l'Étoile.

Más datos de esta encuesta: el 21% de los franceses dicen identificarse ante todo con su ciudad, el 14% con su barrio y un muy apreciable (tratándose de Francia) 11% se declaran ante todo "ciudadanos del mundo".

Eso sí, el 68%, es decir, dos de cada tres franceses, se sienten en algún grado francés. Y contra lo que puede pensarse en otras latitudes más cercanas, para los franceses la identidad nacional no viene determinada tanto por la pertenencia a una nacionalidad o al uso de una lengua concretas, sino por criterios mucho más racionales y prácticos.

El medio social (41%), el lugar de residencia (34%) y la cultura en un sentido amplio (33%), son los factores que consideran más determinantes. La edad la citan el 28%, el idioma el 27% y la nacionalidad sólo un 10%.

Entre los factores no determinantes pero sí importantes de la identidad francesa a juicio de los ciudadanos de ese país, citan los derechos del hombre (96%), el idioma (95%) y el sistema de protección social (94%), la capacidad de integración de minorías étnico-culturales (81%) y el laicismo (80%).

A la vista de las pejigueras que se organizan en este país nuestro (o de quien quiera que sea en realidad) con la dichosa cuestión de la(s) identidad(es) nacional(es) -véase el airoso discurso atómicamente nacionalista de la lideresa del partido español "no nacionalista" UPyD, gritado por ésta a pleno pulmón en el Congreso que han celebrado este pasado fin de semana-, yo lo tengo muy claro desde hace tiempo: de mayor quiero ser francés.

Y es que verdaderamente los Pirineos siguen siendo algo más que una frontera política.

En la fotografía, una joven simbolizando la República arenga a los manifestantes durante las movilizaciones estudiantiles en Burdeos, en marzo de 2006.

viernes, 20 de noviembre de 2009

MEMORIA Y DIGNIDAD, mi nuevo libro


Por fin tengo en las manos el primer ejemplar impreso de MEMORIA Y DIGNIDAD.

Son 31 artículos breves, 102 páginas de textos a contracorriente reivindicando la verdad histórica y el reconocimiento debido a quienes sufrieron la historia reciente de este país. Originariamente fueron publicados en Aventura en la Tierra, pero todos ellos han sido corregidos y mejorados para la presente edición.

Los pedidos pueden formularse a:
memoriaydignidad@hotmail.com

Para recibir el libro, deberán enviar un mensaje a ese correo electrónico con su nombre y apellidos, dirección postal y el número de ejemplares que se desean.

El precio de cada ejemplar será de 5 euros, más los gastos de envío (especifiquen por favor si desean recibirlo por correo ordinario o certificado), que se concretarán en cada caso.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Los alacranes del Alakrana


El Alakrana y sus marineros han sido finalmente liberados, previo pago de un substancioso rescate que parece haber sido abonado por el Gobierno español, y el pacto de algunos compromisos de índole política de los que quizá tengamos conocimiento cierto más adelante.

Y todos felices. En primer lugar, felices las "familias" de los ya ex secuestrados; las familias, esos entes tan caros a nuestro conservadurismo más rancio y ahora tan presentes asimismo en el lenguaje cotidiano de nuestra izquierda claudicante. El individuo ciudadano ya no existe sino tiene tras de sí la "familia", convertida en destinataria de los desvelos de nuestros gobernantes, desde las execciones de impuestos al consuelo ante un secuestro de marineros. Todo sea por la felicidad de las "familias", amén.

Felices también los armadores "emprendedores" y sus colaboradores, que envían marineros pagados con salarios merdosos a jugarse la vida robando pescado en caladeros donde no deberían estar. Había que ver este fin de semana en el telediario del mediodía al patrón de un atunero vasco atracado en Seychelles, fanfarroneando de que al Índico "no venimos a por licencias, sino a pescar". Pues nada, sigan ustedes así y nosotros, el conjunto de los ciudadanos españoles, pagando los gastos de sus emprendedoras depredaciones.

Encantados de la vida los militares españoles, sacando pecho y enseñando esas fragatas imponentes que -también- les pagamos entre todos con cargo a nuestros impuestos. Alguien les tendrá que decir sin embargo, que sus altos mandos y su televisiva señora ministra la cagaron por completo cuando decidieron traer a España a la fuerza a dos somalíes, de un modo que cualquier abogado un poco espabilado podría denunciar ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo por constituir técnicamente un secuestro. Eso sí, la cara que se les habrá quedado a nuestros patrióticos uniformados cuando se hayan enterado de que los atuneros que tan gallardamente protegen en el Índico, y a bordo de los cuales reclama su presencia el Partido Nacionalista Vasco (PNV), suelen enarbolar la ikurriña vasca en cuanto salen de aguas españolas en vez de su amada bandera rojigualda.

Más contentos que un tonto con una tiza nueva deben estar el medio centenar de mercenarios que a razón de 4.000 euros semanales por barba, protegerán los atuneros ¿vascos? ¿ españoles? frente a Somalia. Su entrenamiento ha corrido por cuenta del Ejército, quien les ha suministrado asimismo el armamento de guerra. Los gastos de este capítulo corren por cuenta a medias entre el Estado español y los armadores, como no podía ser menos.

Por no hablar de los medios de comunicación, que durante mes y medio se han puesto las botas gracias a historias de "contenido humano" facilitadas por esa verdadera mina sentimental que son las "familias" de los afectados. Porque el llanto y la pena de la familia atrae un huevo de audiencia, y ustedes perdonarán la manera de señalar. Medio ha habido que siguiendo su línea tradicional de intoxicación de la opinión pública, ha inventado noticias exclusivas en este asunto que jamás existieron; por ejemplo que tres pescadores secuestrados fueron entregados a las familias de los somalíes encarcelados en España para que fueran linchados si llegara el caso (al parecer, hasta los desalmados piratas somalíes tienen "familias"; ya ven, una verdadera pandemia universal esto de las "familias").

Y no olvidemos a los políticos. Ahí tienen a la dicharachera ministra Chacón, facilitando cada día el parte de la guerra del Índico hasta que sus propios compañeros de gabinete hubieron de cerrarle la boca para que no siguiera complicando la situación. O un PP lanzado a toda máquina a abrir vía de agua en el barco del Gobierno Zapatero al precio que fuera, aunque actuando así se arriesgara la vida de las 36 personas secuestradas a bordo del Alakrana. Finalmente Alguien (así, con mayúscula) les hizo callar y esperar a la resolución del caso. Un tantico decepcionados deben andar los del PP, pues. Imaginen que hubiera habido algún muerto entre los pescadores secuestrados; no cuesta mucho visualizar entonces a Rajoy, Cospedal y demás "familia" vociferando que deberían convocarse de inmediato elecciones anticipadas. ¡Cachis la mar, qué oportunidad de forzar un adelanto electoral se ha perdido!.

Y en fin, la opinión pública y la opinión publicada han tenido su generosa ración de morbo, que justamente acaba en final feliz cuando el tema ya comenzaba a aburrir. Como al PP, a los consumidores de sensaciones fuertes les ha faltado un poco de sangre para dar colorido al asunto, pero no teman; barrunto que habrán ocasiones sobradas en el próximo futuro para que salten a los medios exclusivas de más secuestros, y esta vez con algún cuerpo destrozado a balazos o una cara chorreando sangre. Y es que las demandas de la audiencia son sagradas, aquí y en Somalia.

En cuanto a los pescadores, mis parabienes más sinceros. Al cabo son la única gente limpia en toda esta historia de mierda. Ya saben, en cuanto se apague el eco de la fiesta de bienvenida en sus pueblos, al barco y a seguir tentando la suerte. Es lo que tiene ser pobre, que o te joden un día o te joden otro.

En la fotografía que encabeza el post, el atunero Alakrana navega entre dos fragatas de la Marina de guerra española rumbo a las Seychelles.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Ignacio Ellacuría jamás será santo


Un artículo de Prudencio García en El País nos devuelve el recuerdo de un hecho trágico acaecido en El Salvador hoy hace justamente 20 años, un hecho que entonces sacudió la conciencia de muchos y ahora parece olvidado casi por completo: el asesinato colectivo de Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad Centroamericana (UCA), de otros cinco compañeros jesuitas españoles y de dos mujeres que les atendían en su residencia del campus universitario, cometido por fuerzas militares salvadoreñas en "misión especial".

El martirio de Ellacuría y los otros fue escandalosamente ignorado entonces por una jerarquía católica obsesionada en el descubrimiento de "comunistas infiltrados" en el seno de la Iglesia. A finales de los ochenta la llamada Teología de la Liberación estaba en retroceso en toda la América no anglosajona, en parte por causa de las persecuciones sufridas y en parte por su propia incapacidad para alumbrar o dar soporte claro a un proyecto político de cambio social real. Quizá por ello se consideró que era el momento de apuntillarla físicamente en aquellos países en los que la injusticia social propiciaba que la Guerra Fría se tornara caliente, allí donde había enfrentamiento armado entre quienes querían cambiar las cosas y quienes pretendían que todo siguiera como en los tiempos de la Colonia o incluso antes. Ya saben, la eterna dialéctica entre quienes lo tienen todo y quienes nada tienen que perder salvo sus cadenas, como decía Marx.

Pues bien, una de esas líneas de confrontación pasaba por El Salvador. Por una serie de circunstancias que sería prolijo narrar ahora, en el país salvadoreño de modo especial y en general en toda Centroamérica florecían las comunidades cristianas de base y los curas, monjas y hasta obispos comprometidos con la causa de los humillados y ofendidos de la tierra. Entendámonos, no se trataba tanto de curas trabucaires o guerrilleros al viejo estilo español, sino de personas muy formadas intelectualmente que llegaron al convencimiento de que de haber un Dios, no podía ser tan cabrón como para bendecir que entre 20 ó 30 familias explotaran en beneficio propio los recursos enteros de un país dejando en la miseria más penosa al resto de sus teóricos compatriotas.

Ya en los años sesenta y setenta hubo algunos asesinatos de curas a cargo de los eufemísticamente llamados "escuadrones de la muerte", meros "grupos de tarea" creados por el poder militar para desarrollar las acciones más sucias encomendadas por las oligarquías locales. Pero hasta la desaparición de Pablo VI tales crímenes no contaban con la bendición apostólica (recuerden aquella frase de Pablo VI cuando se enteró de que la oligarquía brasileña había puesto precio a la cabeza de mi paisano el obispo Pere Casaldàliga: "Quien toca a Pedro toca a Pablo"). Fue durante el pontificado de Juan Pablo II y su Cruzada anticomunista en Europa y América (librada en estrecha colaboración con la CIA y otras agencias de virtud más que dudosa), cuando los pistoleros uniformados o de paisano comenzaron a cazar "curas rojos" en la América del centro y del sur como si abatieran patos salvajes ("Sea patriota, mate un cura", era un lema pintado en las calles por la ultraderecha salvadoreña).

Entre las piezas cobradas en aquellos años destacan precisamente los casos del arzobispo Oscar Arnulfo Romero y de Ellacuría y los jesuitas de la UCA, amén de una legión de monjas (francesas en Argentina, norteamericanas en El Salvador), y seglares líderes de movimientos católicos de base (como Chico Mendes, en Brasil). Ninguno de los entonces martirizados ha subido a los altares, obviamente. Más que nada porque resultaba entonces y sigue siendo imposible ahora que fueran santificados por quienes habían permitido, consentido o según casos quizás ordenado, su alevoso asesinato. El brutal silencio del Vaticano en relación con esas "muertes de perro" es tan clamoroso como significativo.

Dado el tiempo transcurrido y la desinformación existente sobre estos asuntos, quizás alguien piense que gente como Ignacio Ellacuría en realidad eran soldados voluntarios de una guerra sin cuartel, personas que habían tomado partido en un conflicto armado. Nada más lejos de la realidad. Respecto a la guerrilla, Ellacuría se mostraba tan duro y exigente con las prácticas terroristas del FMLN salvadoreño como con las del ejército oligárquico. Nadie pudo probar nunca que los jesuitas de la UCA anduvieran en asuntos de armas. Es evidente que no les mataron por eso, sino porque ellos representaban una conciencia intelectual que no sólo movilizaba a la población salvadoreña sino que alcanzaba repercusión mundial, sobre todo a través de los medios europeos. Había que cerrarles la boca, que esa sí era el arma verdaderamente peligrosa que manejaban aquellos curas y a la que más temían los oligarcas salvadoreños y sus perros de presa uniformados.

Algunos años más tarde hubo un juicio, y militares de bajo rango fueron condenados a prisión. Una fantochada más, porque todo el mundo sabía que aquellos crímenes no fueron concebidos en el caletre fanatizado de un idiota con galones de teniente. Los asesinatos de que hablamos fueron ordenados por los más altos niveles de la jerarquía militar, eso ya es sabido: sus nombres han sido publicados, y sus rostros mostrados en reportajes televisivos. Pero tampoco son ellos quienes, al cabo, tienen la mayor responsabilidad. En realidad, los apellidos de quienes ordenaron a los militares esas acciones terroristas jamás se mencionarán ni se conocerán sus rostros, en aras precisamente a la "reconciliación nacional", y ello aunque sean bien conocidos: son los de las familias oligárquicas salvadoreñas, que naturalmente siguen disfrutando de un poder económico y social idéntico al de hace 20 años, cuando tal día como hoy Ellacuría y sus compañeros eran abatidos a tiros por militares salvadoreños a sus órdenes.

¿Entienden ahora por qué Ignacio Ellacuría jamás será santo?.

En la imagen, los cuerpos de algunos de los asesinados el 16 de noviembre de 1989 yacen sobre el césped de la UCA.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Zapatero divorcia a RTVE de Mediapro


La dimisión-despido de Luis Fernández, director del ente público Radio Televisión Española (RTVE), la radio y la televisión estatales, señala un punto de inflexión en la política mediática del núcleo duro monclovita. La apuesta que Zapatero y su círculo más próximo hicieron por Mediapro, el holding privado crecido a la sombra de la Moncloa, al punto de haber subordinado a los intereses de esta empresa incluso los propios de RTVE, no sólo no ha dado los resultados apetecidos sino que amenaza con arrastrar por el fango la credibilidad de la política del gobierno español en relación con las empresas mediáticas, y sobre todo la de los contenidos y la calidad de la información que se trasmite desde esos sectores considerados afectos al actual gobierno socialista.

El todo vale en materia empresarial y comunicacional, política que parece constituir la divisa de Mediapro en su lucha por hacerse un lugar al sol en el mundo mediático español, y su recurso continuo a probados métodos pedrojotescos y hasta a formas directamente extraídas de las usuales en los medios de la perrera mediática ultraderechista española, incurre directamente en el desagrado de muchos militantes y simpatizantes de izquierdas, y significativamente de los socialistas. En ese sentido, la guerra descarnada entablada con PRISA por el control del fútbol televisivo español, da abundantes pistas de cómo se manejan no sólo Roures y Barroso, amos y señores de Mediapro, sino también sus valedores político-empresariales, entre ellos, cómo no, la esposa de Miguel Barroso y objeto político promocional central de Mediapro, la señora Carmen Chacón, a la sazón ministra de Defensa y declarada aspirante al sillón de la Moncloa con la anuencia o no de Zapatero.

En los últimos años RTVE ha sido simplemente un muñeco en manos de los intereses de Mediapro, empresa que ha ido conformando no sólo parte de la programación de la cadena estatal, a la que vende directamente productos creados por ella, sino su propia línea político-informativa. Tras la victoria del PSOE en las elecciones de 2004, Zapatero puso a Carmen Caffarel al frente de RTVE, con el encargo de dignificar una corporación mediática a la que los sucesivos gobiernos del PP sumieron en el descrédito absoluto, y que además estaba arruinada económicamente por décadas de incuria, malversación y saqueo de los ingentes fondos destinados por el Estado español para su sostenimiento. Caffarel introdujo inmediatamente cambios que devolvieron calidad y frescura a los contenidos (significativamente los telediarios redujeron al mínimo la llamada "información deportiva", ampliando considerablemente la política y cultural), pero eso fue precisamente lo que acabó con su mandato: la audiencia televisiva reclama "pan y circo", y los ingresos publicitarios están directamente ligados a que la mierda reluzca en la pequeña pantalla en todo su esplendor sea cual sea la cadena sintonizada: contra más mierda se emite mayor es la captación de audiencia, y por tanto más grande es el trozo de la tarta publicitaria que se lleva la cadena emisora.

A Carmen Caffarel le sucedió Luis Fernández, que en su momento fue presentado como un "profesional" y un hombre de consenso entre el PSOE zapateril y el PP marianista. Monumental error de la derecha española, que pronto debió caer en la cuenta de que Fernández ni ponía ni quitaba rey pero servía con devoción a su señor. Tal ha sido su fidelidad a Moncloa que Fernández terminó por enfeudar RTVE a los medios de Mediapro, convirtiendo a la televisión estatal en una especie de sucursal-caja de resonancia de La Sexta, la cadena televisiva de Mediapro. Quizá nunca se sepa si Luis Fernández actuaba así siguiendo estrictamente el dictado monclovita o bien se trataba de la iniciativa propia de alguien más papista que el Papa, pero la subordinación de TVE a Mediapro llegó a tener momentos antológicos y de verdadera vergüenza ajena durante la pasada "guerra del fútbol" con PRISA.

El caso es que Mediapro, el enanito que quiso ser gigante, agoniza desangrado financieramente y con él sus apuestas mediáticas principales, creadas para competir con los buques-insignia de PRISA: el diario Público y la cadena televisiva La Sexta. La ruina económica de Mediapro es tan evidente, que en estos días andan rifando su división cinematográfica (que entre otros productos, parió hace dos años el carísimo espot publicitario en formato largometraje "Vicky Cristina Barcelona", un engendro nacido a mayor gloria del ego insaciable y de la cuenta corriente de Woody Allen), cuya venta a El Deseo, la productora de Pedro Almodóvar, se intenta ahora a la desesperada.

Por lo demás la conexión de RTVE con los intereses de Mediapro ha sido tan íntima, que Luis Fernández, director del ente público, llegó al extremo de ofrecerle al periodista Carlos Carnicero la dirección del diario Público, según éste dijo y pude escuchar en la tertulia nocturna de la SER el pasado 11 de noviembre. Imaginen la escena: un director de una cadena televisiva estatal ofreciendo a un periodista la dirección de un periódico privado. Vamos, como si hubiéramos vuelto a los tiempos del general Franco, con Fraga dirigiendo la propaganda del régimen y Adolfo Suárez su televisión.

Es en este contexto en el que Zapatero finalmente ha dicho basta, y Luis Fernández ha salido disparado por la ventana de RTVE. Los días felices de la relación de Mediapro con Moncloa parecen haber tocado a su fin, y una pista de eso la da el nombramiento como nuevo responsable de RTVE de Alberto Oliart, ex ministro de la UCD, hombre con cierto peso intelectual y supuesta equidistancia con los principales actores políticos españoles actuales, lo que dicho sea de paso da la impresión de que Zapatero le ha vuelto a vender al PP aquello de la futura neutralidad política de RTVE y éste se lo ha creído de nuevo.

A la caída en desgracia de Mediapro seguramente tampoco es ajeno el papelón de la ministra Carmen Chacón en la crisis de los pescadores españoles del "Alakrana", secuestrados en Somalia. Chacón pretendió usar la crisis como tribuna mediática desde la que ganar imagen, patrocinando una confusa serie de iniciativas contradictorias que han terminado por enredar el asunto hasta extremos ridículos y lo que es peor, cada vez con menos posibilidades de una salida que garantice la libertad de los secuestrados y que a la vez resulte airosa para el gobierno español. La prueba es que desde hace ya algunos días, Chacón ha sido marginada en el protagonismo de las explicaciones públicas sobre la crisis, cuyo peso ahora que van mal dadas han asumido los incombustibles Pérez Rubalcaba y Fernández de la Vega.

En resumidas cuentas a Mediapro se le acaba el oxígeno público, y su futuro empresarial y desde luego el laboral de sus trabajadores empieza a ser algo más que incierto.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Dejen en paz de una vez a los ricos



Hoy pensaba hablarles de las razones que llevaron a que en tal fecha como ésta pero de hace 20 años, el muro de Berlín se fuera al infierno por sí mismo y con él la mierda de sistema político que lo alumbró y al que protegía. También de cómo el pasado fin de semana ese verdadero muerto viviente que es el Partido Comunista de España (PCE) ha cooptado un nuevo secretario general, un pobre diablo cuyas luces parecen aún más escasas que las de su antecesor en el cargo -que ya es decir-, pero que posee un estupendo apellido de superhéroe que parece tomado de un tebeo de la editorial Marvel yanqui. Bromas de la Historia, ya ven.

En lugar de eso voy a hablarles de un señor muy fino y elegante, al que acabo de leerle una entrevista en la contraportada de El País que por poco me corta la digestión. El señor fino y elegante se llama don Juan Suárez de Figueroa, y ya en el titular de la entrevista dice esto: "En este país se está estigmatizando a los ricos". ¡Y qué razón tiene don Juan Suárez de Figueroa!. Si es que en este país al que unos llaman "Estado" y otros simplemente "Paña", ni Dios deja en paz a los ricos; fíjense que hay quien hasta pretende que los ricos españoles empiecen a pagar impuestos. Un acoso, realmente.

Y no crean que la opinión de este señor vale igual que la de cualquier mindundi, incluido este su seguro servidor. El señor Suárez de Figueroa sabe de lo que habla. Presidente de A&G Fondos, este hombre se dedica a gestionar dineros que otros le entregan para que él les haga aún más ricos de lo que son. El señor Suárez de Figueroa es pues un hombre generoso y desprendido, interesado sólo por el bienestar de sus semejantes ricos. La empresa del señor Suárez de Figueroa tiene la calificación triple A, la máxima nota que puede recibir en el mundo mundial un gestor de fondos. O sea que el señor Suárez de Figueroa (¿vieron que apellido de Conquistador?) está profesionalmente cualificado para desempeñar la actividad que realiza con la misma solvencia que, pongamos por caso, un Madoff.

Al señor Suárez de Figueroa le gustan los retos difíciles. Viene a decir que a él lo que le da morbo son los crash bursátiles, y que lo que ha aprendido es que "los mercados mutan". ¡Pardiez, y los meapilas fundamentalistas negando la teoría de la evolución! Dice el señor gestor de fondos con apellido de recio Descubridor que "no vale de nada intentar predecir qué van a hacer las Bolsas. Sólo funciona adaptarse a ellas". Dicho en cristiano: olvídense de intentar entender los mecanismos del sistema, y limítense a disfrutar de las oportunidades que ofrece a las aves rapaces asesoradas por empresas que tienen la triple A (por cierto ¿les suenan esas siglas? ¿será simple coincidencia o pura fijación en el servicio a los más ricos?).

De todos modos no crean que Suárez de Figueroa carece de corazoncito y sea inmune a las emociones, ni muchos menos. El 11-S, por ejemplo, parece que le supuso una "experiencia laboral difícil". De la experiencia laboral que tuvo el 11-M madrileño no dice nada, quizá porque dado que los atentados de ese día afectaron exclusivamente a trabajadores, inmigrantes y otros parias por el estilo quedaban fuera del radio de sus preocupaciones. En fin que según confiesa este experimentado gestor de fondos ajenos, hay momentos en los que se pone difícil pensar en "rentabilidades". Pero no se preocupen, el señor Suárez de Figueroa tiene la receta para hacer frente a esos momentos desde la altura de miras propia del profesional que es: "Hay que dejar las emociones al margen. Como los militares debemos cumplir nuestra misión". Con dos cojones, sí señor.

Por cierto, el señor Suárez de Figueroa gestiona también Sicav, esos vehículos financieros que permiten fiscalidades opacas a los muy ricos. Es decir, nuestro gestor triple A es especialista en el instrumento legal más usado por los que todo lo tienen y que aún así se empeñan en defraudar fiscalmente cuanto pueden. Aunque él lo ve de otro modo: "Hay mucha demagogia. En este país se está estigmatizando a los ricos", dice el señor Suárez de Figueroa. Ya se sabe, la envidia es un verdadero deporte nacional en el Estado español (o Paña, si prefieren), los pobres son así de cabrones. Y prosigue: "Parece que haber acumulado un patrimonio alto es un insulto. Detrás de estas personas hay historias de trabajo y esfuerzo". Bueno, mi abuela solía decir que nadie se hace rico trabajando, pero si el señor Suárez de Figueroa dice que llenándose los pulmones de plaguicidas bajo una carpa de plástico en un invernadero de El Egido uno llega a rico, pues habrá que creerle; al cabo, él es el experto en ricos y mi abuela fue simplemente una campesina pobre.

Naturalmente el señor Suárez de Figueroa tiene muy claro cúal es su papel en esta historia: "Nos pagan para tener un plan B", dice. Y también: "No contratan mis servicios por tener la razón, sino por hacer ganar dinero a mis clientes". Así da gusto, con profesionales como el señor Suárez de Figueroa todo queda meridianamente claro.

Lo que se debe haber reído el señor Suárez de Figueroa cuando haya oído el primer discurso del pardillo que acaban de poner al frente del PCE.

martes, 3 de noviembre de 2009

La cultura europea de luto. Fallecen López Vázquez, Francisco Ayala y Lévy-Strauss


En menos de 24 horas las páginas culturales de los principales diarios se han convertido en una sucursal de la sección que acoge las necrológicas. Todavía andamos con el corazón encogido por el fallecimiento del actor José Luis López Vázquez cuando nos enteramos de que acaba de morir el escritor Francisco Ayala, y hace apenas unos minutos acabo de leer en la edición electrónica de El País que también se ha ido en las últimas horas Claude Lévi-Strauss, quizá el último "maître à penser" europeo.

Los tres tienen en común la avanzada edad a la que han desaparecido: 87 años López Vázquez, los 103 Ayala, y 100 justos el antropólogo y filósofo judeofrancés. Al menos nos queda el consuelo de que sus largas vidas les han dado ocasión de desarrollar sus talentos y dejarnos un legado amplio y enjundioso, del cual podremos seguir disfrutando aunque su presencia física se haya extinguido para siempre.

Efectivamente, la longevidad, capacidad de trabajo y lucidez de los creadores culturales aludidos nos han garantizado consuelo por su ausencia, que podremos aminorar gracias al material audiovisual e impreso en que nos han quedado sus respectivas obras. Así, podremos seguir disfrutando por mucho tiempo de López Vázquez interpretando esos personajes "clase media baja", que son pura sociología del franquismo observada desde la mirada analíticamente precisa y ferozmente divertida de los guiones de Rafael Azcona; de Francisco Ayala nos quedará su narrativa de gran aliento, que retrata descarnadamente un mundo moderno entre el existencialismo y Kafka y de modo singular la Guerra de España (en la que los fascistas asesinaron a casi toda su familia), y la dictadura inmisericorde que la sucedió y fue responsable de su largo exilio; y de Lévy-Strauss, sus trabajos sobre lingüística estructuralista (que alguna vez maldije cuando era estudiante por su densidad, y más tarde aprendí a apreciar por eso mismo), y sus decisivas aportaciones posteriores a la construcción de una antropología estructuralista, que introduce conceptos tan sugestivos como la estructura clánica como origen real de las sociedades humanas organizadas.

En resumidas cuentas y aunque la cultura europea en general y la española en particular hayan sido tronzadas hoy por la muerte de modo tan severo, al separar de su tronco algunas de su ramas más productivas en cantidad y calidad, hemos perdido a los hombres pero nos quedan sus obras. Quizá haya ahí cierto consuelo, como decía antes; en todo caso, por intentarlo que no quede.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Catalunya convulsa, España resignada


Mientras que los dos aldabonazos recibidos en las últimas semanas por la sociedad catalana - el estallido del caso Millet o caso Palau de la Música, que amenaza con convertirse en un proceso público a la burguesía catalana, y el caso Santa Coloma, que ha desvelado conexiones entre tramas corruptas de muy distinto signo incluso sociológico-, han resonado en toda su potencia en la prensa mesetaria, continúa por el contrario el interés de esos mismos medios por aguar el vino del caso Gürtel, nombre que se está demostrando limitado para abarcar la compleja red de corrupción político-administrativa-empresarial directamentamente vinculada al Partido Popular (PP) español.

Gürtel se extiende ya por toda la geografía española, incluido ese lugar entrañable para tantos "emprendedores" que es la isla Jersey, paraíso fiscal cuya soberanía debería reclamar un próximo gobierno de la derecha peninsular e isleña en cualquiera de sus facetas, incluida, según dicen lenguas maledicentes, la que esgrime como excusa ideológica para su dominación local la representación mayoritaria del nacionalismo vasco.

La corrupción política no es en España un fenómeno reciente. Hay rastros de que se practicaba con verdadera fruición en época romana, y desde luego durante los siglos del Imperio español y su decadencia arroja ejemplos contundentes y masivos. Todos los intentos regeneracionistas del país han tenido siempre como bandera la lucha contra la corrupción, y en ése enfrentamiento cabe situar buena parte de la responsabilidad de su fracaso, en la medida que los intereses atacados en ese combate purificador se han defendido una y otra vez con fuerza, revolviéndose como panteras contra los intentos de lavar la mancha, y en definitiva, de liquidar su poder. En las raíces del golpe de Estado militar del 17 de julio de 1936 hay dos actuaciones contra la corrupción que forzaron la respuesta de los afectados: la publicación del informe del general Picasso, sobre el modo corrompido hasta la traición a sus propios soldados en el que la oficialidad militar española condujo la guerra en Marruecos durante los años veinte, y el proceso por el escándalo llamado el Straperlo, que implicaba a los principales dirigentes de la derecha española durante los años treinta.

Ahora las investigaciones del juez Garzón han llevado al PP hasta la raya que señala el comienzo del desguace irreversible de un partido creado para gobernar, y que al parecer en estos años se ha convertido en una máquina de enriquecimiento ilegal de un número impresionante de dirigentes y militantes de esa formación política. También está muy cerca de reventar el ya muy tocado proyecto político de la derecha nacionalista catalana, a causa de un trabajo de investigación iniciado hace ya 20 años desde otras instancias judiciales, y cuyo arranque y mascarón de proa fue el caso Banca Catalana. Por el camino parece que Garzón se va a llevar por delante la estructura de poder municipal del Partido Socialista de Catalunya, en la que al olor del dinero fácil procedente de la especulación urbanística han acampado en las últimas dos décadas un buen puñado de granujas, que ahora muy a pesar empiezan a salir a la luz pública aunque dentro del partido sean viejos conocidos de muchos.

Frente a tal despliegue de actividad justiciera, la prensa mesetaria duerme el sueño de los cómplices. Unos finjen ignorar por completo el asunto, otros intentan como sea minimizarlo al máximo y algunos se desgañitan para hacernos creer que en realidad, los corruptos son "los otros", la izquierda en general y en particular, los socialistas. En el colmo de la desvergüenza y contra toda evidencia documental recolectada por la investigación policial y judicial, algunos dirigentes del PP han llegado a declarar y la perrera mediática a publicar que los negocios de Correa y compinches "emprendedores" eran con La Moncloa de Zapatero. Intoxicado por sandeces como esa, el ciudadano español medio apenas oye un cierto runrún del que no entiende nada y quiere saber menos.

Mientras en Catalunya la gente se escandaliza y patea exigiendo responsabilidades y desde luego cabezas, el resto de España se lo toma con una resignación casi italiana y en el fondo, hasta con cierta escasamente secreta envidia de los protagonistas. Y es que la corrupción en España se ha nteriorizado como parte inevitable de la vida pública, en tanto en Catalunya aún se percibe como una afrenta al resto de los ciudadanos que inevitablemente acarreará consecuencias electorales A nivel español, sin embargo, como digo, se la considera como parte del sistema de vida en cualquiera de sus niveles de una sociedad desencantada y poco dada a pelear en estas batallas, y se preveen por tanto escasas repercusiones electorales; alguna encuesta incluso atribuye, en unos futuros comicios, más escaños de los que tiene hoy el PP valenciano de Francisco Camps.

De cómo evolucione el modo en el que el conjunto de los españoles ve la corrupción y no sólo en el plano político de aquí a las próximas generales, dependen muchas cosas muy importantes, entre ellas el futuro de la democracia española. En cuestión de semanas vamos a tener señales decisivas en ese sentido.