jueves, 23 de agosto de 2007

Odón Elorza, la voluntad de civilidad


Cuando un político es atacado con idéntico entusiasmo por el PP en pleno, por el sector más irredentamente españolista del PSOE, por Arzalluz y sus soberanistas y por ETA-Batasuna, es que seguramente el hombre está en el buen camino. Es lo que se puede pensar de Odón Elorza, quizá uno de los personajes públicos más odiados por quienes piensan que la política se hace con las tripas, y más respetados por contra por quienes creemos que la "res pública" se gobierna con el cerebro.

Y eso que Elorza nunca ha tenido pelos en la lengua, y lo mismo dice a micrófono abierto que lo que ha hecho en Navarra el PSOE-Ferraz es una chapuza impresentable y que debería haberse constituido un gobierno navarro entre socialistas y nacionalistas, como se refiere a la"kale borroka" como la acción de un puñado de jovenzuelos chalados que no se representan ni a sí mismos porque es ETA quien manda en ellos. Nunca se ha callado, ni siquiera cuando su nombre andaba en las listas de futuros victimizados por los neocarlistas.

Quizá sean sus orígenes trostkystas los que han dado a Odón Elorza una voluntad de hierro y una capacidad de supervivencia incluso física en un medio que durante muchos años sólo podía considerarse como hostil. En los años setenta y ochenta, Donosti era un feudo partido en dos mitades y repartido entre el facherío español más reaccionario y el otro fascismo, el de capucha y tiro en la nuca en nombre de la patria vasca. Sitiado más que situado entre esas dos concepciones patrióticas aparentemente antagónicas y sin embargo tan semejantes entre sí, Elorza logró que la civilidad fuera abriéndose paso en la vida de una ciudad de la que es alcalde desde 1991, y cuya transformación ha liderado navegando todas las tormentas, incluidas las desatadas en contra suya dentro de su propio partido.

Obviamente desde que en el PSE manda Patxi López, Elorza debe sentirse más arropado, aunque de vez en cuando le envíen desde Madrid missiles de largo alcance con ánimo de hacerlo políticamente fosfatina. Vasquista pero no nacionalista, Elorza es un tipo incómodo para todos aquellos que pretenden que sólo se puede estar en blanco o en negro, o conmigo o contra mí; Odón Elorza no está en realidad más que de parte del sentido común, ése que ya se sabe que es el menos común de los sentidos.

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