EL PAIS 29 de enero de 2012
El eterno retorno
Juan José Millás
La chispa que hizo saltar el conflicto hace unos días fue el asesinato a balazos por elementos policiales de un joven negro con antecedentes, que según acaban de demostrar los análisis balísticos (ver edición de El País de hoy) no solo no llegó a disparar su arma sino que ni siquiera la tocó. Los episodios de brutalidad criminal desarrollados por los antaño circunspectos bobbies empiezan a no sorprender en Gran Bretaña; recuerden el caso del trabajador inmigrante brasileño acribillado a tiros por policías en el metro de Londres, sin que mediara motivación alguna. Recientemente los dos máximos jefes de Scotland Yard se han visto obligados a dimitir cuando se descubrieron sus vínculos corruptos con el imperio Murdoch, corrupción que al parecer y según la prensa británica seria está ampliamente extendida en los cuerpos policiales de ese país; sin olvidar el oscuro papel jugado por este aparato del Estado y los servicios secretos en los atentados del 11-J en el metro londinense, del cual algún día se sabrá toda la desagradable verdad.
Con todo, los problemas en presencia son de raíz mucho más profunda todavía incluso que la consideración de si la policía británica es o no un miembro podrido del cuerpo del Estado. Como decía antes afectan principalmente a la arquitectura misma de las estructuras sociales inglesas, que se están derrumbando como un castillo de naipes. Lo que estamos viendo estos días en las calles de Londres es un episodio de la lucha de clases en el siglo XXI, que de momento adquiere un carácter de protesta selectiva: fíjense que lo que se incendia y saquea son en general aquellos comercios que expenden bienes de consumo, especialmente los de carácter tecnológico destinados al entretenimiento, esos artículos que el capitalismo nos ha acostumbrado a considerar imprescindibles y cuyo acceso cada vez más jóvenes tienen vetado por no disponer ni de crédito ni de metálico para adquirirlos. Si han visto las imágenes de los almacenes de Sony ardiendo, entenderán lo que les cuento.Con todo, esa victoria del fascismo tosco y pueblerino que encarna el Tea Party solo ha sido posible porque el electorado que llevó a la presidencia a Obama le ha abandonado en esta ocasión, desengañado porque los discursos del presidente no se han concretado en nada. Negros, hispanos, mujeres, jóvenes y miembros de las minorías que se movilizaron hace dos años, se han quedado en casa ahora cuando han visto que continúa la guerra de Irak/Afganistán, que Guantánamo no se ha cerrado, que se continúa manejando desde el poder el espantajo del terrorismo internacional para acogotar a la población, que en EEUU sigue sin haber una verdadera sanidad pública, que los millones de personas que perdieron sus casas y sus patrimonios no han recuperado nada, que la brecha entre las clases sociales no hace sino agrandarse día a día, y sobre todo, que quienes llevaron al país al mayor desastre financiero de su historia no sólo continuan impunes sino que se atreven a exigir responsabilidades a la Administración actual...por los descomunales delitos que ellos cometieron.
Es posible que en 2012 "la perra con pintalabios", como se denominó a si misma Sarah Palin durante la última campaña presidencial, llegue a la Casa Blanca. De ser así los norteamericanos tendrán probablemente lo que por acción u omisión se merecen y han buscado, y todos los demás lo que tememos por encima de todas las cosas: el horror, como decía el coronel Kurtz en Apocalypse Now. Un horror total, que en comparación con él convertirá la etapa de George Bush hijo y su Gobierno de empleados de las multinacionales golpistas del 11-S en una era franciscana liderada por protectores de la infancia desvalida. Si tal cosa llegara a suceder, tengan por seguro que entre los responsables figurarán el propio Barack Obama y quienes fabricaron a este Kennedy de vía estrecha.
En la ilustración que encabeza el post, una espléndida caricatura en la que Alicia/EEUU contempla aterrada el reparto de la tarta mundial al que se aprestan las fuerzas que apoyaban la presidencia de George Bush hijo (y hoy manejan el Tea Party): politicastros venales y corruptos (Dick Chenney ofrece el cuchillo a George Bush), multinacionales rapiñadoras, predicadores fanáticos, militares criminales y los cerdos que mueven el Casino financiero internacional.