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martes, 10 de enero de 2012

Referendum en Catalunya para autodeterminarnos de los recortes sociales




Hace años que en Catalunya nacionalistas de derecha y de presunta izquierda nos dan la tabarra con el dichoso referéndum de autodeterminación, ese que exigen solo con la boca pequeña porque saben que de celebrarse lo perderían por un margen demasiado amplio, como ha reconocido públicamente en varias ocasiones el señor Artur Mas, actual cabeza visible del tinglado patriótico catalanista.

Desde que regresó al poder CiU, el Gobierno catalán amaga de vez en cuando con el supuesto "derecho" de la Generalitat a convocar referéndums, un modo de mantener la presión sobre el Gobierno de Madrid en chantajes de carácter económico. Y es que al contrario de otros países, donde la burguesía de la ideología hace economía, en Catalunya nuestra derecha política y social actúa al revés, haciendo ideología a partir de la economía. Olvida esta gente en todo caso que de convocarse cualquier referéndum es el Parlament catalán quien debería impulsarlo y velar por su ejecución, ya que la Cámara catalana es el órgano que en democracia representa en exclusiva la soberanía del pueblo catalán (diga lo que diga sobre este asunto la Constitución, el Estatut o el Pentateuco). Ocurre que llevar una propuesta de referéndum de ese cariz al Parlament obligaría a todos los partidos -empezando por CiU obviamente, que para eso está gobernando la Generalitat-, a retratarse en público y decidir "caixa o faixa" (blanco o negro, diríamos), algo que a ningún partido -y menos que a nadie al que encarna políicamente la derecha catalanista- interesa lo más mínimo, especialistas como son en caminar por la marona de la indefinición y en no comprometerse en nada definitivo.

Sucede ahora que los sindicatos UGT y CCOO han tomado por una vez la delantera a esta gente, y amparándose en la posibilidad de poner en marcha una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), han comenzado el proceso para que se convoque un referéndum en Catalunya a fin de derogar las políticas de recortes sociales y destrucción de servicios públicos que está llevando a cabo de modo salvaje el Gobierno catalán. De momento el único apoyo político que han recibido es el de los postcomunistas de ICV habiéndose manifestado en contra el resto de partidos (CiU; PP y PSC) y absteniéndose (ni carne ni pescado, ya ven) ERC.  Da vergüenza especialmente oír a los dirigentes del PSC, empezando por el recién estrenado líder presuntamente socialista Pere Navarro, intentando echar balones fuera cuando les preguntan su posición sobre este asunto. De verdad, uno empieza a pensar que las izquierdas catalanas no tienen remedio.

Lo cierto es que aunque la ILP quede finalmente bloqueada en el Parlament, la reclamación popular sobre el derecho a decidir en relación a la existencia del Estado del Bienestar no ha hecho más que echar a andar. Se trata de canalizar la irritación creciente en capas cada vez mayores de la sociedad catalana (y española, y europea, y mundial...) hacia formas de lucha política que nos permitan imponer la voluntad y los intereses de la inmensa mayoría de los ciudadanos no estupidizados (por increíble que parezca existen en las clases populares gentes partidarias de los recortes sociales, del mismo modo que hay partidarios de la pena de muerte: cuando se la aplican a ellos dejan de serlo). Si en este proceso los partidos no son capaces de recoger el sentir los ciudadanos, peor para ellos. En el Parlament y en la calle, la presión sobre los desalmados capitalistas y sus testaferros políticos que nos han tocado en desgracia no va a dejar de crecer, multiplicarse y radicalizarse en los próximos meses.

¡Tenemos derecho a decidir!.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Tijeras asesinas en Catalunya. Los recortes sanitarios causan los primeros muertos




Mientras continúa implacable el desmantelamiento de la Sanidad pública en Catalunya, comienzan a producirse los primeros fallecimientos relacionados con este desastre sanitario que adquiere ya perfiles de emergencia nacional. Hace escasamente un mes se denunció el caso de una mujer que tras sufrir un aneurisma fue paseada durante 65 horas por cuatro hospitales catalanes: Blanes, Trueta de Girona y Clínico y Vall d'Hebron de Barcelona, en ninguno de los cuales había quirófanos disponibles.  Falleció seis días después, luego de ser finalmente intervenida en Vall d'Hebron. La familia ha puesto el caso en manos de los juzgados, al considerar que el colapso existente en los servicios sanitarios catalanes consecuencia de la política de recortes salvajes es el responsable del fallecimiento de esta persona, tal como les explicaron a los familiares los propios médicos del hospital de Girona, impotentes ante la falta de medios para cumplir su función.

No ha sido un caso aislado, sino el comienzo de una cascada que denuncias que ponen los pelos de punta. Un hombre de 51 años murió en Vall d'Hebron tras esperar durante días una prueba decisiva para determinar su dolencia; falleció de una hemorragia cerebral. Según El País de ayer la prueba solo la realizaron cuando empezó a sangrar por la nariz, seis días después de su ingreso en urgencias. Cristina, una chica de 28 años "ingresó en el hospital de Sant Pau (Barcelona) embarazada de 34 semanas con una infección abdominal que no pudo operarse de urgencia por problemas con el suministro eléctrico", cuenta el diario madrileño. El retraso fue de 30 horas, y provocó -presuntamente, faltaría más-  la muerte del feto por infección.

Son solo los primeros casos denunciados. Habrá muchos más desgraciadamente, y ya veremos de qué parte se pondrá la justicia. Porque si estos casos van judicialmente hasta sus últimas consecuencias, los procesados deberán ser el Gobierno de la Generalitat en pleno con su Presidente y su conseller de Sanidad en cabeza, autores intelectuales del sabotaje contra la salud pública que se está llevando a cabo, sin olvidar desde luego a los gestores de esos hospitales públicos que son cómplices en la destrucción de los servicios cuyo funcionamiento está bajo su responsabilidad directa.

La opinión pública no narcotizada empieza a constatar el hecho de que el caos que se ha apoderado de la sanidad pública catalana no es fruto de la casualidad y ni siquiera de la mala gestión administrativa, sino la consecuencia directa buscada con premeditación y alevosía por un puñado de sinvergüenzas sin escrúpulos que están dinamitando a conciencia un servicio público esencial a fin de favorecer intereses privados en los que muchos de ellos participan activamente. 

martes, 29 de noviembre de 2011

Don Tancredo en el PSC


Don Tancredo fue un personaje antaño muy popular en las corridas de toros bufas, aquellas en las que toreaban el Bombero-Torero, la Banda del Empastre y los Enanitos Toreros, entre otras insignes figuras de la lidia transformada en circo de payasos más o menos cómicos.

El tal Don Tancredo era un fulano que esperaba al toro en el centro del redondel subido sobre un pedestal, a menudo un simple cajón de madera. Se soltaba al toro y al llegar este a la arena Don Tancredo se quedaba inmóvil como una estatua, pues la tradición y al parecer cierta experiencia previa determinaban que si el tipo no movía ni una pestaña, el toro pasaba de largo sin embestirlo. Naturalmente no siempre era así, y al parecer no era infrecuente que estos figurantes terminaran recibiendo alguna cornada. De hecho, la presencia del payaso-estatua en los ruedos fue prohibida en España a mediados del siglo XX. 

Quienes se avenían a interpretar el personaje eran obviamente personas acuciadas por la necesidad de ganar algún dinero con el que ir viviendo. Ya saben aquella famosa frase taurina de "más cornadas da el hambre", referida a los toreros pero extensible a todo este mundo en el que durante siglos sus protagonistas solían salir de las clases sociales más depauperadas. En suma, los figurantes de Don Tancredo eran personas que difícilmente podían ganarse la vida de otro modo que no fuera fingir no ver el peligro y esperar sin hacer nada a que este pasara de largo.

Exactamente esa es la política que está triunfando entre los dirigentes del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Tras encadenar una serie de fracasos históricos que han llevado al partido a la pura inanidad política y social, y en vez de dimitir y buscarse un trabajo remunerado como cualquier otro ciudadano, ellos han preferido cerrar los ojos, aguantar la respiración y esperar a que el toro pase. Y lo peor es que de momento les está saliendo bien, ya que hasta ahora nadie, entre la media docena de movimientos presuntamente de base que le han surgido al PSC en los últimos meses, nadie repito, les ha dicho lo que debe decírseles: que liberen al partido de su presencia y se vayan de una vez. ¡QUE SE VAYAN TODOS YA!.

Tras los muros del edificio de la calle Nicaragua se ha atrincherado una colección de cadáveres políticos insepultos, que han convertido la sede socialista catalana en un sobrecogedor panteón de muertos vivientes: ahí andan los Montilla, Iceta, Zaragoza, Chacón, Nadal, y tantos otros zombies políticos, negándose a poner fin a esta agonía que amenaza con destruir el partido. El hedor político que desprenden los aludidos es ya insoportable, aunque no mucho mayor que el que emiten las presuntas alternativas que se propugnan para sucederles: algún alcalde de raíz obiolista (¡a estas alturas, todavía!), otro que salvo en su catalanismo político por lo demás encajaría perfectamente en los ideales políticos y sociales del Partido Popular, la inefable Carmen Chacón que dice deshojar la margarita sobre si prefiere "líderar" el PSC o el PSOE (como si los afiliados a una y a otra organización estuviéramos esperando dominados por la impaciencia que se decante por uno u otro...).

Y es que su arrogancia, el creerse imprescindibles para el partido, es el principal pecado de la recua tancredil que maneja el PSC y le ha llevado al desastre absoluto actual. Probablemente se trata de un ejercicio de autoconvencimiento psicológico destinado a justificar y proteger sus intereses, que visto lo visto ya no son otros que conservar la fuente de ingresos de la que disfrutan ya sea como cargos públicos u orgánicos del partido. Verdaderamente la gran mayoría lo tendría muy difícil en el caso de tener que incorporarse ahora al mercado laboral, máxime con la que está cayendo debido a la crisis y sobre todo teniendo en cuenta que muy pocos entre ellos cuentan con alguna experiencia laboral previa al ejercicio profesionalizado (y por tanto remunerado) de la política.

Hay que hacer saltar este tapón del PSC. Si esta gente no se va del partido, el  PSC no tiene ningún futuro. ¡QUE SE VAYAN TODOS YA!.

Los militantes de base del partido y los votantes socialistas catalanes estamos hartos de la incapacidad, la prepotencia y la garrulería de estos dirigentes. Queremos que dejen de exhibir como de su propiedad unas siglas a las que año tras año  han vaciado de todo contenido y una ideología en la que han dejado de creer hace mucho tiempo. Queremos que  desaparezca una práctica política que carece de horizonte transformador y ya solo se ciñe a la conservación y gestión de parcelas concretas de poder, que además están disminuyendo de forma acelerada e irremediable precisamente por causa de lo reseñado hasta aquí.

El PSC no puede seguir así. ¡QUE SE VAYAN TODOS YA!. 

viernes, 28 de octubre de 2011

Gregorio Peces-Barba no cree necesario bombardear Barcelona


Gregorio Peces-Barba siempre fue un señor situado en la derecha del PSOE. Ocurre que en las últimas dos décadas el partido, o mejor dicho quienes lo manejan, se han ido tan a la derecha que Peces-Barba pasa últimamente por ser "casi" de izquierdas. Por lo demás siempre ha sido un señor muy circunspecto y muy puesto en su papel de catedrático experto en Derecho Constitucional, que es una rama del Derecho a mi entender bastante cercana a la Teología pura y al estudio del sexo de los ángeles. 

Don Gregorio es además "padre de la Constitución", una cosa que da mucho pisto aunque cada vez más esto de la Transición, la Constitución de 1978, la Monarquía juancarlista y el enjuague postfranquista en general, empiece a oler a lo que fue: una gigantesca tomadura de pelo a las aspiraciones populares. Pero a lo que vamos. Hace un par de días don Gregorio asistía al Congreso Nacional de la Abogacía y al parecer el hombre se sintió dicharachero, cosa por cierto más bien rara en él, tan serio y formal siempre. Dijo don Gregorio que en tiempos del conde-duque de Olivares se decidió "dejar a los portugueses y quedarnos con los catalanes", aludiendo a que la monarquía castellana se encontró en aquellos años del siglo XVII peleando simultáneamente contra dos levantamientos, uno en Portugal y el otro en Catalunya; al no poder luchar en dos frentes, la monarquía hispánica decidió concentrarse en Catalunya y abandonar Portugal. Continuó apuntando, supuestamente jocoso, Peces-Barba: "Yo siempre digo en broma, qué hubiera pasado si nos quedamos con los portugueses y dejamos a los catalanes. Quizás nos hubiera ido mejor”.

Según el diario El País de ayer jueves día 27 de octubre, Peces-Barba siguió eructando en el mismo tono, presuntamente distendido, a pesar de que una treintena de abogados catalanes se levantaron y abandonaron la sala: "No soy pesimista. Estaremos en mejores condiciones que en otras épocas. No sé cuántas veces hubo que bombardear Barcelona (...) Creo que esta vez se resolverá sin bombardearla". Como para echarse unas risas con las ocurrencias del señor Peces-Barba.

A mí me gustaría pensar que aquella mañana don Gregorio se había fumado un cigarrillo extraño, o que simplemente había consumido demasiado alcohol. Cualquiera de las dos explicaciones me produciría alivio, al descartar que don Gregorio estuviera ofreciendo su pensamiento real sobre "el problema catalán". Y es que esas bromas que no son tales resultan enormemente preocupantes en boca de alguien que dice ser -más o menos- de izquierdas, pero al que sobre todo se tiene por un "experto en Derecho Constitucional". Porque si la Constitución española ha de entrar como dicen que entraba la letra antiguamente -con sangre-, en este caso mediante los bombardeos a cañonazos de Barcelona desde el castillo de Montjuïc como en épocas pretéritas o desde aviones fascistas "nacionales" como en otras más recientes, pues apaga y vámonos. Pero vámonos de aquí a la carrera con las mujeres y los niños primero, por lo que pueda ser.

Más triste aún es que visto el revuelo montado, don Gregorio intentara luego disculparse pero en realidad solo consiguiera acentuar la ofensa, al sostener que los catalanes carecemos de sentido del humor. Solo le faltó decir que, como  recomendaban al paisano los otros mozos que le habían molido a golpes en el famoso chiste de Gila, si los catalanes no tienen sentido del humor para aguantar los palos lo mejor es que se vayan del pueblo.

Cualquiera diría que al excelso constitucionalista le hace tilín la idea de dejarnos a los catalanes fuera de España. Como le oí decir en la SER, quizá fuera mejor "dejarnos marchar". ¿Y quién se ha creído don Gregorio que es para "permitirnos" irnos o quedarnos?. Nos iremos o nos quedaremos si lo decidimos democráticamente nosotros, los afectados, no un tipo soberbio que se comporta como si fuera un autoritario y arrogante capitán de los Tercios de Flandes. ¿Y qué hará don Gregorio si los catalanes decidimos irnos, enviarnos a la Legión? Y si queremos quedarnos ¿nos mandará al rincón de los castigados, como a los niños malos y rebeldes?.

Don Gregorio Peces-Barba  acaba de hacerles media campaña electoral a los independentistas catalanes, al demostrar que debajo de tanto constitucionalismo "de izquierdas", puede existir por desgracia la misma caspa carpetovetónica que en el bigote fascistoide de José María Aznar. Apañados estamos los catalanes y los españoles de buena voluntad con estos "expertos constitucionalistas".

En la imagen que ilustra el post, un grabado de época muestra uno de los criminales bombardeos militares de Barcelona efectuados desde Montjuïc. Este en concreto ocurrió el 3 de diciembre de 1842, por orden del general Espartero.

martes, 13 de septiembre de 2011

Josep Termes y el mito de la Catalunya popular


El fallecimiento la semana pasada del historiador catalán Josep Termes finiquita prácticamente la historiografía de raíz maxista en este país. Josep Termes falleció a los 75 años, tras una vida dedicada a la investigación y la explicación del presunto ser popular de una parte de la ideología catalanista, nervio central de sus estudios durante décadas, que compartió con su interés por el conocimiento del anarquismo catalán y español, culminado hace apenas dos meses con la publicación de una monumental "Historia del anarquismo en España" (RBA), en la que traza el recorrido del movimiento libertario desde 1870 a 1980, si bien observado desde una visión profundamente sesgada y contaminada de ideología.


Durante los años sesenta y primeros setenta del pasado siglo Josep Termes militó en el PSUC, el partido de los comunistas catalanes, del que se dio de baja en 1974 por el dogmatismo estalinista que atenazaba a esta formación. Termes siguió siendo un marxista metodológico y su producción ha estado siempre definida por este enfoque, aunque en los últimos años se interesara más por el relato historiográfico de los hechos que por su análisis. A pesar de haber participado en proyectos como la creación de la Universitat Autònoma de Barcelona en los años setenta, el amansamiento intelectual en los últimos años le llevó a ese "pesebre" del pujolismo para intelectuales antaño rebeldes que es la Universitat Pompeu Fabra, buque-insignia de la fabricación del pensamiento nacionalista burgués en la Catalunya de las últimas décadas. 

El discurso de Termes en relación con el catalanismo parte  de una defensa férrea de su carácter popular, que según él nunca se habría interrumpido a la largo de la Historia. El catalanismo popular sería una corriente histórica paralela al catalanismo burgués e incluso en algunas de sus ramas previo a éste. Sus raíces se remontarían a siglos atrás y se consolidaría como movimiento con expresión política y social en el siglo XIX, en pugna con la aparición del nacionalismo burgués. En Barcelona hay efectivamente una larga historia de revueltas populares en los siglos XVIII y XIX, los "rebomboris" y las "jamàncias", que aparentemente vendrían a dar la razón a Josep Termes en cuanto a que su origen suele ser popular, aunque ni por asomo "nacionalista", concepto político inexistente en Catalunya hasta la época de la "Renaixença" (finales del siglo XIX). Ocurre sin embargo que al analizar tales movimientos es fácil percibir en ellos la presencia de elementos dirigentes vinculados a la pequeña y mediana burguesía urbana, en tanto las clases trabajadoras interpretaban como siempre el poco agradecido papel de carne de cañón. El "espontaneísmo" de tales revueltas y motines, a menudo nacidos como protestas sociales ante el alza de los precios de artículos básicos de consumo o como respuesta a la inexistencia en los mercados de éstos, solía acabar en la formación de comités revolucionarios en los que predominaban comerciantes, profesionales liberales, militares y otras profesiones por el estilo, y en las que los trabajadores manuales brillaban por su ausencia.

Es significativo el distanciamiento que Josep Termes muestra por el anarquismo, al que viene a calificar como ideología extraña al país importada por los emigrantes venidos del resto de España.  Tal posición, que se refuerza atribuyendo a los anarquistas toda clase de desmanes y crímenes y no solo durante el período de la Guerra de España, está deviniendo canónica en la interpretación del anarquismo por la historiografía burguesa catalana aunque sea ahistórica y completamente falsa, pues responde a un prejuicio ideológico. En realidad el anarquismo estaba ya en Catalunya mucho antes de que ésta recibiera los grandes flujos de inmigración que conocemos en los años a caballo entre los siglos XIX y XX, y respecto a la virulencia del anarquismo autóctono éste lo fue tanto o tan poco como el de los inmigrantes, entre otras razones porque entre los anarquistas nunca hubo separación por comunidades. Catalanes autóctonos y conocidos anarquistas fueron personajes tan dispares como Joan Rull, que colocó unas cuantas bombas muy sonadas a comienzos del siglo XX ocasionando verdaderas masacres (y a quien Termes califica de confidente policial, sin más explicaciones); Ferrer i Guàrdia, principal referente intelectual de la escuela libertaria, asesinado legalmente tras la Setmana Tràgica; Salvador Seguí, el "Noi del Sucre", asesinado por pistoleros a sueldo de la patronal Fomento del Trabajo;  Federica Montseny, líder del anarquismo posibilista durante de la Guerra de España y precursora feminista; y Joan Garcia Oliver, el hombre clave del Comité de Milicias Antifascistas de Catalunya en 1936, entre otros muchos hombres y mujeres. Personalmente me he quedado perplejo al ver que un historiador en tiempos respetado,  haya evolucionado de ese modo, hasta producir una escritura de la Historia tan ideologizada, parcial y descaradamente puesta al servicio de las clases dominantes catalanas.

El grabado que ilustra el post muestra una estampa, claramente inspirada en las francesas revolucionarias de la época, de una "jamància" en la Catalunya de las primeras décadas del siglo XIX. Uno de los personajes, probablemente un campesino dada su manera de vestir, alza una bandera negra y grita llamando a la revuelta. La bandera negra era un símbolo recurrente en los motines populares barceloneses de esos años.

jueves, 28 de julio de 2011

Un racista de saldo, como tantos otros


Esta mañana, durante un desplazamiento por razones de trabajo, he tomado el metro. En una parada situada en una barriada obrera y de clase media baja, sube al vagón un señor mayor de inequívoco aspecto español sureño. Se sienta en el puesto libre que queda entre dos mujeres de mediana edad, una sudamericana regordeta vestida de modo corriente y una magrebí con pañuelo en la cabeza, blusa y pantalones tejanos.Las dos tienen un aspecto limpio y van vestidas como digo de modo modesto y nada exótico.

Durante unos segundos el hombre mira en torno suyo displicente, hasta que localiza un asiento disponible algunos metros más allá, que ocupa de inmediato tras levantarse con cierta prisa. Las dos mujeres fingen no haberse dado cuenta de nada.

Después de presenciar la escena estoy tan indignado que por poco no me voy a por el abuelo supremacista racial para cantarle las cuarenta. Es lo menos que se merece. Incluso para ejercer de racista hay que tener sino justificación, sí al menos algún elemento que le otorgue a uno cierta credibilidad como presunto ario. El aspecto físico y la manera de vestir del vejete le delata como inmigrante de la España profunda, probablemente llegado a Catalunya en los años sesenta o primeros setenta. El menos indicado pues para ese tipo de actitudes.

Y sin embargo gracias a gente como él, los racistas están avanzando y no solo políticamente en poblaciones tan significativamente pobladas por inmigración española como Badalona o Salt. ¿Cómo es posible que quienes años atrás sufrieron discriminación, marginación o cualquier otra forma de humillación en razón de su origen, puedan ahora sentirse legitimados para manifestar esos mismos odiosos sentimientos hacia otras personas, sólo por el hecho de que éstos hayan llegado al mismo lugar que ellos unos años más tarde?.

Finalmente no le he dicho nada, y me he limitado a mirarle con cierta intensidad. Ha desviado la mirada, algo inquieto y afectando indiferencia. Algún rastro de conciencia debe quedarle, pienso; seguramente el joven inmigrante que fue, tan cargado de esperanzas y miedos como las dos mujeres con las que no ha querido compartir asiento, le debe afear de vez en cuando su estúpida conducta.

En la fotografía que ilustra el post, inmigrantes andaluces hacen cola para tomar el tren que les conduciría a Catalunya, en los primeros años de la década de los cincuenta del siglo XX.

viernes, 17 de junio de 2011

El Chulo de Guardia y su señorito el President Sonrisas



Dos artículos de sendos periodistas nada sospechosos de "conexiones terroristas", que apuntan claramente a quién provocó y por qué provocó los incidentes del 16 de junio en las puertas del Parlament de Catalunya.

LAS RAZONES DE LOS TOLDOS
Jordi Gracia,
El País, 16 de junio de 2011

"Artur Mas ha enfatizado la legitimidad de la violencia policial en democracia para preservar la función del Parlamento. Tiene razón: lo que no se comprende es que deba poner énfasis en una obviedad semejante y tampoco se comprende bien si sabe o no sabe que esa declaración es la mejor forma de alimentar una espiral descontrolada de violencia. Las amenazas de su chulo de guardia en Interior y las suyas propias apelando a la legitimidad de la violencia engendrarán indefectiblemente un efecto de violencia mayor en los movilizados".

http://politica.elpais.com/politica/2011/06/15/actualidad/1308163886_464765.html

INFILTRADOS
Carlos Carnicero
El Día de Valladolid, 17 de junio de 2011

Hay algunos indicios que señalan a algunos miembros de los Mossos d’Esquadra de paisano como agentes provocadores infiltrados. Si esto se confirmara, sería inevitable la dimisión del conseller de Interior Felipe Puig y muchas explicaciones del president Artur Mas y su aparatosa llegada en helicóptero.

http://www.eldiadevalladolid.com/noticia.cfm/Opini%C3%B3n/20110617/infiltrados/051081A1-C323-C7D8-79E8B64F503F7086

lunes, 30 de mayo de 2011

La policía está al servicio de los ciudadanos...¡¡salta, pagès!!


Viendo las imágenes de la violencia brutal que usó la policía manejada por el fascista Felip Puig, ese remedo de Josep Dencàs contemporáneo y actual conseller de Interior del Gobierno autónomo catalán, contra las personas que ocupaban pacificamente la Pl. Catalunya sin que previamente hubiera mediado provocación ni luego resistencia por parte de los concentrados, me he acordado inmediatamente de una canción que Quico Pi de la Serra compuso a comienzos de los años setenta y estaba dedicada al modo en el que actuaban en la calle los sicarios policiales de Franco, en tanto que sayones de un Régimen criminal.

Pues resulta que los "Mossos d'Esquadra", esa policía supermoderna, hiperdemocrática y por encima de todo, catalanísima, actuó el pasado viernes como verdaderos "grises" de Franco. ¡Anda que a los tíos no se les notaba nada las ganas que tenían de repartir hostias, tras siete años de verse constreñidos en sus "funciones" por los rojos que mandaban en Interior durante el Tripartito!.

La canción de Pi de la Serra se llama "Cançó en I" y no necesita traducción al castellano: se entiende todo perfectamente, ya que se basa en juegos de palabras con la letra "i" que califican a esas policías "al servicio de los ciudadanos" a los que en vez de proteger, apalean como a perros:

La policia està al servei dels ciutadans,
la servilia està al ciutei dels piutadans,
la ciutadia està al polei dels sertadans,
la policia està al ciutei dels servatans,
l'estudiantia està al polei dels servi-mans,
la servilia està al servei dels poli-mans,
la polivia està al serteu dels estudiants,
la nena toba que passava per allí,
la policia fidelment la protegí;
i no sabeu potser vosaltres perquè ho fi?
Per un jove que la volia fullir.
La ciutacia està al pervei dels tinserdans,
la lipocia està al versei dels taciudans,
l'oligarquia... 1, 2, 3 salta pagès, que no ha estat res!
Una cegueta que no pot atravessir,
colpeja l'aire amb un bastó blanc i molt fi,
un policia de seguida arribí
i amb gran tendresa, força i gràcia, l'ajudí.

En la imagen que ilustra el post, un antidisturbios de los Mossos d'Esquadra agrede a un manifestante derribado en el suelo, en la plaza Catalunya, el pasado 27 de mayo.

martes, 19 de abril de 2011

Granujas neoliberales a todo ritmo




El ex presidente José María Aznar vuelve a rebuznar gansadas contra la economía española desde foros presuntamente docentes de U-E-S-É-I (recuerden, esos cursos especiales de Universidades en las que cualquiera "da clases" pagando, y cuyo importe se cargaba hasta 2004 en los Presupuestos del Estado español). Mientras, el Wall Street Journal pergeña artículos como torpedos que ponen a España en la diana de los especuladores financieros, en tanto las agencias de calificación de riesgos se entregan con entusiasmo al trabajo de demolición de eso que con el cinismo acostumbrado llaman "confianza de los mercados en la economía española".

El periodista Santiago Belloch denunciaba anoche en la Cadena Ser que la confluencia de estos hechos no es casual sino fruto de una política concertada, que pretende convertir la economía española en una túnica rasgada cuyos pingajos se repartirían esos tiburones que como vampiros del dinero, han convertido los llamados "mercados financieros" en una especie de arena de circo romano al que una a una son llevadas las economías presuntamente modernas, para que sean despedazadas por los leones de la avaricia y el delirio de un capitalismo salvaje que lo está devorando todo. No es extraño por tanto que el siempre ponderado periodista Iñaki Gabilondo llamara a Aznar en su columna "traidor a a su país". Ya sé que hablar de traidores en un mundo regido por canallas como el amo de Aznar, el megamagnate Murdoch, o el macroestafador internacional George Soros, queda romántico, desfasado y hasta tontito, pero así son las cosas: Aznar es un traidor, y como tal debería ser tratado por los tribunales. En el supuesto de que en España los tribunales sirvieran para juzgar a los verdaderos delincuentes, claro: recuerden Gürtel, y desengáñense.

Claro que Aznar no está solo en el granujiento esfuerzo por esquilmar a los habitantes de este desdichado país que llamamos España, Estado español o como les de a ustedes la gana nombrarlo, tanto da. Ahí está por ejemplo el conseller catalán de Economía, el honorable señor Andreu Mas-Cullell, economista de estricta ortodoxia neoliberal, que acaba de anunciar hace unos días que la Generalitat de Catalunya bajará los impuestos a los tramos de renta más alta que declaran IRPF, a fin de evitar que esas personas marchen de Catalunya a otras autonomías más beneficiosas fiscalmente para ellas, "sobre todo a Madrid", que es al parecer adonde huyen en rebaño. Porque resulta que los "emprendedores" catalanes, esos patriotas sin tacha que cuando mean forman cuatro barras esteladas, se están largando a residir y "emprender" ¡nada menos que al Madrid de Esperanza Aguirre, la Comunidad autónoma enemiga por antonomasia de la Pàtria Catalana! ¡Ay, si l'avi Macià o incluso Cambó levantaran la cabeza!

Horas después y en vista del escándalo que se organizó ante este intento descarado de legalizar el fraude fiscal para ricos, hubo de salir al quite el Molt Honorable (Palau de la Música mediante) President de la Generalitat, don Artur Mas, anunciando que la medida quedaba aplazada para más adelante. Y es que ese mismo día, en la portada de la edición catalana de El País aparecía un paciente ingresado en Traumatología del Hospital Vall d'Hebron cuya cama estaba instalada en un almacén de escobas y productos de limpieza, en una planta del hospital en la que se acaban de cerrar habitaciones. Cosas del recorte presupuestario, ya saben.

Y en fin, como última muestra por hoy, acabo de oír en la radio que una agencia internacional de calificación ha sentenciado a los productos financieros de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) como "bonos-basura", si bien inmediatamente después ha elevado la calificación de la solvencia de la entidad ya que "en breve" recibirá un chute de dos mil ochocientos millones de euros procedentes de las arcas del Estado, es decir del bolsillo de todos los tontolabas que pagamos IRPF sin pedir asilo fiscal en Madrid o en cualquier otro paraíso terrenal al uso. Por si no lo recuerdan, la CAM es esa caja de ahorros cuyos fondos fueron arrasados por el PP y con los que Eduardo Zaplana, el antecesor de Camps en la satrapía valenciana, financió sus delirantes proyectos en la Comunidad Autónoma levantina, como esa inefable Terra Mítica que ahora intentan resucitar y otros gurtelazos por el estilo, merced a los cuales Zaplana pasó en pocos años de lucir el moreno propio del paleta de obra subido a un andamio que fue a gozar del color del multimillonario eternamente bronceado que es.

Lo neoliberal y lo granuja corren juntos de la mano, ya ven.

En la fotografía que ilustra el post, José María Aznar charla con su yerno Tarik (alias Alejandro) Agag, implicado en los negocios familiares de los Aznar-Botella y en diversas tramas internacionales (petróleo ruso, Gadaffi, obras públicas valencianas, visita del Papa y circuito Fórmula 1 en Valencia), y al que diversas informaciones vinculan estrechamente a la trama PP/Gürtel al punto de considerarlo el verdadero "Number One" de la red.

lunes, 11 de abril de 2011

Pucherillo independentista en Barcelona



El domingo se celebró o mejor dicho concluyó el proceso informal de consulta independentista en Barcelona. Digo informal porque un referéndum sin validez jurídica en el que los organizadores y partidarios de una de las opciones instalan urnas en las calles y locales afines, en las que se vota sin censo previo simplemente con acreditar ser mayor de 16 años, no parece de entrada una cosa muy seria. Menos todavía cuando resulta que la consulta se abrió al "voto anticipado" hace cuatro meses; es decir, que desde diciembre pasado se podía votar dejando un sobre cerrado, se supone que con tus datos inscritos, en manos de los organizadores.

En resumidas cuentas, es como si en las próximas elecciones municipales se votara sin censo previo y exclusivamente en urnas instaladas en la calle y en locales del PP, por ejemplo, con todo el proceso organizado y controlado por los afiliados del partido de Rajoy, quienes además desde meses atrás habrían estado recogiendo y guardando votos en sus sedes locales. La verdad es que un proceso así no resultaría de mucha fiabilidad.

Así que el aroma a pucherillo impregna desde el principio esta "consulta popular", máxime cuando en las tandas anteriores, celebradas en municipios más propicios al reclamo independentista, los resultados han sido más bien pobres y en general por debajo de las expectativas creadas. En Barcelona dicen haber logrado un 18% de participación, lo que tampoco es como para tirar cohetes. Más que nada porque estos mismos caballeros consideraron que una participación del 44% en el referéndum sobre la reforma del Estatut (celebrado con todas las garantías legales, por cierto, en un clima de movilización en contra tanto de los independentistas catalanes como de la derecha española), era una verdadera futesa. Pues ya me dirán lo que es un 18% pelado en una urbe como Barcelona.

El caso es que a las tres de la tarde del domingo la organización reconocía que sólo había votado el 8% de los barceloneses. Lo que significa que o se produjo una verdadera avalancha de votos en las últimas horas (la verdad es que nadie vio colas ante las urnas callejeras), o bien que el número de votos "anticipados" superó finalmente al de votos emitidos durante el día, lo que como digo da pie a todas las sospechas, habida cuenta de la falta de garantías y de cualquier tipo de control que no fuera el supuestamente establecido por los organizadores, obviamente todos partidarios del sí.

Entre las anécdotas del evento, el hecho de que votara a favor de la independencia la consellera de Justicia de la Generalitat de Catalunya, una tal señora Fernández, abogada del Estado que hace apenas año y pico emitió un informe jurídico sobre la organización de la consulta independentista que de haber sido tenido en cuenta por algún juez hubiera llevado a la cárcel a los promotores.

También nos hemos enterado de que el Molt Honorable president don Artur Mas votó anticipadamente a favor, para salir luego anunciando que este miércoles CiU se abstendrá en la votación a favor de la independencia promovida po el grupo de Laporta en el Parlament. Por si queda alguna duda, el señor Mas se ha hartado estos días de ofrecer todo tipo de seguridades a "Madrid" de que su grupo, mayoritario en la cámara catalana, dinamitará cualquier intento de abrir un proceso hacia la independencia. O sea que una vez más la derecha catalana juega a "la puta i la ramoneta", expresión intraducible pero que viene a significar que hay quien es capaz de pescar en todas las orillas sin despeinarse un pelo.

Mientras el país se divierte con estas "collonades", el paro, la deslocalización de empresas, la corrupción en la clase política y la voladura calculada de los servicios públicos esenciales sufragados por los asalariados, siguen su curso.

Catalunya triomfant.

miércoles, 6 de abril de 2011

Cien días de gobierno reaccionario en Catalunya



Cuando se cumplen los primeros cien días de funcionamiento del que el actual president de la Generalitat de Catalunya, el Molt Honorable President don Artur Mas, tuvo la arrogancia y la desfachatez de llamar "el Gobierno de los mejores" durante su presentación en sociedad, la cantidad de vías de agua abiertas en el Titanic catalán por este rebaño de neocons envueltos en la senyera empieza a ser importante y sobre todo, alarmante.

En apenas tres meses de gobierno el señor Mas y compinches se han dedicado a destrozar los servicios públicos catalanes con un entusiasmo extremo. Los recortes del 10% en los presupuestos consignados para este año ejecutados respectivamente en Sanidad y Educación, es decir ahí donde más duele a las clases trabajadoras y populares catalanas, son sólo el aperitivo. En Sanidad por ejemplo, ya se ha anunciado y en según que casos comenzado a ejecutar la paralización de todos los proyectos de construcción de nuevos hospitales, la suspensión de las obras que se estaban ejecutando al tomar posesión el gobierno de Mas, el cierre de los hospitales comarcales, el despido de todo el personal no fijo, el desestimiento de cubrir las vacantes por jubilación que se produzcan en adelante, el fin de las intervenciones quirúrgicas practicadas en horario de tardes, la desaparición de las listas de espera y de la cirugía con cáracter inmediato (en ambos casos quedará al albur de los gestores hospitalarios decidir cuándo se producirán las intervenciones, independientemente del estado del paciente y de la opinión de su especialista). Son solo unos ejemplos escogidos entre el alud de "medidas de gobierno".

Sin ir más lejos hoy mismo se ha anunciado oficialmente que el Hospital Vall d'Hebron clausurará quinientas camas. Echen la cuenta: si cierran hospitales comarcales y restringen servicios en el propio centro sanitario barcelonés, del que como digo anuncian que se despedirá a la mayoría del personal actual, convendrán conmigo en que el colapso de la sanidad pública catalana no está lejos. Y el "copago" acechando detrás de la esquina, claro.

Según el "Gobierno de los mejores" esta situación de caos inmediato se debe a la herencia del Tripartito y a que "Madrid" no suelta un duro. La realidad es muy distinta. Sucede que el mismo día en que se da curso al cierre de plantas enteras del mayor hospital público de Catalunya y uno de los mejores del mundo en cuanto a la medicina que en él se practica, el señor Mas anuncia sin solución de continuidad la desaparición del impuesto de Sucesiones; ciento y pico millones de euros que dejarán de ingresar anualmente las arcas de la Generalitat de Catalunya por voluntad propia. ¿Ven por dónde van los tiros? Efectivamente, el mantra neoconservador llevado a la práctica: fuera impuestos, y por consiguiente fuera servicios públicos. Quien quiera sanidad, que la pague en la privada al precio que esta fije.

Porque las cosas terroríficas que en solo unas semanas han comenzado a suceder en la Sanidad pública catalana no pasan porque sí. Se entiende perfectamente qué las origina cuando se conoce que el actual Conseller de Sanitat de la Generalitat de Catalunya, el señor Blai Ruiz, ejercía como presidente de la patronal de hospitales privados catalanes cuando fue nombrado conseller. Ya ven, la zorra puesta a guardar las gallinas. El honorable Ruiz, don Boi, ya nos aleccionaba a los catalanes desde su cargo anterior para que contratáramos seguros médicos privados; ahora como conseller tiene la oportunidad, y a fe que la está aprovechando bien, de llevar a cabo lo que suelen hacen todos los mafiosos en sus negocios: eliminar a la competencia, en este caso, la sanidad pública catalana. No crean que exagero. Algunos de los proyectos que al parecer acaricia el honorable Ruiz, don Boi, son la cesión a medio plazo de la gestión de los hospitales públicos catalanes a cárteles de mutuas privadas, y mientras llega el momento y para ir haciendo boca, la financiación con dinero público a los hospitales privados para que puedan adquirir maquinaria tecnológica punta... que luego se alquilaría a los hospitales públicos. Un tío listo el amigo Ruiz, ¿verdad?.

En este "Gobierno de los mejores" hay varios semitránsfugas provenientes del PSC. Digo semi porque que yo sepa, ninguno de ellos ha sido expulsado del partido, lo que verdaderamente ya clama al cielo. Pues bien, al parecer a estos "compañeros" les molesta bastante que algunos les llamemos traidores y vendidos. Espero que las monedas con las que les ha pagado la derecha catalana sean al menos de calidad. Porque conociendo como las gasta el atajo de sinvergüenzas que forman el partido que sustenta al "Gobierno de los mejores" (ahí están sus antecedentes: Banca Catalana, 3% de la obra pública, Palau de la Música, Prenafetas, Alavedras, Jordis Pujol Ferrusola y demás), la verdad es que yo mordería las monedas recibidas, por si acaso.

Todo sea por Catalunya.

lunes, 28 de febrero de 2011

Josep Dencàs regresa a Catalunya



En la edición de Catalunya de ayer lunes hay una entrevista que le retrotrae a uno en el túnel del tiempo. Concretamente hasta los años treinta, cuando lo que entonces se llamaba "el Orden Público" y hoy denominan "la seguridad ciudadana", estaba en Catalunya bajo la (ir)responsabilidad de un individuo llamado Josep Dencàs, conseller (ministro) de Gobernación (hoy diríamos Interior) de la Generalitat republicana catalana.

El tal Josep Dencàs fue un elemento de cuidado. Dirigente de Estat Català (el sector literalmente fascista del independentismo catalán de la época), máximo jefe de los tenebrosos "escamots" (escuadras) paramilitares de "camises blaves" (camisas azules) de Estat Català, protector de los hermanos Miquel y Josep Badía (dos significados sicarios, que desde la dirección de la policía autonómica catalana dirigieron el pistolerismo antisindical nacionalista), y en fin, agitador extremista cuya hoja de servicios concluyó abruptamente el 6 de octubre de 1934, cuando tras fracasar la asonada independentista huyó del palacio de la Generalitat a través de las alcantarillas, apareciendo una semana después a la derecha de Mussolini en el balcón de Piazza del Popolo desde el que el Duce arengaba a sus secuaces. Una joya, el señor Dencàs. Pues leyendo la entrevista que publica hoy El País, se diría que Dencàs ha regresado a la Patria reencarnado en la figura de Felip Puig, actual conseller de Interior en el flamante gobierno de la Generalitat formado recientemente por la derecha nacionalista catalana.

Quede claro desde el principio que en sus primeras semanas al mando de policías y bomberos catalanes, Felip Puig no ha perdido el tiempo, eso es seguro. De Puig ya eran conocidos de antiguo sus exabruptos cuarteleros, su desprecio hacia la izquierda y sus valores, y su inquina contra los inmigrantes en general y los españoles en Catalunya en particular. Su mentalidad y maneras no han cambiado. Las primeras actuaciones del señor Puig, ya pregonadas antes de tomar posesión del cargo, han sido eliminar las cámaras de filmación de las comisarías de los Mossos d'Esquadra y derogar el Código Ético de esta policía autonómica, medidas ambas aprobadas por el Gobierno tripartito de izquierdas precedente con objeto de atajar los abusos (por llamarlos finamente) detectados en las comisarías catalanas. Los cambios revanchistas de Puig no se han frenado ahí, y puestos a derogar ha anulado la limitación de velocidad a 80 km/h en los accesos a Barcelona. Por derogar ha derogado incluso el mobiliario de despacho instalado por su antecesor, Joan Saura, del partido post-comunista IC, que ha sustituido por completo a pesar de la austeridad monacal en los gastos que predica el nuevo conseller.


Para Felip Puig, el rojerío que le precedió en la conselleria "se había impuesto una cierta complicidad con la transgresión al límite de la ley. La gente nos pedía que marcáramos los límites". Según Puig, Joan Saura y sus bolcheviques "no consideraban necesario tener una buena policía". Ya hace tiempo que de modo especial, Puig le venía afeando a su antecesor la impunidad de la que presuntamente han gozado okupas y otros maleantes por el estilo en la etapa del Tripartito de izquierdas. Y es que ya se sabe que la cabra roja tira al monte, y que no hay rojo que no se sienta solidario con un delincuente. Ocurre que probablemente Puig y Saura (y con él, este servidor de ustedes) no acaban de coincidir en la definición del término delincuente: para el actual conseller de Interior sólo lo son los greñudos okupas, y nunca los atildados caballeros de la "sociedad civil" catalana que se dedican desde hace décadas a saquear los fondos públicos del Palau de la Música y a recaudar el 3% del coste de toda obra pública contratada en Catalunya, ingresando esas jugosas comisiones en las cajas B de Convergència Democràtica de Catalunya, el partido del señor Felip Puig, quien por cierto ha ejercido en él como secretario de Organización amén de otros destacados cargos.

Pero Puig va más lejos. Mucho más. Cuando el periodista Jesús García le pregunta "cómo afrontarán los Mossos d'Esquadra bajo su mandato la amenaza islamista radical" el señor conseller al mando contesta que evitando que arraiguen los focos que promueven un determinado sistema de valores, caso del islamismo radical. E inmediatamente añade: "también tenemos un neoanarquismo revolucionario que está activo. Los Mossos están en esos frentes". Es decir, equipara, metiéndolos en el mismo saco, a grupos terroristas de carácter políticorreligioso reaccionario con colectivos legales y legítimos que sustentan convicciones políticas contrarias a las suyas. Puig considera que ser revolucionario le convierte a uno en objetivo policial. Está claro que lo que a Felip Puig le encantaría es meter en cintura a los anarquistas y a la izquierda en general siguiendo el acreditado método de Dencàs y los Badia.

Pues este tipo es quien tiene a su cargo la seguridad ciudadana de los catalanes. Una seguridad que en Barcelona comportará en breve la retirada de dos mil policías autonómicos, quienes por iniciativa de Felip Puig se "replegarán" fuera de la ciudad a menos de tres meses de las elecciones municipales: un modo artero de fomentar la sensación de inseguridad entre la ciudadanía de la urbe esperando que perjudique a la izquierda que gobierna la ciudad. Y es que Barcelona, la Gran Babilonia según los nacionalistas reaccionarios catalanes, nunca ha gustado a los "camises blaves".

En la imagen que ilustra el post, Felip Puig mitinea delante de la bandera independentista catalana inventada en Cuba a finales del siglo XIX por comerciantes y propietarios de esclavos catalanes.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Oligarquía y sociovergencia en Catalunya



El regreso del poder político en Catalunya a sus amos de siempre, la oligarquía local, se ha producido con esa exquisita ausencia de incidentes reseñables que hicieron famoso el otrora llamado "oasis catalán", y que aquí sabemos más fruto del anestesiamiento en que viven las clases populares y trabajadoras catalanas que de una "civilidad" encarnada por una burguesía rapaz como pocas, cuyos verdaderos valores se muestran en el saqueo sin escrúpulos de uno de sus tótems tribales, el Palau de la Música Catalana.

La asunción de poderes por CiU ha sido por tanto un proceso tan breve y fino como cabía esperar, en un país en el que sus élites acostumbran a manejar más la daga florentina que la cimitarra sarracena en la resolución de sus disputas. El Tripartito se ha ido sin hacer ruido, y nadie parece echarle de menos por el momento. Tiempo habrá.

El gobierno que ha formado el señor Artur Mas -un consejo al que con su fanfarronería habitual calificó como "el gobierno de los mejores" aún antes de tener cerrada la lista de quienes lo componen-, ha resultado un apaño a varias bandas entre sectores de la "sociedad civil catalana" es decir, de la burguesía oligárquica local. Junto a los viejos pujolistas enfangados en el Sector Negocis de CDC, el partido de Jordi Pujol, sobrevivientes a los sucesivos escándalos financieros que azotan el pujolismo desde los tiempos de Banca Catalana, se alinean jóvenes cachorros que ostentan apellidos históricos convergentes pero que en su mayoría se organizan tras el príncipe heredero de Pujol, su hijo Oriol Pujol Ferrusola, ungido portavoz de CiU en el Parlament catalán, gente para la cual Artur Mas no es más que una especie de regente a la espera de que al príncipe Oriol le llegue el momento de sentar sus posaderas en el trono; se podría decir que a Mas le tienen en libertad vigilada. Finalmente el ya president de la Generalitat cuenta con un grupo de adictos e "independientes" que le deben el cargo directamente a él, y que por tanto serán su sostén (probablemente el único) en las duras batallas internas que se preveen.

Entre los personajes que forman este gobierno, esencialmente revanchista en materia política, económica y social, figuran individuos tan infames como el "soberanista" Felip Puig, flamante conseller de Interior, un fanático xenófobo y racista que llega dando: ya ha anunciado que, "a fin de prestigiar a los Mossos d'Esquadra" (sic), de inmediato se van a retirar las cámaras que vigilan el interior de sus comisarías y que será asimismo abolido el código de conducta para la policía catalana, ambas medidas dictadas por el Tripartito para controlar comportamientos indeseables en ese cuerpo policial. No se queda a la zaga desde luego el nuevo responsable de la Sanidad pública catalana, cargo para el que Mas ha nombrado... ¡al presidente de la patronal sanitaria privada! Este caballero ya se ha asomado en repetidas ocasiones a los medios con propuestas tan destructoras como que los pacientes paguen el menú que consumen durante sus ingresos hospitalarios, las medicinas que allí se les suministran y el transporte en ambulancias. Un genio, el conseller de Sanidad. En Economía le han colocado a Mas a un señor catedrático de pura ortodoxia neoliberal; de todos modos ése es un departamento que podrían suprimir sin que se notara mucho, dado que quienes verdaderamente dirigen la economía de este y de cualquier otro país en nuestro hemisferio jamás pondrán los pies en los despachos de la Generalitat de Catalunya.

Quizá el nombramiento más sorprendente para sentimentales y gente poca avisada en general ha sido el del ¡todavía! miembro del PSC, Ferran Mascarell como conseller de Cultura, en un modesto remedo un tanto esperpéntico de la "abertura a la izquierda" de Sarkozy cuando llegó a la presidencia francesa. Ya sé que la comparación entre la Administración francesa y el gobiernito de la Generalitat de Catalunya provoca risa, pero así de provinciano es el nacionalismo catalán, siempre buscando referentes fuera de la Península Ibérica. A Mascarell le han dicho de todo, y en general sin razón. Que este señor es un ambicioso trepador político y social ya lo dejó claro en su breve y fulgurante carrera política, repartida entre el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya. Mascarell fue un buen técnico y un desastroso político, un personaje por lo demás enfeudado desde siempre al sector chauvinista de las industrias culturales catalanas, del que evidentemente es arte, parte e ideólogo; no por otra cosa lo ha fichado/comprado Artur Mas. Que hasta 24 horas antes de aceptar la cartera que le ofrecía Mas estuviera peleando Mascarell por lograr la cabeza de lista del PSC al Ayuntamiento de Barcelona, da una idea cabal de la pasta humana y política de la que está hecha esta gente, que se tiene a sí misma por la crème de la crème de Catalunya. Con todo, hay que decir en favor suyo que finalmente Mascarell ha sido coherente yéndose a formar parte de un gobierno de la derecha oligarca catalana, él, un "socialista", que ni siquiera se ha molestado en devolver el carnet del partido; es alucinante que la dirección del PSC no se haya atrevido a echarlo a patadas ni siquiera después de la toma de posesión como conseller (con lo cual tenemos técnicamente en estos momentos un gobierno de Catalunya en coalición entre CiU y el PSC) .La lástima en fin, es que Mascarell se haya ido solo y no se haya llevado consigo un buen puñado de los "catalanistas" que siguen acampando en los órganos de dirección del PSC; así de paso, inspirados por el gesto, los "españolistas" del partido podrían tomar ejemplo y comenzar a emigrar hacia su espacio político natural, el PP triunfante que se avecina.

El término sociovergencia designa ese espacio político-social de encuentro entre burgueses catalanes que comparten el mismo "modelo" de país y por supuesto, el mismo amor por la supuestamente según ellos intocable "economía de mercado". Sería pues bueno que como digo, cunda el ejemplo y en el PSC y en las otras organizaciones de izquierda catalanas empiece a desfilar gente hacia los jugosos prados del neopujolismo reconstituido. En definitiva que la gente como Ferran Mascarell sea políticamente coherente por primera vez en su vida, y actúe en consecuencia.

En la imagen, Artur Mas celebra con su mujer la victoria de CiU en las pasadas elecciones autonómicas catalanas.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Por la refundación del espacio político de la izquierda catalana (2)

El espacio político que ocupan las izquierdas catalanas está en crisis. Tal realidad no constituye precisamente un hecho diferencial catalán, antes al contrario, ya que en España y en toda Europa sucede exactamente lo mismo: crisis y decadencia de la izquierda, no ya como práctica política sino incluso como concepto.

Ocurre sin embargo que la crisis de las izquierdas catalanas va mucho más allá de la que acontece en nuestro entorno natural. Porque aún viviendo asimismo una crisis profunda, en el nivel español, por ejemplo, hay un partido, el PSOE, que hegemoniza el espacio de la izquierda y, victorioso o derrotado ahora, el año próximo o cuando sea, va a seguir siendo así por mucho tiempo. Incluso en Francia y Alemania, donde los viejos partidos socialistas/socialdemócratas son cuestionados por alternativas a su izquierda creadas por militantes que no han querido despeñarse en la renuncia a la identidad y los valores propios del socialismo, existen referentes organizativos claros a los que acogerse y un debate político vivo en el espacio político y social, que permiten decir que esas izquierdas viven en crisis pero que ésta en modo alguno tiene carácter terminal. Sólo el desmigajamiento y la impotencia italianas se asemejan a lo que viene sucediendo en Catalunya desde hace tiempo, un proceso de descomposición que a raíz de las últimas elecciones autonómicas se ha acelerado de modo notable.

Al final de este blog campea una frase que aún siendo cosecha propia de un servidor de ustedes, en realidad matiza una célebre sentencia del pensador marxista renovador Cornelius Castoriadis: "El comunismo fracasó y la socialdemocracia está agotada. Hoy más que nunca, la alternativa es socialismo o barbarie". Que la experiencia comunista -con su capitalismo de Estado, su dictadura represiva, su desprecio de los valores humanos y ciudadanos y su ineficacia económica y social-, fue un fracaso tan rotundo que resulta inimaginable concebir su resurrección ni siquiera como mera hipótesis, está fuera de toda duda. Como igualmente está fuera de duda que la socialdemocracia, hija del ayuntamiento del temor capitalista al comunismo durante la Guerra Fría y de la fuerte expansión de la economía productiva tras la Segunda Guerra Mundial, está periclitada y obsoleta, al haber cerrado los patronos el grifo con el que se alimentaba el Estado del Bienestar y sobre todo, al producirse el cambio en el modelo de relaciones de producción y la desaparición del capitalismo centrado en la manufacturación de bienes materiales, substituido por el que basa sus beneficios en la especulación financiera.

En Catalunya esta destrucción del tejido productivo y su substitución por un universo de economía-ficción, viene produciéndose desde principios de los años ochenta. Una de sus consecuencias buscadas ha sido la extinción de los modelos mentales y teóricos tradicionales de las fuerzas de izquierdas -que remiten a la lucha contra el capitalismo productivo-, paralela a la introducción del pragmatismo desideologizado como método de gestión allá donde la izquierda gobierna. Así, las clases trabajadoras han quedado progresivamente desarmadas ante el asalto de la derecha económica y política; no es tanto que éstas hayan impuesto la aceptación razonada de sus ideas y sus políticas, sino que a través de los medios de generación de consenso social y sus altavoces han conseguido hacer creer que no hay otras posibles. Otro mundo no es posible, podría ser el eslogan del pensamiento único derechista. El aburguesamiento de los mandarines que gobiernan las organizaciones sindicales, políticas, sociales y culturales de la izquierda, y la deserción en masa de sus intelectuales rumbo a los cómodos prados en los que ahora pacen (cátedras, diarios, premios literarios...) han hecho el resto, posibilitando esa imposición.

Como consecuencia, el desconcierto del antiguo votante de izquierdas catalán es total. Desde hace tiempo sus dirigentes pertenecen en su mayoría a los estratos menos exitosos de la burguesía media catalana, y están impregnados de los valores y esquemas mentales propios de esa clase social; en su mayoría continúa teniendo como referente mítico al PSOE, un partido centenario al que se vota más por su pasado que por su presente, ya que actualmente vive en fase de transformación en una fuerza liberal cuyas políticas de gobierno y cuyos posicionamientos ideológicos están cada vez más desconectados de los intereses de las clases trabajadoras y populares; y en fin, el consumismo, la alienación, la competitividad y la insolidaridad, valores preconizados y difundidos por la derecha como recetas para desarticular las bases sociales de la izquierda, han cuajado de modo muy sólido en grandes sectores de las clases trabajadoras y populares, en Catalunya y en cualquier otra parte, mucho antes de que el fenómeno de la globalización les de consistencia de leyes universales.

Ante semejante panorama, el votante de izquierdas tradicional se refugia en la abstención. No cambia su voto llevándolo fuera de su espacio, porque entiende que no es la realidad la que ha cambiado en perjuicio de sus ideas; al contrario el mundo contemporáneo, sobreexplotador y extremadamente alineante como en ninguna otra etapa anterior del capitalismo, les dan la razón, las hace más vigentes que nunca. Es la incapacidad para encarnarlas que sufren las organizaciones de izquierdas, singularmente los partidos que hasta fecha reciente se reclamaban de esa ideología y que ahora prefieren calificativos eufemísticos y políticamente correctos como progresistas, verdes, demócratas sociales, etc, como nuevas identidades de conveniencia, la que hace imposible el voto a la fuerza de siempre e incluso a las otras fuerzas próximas pertenecientes al mismo espacio político.

La imagen que ilustra el post corresponde a un cartel llamando al voto a las izquierdas en las elecciones de febrero de 1936. Muchas familias habían quedado rotas por la salvaje represión que siguió a los movimientos revolucionarios en defensa de la República de octubre de 1934.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Por la refundación del espacio político de la izquierda catalana (1)


Desde la celebración de las recientes elecciones autonómicas catalanas, y como consecuencia de los desastrosos resultados obtenidos en ellas por las izquierdas, han comenzado a aparecer voces reclamando un proceso de regeneración del espacio político catalán de izquierda. Este proceso no puede ser ya un mero maquillaje que disimule las múltiples cicatrices, ni una simple reforma del sistema de partidos y sus relaciones entre ellos, ni desde luego un nuevo reparto del poder interno en las formaciones tradicionales que se reclaman de izquierdas en este país. Hay que empezar a avanzar ya hacia la refundación del espacio de la izquierda desde el cuestionamiento de las fuerzas que actualmente lo ocupan, que se han demostrado de modo repetido completamente desconectadas de la realidad, necesidades y aspiraciones de las bases sociales reales de la izquierda en Catalunya.

El primer en señalar el camino ha sido Carod-Rovira, el hombre que en los últimos años condujo la evolución política de ERC desde un partido nacionalista burgués clásico hacia una fuerza que comenzaba a tener en cuenta las aspiraciones sociales de sectores de la sociedad catalana no nacionalistas, a los que éstos reconocían de su mano y por vez primera presencia y derecho a estar presentes en la construcción del país. Luego a Carod-Rovira, de formación marxista y proviniente de la vieja izquierda nacionalista antifranquista, le desplazaron del liderazgo de su partido jóvenes profesionales de la política que combinan una radical desideologización con la más huera retórica nacionalista, convertida en cemento aglutinador que pretende disimular el agudo conflicto de clases existente en el seno del partido.

Frente a los intentos de Puigcercós y la dirección actual de ERC de fingir que "aquí no ha pasado nada" y que en todo caso, la receta es endurecer el discurso independentista, Carod-Rovira ha llamado a refundar el espacio de la izquierda catalana, articulando en un solo frente a quienes en este espectro político defienden propuestas federales e independentistas para Catalunya. No dice el veterano político qué forma debería tener esa articulación, pero sí da a entender que considera periclitados los partidos actualmente existentes (PSC, IC y ERC).

La propuesta de Carod-Rovira es ya más que necesaria, inevitable si realmente se quiere frenar la disolución a no muy largo plazo del espacio político que ocupan las izquierdas catalanas. Sucede que las direcciones de esos mismos partidos no sólo no están por la labor sino que con seguridad actuarán enérgicamente en contra: les va el cargo en ello. Además, en el caso de ERC, el que haya en el partido un sector netamente de izquierdas más o menos consolidado, aunque muy minoritario a tenor de lo demostrado, no impide que una mayoría de dirigentes, afiliados y votantes sean en realidad tan de derechas como sus hermanos/enemigos de CiU.

En lo que respecta al PSC, la salida de pata de banco del ya casi ex-conseller de Economia, Antoni Castells, en el sentido de proponer una refundación de la izquierda en un sentido "catalanista" que olvida cualquier referencia social, le acerca no a ERC sino directamente a la derecha catalanista que representa CiU. A pesar de la evidencia de que el descalabro de la izquierda y singularmente del PSC viene produciéndose elección tras elección por la fuga sostenida de sus bases sociales populares y trabajadoras hacia el abstencionismo, esta gente se empeña en intentar hacer creer que reforzar el perfil catalanista del partido es el modo de salir de una crisis política que amenaza ya con colapsar.

Es posible que semejante "aportación" al debate no tenga carácter del todo gratuito, cuando algunas voces del entorno mediático de CiU dan a entender que el nuevo President de la Generalitat catalana estaría pensando en incorporar a su equipo personalidades "progresistas" o directamente socialistas. En todo caso, la apuesta ni que sea verbal de Castells y su séquito es abiertamente de clase, burguesa hasta el tuétano, para ser más exactos, y por tanto contraria a los verdaderos intereses del electorado socialista. Veremos en unos días qué sucede finalmente, aunque el interés por el futuro político del sector catalanista enragé del PSC sea más bien escaso, dada su irrelevancia política más allá de la vida institucional.

La situación de IC es todavía peor, aunque sus dirigentes anden la mar de satisfechos porque han perdido menos votos que sus ex socios del Tripartito. Ocurre que si IC, que al igual que el PSC se va dejando girones de su electorado en cada convocatoria electoral, experimentara en unas elecciones una caída semejante a las sufridas respectivamente por PSC y ERC en las pasadas autonómicas catalanas, simplemente dejaría de existir. IC ha perdido casi por completo la antaño poderosa presencia del PSUC en los barrios obreros periféricos de Barcelona y en el antiguo cinturón industrial, y hoy se ve limitada a disputar el voto de sectores concretos y exiguos de la pequeña y mediana burguesía progresista urbana barcelonesa, en su mayoría afín al PSC y a ERC.

Más allá de estas fuerzas quedan los restos desorganizados y atomizados de la antigua extrema izquierda, izquierda radical, "izquierda alternativa" o como quiera llamársela. Sus seguidores suelen oscilar entre el desaliento abstencionista, la radicalización infantil y el apoyo electoral puntual a las formaciones de izquierda parlamentarias. En un tiempo histórico en el que la izquierda ha dejado de pensar y hasta de formular palabras, al decir de Josep Ramoneda, algunas individualidades que cabe situar en esta zona del espectro de la izquierda continúan haciendo aportaciones intelectuales valiosas en tanto nos siguen recordando quiénes somos realmente y para qué empezamos a luchar.
La imagen que ilustra el post es un cartel del Front Popular, candidatura unitaria de las izquierdas catalanas que arrasó a la derecha en las elecciones generales de febrero de 1936.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Plataforma por Catalunya, el nazismo ya está aquí


En las recientes elecciones autonómicas catalanas, un partido que se presentaba por primera vez, la llamada Plataforma por Catalunya (PxC), recogió 75.000 votos y estuvo a sólo unas décimas de lograr sentar de 1 a 3 diputados en el Parlament catalán. PxC es una fuerza de carácter xenóbofo y racista, es decir inequívocamente fascista, y realmente "transversal", en la medida que recoge voto de extrema derecha tanto de carácter catalanista como españolista.

El origen de PxC se sitúa hace apenas tres años, cuando irrumpió con más ruido que nueces en las elecciones municipales, logrando un modesto puñado de concejales en el territorio de la Catalunya interior, esa "Catalunya catalana" hasta ahora coto político de fuerzas nacionalistas catalanas. Su presencia se ha ido generando en metástasis desde la significativa ciudad de Vic, "la ciutat dels sants", el epicentro mismo desde hace siglo y medio de la Catalunya más reaccionaria, frailuna, carlista y patriotera. Fue precisamente el pánico de los partidos parlamentarios representados en el Ayuntamiento de Vic el que desató la infección: su temor a ser desbordados por los nazis de PxC les llevó a asumir una parte de sus postulados, en cuanto a iniciar el tratamiento discriminatorio de los inmigrantes desde las instituciones públicas.

Esa corriente suicida favorable a la integración de propuestas segregacionistas que con la ley en la mano son criminales, en cuanto que vulneran la Constitución vigente, que de manera explícita prohíbe en España la discriminación por razones de sexo, raza, religión y otras variables semejantes, no ha dejado de crecer. Los partidos parlamentarios y se supone que democráticos, tienen miedo a que su clientela se deje seducir por estos canallas de PxC y otros que vendrán. Su remedio es el propio de gente muy estúpida, además de suicida: incorporar a sus programas politicos la persecución graduada de inmigrantes. En el caso de los partidos de izquierda, singularmente el PSC, tal proceder representa lisa y llanamente traicionar valores fundamentales que están en el origen y la existencia mismas del movimiento obrero y socialista.

Esta misma semana dos alcaldesas digamos socialistas, las de Hospitalet del Llobregat y Salt, han anunciado muy ufanas que en sus respectivos municipios regirán normas que comportarán la prohibición del reagrupamiento familiar y la extensión de certificados de arraigo a aquellos inmigrantes cuyo comportamiento vulnere las normas de civismo. Ocurre que para empezar, no todos los municipios regulan por norma escrita la represión de conductas incívicas, y que aún cuando éstas quedan recogidas en ordenanzas municipales, cada cual las redacta como le viene en gana. Podría suceder pues que una conducta tipificada como incívica en Hospitalet no lo fuera en El Prat, o que en Cornellà ni siquiera existiera una regulación legal del civismo. Sucede también que como comentaba anoche en la radio una periodista barcelonesa, bastaría conque un "blanco" racista denunciara con razón o sin ella por incivismo a un vecino inmigrante, para que éste perdiera o viera en suspenso su posibilidad de acogerse a lo que son derechos legalmente reconocidos por normas de rango superior al municipal, como son las leyes del Estado. Es decir que las dos munícipes "socialistas" están haciendo un pan como unas hostias, al pasarse por el arco del triunfo derechos fundamentales de las personas consagrados por leyes orgánicas españolas y, desde luego por la de rango superior a todas ellas, la Constitución vigente. Ítem más, si las dos alcaldesas siguen empeñadas en sacar adelante tamaña aberración, podrían encontrarse con denuncias en los juzgados por atentar contra derechos fundamentales de las personas que a todos amparan, autóctonos e inmigrantes, cual es sin ir más lejos el de reunir a la propia familia. Queda por último el hecho vergonzoso de que tanto Hospitalet como Salt son municipios cuya población está formada en su gran mayoría precisamente por inmigrantes españoles y sus descendientes: ¿les gustaría a ellos recibir algún día el mismo trato que los ediles locales proponen para los nuevos inmigrantes?.

La dinámica podrida de crear normas de bajo rango (o de superior, si el incendio crece) específicas para inmigrantes no debe tener sitio en un país que se rige por leyes democráticas que aseguran derechos y deberes para todos. Las leyes que regulan la convivencia y la hacen posible ya existen. Los inmigrantes que delinquen deben ser puestos a disposición de la justicia, como cualquier otro ciudadano, y responder por sus acciones. Pero fabricar excusas a medida para demostrar que aquí también sabemos pegarle al más débil no es sólo de cobardes, sino sobre todo de delincuentes que algún día habrán de dar cuenta de sus actos; ténganlo en cuenta, señoras alcaldesas de Hospitalet y Salt e imitadores que estén pensando en apuntarse a la razzia.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Elecciones en Catalunya: el futuro es el pasado (y 2)



Aún no habían pasado 24 horas del cierre de los colegios electorales catalanes cuando el señor Artur Mas declaraba públicamente que la primera medida de su gobierno sería bajar impuestos en general y eliminar el impuesto sobre las sucesiones. Toda una declaración de principios, que deja claro quién ha ganado realmente estas elecciones: la derecha de toda la vida.

Es obvio que cada tipo de elecciones (autonómicas, municipales y generales) tiene su propio perfil, y que en Catalunya el votante, sobre todo el de izquierdas y más concretamente el socialista, vota en cada una de ellas con una sensibilidad diferente. El PSC confía en que sus resultados en las municipales serán sensiblemente mejores, y en las generales mucho más. Así ha sido hasta ahora, pero esa tendencia histórica puede haberse quebrado ya; en realidad, con los datos en la mano, hace tiempo que se ha roto, y la abstención creciente amenaza con reducir la participación del votante de izquierdas a niveles similares en cada una de esas convocatorias. Veamos.

Contra lo que dice el mito interesado, en Catalunya no existe el "voto dual" socialista, que unas veces votaría al PSC (generales y municipales) y otras a CiU (autonómicas). El voto socialista mayoritario, el de las clases trabajadoras del Área Metropolitana de Barcelona, o vota socialista o se refugia en la abstención. Quienes cambian su voto circunstancialmente son una pequeña minoría, precisamente los sectores de la burguesía catalanista progresista que votan socialista para frenar al PP en las elecciones de nivel español y suelen hacerlo también en las municipales por identificación con los candidatos socialistas locales de su misma extracción social, pero en las autonómicas recuperan su identificación de clase con los intereses que defiende CiU y con los mitos ideológicos que propugna esta coalición, difusamente sintetizados en lo que suele llamarse "catalanismo" en cualquiera de sus versiones (autonomista, soberanista, independentista), y que por cierto poco o nada tiene que ver con el federalismo histórico de la izquierda catalana.

Los números cantan. Sobre un censo casi idéntico al de 2006 y con una participación superior en casi cuatro puntos a la de ese año, el PSC pierde en cifras redondas 230.000 votos. Los pierde en Barcelona y en el antiguo Cinturón Rojo rumbo a la abstención (voto obrero y popular), pero también en comarcas (voto de la pequeña y mediana burguesía catalanista). En Barcelona ciudad el PSC sólo gana en el distrito obrero de Nou Barris. La participación en la ciudad ha sido de un 62%. Como siempre, los distritos donde más se participa son los que votan derecha sea catalanista o españolista: Sarrià el 73%, Les Corts, 70'5 %, Eixample 66,5%, Gràcia 66'2%. Los distritos que votan izquierda son una vez más vez los menos participativos: Sant Martí, 60%, Nou Barris 54%, Ciutat Vella, 47'5%. La clave de la derrota barcelonesa del PSC reside de nuevo en ese diferencial de casi 20 puntos entre Sarrià y Nou Barris, situación que se extiende a los municipios de toda la provincia y en general, como digo, de todo el país: mientras que en los barrios de clase trabajadora la abstención es marcadamente superior a la media, en los barrios burgueses la participación se sitúa muy por encima de la media. Paralelamente, en el conjunto de la provincia de Barcelona, la más poblada y la que con distancia mayor número de diputados elige, contra más nos alejamos de la capital más crece el voto a la derecha; los municipios de la tercera y cuarta corona, de tamaño pequeño y mediano y social y políticamente burgueses, votan más y votan a la derecha, en tanto en los grandes municipios de la primera y segunda corona, los mas próximos a Barcelona, con población de clase trabajadora e inclinados a la izquierda, la abstención crece sin cesar sea cual sea el tipo de convocatoria (aunque obviamente, éstas sean solo sean comparables entre sí) .

En conjunto, de unas autonómicas a otras la izquierda catalana (PSC+IC) ha pasado del 37'5 % de los votos en 2006 al 25'5% en 2010. La derecha (CiU+ERC) se mantiene exactamente en el 45'5%% en las dos elecciones (lo que evidencia el trasvase de votos de ERC a CiU), y la extrema derecha (PP+Ciutadans+SI (Laporta), del 13'5% al 19%. Hay que destacar por último que Plataforma per Catalunya (PxC) la opción nazi que encabeza Josep (antes José) Anglada, ex miembro de la Guardia de Franco, ha obtenido 75.000 votos y ha estado a punto de conseguir representación parlamentaria.

En voto popular es obvio pues que se produce una nueva fuga de votantes de la izquierda hacia la abstención (pérdida en conjunto de un tercio de los votos en relación a 2006), mientras la derecha no avanza pero consolida su espacio (con un trasvase interno de votos de una formación a otra), y hay un apunte aún modesto pero ya significativo (casi llega al 20%) de la extrema derecha. En resumen, la derecha gana no porque reciba votos de gente de izquierdas, sino porque éstos dejan de votar.

Otras lecturas basadas en el supuesto eje mental nacionalismo catalán-nacionalismo español son superestructurales, y por tanto puramente ideológicas en la acepción académica del término. El peso de ese factor como determinante del comportamiento electoral es mínimo, y apenas reviste el carácter de excusa salvo para algunos segmentos muy minoritarios del electorado catalán. Es el origen de clase y la cultura política individual insertados en el marco de lo colectivo quienes continúan determinando dicho comportamiento y más aún en un período de crisis global, que en el campo de la izquierda está evidenciando en toda su crudeza la diferencia entre las aspiraciones de los votantes y la praxis de los políticos que la representan; algo que por contra no ocurre en la derecha, donde la identidad entre los intereses de sus votantes y la acción de sus políticos es total. Esa es la clave del declive de la izquierda en todas partes, y de la paralela consolidación de la derecha.

En la imagen que ilustra el post, cola de votantes ante las puertas de un colegio electoral de Barcelona en un barrio de clase burguesa durante las elecciones de febrero de 1936, fotografía de Agustí Centelles.

martes, 30 de noviembre de 2010

Elecciones en Catalunya: el futuro es el pasado (1)


Las elecciones catalanas del pasado domingo han sido una verdadera máquina del tiempo, que en vez de llevarnos a las puertas del futuro nos ha transportado un cuarto de siglo atrás. A partir de ahora, para los catalanes el futuro es el pasado, y la verdad es que ese escenario pinta muy negro en lo que respecta al mantenimiento de cualquier idea mínimamente "progresista" (palabro que cada vez se va a usar menos, por pura dejación y hasta rechazo de los valores que presuntamente encarna).

Fue en 1980, con las primeras autonómica catalanas, cuando se esbozó la que había de ser la mayoría social que hemos dado en llamar pujolismo. Aquel complejo bloque hegemónico de clases inspirado y liderado por la derecha de raíz cristiana y catalanista fraguó cuatro años más tarde, en 1984, con la primera mayoría absoluta de CiU. Es a ése punto al que hemos regresado 26 años después, aunque ahora CiU no disponga de la mitad más uno de los diputados de la Cámara catalana. Da lo mismo, gobernarán con la misma libertad de acción y complacencia social.

Algunos analistas, entre ellos el casi siempre certero Josep Ramoneda, dicen que el país de hoy nada tiene que ver con el de hace siete años, cuando CiU perdió el poder institucional, y que todo ha cambiado desde entonces. A mi juicio, equivocándose Ramoneda tiene razón, porque la Catalunya de hoy en realidad a quien se parece como una gota de agua a otra no es a la de siete años atrás, sino a la de 1984. Con el agravante de que ahora tenemos encima una presunta crisis estructural del sistema capitalista que en los ochenta no existía, al menos con el carácter global con el que hoy se manifiesta (o la manifiestan, que un servidor no está muy seguro de eso).

El caso es que de nuevo, "El orden reina en Catalunya", tras siete años de gobierno de izquierdas. Por el camino han quedado muchos sueños rotos: el de la constitución de un nuevo bloque de clases de carácter progresista que sacara a este país del cortijismo extremo practicado por la oligarquía burguesa de las "44 familias"; el de la posibilidad de acceder a la independencia nacional de un modo hegemonizado por sectores populares ajenos a los intereses oligárquicos; el de la construcción desde Catalunya de un marco federal de relaciones entre las comunidades nacionales que conviven/cohabitan/coexisten en el Estado español; el de la defensa y mejora de los servicios públicos entendidos no como una carga económica sino como un derecho inalienable de los ciudadanos; el de la integración cultural y social abierta a todos (la famosa "cohesión social", otro palabro/concepto al que le quedan dos telediarios) en un país que siguiera el viejo principio republicano jacobino de que "es ciudadano quien quiere serlo". Todo eso y muchas cosas más se han perdido como lágrimas en la lluvia, tal como murmuraría un Nexus-6 de mediana edad nacido en el Área Metropolitana de Barcelona agonizante ante las miradas de estupor de los Montilla, Puigcercós, Herrera, y en general de todos aquellos cuantos creímos que otra Catalunya era posible.

Sentado esto, analizar los resultados electorales del domingo puede arrojar alguna luz sobre cómo ha sido posible que los catalanes hayamos tomado el cohete que en vez de elevarnos a las estrellas nos conduce de vuelta a la Edad de Piedra. Pero no sé si tiene demasiada importancia ya. En todo caso, en el siguiente post repasaremos los resultados de las fuerzas en presencia y el estado de los proyectos (o lo que sean) que encarna cada una de ellas, más por satisfacer la curiosidad de alguno de mis amables lectores que por otra cosa.

La fotografía que ilustra el post es una imagen de los firmantes del Pacte del Tinell (2003), el primer intento desde 1939 de establecer en Catalunya el gobierno de un bloque de clases hegemonizado desde la izquierda política.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El orden reina en Catalunya


El cortijo catalán regresa a manos de los amos. Las 44 familias que "son" Catalunya, según nos informó Lluís Millet, el mayordomo que canalizaba los fondos públicos hacia la federación de partidos CiU y los bolsillos de las estirpes más rancias de nuestra "sociedad civil", pueden respirar tranquilas: el tripartito ya es historia.

Habrá independencia en unos años, o no la habrá nunca. En el fondo eso importa un carajo, siempre y cuando las 44 familias estén ahí, "siendo" Catalunya y controlando cualquier proceso político o social que pueda haber en el país. Si Catalunya sigue integrada en España, ellos le darán ministros, banqueros, empresarios, cardenales; si toma el camino de la independencia, ellos le darán un presidente, un gobierno, una hegemonía social. Juegan con cartas marcadas, y es por ello que ganan en todas las mesas.

La oligarquía catalana ha recuperado lo suyo. La experiencia del tripartito, esa voluntariosa alianza entre las clases trabajadoras y populares catalanas de un lado y la pequeña y mediana burguesía no oligárquicas locales de otro, ha terminado. Gana la derecha catalana de toda la vida, y vuelven los rostros de siempre: el del viejo cacique Jordi Pujol, el de su hijo y heredero, el de los cachorros del Sector Negocis de CiU, que han heredado de sus mayores la tradición de la corrupción al por mayor, el de "si nosotros somos Catalunya y lo damos todo por ella, es lógico que Catalunya nos compense" (Marta Ferrusola, esposa de Pujol), el de "Catalunya será cristiana o no será" (cardenal Torras i Bages), el de "Catalunya catalana i fora xarnegos (ahora negros, moros, sudacas etc)".

Esa Catalunya, fea, chata, áspera, carlista, provinciana, frailuna, gimoteante, avarienta, insolidaria y mentecata, es la que vuelve.

El orden reina en Catalunya.

Y sin embargo...

"¡Esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena". (1)

Al tiempo.

(1) Palabras finales de "El orden reina en Berlín", texto de Rosa Luxemburgo escrito el 14 de enero de 1919 tras el aplastamiento de la revolución espartaquista en Alemania.

En la imagen que ilustra el post, Jordi Pujol, entonces president de la Generalitat de Catalunya, impone en 1999 la Creu de Sant Jordi, máxima condecoración catalana, a Fèlix Millet, cabeza visible en el caso de corrupción Fondos del Palau de la Música, con cuyas transferencias se ha llenado durante años la caja de CiU según señala el procedimiento judicial abierto.