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martes, 23 de noviembre de 2010

Hora de hablar claro sobre el Sáhara Occidental



A primeros de los años sesenta un servidor de ustedes era un crío, alumno de un inefable colegio de monjas. Un día las monjitas se empeñaron en montar una inenarrable propuesta escénica para edificación de nuestras tiernas almas y las más correosas de nuestros mayores (el mío era y es un barrio obrero). La pieza en cuestión era una especie de musical católico, un disparate que jamás debió llegar a un escenario aunque fuera éste el de un cine de barrio y por una sola representación. En la obrita salíamos un montón de arrapiezos vestidos de cruzados, casco y espada incluidos, y manifestábamos cantando (previamente grabados) nuestra intención de cristianizar cada uno la parte del mundo que le había tocado en el reparto previo. Así que cuando le llegaba el turno cada evangelizador salía de la fila dando un paso al frente y levantando la espada, clamaba el nombre de la región del planeta en la que pensaba derramar la palabra de Cristo. Cuando me llegó la vez avancé y gesticulé con los labios lo que tenía grabado: "¡Yo las tribus del Sahára!".

Lo del acento en la segunda "a" no es un error, era la forma de poder entonar siguiendo el ritmo de la música. El que venía detrás de mí lo tenía más fácil a la hora de acomodar su texto a la frase musical de fondo, aunque con la perspectiva que dan los años y visto cómo han evolucionado las cosas en la parte del mundo que le tocó, no le arriendo la ganancia: el mozo gritaba "¡Yo el África interior!".

Pero volvamos a mi "Sahára", o Sáhara Español como se decía entonces.

Años más tarde, aquel casi ignoto territorio volvió a cruzarse en mi camino en forma de amenaza guerrera. Para entonces las cosas de la religión empezaban a importarme poquito, y la cosa militar todavía menos. Así que hice todo lo posible para escaquearme del servicio militar, que por alguna extraña razón (en un momento en el que por cortesía del rey marroquí Hassan II había tiros a manta en aquella "provincia española", en los años previos a la salida de España del territorio), solía destinar a aquellos arenales a un buen número de catalanes. Logré mi objetivo, y fui declarado "inútil total para el servicio". Aún me estoy riendo de quienes siendo tan "útiles" que vivían del uniforme, hubieron de salir por piernas de la colonia cuando llegó la Marcha Verde.

Sobre lo que vino luego para el Sáhara, en 2006 escribí un post que desgraciadamente pienso sigue de plena actualidad. Lo recupero aquí, porque como está alojado en el archivo de la primera etapa de AVENTURA EN LA TIERRA no está indexado en Google y resulta un poco difícil de encontrar:


HORA DE EMPEZAR A HABLAR CLARO SOBRE EL SÁHARA OCCIDENTAL
domingo, 16 de julio de 2006.


Los recientes incidentes y manifestaciones en Marruecos y España promovidos por el Frente Polisario en los últimos días, han vuelto a poner de actualidad un conflicto que lleva enquistado casi 30 años. Un conflicto cuyas raíces y causas últimas cabe apuntarlas históricamente en el debe de la administración colonial española de algunas porciones de Africa, y sobre todo en el modo absurdo y precipitado en que se llevó a cabo el proceso de descolonización.

Fue la Conferencia de Berlín de 1884 quien repartió África entre las potencias europeas. España, potencia de tercera fila, recibió entre otras migajas un trozo de costa en el noroeste africano lindante con el desierto del Sáhara. Era un territorio inhóspito y desolado, carente de todo recurso natural y donde no existía ni una sola población estable: en esa costa y en su "hinterland" sólo residían temporalmente grupos de pastores nómadas, que iban y venían a su albur desde Marruecos hasta el río Níger. Esos clanes de nómadas carecían de cualquier estructura político-administrativa más allá de los consejos tribales de notables. Jamás hubo un Estado independiente en lo que hoy llamamos Sáhara Occidental.

El único interés que ofrecía ese territorio para la España colonial era su proximidad a las islas Canarias, y secundariamente, la posibilidad de establecer factorías pesqueras en la costa, lo que se hizo tras fundar los pueblos de El Aiún y Villa Cisneros (actual Dakla). La exploración del interior del territorio fue decepcionante; nada había allí desde el punto de vista de la explotación de recursos naturales que valiera la pena. De hecho, y hasta que la dictadura franquista relanzó la idea imperial española, ya en los años cuarenta del siglo XX, la colonia del Sáhara quedó prácticamente abandonada a su suerte. Sólo los dos pequeños puertos de la costa referidos tenían población fija y presencia permanente de la Administración colonial.

Posteriormente, ya a finales de los años cincuenta y tras la independencia de Marruecos, las colonias españolas en el norte de Africa se vieron sometidas a una fuerte presión inducida desde el nuevo Estado, que no excluyó los choques armados indirectos. Antes de eso el gobierno español había tenido que ceder el Rif y reconocer la independencia y unidad del Estado marroquí, inevitables desde que Francia decidiera retirarse de su sector. Luego, tras un breve pero sangriento conflicto bélico (cuya existencia siempre intentó ocultar el régimen franquista), España hubo de entregar al nuevo Estado todo Ifni y una franja de territorio al norte del Sáhara Occidental.

Pero Hassan II no se conformaba con las adquisiciones territoriales logradas a costa de la entonces débil España. Su proyecto de configurar un Gran Marruecos pasaba por reunir todos los territorios que, supuestamente, en un momento u otro habían formado parte del Estado marroquí medieval o habían sido tributarios suyos, lo cual significaba extender sus fronteras hasta la misma curva del Níger. La primera pieza a integrar en ese Marruecos redimensionado era la colonia entonces llamada Sáhara Español. En el juego estratégico subsiguiente, el régimen franquista convirtió política y administrativamente a sus colonias africanas en provincias, dotándolas así del mismo rango que los territorios peninsulares e insulares metropolitanos, y haciéndolas partícipes de la supuesta indivisibilidad de la Patria Española. Por otro lado, el régimen español acentuó su control sobre los notables saharauis y aceleró la "hispanización" de la colonia, si bien respetando las creencias religiosas de los nómadas.

El desarrollo de las industrias pesqueras y el hallazgo y explotación de ricas minas de fosfatos, revitalizaron el interés del Sáhara Español como colonia. Y también, lógicamente, el deseo marroquí por hacerse con su control. En los años setenta el régimen político español y su fundador entraron en total decrepitud. Marruecos aprovechó la coyuntura para forzar la máquina anexionista. Estudiantes universitarios saharauis crearon, en territorio marroquí y probablemente inducidos por los servicios secretos de Hassan II, la organización guerrillera Frente Polisario, cuya tarjeta de presentación fue una cadena de bombas en El Aiún. Con Franco en sus últimos meses, las autoridades coloniales se apresuraron a convocar a la Yemaá, pseudoparlamento integrado por los notables de los clanes, y a crear un partido-marioneta, el PUNS (Partido de Unión Nacional Saharaui), que primero actuó como portavoz indígena a favor de la permanencia colonial española en el Sáhara, y posteriormente se intentó que fuera el instrumento que posibilitara la transición a una independencia tutelada. En realidad, el PUNS no sirvió ni para una cosa ni para la otra, y acabó disolviéndose sin más.

Tras algunos choques fronterizos, Marruecos, finalmente, pone al gobierno español contra las cuerdas organizando la llamada Marcha Verde, especie de invasión pacífica llevada a cabo por civiles que se adentraron en territorio de la colonia en medio de la expectación mundial. Inmediatamente EEUU llamó a capítulo a las partes, e impuso un acuerdo que zanjó la presencia colonial española en el Sáhara, repartiendo el territorio entre Marruecos y Mauritania (los mauritanos abandonaron enseguida su pequeña porción de la ex colonia, en cuanto se produjeron los primeros combates con el Polisario). Por causas nunca explicadas, el Frente Polisario no reconoció el acuerdo; la Yemaá y los jefes de clanes, por el contrario, se pusieron inmediatamente a las órdenes de Marruecos.

Oficiales coloniales españoles, incluidos mandos militares de alta graduación, a quienes el gobierno español había tomado el pelo prometiéndoles que España nunca dejaría el Sáhara (mientras negociaba con Marruecos el traspaso de la colonia), protestaron contra su salida forzosa del territorio entregando armas, municiones y equipamiento militar diverso al Frente Polisario. La ocupación militar marroquí se produjo apenas se retiraron las tropas españolas; inmediatamente se desencadenó un éxodo de saharauis hacia Argelia que casi vació el territorio, quedando abandonados incluso los núcleos poblacionales costeros.

La Argelia socialista del coronel Bumedian, vecina de Marruecos y de la ex colonia española, tenía muchas cuentas pendientes con el monarca marroquí, y los saharauis fueron un instrumento eficaz para intentar comenzar a ajustarlas. Los argelinos aprovecharon la circunstancia para presionar a Marruecos: no sólo acogieron a los refugiados en campamentos sino que les armaron y entrenaron militarmente, poniendo además a su disposición sus entonces amplios contactos internacionales.

Es así como un pequeño grupo de jóvenes activistas de clase alta se convirtió rápidamente en una guerrilla poderosa, popular entre su gente, bien organizada y mejor dotada. Nace el mito del Frente Polisario, en buena parte alimentado por la izquierda española y sostenido por el Estado argelino; un mito fundamentalmente mediático, que de siempre ha despertado simpatías y adhesiones tan epidérmicas como en general poco informadas. En el nivel institucional, sin embargo, la llegada del PSOE al poder en España y el inicio de la rebelión islamista en Argelia arrumbaron al armario del olvido la pretensión de crear un estado saharaui: sólo un vago apoyo de la ONU y la recomendación de convocar un referéndum de autodeterminación, han mantenido vivas internacionalmente las reivindicaciones del Polisario.

El juego estaba perdido para el Polisario desde el principio, pues Hassan II concibió la anexión del Sáhara como uno de los pilares básicos de su política de prestigio como potencia regional. Para entender la facilidad con que se llevó a cabo dicha anexión y su perduración en el tiempo, hay que tener en cuenta que desde el desembarco de Casablanca (1943), los norteamericanos consideran a Marruecos un aliado estratégico imprescindible en el norte de Africa al que hay que dar gusto en todo.

Una vez establecido el status quo actual, Marruecos lo reforzó con el traslado de decenas de miles de colonos marroquíes al nuevo territorio. Argelia, por su parte, absorbida por una terrible guerra civil, se ha ido desentendiendo progresivamente de los refugiados saharauis, a pesar de la permanencia en su territorio de los campamentos en que estos malviven.

El Polisario y los saharauis dejaron de estar de moda hace muchos años. Incapaces de derrotar militarmente a un Ejército numeroso y bien pertrechado cual es el marroquí, los polisarios andan inmersos en una larga travesía del desierto que lo mismo puede durar años que siglos.

Y sin embargo, en la primavera de 2005 han comenzado a menudear de nuevo los incidentes entre saharauis y marroquíes: apenas unos días después de que el Polisario amenazara con volver a la actividad armada, los estudiantes saharauis organizaron en varias universidades marroquíes una auténtica rebelión juvenil, duramente reprimida por la policía marroquí. Inmediatamente se organizaron en el sur de España manifestaciones de solidaridad, y en el El Aiún hubo enfrentamientos y detenciones de activistas.

¿Por qué se agitan de nuevo las aguas del conflicto del Sáhara, tras tantos años de silencio? Archivada definitivamente la iniciativa estadounidense conocida como "Plan Baker" –que en realidad apenas fue una excusa para ganar tiempo y seguir consolidando la presencia marroquí en el territorio-, el Polisario sabe que lo tiene todo en su contra. Si algún día llegara a llevarse a cabo el referéndum de autodeterminación del Sahara éste nunca podrá tener como base el censo colonial, pretensión de la guerrilla saharahui que resulta absurda por anacrónica: ya han pasado más de tres décadas desde su confección, y la dinámica demográfica natural y también la inducida lo han convertido en una pieza obsoleta.

Si el referéndum se celebrara con un censo actualizado, lo que parece lo más lógico, lo ganaría Marruecos con toda facilidad, pues la población actualmente residente en el territorio del antiguo Sáhara Español es ya de origen marroquí o saharaui mayoritariamente promarroquí. Sólo los residentes en los campamentos de Tinduf, en Argelia, se pronunciarían a favor de la independencia bajo un régimen político determinado por el Polisario; pero el peso numérico de esta gente en relación con los residentes en el territorio saharaui disminuye día a día, y además, a medida que pase el tiempo el Polisario irá perdiendo control sobre ellos.

Es por eso que el Polisario está intentando forzar la situación. Sin embargo, la organización saharaui carece ahora de valedores internacionales, y solo las simpatías difusas de una parte de la izquierda europea mediterránea no le llevarán muy lejos en sus aspiraciones.

El cansancio de los saharauis desplazados por tantos años de exilio y la paralela consolidación de la anexión marroquí, pueden acabar empujando al Polisario a reemprender la lucha armada como único modo de mantener la disciplina interna y a la vez llamar la atención internacional hacia su causa. Dada la desproporción de fuerzas militares entre ésta organización y el Estado marroquí, la tentación del terrorismo podría llegar a ser muy grande para el Polisario o para alguna escisión más radical.

Aunque el Polisario siempre se ha definido como un movimiento laico y en principio los saharauis no parecen contaminados por el fundamentalismo islámico, no es descartable que en un futuro más o menos próximo una parte de ellos acaben experimentando una evolución en cierto modo semejante a la sufrida por algunas capas de la población palestina. El terrorismo suele ser la única salida de quienes, desesperados, acaban llegando al convencimiento de que carecen de cualquier otra salida.

martes, 24 de agosto de 2010

Del Sahel a Barcelona

La liberación de Albert Vilalta y Roque Pascual, los dos miembros de la ONG "Barcelona Solidària" secuestrados por una presenta rama magrebí de Al Qaeda, representa un triunfo de la diplomacia española y una apuesta decidida de un gobierno occidental por la negociación y la complejidad frente al recurso a la fuerza bruta, ensayado recientemente en un caso semejante por los franceses, con el resultado predecible: la muerte del secuestrado.

Dejaré de lado la presencia de ONG's como "Barcelona Solidària" en la zona del Sahel. Un servidor se asomó a esa parte de África hace unos años desde el entonces territorio seguro de Senegal, y lo que vio le dejó sin ganas de regresar; y ya digo que se trataba del norte de Senegal, nada que ver con las áreas tribales de Mauritania, Malí y Niger. Por lo demás quienes siguen este blog ya conocen mi opinión sobre las ONG's en general; el caso concreto de "Barcelona Solidària" no hace sino reforzar mi aprensión hacia esas organizaciones, sus fines y algunos personajes que las integran. Otro día les explicaré en detalle el por qué.

Yendo a lo que importa ahora, lo que más me ha llamado la atención en la resolución de este secuestro ha sido el clamoroso silencio con el que ha sido acogido por la prensa internacional. En Le Monde ayer, por ejemplo, la noticia se despachaba en apenas unas líneas escondidas en la sección de internacional. Está claro que en Francia deben andar algo resentidos porque el "método Zapatero" de chalanear haya resultado más eficaz que resucitar "Beau geste" y emprenderla a tiros con medio Sahel, pero aún así Sarkozy y la izquierda mediática francesa deberían ser más deportivos y reconocer que en este caso, y probablemente sin que sirva de precendente, el Gobierno español les ha pasado la mano por la cara. De los norteamericanos y su "Cruzada contra el terrorismo internacional", mejor ni hablar. La liberación pactada de los secuestrados es la peor noticia que podían recibir quienes comulgan con sus llamémosles principios, y no sólo en EEUU. Por ahí anda cierto Guerrero del Antifaz que aún no hace una semana se paseaba por la frontera de Melilla "con dos cojones", como le gritaron sus partidarios.

En realidad, más que a Zapatero y a "su" Soraya (Soraya Rodríguez, la Secretaria de Estado de Cooperación Internacional) el éxito hay que apuntárselo una vez más a Alfredo Pérez Rubalcaba, quien ha vuelto a ser el eficaz bombero moviendo los hilos y coordinando desde Madrid, y a los servicios secretos marroquíes (¡qué papelón estos días el del Partido Popular!), como daba a conocer hoy en el Telediario el mismo Rubalcaba. Añadan alguna muy discreta gestión de Gaddafi y tendrán el cañamazo sobre el que se ha tejido la libertad de Vilalta y Pascual. Con un añadido gratificante: los países de la zona saheliana han sido capaces de cooperar entre ellos, alternando la presión militar y la negociación política, para lograr que las bandas responsables del secuestro se avinieran a cobrar el rescate y dejar marchar a sus rehenes.

Porque en realidad, no se engañen: si todo este asunto ha terminado bien, como así ha sido por fortuna, se debe fundamentalmente a que a esos presuntos islamistas lo único que les interesaba era el dinero. Conseguido éste y la libertad de uno de sus cabecillas preso de los mauritanos, han soltado a los secuestrados sin más. ¿Al Qaeda del Magreb Islámico? puro invento de los servicios secretos magrebíes y occidentales. Vean el comunicado de los secuestradores enviado ayer a El País, un texto supuestamente redactado por islamistas furibundos, que en su torpeza y simplonería mueve a la risa; no hace falta ser experto en nada para tras su lectura, darse cuenta de que no es más que burdo maquillaje "político" redactado por un grupo de bandidos, probablemente touaregs, de los que llevan siglos asaltando viajeros y caravanas en esa área geográfica tan extensa como incontrolada, y que mediante él buscan un paraguas ideológico que les evite represalias.

Los de "Barcelona Solidària" han tenido mucha suerte. Más que nada, porque al sur de Argelia los únicos islamistas que hay hoy día son los que inventan los "expertos en terrorismo internacional" para manipular las opiniones públicas occidentales.

En la fotografía que ilustra el post, publicada por El Periódico de Catalunya a los pocos días de haber sido secuestrados, aparecen de izquierda a derecha Albert Vilalta, Alicia Gámez y Roque Pascual. La mujer sería liberada unas semanas más tarde.

domingo, 6 de junio de 2010

Continúa el acoso de la policía marroquí contra Zineb El Rhazoui


La semana pasada, la policía marroquí realizó un registro domiciliario en el piso de la joven periodista Zineb El Rhazoui. Luego la condujeron a comisaría en compañía de Alí Amar, otro periodista a quien hallaron en casa de Zineb.

La irrupción de una tropa formada por dos altos cargos policiales y 15 agentes en el domicilio de Zineb, se realizó por el acreditado sistema de la patada en la puerta. A partir de ahí, el registro policial se convirtió en una comedia bufa, de corte abiertamente surrealista. Para empezar, los policías intentaron convencer a los dos asaltados de que se dejaran tomar unas fotos tumbados en la cama, además de hurgar en la videoteca de Zineb por si atesoraba vídeos pornográficos. Fracasados los intentos de llevar el asunto por la vía del sexo culpable, los policías ensayaron la del atentado contra las honestas costumbres del islam, requisando dos botellas vacías de vino tinto que al parecer habían consumido Zineb y su colega, y una pastilla de baño efervescente marca Sephora que los avispados policías tomaron por un preservativo, otro elemento maldito para la moral religioso-policial marroquí (como ven, en materia de costumbres cavernarias en todas partes cuecen habas, no crean que la estupidez extrema se limita a los jerarcas de la Iglesia católica española). Para completar tan suculento botín, los brillantes investigadores requisaron el material periodístico de los dos jóvenes ,y se llevaron de paso un ordenador del que dicen tener una denuncia de haber sido robado por Alí Amar. En comisaría ambos periodistas fueron interrogados durante horas aunque sin sufrir violencia física, y finalmente fueron puestos en libertad con la condición de presentarse este sábado pasado en la prefectura de policía de Casablanca.

Los que ya tenemos algunos años y vivimos los tiempos de Franco y los inicios de la Transición, recordamos perfectamente esta clase de registros e interrogatorios en los que se mezclaba la política y las costumbres del interrogado, en un intento de desacreditarlo a la luz de las creencias sociales reaccionarias supuestamente compartidas por la mayoría de la población; cambien las botellas de vino confiscadas por cigarrillos de marihuana y mantengan el preservativo y los escritos subversivos, y ya tienen el decomiso clásico de un "brillante servicio" de la policía franquista en tiempos de la dictadura.

Lo divertido con todo, es la cara que deben poner los polis marroquíes ante el desparpajo de esta chavala.... Igual que sucedía en España en aquellos años cuando los esbirros de Franco atrapaban a algunas compañeras ¿recuerdan?. Y es que los tiempos cambian, pero las policías represivas permanecen idénticas a sí mismas en cualquier rincón del mundo.

lunes, 3 de mayo de 2010

Zineb El Rhazoui, periodista marroquí


Zineb El Rhazoui es una periodista veinteañera, muy activa en campañas en defensa de la libertad sexual, los derechos de las mujeres y la denuncia de la represión política en su país. Además, en su sitio en Facebook se proclama anarquista y atea. Ocurre que Zineb es marroquí y no, no vive en Francia o España sino en su Marruecos natal.

Cuando descubrí las cosas que escribe o de las que se hace eco esta chica, me quedé boquiabierto. No tanto porque se publiquen abiertamente en las redes sociales, sino porque los servicios represivos de su Majestad el Comendador de los Creyentes lo permitan. Ya saben que en Marruecos no cae una hoja de un árbol sin el previo conocimiento y autorización del monarca alauita, así que uno piensa que de algún modo a Zineb y sus voluntariosos amigos y amigas marroquíes les están dejando hacer hasta el día que el pulgar del hijo de Hassan II señale hacia el suelo. Me barrunto pues que en el futuro habrá que organizar alguna campaña en solidaridad con esta chica y sus camaradas.

De momento el mejor apoyo que se le puede brindar es leerla y dejarle mensajes de ánimo. La presencia de extranjeros en los sitios que mantienen en Internet periodistas como Zineb es la mejor garantía de la continuidad de su trabajo y para su propia seguridad personal. Así que desde aquí les exhorto a seguirla en sus escritos y a prestarle su cariño, y si llegara el caso todo el apoyo posible; uno, que como ya sabrán es pesimista gramsciano, piensa que Zineb terminará necesitándolo en un futuro no muy lejano.

En la fotografía y de izquierda a derecha, Zineb, una compañera y una fotógrafa de "Le Monde" manifestándose en Casablanca.