De modo mayoritario aunque ajustado, Venezuela dijo "No" al referéndum-plebiscito convocado por Chávez. La "reforma constitucional" propuesta, de haberse aprobado, representaba un cheque en blanco al chavismo, al que confería poder absoluto para su Presidente de la república/jefe de gobierno durante tiempo indefinido; en vez de "todo el poder para los soviets", todo el poder para el gorila (militar golpista, en argot latinoamericano). Ni Lenin aspiró a tanto. Es a eso a lo que han dicho "no" incluso sectores chavistas.
El error de Chávez fue no medir bien la correlación de fuerzas, y plantear el dichoso referéndum como un plebiscito sobre su persona; ni siquiera sobre su cargo, sino directamente sobre sí mismo. Claro que si fuera capaz de hacer cosas así, Chávez no sería Chávez; por tanto, es lo que tocaba, que el mismo se pusiera el lazo al cuello.
Otro dato interesante es el de la abstención: el 44% de los venezolanos no fue a votar. Se calcula ya que 3 millones de chavistas decidieron abstenerse esta vez.
Al chavismo hace tiempo que han comenzado a abandonarle por la izquierda y por la derecha. Por la izquierda, se le van los sectores populares desencantados con la corrupción y la arrogancia de los nuevos mandamases "bolivarianos". Por la derecha le abandonan aquellos que precisamente crearon a Chávez, gentes como Teodoro Petkoff y Douglas Bravo, es decir, los epígonos de la burguesía ascendente, la "boliburguesía".
Hasta ahora la suerte de Chávez era que frente a él no había nada organizado que valiera la pena, pues la llamada "oposición" no era más que los pedazos mal soldados de la vieja oligarquía venezolana. Pero ahora se le enfrentan a él y su tinglado precisamente una parte de esos burgueses de nuevo cuño que han creado el chavismo, y también una creciente masa de descontentos con esa "revolución socialista" de pacotilla. Esto es así, y no puede negarse; nadie en su sano juicio puede pretender ahora que la mitad del pueblo venezolano son unos traidores a su patria y unos vendidos al imperialismo yanqui y a la monarquía española.
Chávez perdió en las urnas, pero eso tiene poca importancia por el momento. Lo que se ha cuestionado en Venezuela es algo mucho más importante que la continuidad o no del gorila paracaidista en el palacio de Miraflores: a lo que se ha dicho "No" allá de modo mayoritario es al nuevo proyecto de dominación social en América Latina, eso que se ha dado en llamar chavismo: una extraña mezcolanza de populismo social, aventurerismo político, militarismo atroz y mesianismo religioso; un cóctel teñido de xenofobia y fundamentalismo, que se dice de izquierdas pero que en realidad no difiere tanto ni en sus fundamentos ideológicos ni en su praxis política del régimen creado por Mussolini. Lo del domingo fue simplemente el principio del fin de todo eso.
De aquí a no demasiado tiempo empezarán los movimientos para alcanzar un pacto entre la vieja oligarquía venezolana y la nueva boliburguesía. El precio, obviamente, será la cabeza de Chávez y el fin del chavismo como proyecto de "exportación". Puede tardar más o menos, pueden pasar incluso algunos años; en todo caso, el referéndum del domingo marca el inicio del fin de Chávez y del chavismo.
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