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viernes, 5 de septiembre de 2008

Celestino Corbacho, el emigrante


Leer la cascada de declaraciones que prodiga Celestino Corbacho, actual ministro de Trabajo español, a cuenta de la inmigración debería producir indignación en cualquiera que tenga una mínima sensibilidad, no ya de izquierdas sino simplemente humana.

Corbacho, que desde que tomó posesión del ministerio se ha distinguido por una obsesión enfermiza con los inmigrantes, dio ayer una vuelta de tuerca a sus posiciones toscamente xenófobas, que tan mal se compadecen por cierto con las ideas de un supuesto socialista.

El 15 de abril pasado, en declaraciones a TVE, Corbacho había sostenido que su "idea" de la inmigración pasa porque "el objetivo sea que todos los inmigrantes que vengan lo hagan con contrato de trabajo", y abogó porque "el Gobierno persiga a quien esté ilegalmente en España". La distinción entre legales e "ilegales", que a él seguramente le debió parecer muy bien colocada, abría camino así a lo que iba a venir luego.

El 7 de mayo, Corbacho ratificaba a los micrófonos de la Cadena Ser que "inmigrantes todos los que hagan falta, pero con contrato de trabajo". El 19 de junio, sin embargo, iba un paso más allá y según el diario La Vanguardia, "Corbacho quiere impedir que un millón de inmigrantes entren como familiares", para lo cual proponía bloquear la reagrupación familiar mediante la modificación de las condiciones actuales para que ésta se produzca. Siguiente paso, pues: privar a los inmigrantes de traer a sus familias, quebrando un elemental derecho humano.

Ayer, 4 de septiembre, por último, El País titulaba: "Corbacho suprimirá la contratación de inmigrantes en origen en 2009", y explicaba a continuación que a partir de ése año se suprimirán incluso los cupos de inmigrantes porque con 2'5 millones de parados, "ya no habrá, por ejemplo, camareros, mozos de almacén o limpiadores, pues se considera que esos puestos se pueden cubrir perfectamente con los parados -españoles o extranjeros- que ya están en el país.". Es decir, se acabó la inmigración, legal o "ilegal". con contrato de trabajo o sin él.

Como se ve, en apenas unos meses y al socaire del crecimiento en las encuestas de la xenofobia y las actitudes racistas como consecuencia de la pregonada crisis económica, el señor Corbacho ha experimentado una metamorfosis acelerada de su pensamiento tal, que da grima pensar dónde puede culminar. Porque vista la escalada seguida, el paso siguiente es obviamente proponer la expulsión de los inmigrantes residentes en España en cuanto se queden sin trabajo, aunque sean residentes legales, tengan todos los papeles en regla y lleven años viviendo aquí. Y por último, expulsar simplemente a quien se quiera, sin cortapisa alguna.

De momento, la por ahora última corbachada fue saludada por Soraya Sáenz de Santamaría como una medida copiada de las que propone el PP. Realmente no me extraña nada que una medida xenófoba y estúpida haya sido copiada literalmente de las propuestas del PP. Es lo suyo. Lo que sí me extraña es que un tipo como Corbacho, emigrante extremeño en Catalunya que durante muchos años fue peón de obra, se comporte ahora como un ricacho de mierda y proponga esas medidas seminazis contra los inmigrantes.

A este zopenco habría que recordarle que durante la crisis económica del final del franquismo y principios de la Transición, él era uno de esos cientos de miles de inmigrantes sureños a los que si se les hubiera aplicado las nuevas ideas que ahora pregona en materia de inmigración, habrían enviado ipso facto de vuelta a su Extremadura natal. En realidad al señor Corbacho, entonces mano de obra sin cualificar, ni siquiera le habrían contratado "en origen".

La memoria es frágil, sobre todo la de los trepas políticos y sociales.