jueves, 25 de noviembre de 2010

El silencio de los corderos en el metro de Bilbao


Dice El País de hoy que una mujer paraguaya recibió una fuerte paliza el martes pasado cuando viajaba en un vagón del metro de Bilbao. Sin mediar otro desencadenante que la estupidez humana, una pareja de jóvenes la agredió físicamente después de insultarla y humillarla. A consecuencia del ataque racista la inmigrante acabó magullada y con un collarín ortopédico.

Según el diario español, la pareja le oyó hablar por teléfono móvil en guaraní e inmediatamente "le dijeron que era una inmigrante que venía a quitar el trabajo y a prostituirse", relata Vilma López, la presidenta de la asociación de paraguayos Guaraní Tetagua, de la que es socia V. E. L." Enseguida llegó la paliza, que incluyó arañazos propinados por la chica y un puñetazo en la cara y patadas en el estómago dados por el chico. El ataque tuvo lugar entre dos estaciones del centro de la capital vizcaína, aproximadamente a las cuatro menos veinte de la tarde en un vagón repleto de gente.

Lo más llamativo del caso no es tanto la agresión en sí como el hecho de que se produjera en hora punta, con un montón de personas delante que no intervinieron en ningún momento en defensa de la agredida. Recordarán que hace un par de años un cretino -que por cierto, o mucho me equivoco o nunca llegó a ingresar en prisión ni siquiera preventiva- dio otra paliza salvaje a una muchacha inmigrante en el metro de Barcelona, ante la indiferencia del único pasajero que la presenció, que por cierto era de origen asimismo inmigrante. El caso de Bilbao es aún más repugnante dado que según cuenta el diario, el vagón iba tan repleto que era difícil abrirse paso en su interior. ¿De qué pasta está hecho pues ese centenar largo de borregos -en toda la extensión de la palabra: como sinónimo de alienados y también de rebaño-, incapaces no ya de defender a la atacada sino incluso de afear su conducta a los agresores?.

Éste es el verdadero peligro, el silencio de los corderos; su indiferencia cuando el machacado es otro. Recuerden Alemania en los años treinta. Porque al cabo el nazismo -y esa pareja bilbaína son dos nazis, aunque ellos probablemente aún no lo sepan-, no triunfó porque algunos miles de psicópatas se dedicaran a pasar a cuchillo a sus semejantes por ser judíos, izquierdistas, homosexuales o miembros de cualquier colectivo constituido en objetivo criminal del nazismo. Los verdaderos responsables de que eso llegara a suceder fueron los millones de ciudadanos que permanecieron pasivos cuando no indiferentes, y en todo caso contentos de no ser ellos las víctimas.

El drama vivido en el metro de Bilbao presagia algo mucho peor que el reverdecimiento de actitudes y mentalidades nazis: la existencia de un clima social que desde ya les garantiza impunidad en sus acciones. De seguir así, lo que vendrá después ya lo conocemos.

martes, 23 de noviembre de 2010

Hora de hablar claro sobre el Sáhara Occidental



A primeros de los años sesenta un servidor de ustedes era un crío, alumno de un inefable colegio de monjas. Un día las monjitas se empeñaron en montar una inenarrable propuesta escénica para edificación de nuestras tiernas almas y las más correosas de nuestros mayores (el mío era y es un barrio obrero). La pieza en cuestión era una especie de musical católico, un disparate que jamás debió llegar a un escenario aunque fuera éste el de un cine de barrio y por una sola representación. En la obrita salíamos un montón de arrapiezos vestidos de cruzados, casco y espada incluidos, y manifestábamos cantando (previamente grabados) nuestra intención de cristianizar cada uno la parte del mundo que le había tocado en el reparto previo. Así que cuando le llegaba el turno cada evangelizador salía de la fila dando un paso al frente y levantando la espada, clamaba el nombre de la región del planeta en la que pensaba derramar la palabra de Cristo. Cuando me llegó la vez avancé y gesticulé con los labios lo que tenía grabado: "¡Yo las tribus del Sahára!".

Lo del acento en la segunda "a" no es un error, era la forma de poder entonar siguiendo el ritmo de la música. El que venía detrás de mí lo tenía más fácil a la hora de acomodar su texto a la frase musical de fondo, aunque con la perspectiva que dan los años y visto cómo han evolucionado las cosas en la parte del mundo que le tocó, no le arriendo la ganancia: el mozo gritaba "¡Yo el África interior!".

Pero volvamos a mi "Sahára", o Sáhara Español como se decía entonces.

Años más tarde, aquel casi ignoto territorio volvió a cruzarse en mi camino en forma de amenaza guerrera. Para entonces las cosas de la religión empezaban a importarme poquito, y la cosa militar todavía menos. Así que hice todo lo posible para escaquearme del servicio militar, que por alguna extraña razón (en un momento en el que por cortesía del rey marroquí Hassan II había tiros a manta en aquella "provincia española", en los años previos a la salida de España del territorio), solía destinar a aquellos arenales a un buen número de catalanes. Logré mi objetivo, y fui declarado "inútil total para el servicio". Aún me estoy riendo de quienes siendo tan "útiles" que vivían del uniforme, hubieron de salir por piernas de la colonia cuando llegó la Marcha Verde.

Sobre lo que vino luego para el Sáhara, en 2006 escribí un post que desgraciadamente pienso sigue de plena actualidad. Lo recupero aquí, porque como está alojado en el archivo de la primera etapa de AVENTURA EN LA TIERRA no está indexado en Google y resulta un poco difícil de encontrar:


HORA DE EMPEZAR A HABLAR CLARO SOBRE EL SÁHARA OCCIDENTAL
domingo, 16 de julio de 2006.


Los recientes incidentes y manifestaciones en Marruecos y España promovidos por el Frente Polisario en los últimos días, han vuelto a poner de actualidad un conflicto que lleva enquistado casi 30 años. Un conflicto cuyas raíces y causas últimas cabe apuntarlas históricamente en el debe de la administración colonial española de algunas porciones de Africa, y sobre todo en el modo absurdo y precipitado en que se llevó a cabo el proceso de descolonización.

Fue la Conferencia de Berlín de 1884 quien repartió África entre las potencias europeas. España, potencia de tercera fila, recibió entre otras migajas un trozo de costa en el noroeste africano lindante con el desierto del Sáhara. Era un territorio inhóspito y desolado, carente de todo recurso natural y donde no existía ni una sola población estable: en esa costa y en su "hinterland" sólo residían temporalmente grupos de pastores nómadas, que iban y venían a su albur desde Marruecos hasta el río Níger. Esos clanes de nómadas carecían de cualquier estructura político-administrativa más allá de los consejos tribales de notables. Jamás hubo un Estado independiente en lo que hoy llamamos Sáhara Occidental.

El único interés que ofrecía ese territorio para la España colonial era su proximidad a las islas Canarias, y secundariamente, la posibilidad de establecer factorías pesqueras en la costa, lo que se hizo tras fundar los pueblos de El Aiún y Villa Cisneros (actual Dakla). La exploración del interior del territorio fue decepcionante; nada había allí desde el punto de vista de la explotación de recursos naturales que valiera la pena. De hecho, y hasta que la dictadura franquista relanzó la idea imperial española, ya en los años cuarenta del siglo XX, la colonia del Sáhara quedó prácticamente abandonada a su suerte. Sólo los dos pequeños puertos de la costa referidos tenían población fija y presencia permanente de la Administración colonial.

Posteriormente, ya a finales de los años cincuenta y tras la independencia de Marruecos, las colonias españolas en el norte de Africa se vieron sometidas a una fuerte presión inducida desde el nuevo Estado, que no excluyó los choques armados indirectos. Antes de eso el gobierno español había tenido que ceder el Rif y reconocer la independencia y unidad del Estado marroquí, inevitables desde que Francia decidiera retirarse de su sector. Luego, tras un breve pero sangriento conflicto bélico (cuya existencia siempre intentó ocultar el régimen franquista), España hubo de entregar al nuevo Estado todo Ifni y una franja de territorio al norte del Sáhara Occidental.

Pero Hassan II no se conformaba con las adquisiciones territoriales logradas a costa de la entonces débil España. Su proyecto de configurar un Gran Marruecos pasaba por reunir todos los territorios que, supuestamente, en un momento u otro habían formado parte del Estado marroquí medieval o habían sido tributarios suyos, lo cual significaba extender sus fronteras hasta la misma curva del Níger. La primera pieza a integrar en ese Marruecos redimensionado era la colonia entonces llamada Sáhara Español. En el juego estratégico subsiguiente, el régimen franquista convirtió política y administrativamente a sus colonias africanas en provincias, dotándolas así del mismo rango que los territorios peninsulares e insulares metropolitanos, y haciéndolas partícipes de la supuesta indivisibilidad de la Patria Española. Por otro lado, el régimen español acentuó su control sobre los notables saharauis y aceleró la "hispanización" de la colonia, si bien respetando las creencias religiosas de los nómadas.

El desarrollo de las industrias pesqueras y el hallazgo y explotación de ricas minas de fosfatos, revitalizaron el interés del Sáhara Español como colonia. Y también, lógicamente, el deseo marroquí por hacerse con su control. En los años setenta el régimen político español y su fundador entraron en total decrepitud. Marruecos aprovechó la coyuntura para forzar la máquina anexionista. Estudiantes universitarios saharauis crearon, en territorio marroquí y probablemente inducidos por los servicios secretos de Hassan II, la organización guerrillera Frente Polisario, cuya tarjeta de presentación fue una cadena de bombas en El Aiún. Con Franco en sus últimos meses, las autoridades coloniales se apresuraron a convocar a la Yemaá, pseudoparlamento integrado por los notables de los clanes, y a crear un partido-marioneta, el PUNS (Partido de Unión Nacional Saharaui), que primero actuó como portavoz indígena a favor de la permanencia colonial española en el Sáhara, y posteriormente se intentó que fuera el instrumento que posibilitara la transición a una independencia tutelada. En realidad, el PUNS no sirvió ni para una cosa ni para la otra, y acabó disolviéndose sin más.

Tras algunos choques fronterizos, Marruecos, finalmente, pone al gobierno español contra las cuerdas organizando la llamada Marcha Verde, especie de invasión pacífica llevada a cabo por civiles que se adentraron en territorio de la colonia en medio de la expectación mundial. Inmediatamente EEUU llamó a capítulo a las partes, e impuso un acuerdo que zanjó la presencia colonial española en el Sáhara, repartiendo el territorio entre Marruecos y Mauritania (los mauritanos abandonaron enseguida su pequeña porción de la ex colonia, en cuanto se produjeron los primeros combates con el Polisario). Por causas nunca explicadas, el Frente Polisario no reconoció el acuerdo; la Yemaá y los jefes de clanes, por el contrario, se pusieron inmediatamente a las órdenes de Marruecos.

Oficiales coloniales españoles, incluidos mandos militares de alta graduación, a quienes el gobierno español había tomado el pelo prometiéndoles que España nunca dejaría el Sáhara (mientras negociaba con Marruecos el traspaso de la colonia), protestaron contra su salida forzosa del territorio entregando armas, municiones y equipamiento militar diverso al Frente Polisario. La ocupación militar marroquí se produjo apenas se retiraron las tropas españolas; inmediatamente se desencadenó un éxodo de saharauis hacia Argelia que casi vació el territorio, quedando abandonados incluso los núcleos poblacionales costeros.

La Argelia socialista del coronel Bumedian, vecina de Marruecos y de la ex colonia española, tenía muchas cuentas pendientes con el monarca marroquí, y los saharauis fueron un instrumento eficaz para intentar comenzar a ajustarlas. Los argelinos aprovecharon la circunstancia para presionar a Marruecos: no sólo acogieron a los refugiados en campamentos sino que les armaron y entrenaron militarmente, poniendo además a su disposición sus entonces amplios contactos internacionales.

Es así como un pequeño grupo de jóvenes activistas de clase alta se convirtió rápidamente en una guerrilla poderosa, popular entre su gente, bien organizada y mejor dotada. Nace el mito del Frente Polisario, en buena parte alimentado por la izquierda española y sostenido por el Estado argelino; un mito fundamentalmente mediático, que de siempre ha despertado simpatías y adhesiones tan epidérmicas como en general poco informadas. En el nivel institucional, sin embargo, la llegada del PSOE al poder en España y el inicio de la rebelión islamista en Argelia arrumbaron al armario del olvido la pretensión de crear un estado saharaui: sólo un vago apoyo de la ONU y la recomendación de convocar un referéndum de autodeterminación, han mantenido vivas internacionalmente las reivindicaciones del Polisario.

El juego estaba perdido para el Polisario desde el principio, pues Hassan II concibió la anexión del Sáhara como uno de los pilares básicos de su política de prestigio como potencia regional. Para entender la facilidad con que se llevó a cabo dicha anexión y su perduración en el tiempo, hay que tener en cuenta que desde el desembarco de Casablanca (1943), los norteamericanos consideran a Marruecos un aliado estratégico imprescindible en el norte de Africa al que hay que dar gusto en todo.

Una vez establecido el status quo actual, Marruecos lo reforzó con el traslado de decenas de miles de colonos marroquíes al nuevo territorio. Argelia, por su parte, absorbida por una terrible guerra civil, se ha ido desentendiendo progresivamente de los refugiados saharauis, a pesar de la permanencia en su territorio de los campamentos en que estos malviven.

El Polisario y los saharauis dejaron de estar de moda hace muchos años. Incapaces de derrotar militarmente a un Ejército numeroso y bien pertrechado cual es el marroquí, los polisarios andan inmersos en una larga travesía del desierto que lo mismo puede durar años que siglos.

Y sin embargo, en la primavera de 2005 han comenzado a menudear de nuevo los incidentes entre saharauis y marroquíes: apenas unos días después de que el Polisario amenazara con volver a la actividad armada, los estudiantes saharauis organizaron en varias universidades marroquíes una auténtica rebelión juvenil, duramente reprimida por la policía marroquí. Inmediatamente se organizaron en el sur de España manifestaciones de solidaridad, y en el El Aiún hubo enfrentamientos y detenciones de activistas.

¿Por qué se agitan de nuevo las aguas del conflicto del Sáhara, tras tantos años de silencio? Archivada definitivamente la iniciativa estadounidense conocida como "Plan Baker" –que en realidad apenas fue una excusa para ganar tiempo y seguir consolidando la presencia marroquí en el territorio-, el Polisario sabe que lo tiene todo en su contra. Si algún día llegara a llevarse a cabo el referéndum de autodeterminación del Sahara éste nunca podrá tener como base el censo colonial, pretensión de la guerrilla saharahui que resulta absurda por anacrónica: ya han pasado más de tres décadas desde su confección, y la dinámica demográfica natural y también la inducida lo han convertido en una pieza obsoleta.

Si el referéndum se celebrara con un censo actualizado, lo que parece lo más lógico, lo ganaría Marruecos con toda facilidad, pues la población actualmente residente en el territorio del antiguo Sáhara Español es ya de origen marroquí o saharaui mayoritariamente promarroquí. Sólo los residentes en los campamentos de Tinduf, en Argelia, se pronunciarían a favor de la independencia bajo un régimen político determinado por el Polisario; pero el peso numérico de esta gente en relación con los residentes en el territorio saharaui disminuye día a día, y además, a medida que pase el tiempo el Polisario irá perdiendo control sobre ellos.

Es por eso que el Polisario está intentando forzar la situación. Sin embargo, la organización saharaui carece ahora de valedores internacionales, y solo las simpatías difusas de una parte de la izquierda europea mediterránea no le llevarán muy lejos en sus aspiraciones.

El cansancio de los saharauis desplazados por tantos años de exilio y la paralela consolidación de la anexión marroquí, pueden acabar empujando al Polisario a reemprender la lucha armada como único modo de mantener la disciplina interna y a la vez llamar la atención internacional hacia su causa. Dada la desproporción de fuerzas militares entre ésta organización y el Estado marroquí, la tentación del terrorismo podría llegar a ser muy grande para el Polisario o para alguna escisión más radical.

Aunque el Polisario siempre se ha definido como un movimiento laico y en principio los saharauis no parecen contaminados por el fundamentalismo islámico, no es descartable que en un futuro más o menos próximo una parte de ellos acaben experimentando una evolución en cierto modo semejante a la sufrida por algunas capas de la población palestina. El terrorismo suele ser la única salida de quienes, desesperados, acaban llegando al convencimiento de que carecen de cualquier otra salida.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El triunfo de Ernest Lluch



Hoy hace justamente diez años, un bípedo con el cerebro intoxicado mató de dos disparos a Ernest Lluch, dirigente socialista y ex ministro de Sanidad del primer Gobierno de Felipe González. La hazaña resultó de fácil ejecución y ningún riesgo, ya que Lluch no llevaba escolta. El matarife no tuvo más que esperarle en el parquing de su casa y abatirlo a balazos apenas bajó solo de su automóvil.

Por cierto, quien facilitó la información a ETA (quién sino iban a firmar un crimen tan estúpido y cobarde) que activó el asesinato fue la hermana de cierto personaje público de origen vasco entonces con mucho poder en el FC Barcelona, entidad de cuya junta formaba parte Ernest Lluch; una indiscreción de ése personaje en presencia de su familiar acerca de la dirección donde residía Lluch, y la chivata dio el soplo que permitió cazarlo como a un animal.

Ernest Lluch molestaba a ETA por varias razones. Su trayectoria y pensamiento, siempre vinculados a la izquierda catalana y valenciana desde posturas que participaban del nacionalismo "periférico" (aunque catalán, de Vilassar de Mar, en los años setenta fue fundador del Partit Socialista del País Valencià, y luego del Partit Socialista de Catalunya-Congrés), le hacían una voz distinta a la de los socialistas "españolistas" en cuanto tenía que ver con los problemas del encaje de los diversos nacionalismos en el marco de la democracia española contemporánea. Singularmente, en sus últimos años se dedicó intensamente a buscar espacios de diálogo en el País Vasco, dando apoyo al grupo de socialistas vascos próximo a Odón Elorza y llegando a afiliarse a Elkarri, una plataforma que partiendo de posiciones inicialmente independentistas intentaba tender puentes de diálogo con otros sectores sociales. Así empezó a a viajar a Euskadi y a tomar parte en múltiples actividades. A quienes le avisaban de los riesgos que corría, Lluch respondía que confiaba en sus buenas relaciones e incluso lazos de amistad con antiguos miembros de la vieja guardia dirigente etarra que habían peleado contra el franquismo; ocurre que Lluch no midió el hecho de que esa gente ya no tenía poder alguno en ETA (hoy la mayoría están muertos, y los vivos en el Partido Socialista o apartados de todo), y que para las nuevas generaciones que habían llegado a liderar la organización él era un blanco como cualquier otro.

No tuve trato personal con Lluch, pero sí participé en el mayor error de su vida política, la llamada "Nueva Mayoría", un intento de desbancar al obiolismo (el sector nacionalista del PSC, que hasta el Congreso de Sitges copó la dirección del partido). Sorprendentemente, Lluch, que era un nacionalista catalán convencido, lideró el intento agrupando en torno suyo diferentes colectivos o "corrientes internas" del partido, entre ellas aquella en la que yo militaba entonces. Fracasado el movimiento, González hizo ministro a Lluch (la jugada obviamente, y como sabíamos todos, estaba inspirada por Madrid), y éste desapareció de Catalunya dejándonos tirados y a merced de la venganza de la consolidada dirección obiolista. Luego, como ministro Lluch no respondió a las expectativas creadas sobre su persona anque dejó un hito para el futuro cual fue la universalización de la atención sanitaria pública para todos los ciudadanos españoles por el mero hecho de serlo. A su regreso a Barcelona dejó la política activa al menos la de primera línea y se dedicó al trabajo intelectual, donde emprendió investigaciones que clarifican la acumulación de capital catalana del siglo XVIII (sobre la que se produjo la industrialización del siglo XIX) y sus sorprendentes orígenes, que contradicen los sobados lugares comunes sostenidos por el nacionalismo catalán en relación con las consecuencias reales que tuvo la desaparición del andamiaje jurídico, político y social austracista en Catalunya y su substitución por el Estado borbónico. Y es que Ernest Lluch era ante todo un economista apasionado por la historia de su país, la auténtica, no la ficcionada por quienes lo quisieran o no terminaron inspirando delirios como el que poseía al idiota que le disparó, probablemente sin saber siquiera a quien estaba matando.

Un millón de personas se manifestaron por las calles de Barcelona pocos días después del entierro de Ernest Lluch. Se reclamó allí diálogo para acabar con la vesania asesina. Lluch lo había intentado, y se lo pagaron a balazos. Pero seguramente hay que insistir. Él mismo lo dijo meses antes de que le mataran, durante una estremecedora intervención suya en un mitin en Donosti que pretendían boicotear a grito pelado los lameculos enviados por quienes a la postre acabarían matándole: "¡Gritad, gritad más fuerte! ¡gritad más! ¡gritad porque mientras gritáis no estáis matando!". Les decía Lluch a aquellos neandertales que usaran la palabra en vez de las pistolas, que sus aullidos de energúmenos resultaban más humanos que el ejercer de matarifes de semejantes; en definitiva, que insultarle a grito pelado era una manera de empezar a dialogar.

Visto lo que está ocurriendo últimamente con el mundo de ETA, parece que la tesis de Ernest Lluch era acertada. Los neandertales están comenzando a encontrar los rudimentos del lenguaje, así que pronto va a abrirse de nuevo y esperemos que definitivamente ese diálogo que Lluch reclamaba y que le costó la vida.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Soberanía por dinero



Una nueva oleada de ataques de terrorismo financiero contra la moneda europea se está produciendo en todo el mundo, seis meses después de la crisis de mayo. De nuevo los llamados "mercados financieros", es decir la Santa Alianza entre los especuladores financieros de Wall Street, los capitales en blanqueo del narcotráfico mundial y la Reserva Federal norteamericana, capitaneados por delincuentes internacionales como George Soros, están atacando de modo mancomunado la moneda única europea.

La nueva ofensiva se inició cuando el cambio oficial se acercaba de nuevo a 1'5 dólares por 1 euro. Inmediatamente el Gobierno norteamericano se ha puesto a darle a la maquinita de fabricar dólares como un poseso: En una primera fase han lanzado al mercado 600.000 millones de dólares, a los que en los próximos meses seguirán 300.000 más. De modo sincrónico, sus esbirros en el sistema político/económico europeo -que los tienen, y a sueldo obviamente- han comenzado a clamar acerca de la necesidad de devaluar el euro para ganar "competitividad" en las exportaciones, e incluso algún ministro ha llegado a proponer la salida de su país de la moneda única, como acaba de hacer el ministro de Hacienda de Portugal. Afuera y con la escopeta bien cargada, están esperando los cazadores para abatir de uno en uno a los conejos que abandonen la moneda única europea.

El ataque se canaliza otra vez mediante la presión sobre los países más débiles del sistema financiero europeo, usando la deuda pública como excusa e instrumento. En una primera etapa se están destruyendo por volatilización las economías de Grecia, Portugal e Irlanda, luego vendrán las de España e Italia. El caso de Grecia es especialmente escandaloso, y denota la falta de escrúpulos de la Santa Alianza: ahora que el país comenzaba a levantar cabeza luego de la durísima intervención a la que fue sometido antes del verano, una cadena de bombas dirigidas precisamente contra las representaciones de sus socios/acreedores de la Unión Europea justo antes de celebrar elecciones generales, pretendía desastabilizar de nuevo el país y crear las condiciones que provocaran su hundimiento económico y social. Han fracasado... parcialmente.

En segunda fase ha venido la voladura de Irlanda, un país que hace una década fue seducido precisamente por la filosofía financiera anglosajona de la "nueva economía" patrocinada por los mercados -el Casino Bolsa Mundial- más ortodoxa. La acumulación de capital gracias al "dinero fácil" (e irreal, pues solo existía en los paneles electrónicos de las Bolsas), no requería de la existencia de una economía productiva real, de la que Irlanda carecía y cuya construcción cuesta décadas de esfuerzos (que se lo pregunten a los alemanes)); así, el llamado "tigre celta" fió todo a la especulación financiera. Los sucesivos gobiernos irlandeses, enganchados a la droga dura del neoliberalismo a ultranza, tuvieron el atrevimiento y la desfachatez de avalar inversiones realizadas por fondos privados de alto riesgo, garantizando con fondos públicos su rentabilidad. Al reventarse el globo el Estado irlandés se ha encontrado conque debe pagar una factura que supera sus recursos disponibles, lo que le lleva indefectiblemente a la ruina de modo parecido al desplome sufrido por Islandia, que meses atrás atrapó a tantos pequeños y medianos inversores/especuladores británicos seducidos por el "capitalismo popular"(la posibilidad de hacer crecer artificialmente y de manera exponencial sus beneficios a partir de inversiones efectuadas con ahorros más o menos reducidos).

Por lo demás, Alemania, la locomotora de Europa, está recibiendo ahora todas las pedradas mediáticas de estos canallas, precisamente por su defensa casi en solitario no ya de la moneda única sino de lo que hay detrás, el proyecto de construcción de la unidad europea. Se critica a los alemanes por tomar las riendas de la situación, y también por haber anunciado que no van a seguir pagando por la cara el gasto de "experiencias" como la irlandesa. La Unión depende por completo de la energía que de momento pone Alemania en su defensa. Pero se necesitan instrumentos colectivos para defenderla, y políticas únicas que permitan manejarlos de modo eficaz. De todos modos, algún día tendremos que darles las gracias a los alemanes por su comportamiento.

El economista Juan Ignacio Crespo anunciaba hace unos días de viva voz en Cuatro y luego en un artículo en El País que de aquí a cinco o seis años vamos a disponer de una Hacienda única europea, único modo de hacer frente a estos terremotos provocados desde el interés de los especuladores y el acoso político. Esa Hacienda europea deberá defender el espacio económico conjunto (y dar respuestas contundentes a los ataques, añadiría yo). Crespo tiene claro tanto la inevitabilidad de ése organismo, del que se han comenzado a poner las bases precisamente a raíz de los ataques de esta primavera, como de que su viabilidad y eficacia dependen de que los Gobiernos europeos dejen de lado moñerías nacionalistas y acepten una centralización fuerte de la toma de decisiones: él lo llama "soberanía por dinero", en frase feliz que sintetiza lo que hay en juego.

Si por el contrario nos encastillamos en nuestros intereses nacionales o pretendemos salvarnos cada cual por su cuenta, acabarán con nosotros antes de que finalice la presente década. Europa volvería a ser un espacio fragmentado y en pugna interna permanente, débil y sin capacidad siquiera de influir sobre las decisiones que la atañen. Esa es en definitiva, la apuesta que mantiene el Imperio Anglosajón de ambos lados del Atlántico desde hace al menos dos siglos.

martes, 16 de noviembre de 2010

Con Berlanga desaparece el mejor cine español


El fallecimiento de Luis García Berlanga, o Luis Berlanga, como era más conocido, deja al cine español sin el que acaso haya sido el más grande de sus directores. Berlanga es una leyenda viva de la pantalla desde hace sesenta años, aunque ya llevara una década sin dirigir. Sus últimos años los ha vivido bajo el doble impacto del Alzheimer y de la muerte de su hijo Carlos.

Mucho antes de esta etapa final triste y alejada de todo, Berlanga fue un valenciano creativo y chispeante que supo captar como nadie la esencia de aquella España sórdida y cateta, inmersa en el período más lóbrego de su historia. Aún así, a pesar de reflejar fidedignamente el ambiente social de la España sometida al franquismo, sus peliculas siempre alumbraban una sonrisa en el espectador y hacían penetrar un rayito de esperanza entre tanta desolación y miseria implacablemente retratadas por su magia.

Y es que el cine de Berlanga resulta demoledor y ácido, pero nunca agrio ni destemplado, ni mucho menos panfletario. Sus personajes son personas humildes, desgraciados en el más amplio sentido de la palabra, y están tratados con mucha ternura y hasta compasión; antihéroes inmersos en situaciones cotidianas pequeñas, en cuyo trasfondo está siempre presente la lucha por la supervivencia; seres enfrentados al hambre, el frío, las estrecheces en general y sobre todo, con la enorme tristeza que imperaba en aquella España terrible.

Claro que Berlanga jugaba con ventaja: en ese buen hacer cinematográfico contó siempre con la inestimable ayuda de Rafael Azcona, probablemente uno de los cuatro o cinco mejores guionistas del cine mundial de todos los tiempos. Los guiones de Azcona derrochaban humor, delicadeza, mala leche y capacidad de observación social casi a partes iguales, en un cóctel explosivo que recuerda al maestro de maestros, Willy Wilder, que como es sabido además de director genial fue un extraordinario guionista. Azcona y Berlanga trabajaron de modo tan compenetrado, que probablemente deberían haber firmado conjuntamente los guiones y la dirección de los filmes que fabricaron entre ambos.

La carrera de Berlanga se inició en los primeros años cincuenta. En esa época colaboró estrechamente con Juan Antonio Bardem, otro director mítico, del que aprendió los fundamentos del oficio. Es curioso que dos hombres de temperamento e ideas políticas tan distintos -Bardem era comunista acérrimo, y el Berlanga de entonces falangista, ex miembro de la División Azul-, congeniaran hasta el punto de codirigir algunas películas. La consagración le llegó a Berlanga muy pronto, en 1952, con "Bienvenido Mr. Marshall", una película que vista desde hoy no se entiende cómo pudo pasar intacta la censura, siendo como es una sátira tan feroz de aquella época. Bardem explicó hace unos años que ello se debió seguramente a la conjunción de tres factores: la adscripción política/social de Berlanga, que hacía intocables su persona y sus películas; la convicción de censores y críticos cinematográficos de que aquel film no era más que un juguete cómico; y el que en él quedara malparada la imagen de los norteamericanos, algo que agradaba a un régimen que aún no había perdonado a sus nuevos aliados la derrota de sus amigos nazis y fascistas. La fama de Berlanga, entonces un joven brillante, divertido y un poco gamberro pero dentro del sistema, debió acabar de convencer a las autoridades franquistas de que "Bienvenido Mr. Marshall" era un producto inofensivo. Luego vendrían "Plácido" (1961), "El verdugo" (1963), y ya en democracia, "La escopeta nacional" (1977), verdaderas obras maestras del cine universal, entre otros filmes rodados entre mediados de los cincuenta y finales de los setenta. En los años ochenta y noventa las películas de Berlanga pierden progresivamente frescura e interés, incluso llegan a ser repetitivas en cuanto a temas y situaciones; el talento creativo de Berlanga no se adaptó bien al comercialismo que comenzó a a dominar la industria cinematográfica española a partir precisamente del final del franquismo, ni a los cambios en el gusto del espectador medio.

Para siempre nos quedarán no obstante sus obras maestras, entre las que si hubiera de escoger una me inclino sin dudarlo un instante por "Plácido", esa descripción de una tarde de Navidad a la española de principios de los sesenta narrada en clave de humor negro negrísimo, con un pobre diablo al que le vence una letra del motocarro del que malvive su familia y un hermano que ha afanado una cesta navideña que debía haber entregado en una casa bienestante; el sueño de meterle el diente a un jamón serrano como epítome de una España con un hambre de siglos, ansiosa de "comer a la americana" como dice uno de los personajes, una España en la que en vez de la de Franco reinaba la filosofía de Carpanta, el personaje de historieta que vivía bajo un puente y deliraba con pollos asados volando alrededor de su cabeza.

Los personajes de "Plácido" no eran malos, eran pobres. Los malos de verdad eran los cabrones de ricos que, como en la vida misma, se acaban comiendo la cesta de Navidad.

La imagen que ilustra el post es un fotograma de "Plácido", de Luis Berlanga. Entre los actores puede reconocerse a José Luis López Vázquez, Manuel Alexandre, Cassen y otros rostros de la época.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Comienza la campaña de las elecciones catalanas


Esta mañana, recién llegado de pasar unos días en Berlín, pongo la radio mientras me afeito. Oigo las noticias sobre el arranque de la campaña de las elecciones autonómicas catalanas; les juro sobre la puerta de Brandenburgo que he estado a punto de salir corriendo hacia el aeropuerto para tomar el primer vuelo que me regresara a mi hotel a la vera de Check Point Charlie.

Les resumo el primer fin de semana de mitines. Juzguen ustedes mismos.

Dice el democristiano Duran Lleida que las mujeres catalanas paren poco y que así se nos está poniendo Catalunya, llena de hijos de mujeres inmigrantes. De seguir este ritmo "Catalunya podría desaparecer en unos años", asevera. Difícil enseñar más la patita de lobo reaccionario, sexista, xenófobo y natalista; el señor Duran Lleida, esa calva que brilla con luz propia en la derecha española, acaba de poner el listón muy alto.

Sigamos. Joan Puigcercós, portavoz de un partido que además de republicano (que parece ser que sí lo son) dice ser de izquierdas (lo que no se cree nadie que les conozca mínimamente), afirma por su parte que en Catalunya "cada empresario tiene instalado en su casa un inspector de Hacienda, en tanto Madrid es una fiesta fiscal y en Andalucía no paga ni Dios".

Se me ocurren dos reflexiones sobre esto. La primera, que ojalá fuera cierto eso de que cada uno de nuestros creativos y deslocalizadores empresarios catalanes (véase el textil, trasladado en peso a talleres semiclandestinos radicados en Marruecos) tuviera un inspector de Hacienda no corrompible pegado al culo: seguramente la bolsa de fraude fiscal sería de un tamaño considerablemente menor a la actual, y los empresarios catalanes dejarían de declarar ingresos anuales inferiores a los de sus asalariados, como sucede ahora.

La segunda es que el "progresista" señor Puigcercós ha perdido una magnífica ocasión de reafirmar su presunto izquierdismo, si hubiera señalado que buena parte de los males que aquejan Catalunya y España podrían tener solución a corto plazo si en vez de considerar como un agravio comparativo esa política de severidad en la inspección fiscal que dice existe en Catalunya, de la que reclama implícitamente su cese, propugnara extenderla con igual intensidad a esas zonas donde él denuncia es más laxa. Desgraciadamente parece claro que ése no es el interés del señor Puigcercós y de su ERC que con declaraciones como ésta van preparando el terreno para acercarse al empresariado catalán, lo que equivale a anunciar un futuro pacto con su "brazo armado", la CiU de la familia Pujol y su testaferro, el señor Artur Mas.

Un señor Mas por cierto, que pide ahora una mayoría absoluta para su partido, a fin de evitar situaciones de debilidad parlamentaria como la vivida por el Tripartito (debilidad generada en parte gracias al acoso permanente de la derecha catalanista a un Gobierno al que ha llegado a negarle legitimidad). Olvida el señor Mas que en tiempos de su patrono, Jordi Pujol, la consigna era que los Gobiernos de mayoría absoluta eran malos para la democracia. Claro que Pujol se refería a los Gobiernos socialistas de Felipe González, no a los que él mismo encabezó en Catalunya. Dos lenguajes y una sola moral acomodaticia.

Y en fin, los del PP montaron este fin de semana un aquelarre de la extrema derecha "nazional" en el Salón del Tinell de Barcelona, el mismo lugar donde el primer Tripartito selló su pacto de Gobierno por Catalunya que entre otras medidas, abogaba por el aislamiento político efectivo del partido del franquismo postmoderno que encabeza el señor Rajoy. En un claro acto de revancha se reunieron en ese mismo escenario capitostes del PP de Galicia, del País Vasco y de Catalunya para celebrar que el Tripartito catalán va a finalizar dentro de poco y que ellos siguen existiendo políticamente en estos tres territorios. Como se ve, el PP es un partido lleno de propuestas positivas y de futuro.

No consta que la banda dirigente derechista brindara por su cuestionable éxito con cava catalán, ya saben que el PP alienta más o menos subterráneamente el boicot a los productos catalanes. En todo caso, seguro que acabaron celebrando y no precisamente con agua el que Emilio Botín, el propietario del Banco de Santander, haya nombrado presidente de Banesto en substitución nada menos que de su propia hija al papá de Basagoiti, el mandamás del PP en el País Vasco y una de las estrellas de la reunión derechista en el Tinell. Así son de verdaderamente "populares" esta chusma.

En cuanto a las izquierdas, pues lo de siempre. Por ahí van los rosa-verdes de Iniciativa per Catalunya con ese chico, Joan Herrera, que cada día tiene más cara de curita progre pasmado y tontorrón, profiriendo pseudoecologismos de Teletubbie; pensar que esta gente se dicen sucesores del viejo PSUC...

Y en fin, en lo que respecta a los socialistas lo mejor de su campaña es que no están haciendo campaña, al menos que se note. Eso sí, al pobre presidente Montilla lo sacan a pasear por las ciudades del antiguo cinturón industrial de Barcelona como a un remedo del Mudito, el enanito de Blancanieves, mientras del brazo le han colgado como un peso muerto a Corbacho, ese inenarrable ex ministro de Trabajo de Zapatero que sigue exigiendo que los emigrantes "sean contratados en origen" como modo de impedir su llegada, olvidando que si hubieran hecho lo mismo con él en los años sesenta aún estaría destripando terrones en la finca de algún señorito en su Extremadura natal.

Con estos mimbres se hace día a día la política catalana, y este es el personal al que se nos pide que votemos el día 28 de noviembre. Luego los analistas se romperán la cabeza buscando las causas de la abstención.

En la fotografía que ilustra el post, una "ocurrencia" electoral de la JSC, la organización juvenil del PSC, que presenta su candidato, José Montilla, como "el increíble hombre normal", intentando compensar por la vía de un extraño sentido del humor las críticas en relación a la cortedad de luces y escasa preparación del actual presidente de la Generalitat de Catalunya.

martes, 9 de noviembre de 2010

El almirante Massera ya está en casa


Ha muerto el almirante Massera. A los más jóvenes de mis lectores ese nombre no les dirá nada, a no ser que sean argentinos o personas de una cultura política y general muy por encima de la media de su edad. Para los demás decir Massera es mentar al asesino vesánico por antonomasia, al remedo latinoamericano más próximo a Himmler, un orate bruto carente eso sí de los buenos modales y el autocontrol personal del nazi alemán.

Massera fue el más criminal entre los criminales de una organización, el Ejército argentino, que lleva muchos años pariendo y "formando" asesinos sin parangón en cuanto a su brutalidad, falta de conciencia y cinismo autojustificativo. En los años setenta el almirante Massera formó parte de la Primera Junta militar argentina, al lado de un asesino triste como Videla, especie de cantante de tangos metido a carnicero de seres humanos, y del aviador Agosti, un ser gris y sin relieve ni siquiera como delincuente. Massera por el contrario era una bestia pletórica de energía para el Mal con mayúscula. Suya es la invención del Cronograma, intento de instaurar una Solución Final a la argentina que ordenaba y desarrollaba las diferentes "tareas" autoimpuestas por la Junta en orden al exterminio de toda oposición de izquierdas; suya es la frase famosa "primero mataremos a los subversivos, después a los neutrales y por último acabaremos con los tibios de nuestro bando"; suyo es el diseño de los Vuelos de la Muerte, en los que se arrojaba al mar desde aviones militares Hércules a presos vivos; él fue en fin el creador y responsable del funcionamiento del "chupadero" (lugar de desaparición de detenidos) instalado en la Escuela de Mecánica de la Armada, la siniestra ESMA, en la que fueron asesinados miles de detenidos sin que se sepa qué se hizo luego con sus cuerpos. Además de asesino Massera era un ladrón compulsivo: hizo asesinar a un alto dirigente empresarial argentino para luego quedarse con su mujer y su vivienda. Y en el colmo de la abyección moral, él y sus compinches llegaron a secuestrar a miles de recién nacidos hijos de sus víctimas para repartirlos luego entre prohombres adictos al régimen.

Este es el individuo que falleció ayer, a los ochenta y cuatro años. Dicen que padecía demencia senil, además de otras enfermedades mentales que permiten calificarlo como loco en el sentido popular del término. Carece de importancia saber si ya era un loco en los inicios de su irresistible carrera como represor, o si fue en el transcurso de ésta cuando devino un demente sediento de sangre y de maldad. En todo caso, de existir el Infierno, a estas horas Satanás ya conoce la respuesta.

En cualquier caso, desde ayer Argentina y el mundo en general son lugares un poco más libres y limpios, aunque siga existiendo el Ejército argentino.

En la imagen que ilustra el post, arrestos en la calle durante la última dictadura militar argentina (años 70 del pasado siglo).