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viernes, 16 de diciembre de 2011

Amnistía Internacional denuncia racismo en los controles policiales españoles a inmigrantes



La periodista Sandrine Morel tiene en "Le Monde" una columna quer titula "La España desencantada. Crónicas de un país en lucha con la crisis", que no suele tener desperdicio a la hora de conocer la realidad más cruda de nuestro país, esa a la que los medios de comunicación españoles suelen poner sordina o ignorar directamente.

La columna de hoy la titula Sandrine Morel "Les contrôles au faciès dénoncés par Amnesty International" y dice cosas bastante duras, para entender las cuales hay que tener en cuenta por ejemplo que en Francia la ley prohíbe hacer detenciones a domicilio antes de que salga el sol. Morel se hace eco de un informe de Amnistía Internacional según el cual en España las fuerzas de policía realizan “contrôles d’identité discriminatoires” basados en “critères ethniques ou raciaux”; creo que no es necesaria la traducción al castellano, y que se entiende perfectamente cúal es el problema.

Ítem más y abundando en la contumacia en esa clase de actuaciones, señala luego la periodista francesa que "esta no es la primera vez que los métodos empleados por las fuerzas del orden españolas para arrestar a los sin papeles son objeto de crítica por los organismos internacionales y simples ciudadanos", y que en marzo pasado el Comité de la ONU para la eliminación de la discriminación racial pidió al Gobierno español que pusiera fin a los controles de identidad basados en perfiles "étnicos o raciales".

Para el Gobierno español sin embargo se trata de "casos aislados" que no responden a directrices internas. Morel aporta datos que hacen pensar lo contrario, como el significativo aumento en un 60%  de la plantilla de policías y guardias civiles, más de 10.000 agentes, dedicados al control de fronteras y a la denominada "lucha contra la inmigración ilegal". La forma en que esta "lucha" se realiza le merece a Amnistía Internacional calificativos como "práctica ilegal", "humillante" y "violación de los derechos humanos", "con métodos "que criminalizan a los extranjeros" e "incitan a la estigmatización y el prejuicio social"; casi nada. Finaliza el informe de Amnistía Internacional denunciando casos idénticos en "France, en Italie, en Grèce, dans certains pays nordiques, en Allemagne et en Autriche”, y pidiendo al nuevo Gobierno español que tomará posesión la semana que viene que "detenga este tipo de prácticas".

Pues a buen árbol se arriman, teniendo en cuenta la experiencia habida con gobiernos del Partido Popular en materia de acoso a inmigrantes. ¿Recuerdan aquél caso que se produjo en las primeras semanas de la presidencia de José María Aznar, cuando decenas de inmigrantes africanos supuestamente repatriados en avión desaparecieron sin dejar rastro? Las palabras del líder del PP fueron entonces: "teníamos un problema y lo hemos solucionado"; imposible no acordarse del almirante Massera y sus muchachos en la Argentina de los años setenta.

En fin que si el presente informe de Amnistía Internacional les ha puesto los pelos de punta, esperen al del año que viene.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Sarkozy, sé más práctico: gaséalos



Nicolas Sarkozy acaba de declarar inaugurada la carrera hacia la reedición de los campos de exterminio nazis. Está visto que los europeos no escarmentamos, eso ya es sabido. Pero uno no habría esperado nunca que el tiro de salida en esta delirante y criminal iniciativa de reverdecer la etapa más negra del pasado de Europa, lo diera nada menos que la República Francesa, abanderada de las libertades y los derechos humanos desde hace doscientos años. Hasta hoy. Porque lo que está haciendo Sarkozy con sus deportaciones de gitanos ("evacuaciones", las llama él; será que piensa que defeca gitanos fuera de las fronteras galas como quien dejan zurullos en el patio del vecino), no tiene nombre. O quizá sí, varios y muy feos. De todos ellos, nazi es el más descriptivo y ajustado a su pensamiento y praxis "evacuadora", por ahora de gitanos.

La orden dada es deportar todos los gitanos rumanos y búlgaros fuera de Francia. Fíjense que lo que está haciendo la policía francesa es expulsar a los gitanos originarios de esos países, no a los individuos gitanos que hayan cometido un delito (lo que ya sería discutible) o a las bandas de delincuentes gitanos; se deporta en masa (sí, en masa, porque ya suman miles los deportados) a personas por el mero hecho de pertenecer a una etnia. ¡Pero cómo es posible llegar a semejante nivel de abyección! ¡Cómo es posible mimetizar tan suciamente las políticas criminales del Tercer Reich!. Porque una vez abierta la puerta y probada la eficacia del método con una comunidad relativamente pequeña, la tentación de continuar con otros colectivos mayores es muy grande: ¿por qué no seguir con los moros, esos terroristas impenitentes? ¿y después con los judíos, culpables de la crisis económica mundial? ¿y qué me dicen de los europeos del Sur, que llenan Francia de apellidos como Martinez, Soares o Napoli? ¿y de los franceses internacionalistas, que habiendo recibido la bendición de ser franceses no aman a su Patria hasta el punto de odiar a todos los que no son franceses?. Después, ya saben, aquello que se decía en el siglo XIX: "cuando París se acatarra, Europa estornuda". O sea el contagio a otros países, donde ya hay quien se encarga de hacer hervir la olla, todo sea dicho: la Italia berlusconizada, la Alemania de los neonazis, la España aznarista...

Todos sabemos que Sarkozy es un pobre diablo acosado por los escándalos, el último la financiación de su carrera política entera por una vieja dama a la que al parecer -presuntamente, claro- el futuro presidente de Francia pagaba con sus favores desde antes de comenzar en política. También, de su ansia por captar el voto fascista que se desperdigará en cuanto fallezca Le Pen, el viejo pillastre que ha aglutinado a los franceses que sueñan con la Francia colaboracionista con los nazis. Pero lo que ha hecho precisamente él, hijo de un refugiado húngaro entrado en Francia ilegalmente y del que para mayor inri dicen que tiene sangre judía, no tiene perdón. Sarkozy ha prendido una mecha que además de destruir década y pico de construcción europea en materia de circulación de personas en el interior de la Unión Europea (UE) -todos los ciudadanos de países miembros de la UE, sean gitanos, marselleses, Legionarios de Cristo o socios del Atlético de Madrid, tienen derecho a moverse por el interior del territorio de la Unión llevando simplemente un carnet de identidad-, devuelve toda su vigencia a aquellos terribles versos del pastor protestante Martin Niemöller, tantas veces atribuidos erróneamente a Bertold Brech, que forman su poema “Cuando los nazis vinieron por los comunistas”.

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

En la imagen, gitanos deportados en un campo de exterminio nazi.

miércoles, 1 de julio de 2009

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos entierra políticamente a ETA


He de reconocer mi absoluta perplejidad porque (como diría Rajoy)a estas horas, cuando son las seis y veinte de la tarde, ninguno/a de los voceros habituales de los derechos inalienables del pueblo vasco y otras regalías pisoteadas por el malvado Estado español, haya dedicado todavía una sola línea en los espacio habituales en Internet para comentar la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Tribunal de Estrasburgo) publicada hoy, en la que se da la razón al “Estado español” al poner fuera de la ley a los sucesivos disfraces electorales de ETA.

Digo que ando sumido en la perplejidad, porque en mi inocencia pensaba que el tratamiento que estos caballeros y damas dispensarían a dicha sentencia sería el mismo al menos que el que se le dio al asunto cuando la querella por la ilegalización de Batasuna fue admitida a trámite por el hasta ahora respetado Tribunal internacional, que me temo va a dejar de ser respetado de inmediato precisamente por quienes tanto se lo han puesto en la boca estos últimos meses, en tanto que instancia político-judicial de “justicia universal” que creían iba a bendecir el retorno de ETA a la política legal vasca con todos los honores habidos y por haber.

Tanto silencio resulta clamoroso cuando estamos ni más ni menos que ante la más importante derrota política de ETA en los 50 años de su existencia, y desde luego ante un golpe politicamente muy duro a la estrategia “equidistante” del nacionalismo burgués vasco (y perdón por la redundancia) ajeno a ETA.

Y es que la sentencia dice cosas como que las formaciones ilegalizadas tenían “un compromiso con el terror”, y que el ponerlas fuera de la ley fue una “necesidad social imperiosa con la finalidad de proteger la democracia".La sentencia, "muy clara y contundente" según el análisis que de ella hace el diario El País, da por probados los lazos entre Batasuna y ETA, y considera que esos lazos pueden ser considerados objetivamente como una amenaza para la democracia”. Sigue el diario madrileño: "El Tribunal da la razón a España y considera que el objetivo de ilegalizar a Batasuna es legítimo porque se trata del mantenimiento de la seguridad pública y la defensa del orden y la protección de los derechos a la libertad de los otros". Lo dicho, claridad y contundencia en la sentencia.

lunes, 3 de marzo de 2008

Andorra, el Estado fascistoide de los Pirineos


Desde siempre se ha considerado a Andorra un estado de opereta. Instalado en un valle pirenaico encajado entre Francia y España, el paisito andorrano es un anacronismo de origen medieval cuya supervivencia histórica sólo se explica en razón de su peculiar jefatura bicéfala del Estado, que se reparten a medias el obispo de Seu D'Urgell por parte española y el presidente de la República por parte francesa y en tanto que sucesor de la monarquía capeta; ha sido pues la alianza del Trono y el Altar la que ha mantenido la viabilidad del principado andorrano durante siglos.

La fuente histórica de riqueza andorrana fue desde siempre el monocultivo del contrabando, sin duda consentido por las autoridades españolas y francesas; la corrupción en las fronteras andorranas es algo tan antiguo como la misma existencia de Andorra. En tiempos del franquismo, Andorra era la ventanilla por la que muchos españoles se asomaban a Europa, en viajes de fin de semana a cuya vuelta volvían cargados de whisky, tabaco y pequeños electrodomésticos.

Pero los tiempos cambian y hoy Andorra, en su exquisitamente fingida neutralidad internacional, se ha convertido en referente mundial del lavado de dinero negro. La opacidad financiera andorrana, superior a la suiza y a otros paraísos fiscales europeos, permite no sólo la anécdota de que numerosos artistas y deportistas españoles se avecinen nominalmente en el estado pirenaico como modo de evadir impuestos en su país, sino que a través de sus bancos se esté lavando una jugosa parte del dinero negro generado en España y Europa por el narcotráfico y la especulación inmobiliaria. El por qué los estados español y francés permiten esta situación en sus mismas narices -del mismo modo que el estado británico permite ése otro foco de corrupción y podredumbre financiera que es Gibraltar-, constituye un misterio que algún día deberían desvelarnos.

Pero Andorra es mucho más que un Estado lavadora y un paraíso fiscal. A pesar de los esfuerzos hechos en los últimos años por "homologarse a Europa" creando un sistema político parlamentario, nada ha cambiado en realidad en esta república elitista y censitaria. Los partidos andorranos no son más que grupitos de notables territoriales que defienden intereses semejantes sin diferencias ideológicas reales entre ellos, y el gobierno andorrano no es otra cosa que el Consejo de Administración de todo el tinglado. De las 80.000 personas que residen en Andorra, apenas un tercio tiene la nacionalidad; democracia, derechos humanos y libertades públicas son por tanto productos exóticos en el supermercado político andorrano.

En ese clima, no es extraño que el racismo y la xenofobia sean ingredientes políticos muy presentes en el "paraíso andorrano". Un reportaje de 20 Minutos publicado el 14-05-2007 informaba de que en 7 años, 900 residentes habían sido expulsados de Andorra.... por motivos de salud. Padecer arritmia, miopía, obesidad o hipertensión, son motivos suficientes para ser expulsado. Cuanto más el caso concreto que narraba 20 Minutos, el de Nuria, una catalana de 44 años expulsada por padecer cáncer. Sordera, hepatitis, ansiedad, y por supuesto, ser portador del VIH, son otras causas de expulsión inmediata si el afectado es residente en tan democrático país. Hasta 88 dolencias son motivo de expulsión. El diario relataba otros casos, como el del portugués Carlos Alberto Ramos Alves, de 40 años, al que se le expulsó por "dependencia del alcohol", aunque una analítica posterior dio negativo y remitía a una enfermedad bilial. Al español E.G., de 30 años, se le expulsó por haber dado positivo en una analítica de hepatitis C.

Dicen los sindicatos que en definitiva, lo que pretende el Gobierno andorrano es ahorrarse costes económicos. Ya se sabe, los enfermos no son productivos, y cuestan dinero en atención sanitaria.

Con todo, las discriminaciones no son sólo de tipo sanitario. Els Verds y Médicos Progresistas de Andorra denuncian que por ejemplo, en ese país se impide donar sangre a los homosexuales, lo que da otra pista sobre la ideología fascistoide y las fobias de quienes gobiernan el valle.

Los estados español y francés tienen resposabilidad directa sobre las trapacerías cometidas por los gobernantes andorranos, en la medida en que estos actúan como lo hacen aprovechándose del silencio de ambos sobre "cuestiones internas" del Principado. Quizá sea hora de que los dos copríncipes actúen y ejerzan sus funciones, poniendo a las élites andorranas en la tesitura de adaptarse a las leyes y convenios internacionales que rigen en Europa o ser despojados de su condición de Estado. Bastarían unas parejas de gendarmes y de mossos d'esquadra, para que Andorra abandonara definitivamente la Edad Media que parece imperar en el supuestamente idílico valle pirenaico.