Según una información aparecida hoy domingo en El País, la mitad de los empresarios defrauda o justifica el defraudar a Hacienda. O sea, que 1 de cada 2 de nuestros "emprendedores" -que es la forma actual políticamente correcta de llamar a los empresarios- es un chorizo de tomo y lomo, que no contento con apropiarse de las plusvalías que generan sus asalariados le roba cuanto puede al conjunto de la comunidad.
La cosa se ha conocido a partir de una encuesta del ministerio de Economía, según la cual "el 46% de las empresas justifica el fraude fiscal". Son datos del Barómetro Fiscal 2006 realizado por el Instituto de Estudios Fiscales (IEF) del ministerio de Economía y Hacienda.
Según esa información, "la mayor parte de los empresarios ve con buenos ojos este tipo de prácticas cuando éstas se derivan de una situación personal crítica y sirven para "salir adelante".(...) Este colectivo considera el engaño algo "consensual" ya que, en su opinión, todos los contribuyentes lo realizan para conseguir un "cierto equilibrio".
Dado que no parece que la mitad de las empresas españolas estén en crisis y hayan de recurrir a triquiñuelas para sobrevivir -más bien todo lo contrario: sus beneficios no paran de crecer geométricamente, al contrario que los salarios-, la conclusión inevitable es que tenemos una "clase empresarial" integrada al menos en su mitad por verdaderos delincuentes, incluso si se observa el tema desde la manga ancha que en estos asuntos se estila en las "economías de mercado".
Junto a los empresarios, los trabajadores autónomos y los profesionales liberales practican asimismo la evasión fiscal con toda tranquilidad, ya que su control por parte de la Administración es mínimo. En cambio los asalariados, al cobrar por nómina y estar estrictamente controlados, carecen de resquicios a través de los cuales defraudar si fuera su voluntad hacerlo. Es obvio, por tanto que no todos los contribuyentes pueden evadir impuestos, y que los evasores coinciden precisamente con quienes mayores ingresos obtienen: los dueños del capital.
En fin, es sabido que este es el único país del mundo que en cada campaña de la renta arroja sistemáticamente un resultado extraordinario y único en el panorama fiscal mundial: el promedio de ingresos anual declarado por los empresarios es siempre inferior al promedio declarado por los asalariados.
O sea que además de ser unos chorizos, se ríen de nosotros.
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