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viernes, 10 de julio de 2009

Negras juegan y proponen: el PNV mueve pieza con maestría

Apenas comienzan a sonar los primeros chirridos en esa inverosímil coalición de facto y contranatura que sostiene al lehendakari Patxi López, el PNV se ha adelantado sacando la caballería en vez de mover un cauteloso peón. El ofrecimiento de un pacto de legislatura a los socialistas vascos hecho por los nacionalistas, ha tenido sin duda la virtud de de conseguir atraer la atención de todo el mundo político vasco y español justo en el momento preciso.

Y es que el escenario y el instante están muy bien elegidos. El PP español es en estos momentos un púgil con la cara intacta pero con el hígado muy castigado por los golpes. El aireamiento imparable de la corrupción económica y sobre todo moral, en la que viven las administraciones gobernadas por el partido de la derecha extrema/extrema derecha española lo está minando de modo progresivo, lento pero inexorable. Ganar por mucho menos margen del esperado las elecciones europeas, recuperar Galicia por los pelos y contribuir desde fuera a desalojar al PNV del Gobierno vasco, es un pobre balance político con el que intentar contrarrestar el daño enorme que está sufriendo el PP al ir aflorando uno tras otro una cascada de escándalos político-económicos interrelacionados, que están anegando en porquería cuanto tiene que ver con el partido neo/post-franquista. Progresivamente pues la derecha española va ensimismándose en sus problemas, y dejando de prestar atención a lo que sucede fuera de su piel.

El PNV por su parte, ha sabido hacer rápido el duelo por la etapa Ibarretxe. En realidad se diría que la salida de la política del ex lehendakari nacionalista ha sido acogida incluso con alborozo dentro de su propio partido, y no sólo por sus rivales internos. Quien lo dude sólo tiene que ver lo razonable que se ha puesto Joseba Egíbar desde que Ibarretxe ya no está ni se le espera, y lo callado que anda el antaño tonante Xabier Arzalluz. Pero yendo a lo que importa, que en resumidas cuentas es desentrañar las razones del movimiento hecho, según Josep Ramoneda la oferta nacionalista es una jugada de gran estilo y llena de veneno; ambas cosas seguramente son ciertas. Y eso sí, seguramente hay en ella más sinceridad e incluso la necesidad de ser creíble y creído, de lo que pueda parecer a primera vista.

Intentaré explicarlo. No cabe duda de que como dice Ramoneda, el PNV ha analizado la situación y al ver que Patxi López tiene posibilidades de consolidarse, ha decidido que bajo ningún concepto puede quedarse fuera de la partida. Es cierto que en los próximos años no hay peligro de que el PSE logre por sí solo una mayoría parlamentaria que le permita gobernar cómodo en solitario, y que es simplemente imposible que el PP forme parte algún día de un Gobierno vasco y ni siquiera de una mayoría parlamentaria oficializada. Pero no es menos cierto que el nacionalismo burgués vasco (que una vez extinguida de hecho EA vuelve a encarnar el PNV en exclusiva), no puede permitirse el lujo de quedar fuera de juego viendo como "los otros" re-construyen un Euskadi diferente a su propio modelo. El PNV necesita participar en esa re-construcción, pactar sus términos y sus límites, porque se juega mucho y también porque representa mucho. Alguna vez he escrito que la política y el futuro vascos sólo tiene dos actores imprescindibles, el PNV y los socialistas vascos; todos los demás, absolutamente todos los demás, incluida desde luego la llamada "izquierda" abertzale, tanto la directamente proetarra como la no violenta ahora agrupada en torno a Aralar, son perfectamente contigentes.

En resumen, el PNV, que juega con las negras esta legislatura y probablemente la siguiente, ha movido pieza usando una apertura inteligente y agresiva (en el sentido ajedrecístico de la expresión). El reto está lanzado, pero en realidad López sabe que esto es sólo el principio, una invitación a comenzar a explorar el tablero. Las cosas han de madurar mucho todavía, y ha de pasar tiempo para que se vaya consolidando el nuevo juego que ahora está comenzando.

Eso sí, si hay alguien satisfecho en estos momentos, esos deben ser los líderes de los socialistas guipuzcoanos. El diseño político de largo alcance creado por los Eguiguren y compañía se está cumpliendo paso a paso de modo inexorable.

miércoles, 6 de mayo de 2009

País Vasco: de Ibarretxe a Patxi López


Fíjense en la foto de portada de El País de hoy. Aparecen Patxi López e Ibarretxe dándose, protocolariamente, la mano. Observen la mirada de Ibarretxe. No hay en ella resentimiento: lo suyo es odio en estado puro.

Lo mejor de esta historia del cambio de presidente autonómico vasco es que se ha acabado Ibarretxe. Su propio partido le ha enseñado la puerta: “vence o muere”, le dijeron. Pues no ha vencido, así que adiós y a otra cosa.

La apuesta de los socialistas vascos (PSE), por su parte, es muy fuerte. Se alcanza por primera vez la presidencia del Gobierno vasco, se facilita al PNV la liquidación del arzallucismo y de las tentaciones frontistas con los terroristas etarras, y de aquí a un par de años se pacta (o se intenta pactar) un gobierno de coalición o un acuerdo parlamentario con los nacionalistas vascos. Mientras tanto Patxi López y compañía dormirán cada noche con un escorpión entre las sábanas; el PP es el PP y clavar el aguijón está en su naturaleza, como en el famoso apólogo del cruce del río.

Si Patxi López sobrevive políticamente, no creo que Arzalluz vuelva a referirse al ya lehendakari como “un tal López”. Más que nada porque en ese caso, Arzalluz y cuanto simbólicamente se ha empeñado en representar ya no existirán políticamente y a nadie le interesará un pito lo que pueda decir.

En la fotografía que ilustra el post, una diana pintada por simpatizantes de la organización fascista ETA en el verano de 2008 amenaza a militantes socialistas vascos en Zumaia, País Vasco.

miércoles, 1 de abril de 2009

Así no, Patxi


El acuerdo de "Gran Coalición" entre el PSOE y el PP para el País Vasco tiene muchos defectos y una sola virtud: acabar con la incertidumbre política que lleva dominando la política vasca de los últimos años. Por cuanto tiempo gracias a él se va a mantener Patxi López gobernando es otra cuestión, muy distinta. Y el coste neto que tendrá para los socialistas tanto en Euskadi como en toda España, algo que comenzará a medirse en las europeas de junio.

El pacto PSOE-PP tiene dos grandes triunfadores y un solo derrotado. Los que seguramente no caben hoy en sí de satisfacción son todo el PP y los más duros de ETA; así se las ponían a Fernando VII. Los primeros, porque consiguen penetrar en la fortaleza vasca, aunque sea por la puerta trasera del "apoyo parlamentario" a un gobierno de sus enemigos naturales; los segundos, porque el clima de desconcierto que se está generando en el derrocado nacionalismo vasco gobernante y la previsible radicalización de la vida social y política vasca, constituyen para ellos un verdadero regalo de los dioses. El que ha perdido hasta las cejas en el envite es Ibarretxe, y secundariamente su padrino político, Xabier Arzalluz. Para el PNV comienza ahora un tiempo muy difícil.

Realmente, la derecha nacionalista vasca necesita desde hace tiempo una larga pasada por la oposición, tal como hace años recomendaba Arzalluz a los socialistas españoles. Demasiados años de poder, demasiada corrupción, demasiado cansancio en las bases...hacen que el PNV sea hoy una especie de enorme elefante que camina dando traspiés y amenaza con caer cuan largo es. Sería un peligro que se derrumbara definitivamente, porque aún le quedan muchos servicios que rendir a su causa y sobre todo, a Euskadi. Algún día deberá activarse esa síntesis entre los proyectos de país del PSE y del PNV, única base sobre la que podrá construirse una Euskal Herria en paz y libertad y en la que cualquier tipo de organización políticojurídica -cualquiera, sí-, decidida de forma democrática y consensuada por los vascos sea posible. De momento, parece que la cosa va para largo.

Vista la aritmética parlamentaria vasca del momento y atendiendo a los intereses reales, que son obviamente los de clase, el gobierno lógico a corto y medio plazo sería una coalición de las derechas nacionalista y española. Ocurre que las representaciones políticas de ambas andan a la greña desde siempre, por cuestiones ideológicas que atañen a los mitos superestructurales mediante los cuales cada una de ellas moviliza a su respectivo electorado. Al ser imposible el repetir la mayoría nacionalista que venía gobernando hasta ahora, el PSE ha percibido su oportunidad de asaltar los cielos de la política vasca; ocurre que la compañía impuesta por los resultados de las últimas elecciones autonómicas, es más un pesado lastre de cara al futuro que una ayuda para gobernar y sobre todo, para construir un proyecto alternativo al de la derecha nacionalista vasca. El PP es un bloque de cemento en los pies del futuro lehendakari socialista.

El error de Patxi López no es sacar a los nacionalistas vascos del gobierno, sino convertir en una opción políticamente respetable al PP vasco. Probablemente los estrategas del PSE piensen que una vez el PNV se haya deshecho de Ibarretxe y girado políticamente hacia el autonomismo, será fácil pactar con ellos manteniéndolos en una posición subordinada y enviar al PP vasco a las cuevas de las que nunca debieron sacarle. Ocurre sin embargo con el PP aquello que se decía de los militares españoles en el siglo XIX: que era muy fácil sacarlos de los cuarteles pero muy difícil hacerlos volver a a ellos.

Gobernar en esas condiciones será sumamente difícil. Máxime cuando los socialistas habrán de contar como presuntos aliados con personajes como la flamante presidenta in pectore del Parlamento vasco, una pija reaccionaria simpatizante del Opus Dei que hace tres días declaraba en un diario español que "yo nunca utilizaría el preservativo". Estas cosas ponen de los nervios al elector socialista y al militante de base.

Al final, lo único bueno del pacto contranatura en el País Vasco es el estado de desquiciamiento total al que ha llevado al fatxerío de txapela y cóctel molotov verbal. La verdad es que aunque resulte gratificante verlos así, no creo que justifique por si solo tamaño enjuague.
La fotografía corresponde a una de las imnumerables manifestaciones organizadas por el PP en Madrid para atacar al gobierno de Zapatero. Véase la pancarta que porta el manifestante situado detrás de Aznar, en la que se responsabiliza conjuntamente de los atentados del 11-M a ETA, al presidente Zapatero y al PSOE, según una de las consignas más jaleadas en esas concentraciones de la derecha española.

martes, 3 de marzo de 2009

Vientos de cambio en el País Vasco


El resultado de las elecciones autonómicas vascas deja abiertas prácticamente todas las posibilidades combinatorias para formar el nuevo Gobierno. La primera constatación con todo, es la saludable pluralidad -fragmentación dirían otros- de la sociedad vasca, que obliga a sus políticos a realizar un ejercicio de imaginación muy superior al promedio de las restantes comunidades autónomas.

Los vascos han decidido de nuevo, y lo han hecho en dos direcciones aparentemente contradictorias, pero en realidad complementarias: han reforzado al PNV (al tiempo que le negaban la mayoría para gobernar solo o con muletas), y le han dado un espaldarazo a la línea mantenida por el PSE (pero no permitiéndole el acceso al gobierno vasco sino es con sólidas alianzas).

Desde hace un siglo PNV y PSE han protagonizado la vida política vasca, aunque no de un modo tan absoluto como para que unos y otros se instalaran en un bipartidismo "a la española". En realidad la hegemonía mantenida por el PNV a lo largo de los últimos 30 años en las instituciones vascas se ha debido más a su habilidad para postularse como "mal menor" que a otra cosa. El PNV ha sido el mal menor para los gobiernos españoles y los aparatos del Estado, pero también para los independentistas vascos, demócratas o radicales. Unos y otros le han soportado "mientras tanto" llegaba su momento, y es así como la política vasca ha quedado marcada durante tres décadas por los bandazos de un partido para el que el poder es una religión, y su identificación con el país llega al extremo de haberle inventado el nombre y convertido en Día Nacional el que conmemoraba su propia fundación.

Todo eso está entrando en crisis, aunque obviamente el PNV se va a mantener en primera línea del escenario político vasco -y español- por muchos años más. La renovación en el seno del PSE ha llevado a este partido a abanderar un fuerte deseo de cambio, tan extendido como difuso en muchas franjas fronterizas de la sociedad vasca. Sin renunciar a sus señas históricas de identidad, que pasan fundamentalmente por el obrerismo vizcaíno, el PSE es hoy un partido que ha asumido las tesis vasquistas de los socialistas guipuzcoanos, así como aportaciones de otros colectivos que en los últimos años han ido integrándose en el partido y que en algunos casos tuvieron contacto en otro momento histórico con posicionamientos radicales. Por tanto hoy el PSE ya no da miedo a nadie y es capaz de entenderse con cualquiera; sus dirigentes han demostrado cintura en la política vasca e independencia respecto a "Madrid". Su buena sintonía con el PSOE no excluye además una cierta posición de fuerza; digan lo que digan los medios madrileños, Zapatero necesita hoy más al PSE que el PSE a Zapatero.

Al final pues, y una vez más, el entendimiento entre PNV y PSE es inevitable. No puede haber "choque de trenes" como se ha apresurado a decir José Blanco, el actual número dos del PSOE. La negociación entre nacionalistas y socialistas, sino ahora sí a medio plazo, resulta inevitable. Los hilos maestros de esa negociación se irán definiendo en las próximas semanas.

¿Los demás? Simplemente no cuentan. El PP no puede aspirar a nada todavía en el País Vasco, a pesar del esfuerzo por civilizarlo que han hecho en los últimos meses sus actuales dirigentes, una vez desalojada la extrema derecha de su dirección. Las muletas en las que se apoyó el PNV en la pasada legislatura -EA y EB-, están destrozadas irremisiblemente. Aralar necesita tiempo para crecer y consolidarse como la propuesta de independentismo democrático que pretender ser.

¿Y ETA? Ése es, como siempre, el problema de fondo. Con todo, parece que por fin hay luz al final del túnel. En estas elecciones el voto proetarra se ha fragmentado como nunca: una parte ha seguido la consigna de voto nulo (un 8'5% de los votantes), otra parte ha ido a la abstención y los más posibilistas han repartido su voto entre Aralar y PNV. La disciplina de hierro impuesta por ETA a sus bases sociales está quebrada.

Y en fin, si ETA está acabada como organización armada (aunque todavía pueda hacer daño) y su entorno social se cuartea entre diferentes opciones, el cambio real puede estar llegando al País Vasco. Y ése cambio ha de liderarlo un gobierno articulado en torno a las dos organizaciones que representan no sólo a la mayoría de los vascos sino a los dos proyectos de país del encuentro de los cuales, una vez desaparecida ETA, ha de surgir la síntesis que definirá el futuro de Euskadi por mucho tiempo.

sábado, 28 de febrero de 2009

Puede que mañana los cerdos comiencen a volar sobre Euskadi


"Que el Partido Socialista de Euskadi gane sería como ver un cerdo volando" (Josu Erkoreka, portavoz nacionalista vasco).

Pues el domingo 1 de marzo, podría ser que los cerdos empezaran a volar en el País Vasco...

domingo, 4 de enero de 2009

Por fin, el derecho a decidir


El lehendakari vasco, Juan José Ibarretxe, ha convocado las próximas elecciones autonómicas vascas para el día 1 de marzo, avanzando la conclusión de una legislatura que, en realidad, hace muchos meses que caducó.

Así que luego de tanto aludir Ibarretxe por activa y por pasiva al famoso "derecho de los vascos a decidir", éstos van a tener en breve la oportunidad de ejercerlo de nuevo, algo que por lo demás vienen haciendo cada cuatro años desde 1980 en lo que concierne a la elección del parlamento de su comunidad, del que sale el gobierno que desde hace casi 30 años forma precisamente el Partido Nacionalista Vasco (PNV). En resumen, los vascos van a decidir ahora si un lehendakari cuyos órdagos han fracasado dos veces en Madrid y sobrevive políticamente aislado y ninguneado por su propio partido, puede seguir pariendo "iniciativas"que no llevan a ningún sitio.

Del grado de desconexión de Ibarretxe con la realidad que le rodea da cuenta una anécdota sangrante. Hace algunos años, ante la cama de hospital en la que yacía el antiguo miembro del Gobierno vasco José Ramón Rekalde con un balazo de ETA alojado en la cabeza, Ibarretxe tuvo el valor o la inconsciencia de decirle al hijo de éste que "Euskadi es un sitio estupendo para vivir". Según para quién, obviamente.

Y mientras el lehendakari delira Arcadias felices y planes soberanistas que rechazan hasta los independentistas externos a su partido, los problemas reales del País Vasco empiezan a crecer al mismo ritmo de su entorno, pues obviamente Euskadi no es un remedo de la feliz aldea gala de Astérix donde no existiera crisis económica, aumento del paro, vivienda a precios astronómicos o degradación en los servicios públicos y la calidad de la enseñanza, además de una corrupción en la administración pública perfectamente homologable con la española. Cabe añadir por si todo esto fuera poco el problema de la violencia de ETA, que en apenas unos días ha puesto la mirilla por dos veces en las cercanías del partido de Ibarretxe, asesinando a un empresario nacionalista "benefactor" del PNV y volando el edificio de la Radiotelevisión vasca, la terminal informativa del partido y el gobierno nacionalistas. Por cierto que la nota del PNV tras este último ataque no tenía desperdicio, al condenar "el chantaje fascista" (sic) que ETA pretendía cometer con ese atentado; curiosamente, los ataques contra las Casas del Pueblo, las sedes del Partido Socialista de Euskadi (PSE), son para el PNV "lamentables consecuencias del conflicto vasco". El famoso doble lenguaje y las dos varas de medir, tan arraigados en un partido de larga tradición jesuítica.

En la década de los noventa Xabier Arzalluz, el antiguo Papa del PNV, decía que el PSOE había de salir del gobierno español por "razones de higiene democrática" tras 14 años de gobierno continuado. Con mucha mayor razón cabe reclamar hoy, por tanto, la salida del PNV del gobierno vasco tras 28 años ininterrumpidos de hegemonizar todos los resortes de poder en la comunidad vasca. Como decía entonces Arzalluz del PSOE, el PNV necesita regenerarse fuera del poder. Y esta del 1 de marzo puede ser una ocasión espléndida para ayudarles a hacerlo.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Entre la farsa y la tragedia. Escenarios para después de las próximas autonómicas vascas


Gran paripé porque el Tribunal Constitucional ha revolcado el invento del referéndum de autodeterminación que supuestamente quería convocar el lehendakari vasco. Todo es una farsa, porque Ibarretxe no pretende más que garantizarse la cabeza de lista del PNV en las próximas autonómicas y atraer el voto batasuno. Lo demás son fuegos artificiales, puro espectáculo.

La cuestión está en si Urkullu y compañía consideran que ganar algunos votos batasunos -quizá los suficientes para que Ibarretxe siga gobernando con una reedición del actual tripartito-, merece el riesgo de fractura del partido. El militante peneuvista es disciplinado y cerrado tanto o más que el pepero, y como ése capaz de tragar carros y carretas si quienes mandan en el partido se lo ordena; pero aún así el peligro de escisión en el PNV es alto en cualquier caso y por cualquier ala salvo si ganaran con mayoría absoluta, y eso parece fuera de su alcance.

En la acera de enfrente, la apuesta del PSE es bastante loca: Se trata de ganar las elecciones y formar gobierno con el PNV como socio minoritario, una vez éste se haya desprendido de Ibarretxe. Un encaje de bolillos.

Otro escenario posible aunque improbable para los socialistas vascos sería gobernar como fuerza minoritaria con el PNV como partido mayoritario, siempre si éste se deshiciera antes de Ibarretxe. Difícil y caro, muy caro.

Y en fin, el tercer escenario para los socialistas, el peor de todos con diferencia, sería gobernar con el PP. Un suicidio a corto plazo para el PSE, y una bomba atómica de tiempo depositada en la santabárbara del PSOE.

Total, que el cambio de mayorías en el País Vasco está negro. Como siempre. Y ETA al fondo, como siempre también.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Patxi López, luces y sombras


Dice El País de hoy que Patxi López "va a por todas". El actual líder del PSE volverá a presentarse como candidato socialista a lehendakari, y ha manifestado su intención de ocupar la presidencia del Gobierno vasco si su partido gana las próximas autonómicas. Dice Patxi que se acabaron los tiempos en los que el PSE actuaba como "moderador necesario" del PNV o "acompañante útil" del PP.

La declaración del dirigente socialista vasco no es gratuita. El PSE de Txiki Benegas ganó con limpieza las primeras elecciones autonómicas vascas, pero a los dirigentes socialistas de Madrid y de Bilbao les entró el miedo escénico y cedieron la presidencia al PNV, error que le ha costado al PSE un papel subordinado en la política vasca durante las dos décadas y pico siguientes (¿para qué votar a un partido que no se atreve a gobernar cuando gana?). Luego el PSE participó como socio minoritario en un gobierno de coalición con el PNV (una buena etapa globalmente considerada para el País Vasco, pero muy insatisfactoria para el propio PSE como fuerza política), y terminó a remolque del PP cuando éste pretendió llevar a Mayor Oreja a la presidencia vasca, supremo disparate en política de alianzas que puso al PSE al borde del desdibujamiento total (aunque sacar al PNV de Ajuria Enea fuera y siga siendo un proyecto imprescindible de regeneración de la política vasca).

El PNV anda muy tocado desde las últimas generales, y en cuanto a Ibarretxe, según Patxi López
está "desaparecido, apagado o fuera de cobertura". Se diría que el lehendakari vive en otro mundo, un mundo puramente virtual y fantasmagórico donde preside un Gobierno de coalición en el que por no tener no tiene ni siquiera el apoyo de su propio partido, en tanto los restantes socios bastante tienen con atender sus propios problemas internos y asegurar su supervivencia como fuerzas políticas. Así que la ocasión la pintan calva y o se consigue ganar Ajuria Enea ahora o será nunca, ha venido a decirle Patxi a su gente. Veremos.

A mí Patxi López se me ha enfriado un poquito, después de que su llegada al liderazgo del PSE me pareciera una de las mejores noticias en política vasca en mucho tiempo. Para empezar Patxi es hijo de López Albizu, la mano derecha de Ramón Rubial, una leyenda del socialismo y la resistencia antifranquista. Además, Patxi ha hecho un trabajo extraordinario desmontando el tinglado de los redondistas, a los que ha desplazado y marginado por completo, y sacando al PSE de aquella alianza infame y contranatura con el PP vasco; con paciencia y discreción, Patxi ha logrado no sólo el apoyo total de la sufrida militancia y el retorno de muchos votantes que se habían alejado del partido histórico de la izquierda vasca, sino volver a colocar al PSE en el eje de cualquier solución de la "cuestión vasca". Como creo haber escrito ya, el PNV y el PSE son los dos únicos actores políticos realmente imprescindibles para esa solución, en tanto todos los demás son perfectamente contingentes; sin embargo, en la última década el PSE había perdido esa posición, y eso explica muchas cosas sucedidas en el País Vasco durante esos años.

Decía que, sin embargo, mi entusiasmo por Patxi se ha ido enfriando un poco. Y es que le veo cada día más "profesional", y eso no me gusta nada. Aunque las corbatas le caigan como un tiro y los trajes que lleva sigan pareciendo prestados, empieza a exhalar ciertas maneras verbales de político con muchas conchas, de ésos que llevan un montón de años en nómina y aspiran a morir de viejos ocupando algún cargo de relumbrón. En suma, ha perdido frescura y podría estar empezando a distanciarse de la calle. Y eso es mal asunto.

viernes, 14 de marzo de 2008

Un balance de las elecciones generales del 9 de marzo (y 3)


PSE Y PSC VUELAN SOLOS

1. Los excelentes resultados del PSE no son fruto de la casualidad, ni se deben en exclusiva al mal momento que están pasando el conjunto de las opciones nacionalistas vascas. Tras el resurgimiento de este partido en los últimos años, está el trabajo de un equipo esforzado liderado por Patxi López. Con discreción y firmeza, la actual dirección del PSE ha devuelto a los socialistas vascos su plena identidad y referencias políticas, oscurecidas durante los negros años en que Redondo Terreros y Rosa Díez pusieron el PSE al servicio vicario del proyecto político que pretendía imponer el PP en Euskadi.

El PSE se desmarcó a tiempo de esa apuesta españolista agresiva y rancia, profundamente aznariana, que enarbola la extrema derecha parlamentaria y que encarna en políticos de la catadura de Mayor Oreja y María San Gil. El premio a esa actitud ha sido el reencuentro con su electorado de siempre, al que ahora se han sumado votantes jóvenes integrantes de las nuevas generaciones de vascos, personas para quienes los mitos nacionalistas vascos o españoles son asuntos secundarios ante los problemas sociales reales que deben afrontar a diario. En suma, el PSE ha recuperado su papel histórico de conciencia social y política de un País Vasco en el que, como sucede en realidad en todas partes, las clases populares y trabajadoras vascas tienen problemas concretos por los que preocuparse (trabajo, vivienda, educación, promoción social...), que nada tienen que ver con el choque de abstracciones míticas enarboladas en Euskadi por cada una de las dos grandes fracciones de la burguesía vasca, la de vocación local y la de carácter estatista.

Por otra parte, en los ultimos años el PSE ha ido ganando también de modo lento pero seguro mayor autonomía respecto al PSOE, lo que ha fortalecido y madurado su propia organización y dado mayor proyección y relevancia a sus líderes. Los socialistas vascos en definitiva, han tomado las riendas de su propio proyecto político, y su electorado ha respondido positivamente.

Hoy el PSE vuelve a ser referencia indispensable en la política vasca. Junto con el PNV, son en realidad las dos únicas referencias políticas realmente imprescindibles para el País Vasco, como demuestran sus centenarias historias y su presencia actual en las instituciones y la vida civil vascas. Por tanto, habrá que contar necesariamente con ambos para construir el futuro de Euskalherria, sea cual sea la dirección en que éste se encamine. El diálogo y la concertación PSE-PNV son pues inevitables.

2. El PSC por contra se ha encontrado aparentemente de repente en la cresta de la ola, cuando todas las variables que se puedan manejar indicaban a priori justamente lo contrario. En los 30 años de historia de la democracia restaurada, jamás antes los socialistas catalanes habían tenido una generación de dirigentes tan mediocres y de tan escaso atractivo popular, ni se se habían manifestado juntos en Catalunya tantos problemas de fondo (la quiebra por obsolescencia de las infraestructuras de transporte es apenas uno de ellos), ni habían gobernado en instituciones catalanas con mayorías tan precarias como las que hoy sustentan la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona, por poner ejemplos conocidos y de fuerte proyección.

Y sin embargo el PSC ha arrasado, y no sólo en sus feudos tradicionales (los barrios obreros de Barcelona y el "cinturón rojo" de la ciudad, donde ha conseguido niveles de votación superiores en muchos casos a los de 2004), sino que ha logrado asimismo una fuerte penetración en la Catalunya profunda, en la que va calando como opción electoral en los últimos años. Ello se debe obviamente a una conjunción de factores a tener en cuenta (tirón de Zapatero y el PSOE entre la inmigración española, "voto republicano" (en el sentido electoral francés) de resistencia antiPP, crisis del resto de opciones políticas de izquierdas y de derecha moderada...), pero también, y quizá sobretodo, a que el electorado catalán de izquierdas ha leído e interpretado el actual momento histórico como una etapa de acumulación de fuerzas que debe inaugurar un nuevo período histórico en el país, tras un cuarto de siglo de hegemonía de la derecha regionalista/nacionalista y cuatro años de transición con un gobierno que intenta precisamente dar paso a una nueva era. Esta era efectivamente la ocasión de dar un paso adelante y cerrar un ciclo, y el electorado catalán democrático-progresista ha pensado que, vista la fragilidad del resto de opciones políticas catalanes que aspiran a representarlo en todo o en parte, debía concentrar su voto en la formación que por sus características propias y sus vinculaciones con la izquierda española, mejor podía garantizar éste cambio.

La razón de la posición central del PSC en la política catalana , se basa en la composición sociopolítica de su electorado histórico. En él se plasma un viejo proyecto del ala izquierda socialista catalana en los setenta y primeros ochenta, que curiosamente se ha desarrollado luego que ésta prácticamente desapareciera: la articulación de un bloque hegemónico de clases en torno al partido. El dibujo de esta apuesta remitía a que el PSC debía ser el eje en torno al cual se agrupara la representación política de las clases trabajadoras, las obreras y las de "cuello blanco", y de las clases medias progresistas e identificadas con un proyecto de cambio político y social. Lo sorprendente del caso es que al haber liderado esta apuesta dirigentes políticos inclinados hacia la socialdemocracia de derecha y el social-liberalismo, esa identificación del bloque hegemónico de clases con el PSC no se haya roto sino que por contra se ha ido fortaleciendo con el paso del tiempo, e incorporando nuevos elementos sociales.

Para explicarlo de modo sintético, este bloque de clases está conformado por tres sectores netamente diferenciados:

- Las clases trabajadoras: de origen inmigrante y asentadas en Catalunya en los últimos 50 años, cuya raíz ideológica lejana es el anarquismo sindicalista (posibilista) de la preguerra.

- La pequeña burguesía mestiza: urbana y profesional, cuya raíz ideológica lejana son las izquierdas marxistas de los años sesenta y setenta.

- Una parte del patriciado urbano catalán: clases medias acomodadas de origen netamente catalán, cuya raíz ideológica es el republicanismo federalista del siglo XIX y primer tercio del XX.

Esta alianza de clases articulada electoralmente en torno al PSC, es la que acaba de decidir que Zapatero seguirá cuatro años más en la Moncloa. También, y lo que seguramente es mucho más importante, que Catalunya se encamine decididamente hacia un proceso de rápida desnacionalización que, en aparente paradoja, podría conducir a medio plazo a una situación de soberanía plena o compartida con el Estado español.

En todo caso, sea cual sea el futuro de Catalunya, el PSC va a ser su eje... incluso si sus dirigentes siguen sin estar a la altura del momento histórico, pues es sabido que las corrientes que empujan la Historia son más decisivas en su conformación que la actuación de los hombres que creen manejarlas.

jueves, 23 de agosto de 2007

Odón Elorza, la voluntad de civilidad


Cuando un político es atacado con idéntico entusiasmo por el PP en pleno, por el sector más irredentamente españolista del PSOE, por Arzalluz y sus soberanistas y por ETA-Batasuna, es que seguramente el hombre está en el buen camino. Es lo que se puede pensar de Odón Elorza, quizá uno de los personajes públicos más odiados por quienes piensan que la política se hace con las tripas, y más respetados por contra por quienes creemos que la "res pública" se gobierna con el cerebro.

Y eso que Elorza nunca ha tenido pelos en la lengua, y lo mismo dice a micrófono abierto que lo que ha hecho en Navarra el PSOE-Ferraz es una chapuza impresentable y que debería haberse constituido un gobierno navarro entre socialistas y nacionalistas, como se refiere a la"kale borroka" como la acción de un puñado de jovenzuelos chalados que no se representan ni a sí mismos porque es ETA quien manda en ellos. Nunca se ha callado, ni siquiera cuando su nombre andaba en las listas de futuros victimizados por los neocarlistas.

Quizá sean sus orígenes trostkystas los que han dado a Odón Elorza una voluntad de hierro y una capacidad de supervivencia incluso física en un medio que durante muchos años sólo podía considerarse como hostil. En los años setenta y ochenta, Donosti era un feudo partido en dos mitades y repartido entre el facherío español más reaccionario y el otro fascismo, el de capucha y tiro en la nuca en nombre de la patria vasca. Sitiado más que situado entre esas dos concepciones patrióticas aparentemente antagónicas y sin embargo tan semejantes entre sí, Elorza logró que la civilidad fuera abriéndose paso en la vida de una ciudad de la que es alcalde desde 1991, y cuya transformación ha liderado navegando todas las tormentas, incluidas las desatadas en contra suya dentro de su propio partido.

Obviamente desde que en el PSE manda Patxi López, Elorza debe sentirse más arropado, aunque de vez en cuando le envíen desde Madrid missiles de largo alcance con ánimo de hacerlo políticamente fosfatina. Vasquista pero no nacionalista, Elorza es un tipo incómodo para todos aquellos que pretenden que sólo se puede estar en blanco o en negro, o conmigo o contra mí; Odón Elorza no está en realidad más que de parte del sentido común, ése que ya se sabe que es el menos común de los sentidos.