Dudo que ningún agente español haya tenido acceso jamás a informaciones de alguna relevancia que tengan que ver con el Consejo de Seguridad de la ONU ni nada parecido, como se dice ahora en algún blog que tuvo Flórez, el Anacleto Agente Secreto que estos días anda por los papeles.
Según la prensa de hoy, las hazañas de este caballero no pasaron de "infiltrarse" en el partido del presidente peruano Toledo, donde todo el mundo le descubrió al momento (¿qué hace un español en un partido peruano haciendo preguntas sobre cualquier asunto interno?), y tuvo que largarse pitando del país suramericano.
En realidad la actividad principal tradicional de los espías españoles ha sido preparar golpes de Estado fascistas en su propio país (recordad el 23-F y la implicación directa en él de la mayoría del personal del CESID), o intentar llenar de porquería a su Gobierno (véase el caso Perote y su relación con el diario El Mundo y la conspiración pepera de los años noventa).
En fin, que poco o nada tiene que ver el mundo real de los espías con las peliculas de James Bond. Menos aún el mundo de los espías españoles, más cercanos a las chapuzas a lo Mortadelo y Filemón que a operaciones de altos vuelos tipo CIA o KGB.
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