Si hay un político que personifica en España al trepa en estado puro, ése es José Bono.
Después de haber asegurado hace escasamente un año y poco que dejaba la política porque ése era "el regalo de Reyes que me pidió mi hija" (cuando Zapatero lo largó del ministerio de Defensa), ahora retorna impávido a la política profesional luego de haber conseguido atar para sí el cargo de presidente del Congreso si el PSOE gana las elecciones generales de marzo.
No contento con airear ante los medios los términos de su acuerdo con Zapatero, el señor Bono acaba de descolgarse anunciando que el actual presidente del gobierno no optará a un tercer mandato ocurra lo que ocurra en marzo próximo. El mensaje nada subliminal que acaba de lanzar Bono es que acaba de abrirse la carrera por la sucesión de Zapatero, y que él está colocado en primera línea y bendecido por el líder del PSOE.
Nada más lejos de la realidad. Zapatero aborrece a Bono, su ambición sin límites y su proceder tortuoso. Lo soporta porque le necesita en Castilla-La Mancha, donde el PSOE es una finca particular del ex ministro. Por lo demás, estas últimas declaraciones del politicastro manchego sólo han servido al parecer para "exasperar" al presidente y a su entorno en contra suya.
De todos modos, y si algo no se tuerce antes, el sucesor de Zapatero será en realidad sucesora: María Teresa Fernández de la Vega. El chusquero político manchego ya puede ensayar todas las fintas que le plazcan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario