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miércoles, 1 de abril de 2009

Así no, Patxi


El acuerdo de "Gran Coalición" entre el PSOE y el PP para el País Vasco tiene muchos defectos y una sola virtud: acabar con la incertidumbre política que lleva dominando la política vasca de los últimos años. Por cuanto tiempo gracias a él se va a mantener Patxi López gobernando es otra cuestión, muy distinta. Y el coste neto que tendrá para los socialistas tanto en Euskadi como en toda España, algo que comenzará a medirse en las europeas de junio.

El pacto PSOE-PP tiene dos grandes triunfadores y un solo derrotado. Los que seguramente no caben hoy en sí de satisfacción son todo el PP y los más duros de ETA; así se las ponían a Fernando VII. Los primeros, porque consiguen penetrar en la fortaleza vasca, aunque sea por la puerta trasera del "apoyo parlamentario" a un gobierno de sus enemigos naturales; los segundos, porque el clima de desconcierto que se está generando en el derrocado nacionalismo vasco gobernante y la previsible radicalización de la vida social y política vasca, constituyen para ellos un verdadero regalo de los dioses. El que ha perdido hasta las cejas en el envite es Ibarretxe, y secundariamente su padrino político, Xabier Arzalluz. Para el PNV comienza ahora un tiempo muy difícil.

Realmente, la derecha nacionalista vasca necesita desde hace tiempo una larga pasada por la oposición, tal como hace años recomendaba Arzalluz a los socialistas españoles. Demasiados años de poder, demasiada corrupción, demasiado cansancio en las bases...hacen que el PNV sea hoy una especie de enorme elefante que camina dando traspiés y amenaza con caer cuan largo es. Sería un peligro que se derrumbara definitivamente, porque aún le quedan muchos servicios que rendir a su causa y sobre todo, a Euskadi. Algún día deberá activarse esa síntesis entre los proyectos de país del PSE y del PNV, única base sobre la que podrá construirse una Euskal Herria en paz y libertad y en la que cualquier tipo de organización políticojurídica -cualquiera, sí-, decidida de forma democrática y consensuada por los vascos sea posible. De momento, parece que la cosa va para largo.

Vista la aritmética parlamentaria vasca del momento y atendiendo a los intereses reales, que son obviamente los de clase, el gobierno lógico a corto y medio plazo sería una coalición de las derechas nacionalista y española. Ocurre que las representaciones políticas de ambas andan a la greña desde siempre, por cuestiones ideológicas que atañen a los mitos superestructurales mediante los cuales cada una de ellas moviliza a su respectivo electorado. Al ser imposible el repetir la mayoría nacionalista que venía gobernando hasta ahora, el PSE ha percibido su oportunidad de asaltar los cielos de la política vasca; ocurre que la compañía impuesta por los resultados de las últimas elecciones autonómicas, es más un pesado lastre de cara al futuro que una ayuda para gobernar y sobre todo, para construir un proyecto alternativo al de la derecha nacionalista vasca. El PP es un bloque de cemento en los pies del futuro lehendakari socialista.

El error de Patxi López no es sacar a los nacionalistas vascos del gobierno, sino convertir en una opción políticamente respetable al PP vasco. Probablemente los estrategas del PSE piensen que una vez el PNV se haya deshecho de Ibarretxe y girado políticamente hacia el autonomismo, será fácil pactar con ellos manteniéndolos en una posición subordinada y enviar al PP vasco a las cuevas de las que nunca debieron sacarle. Ocurre sin embargo con el PP aquello que se decía de los militares españoles en el siglo XIX: que era muy fácil sacarlos de los cuarteles pero muy difícil hacerlos volver a a ellos.

Gobernar en esas condiciones será sumamente difícil. Máxime cuando los socialistas habrán de contar como presuntos aliados con personajes como la flamante presidenta in pectore del Parlamento vasco, una pija reaccionaria simpatizante del Opus Dei que hace tres días declaraba en un diario español que "yo nunca utilizaría el preservativo". Estas cosas ponen de los nervios al elector socialista y al militante de base.

Al final, lo único bueno del pacto contranatura en el País Vasco es el estado de desquiciamiento total al que ha llevado al fatxerío de txapela y cóctel molotov verbal. La verdad es que aunque resulte gratificante verlos así, no creo que justifique por si solo tamaño enjuague.
La fotografía corresponde a una de las imnumerables manifestaciones organizadas por el PP en Madrid para atacar al gobierno de Zapatero. Véase la pancarta que porta el manifestante situado detrás de Aznar, en la que se responsabiliza conjuntamente de los atentados del 11-M a ETA, al presidente Zapatero y al PSOE, según una de las consignas más jaleadas en esas concentraciones de la derecha española.

domingo, 4 de enero de 2009

Por fin, el derecho a decidir


El lehendakari vasco, Juan José Ibarretxe, ha convocado las próximas elecciones autonómicas vascas para el día 1 de marzo, avanzando la conclusión de una legislatura que, en realidad, hace muchos meses que caducó.

Así que luego de tanto aludir Ibarretxe por activa y por pasiva al famoso "derecho de los vascos a decidir", éstos van a tener en breve la oportunidad de ejercerlo de nuevo, algo que por lo demás vienen haciendo cada cuatro años desde 1980 en lo que concierne a la elección del parlamento de su comunidad, del que sale el gobierno que desde hace casi 30 años forma precisamente el Partido Nacionalista Vasco (PNV). En resumen, los vascos van a decidir ahora si un lehendakari cuyos órdagos han fracasado dos veces en Madrid y sobrevive políticamente aislado y ninguneado por su propio partido, puede seguir pariendo "iniciativas"que no llevan a ningún sitio.

Del grado de desconexión de Ibarretxe con la realidad que le rodea da cuenta una anécdota sangrante. Hace algunos años, ante la cama de hospital en la que yacía el antiguo miembro del Gobierno vasco José Ramón Rekalde con un balazo de ETA alojado en la cabeza, Ibarretxe tuvo el valor o la inconsciencia de decirle al hijo de éste que "Euskadi es un sitio estupendo para vivir". Según para quién, obviamente.

Y mientras el lehendakari delira Arcadias felices y planes soberanistas que rechazan hasta los independentistas externos a su partido, los problemas reales del País Vasco empiezan a crecer al mismo ritmo de su entorno, pues obviamente Euskadi no es un remedo de la feliz aldea gala de Astérix donde no existiera crisis económica, aumento del paro, vivienda a precios astronómicos o degradación en los servicios públicos y la calidad de la enseñanza, además de una corrupción en la administración pública perfectamente homologable con la española. Cabe añadir por si todo esto fuera poco el problema de la violencia de ETA, que en apenas unos días ha puesto la mirilla por dos veces en las cercanías del partido de Ibarretxe, asesinando a un empresario nacionalista "benefactor" del PNV y volando el edificio de la Radiotelevisión vasca, la terminal informativa del partido y el gobierno nacionalistas. Por cierto que la nota del PNV tras este último ataque no tenía desperdicio, al condenar "el chantaje fascista" (sic) que ETA pretendía cometer con ese atentado; curiosamente, los ataques contra las Casas del Pueblo, las sedes del Partido Socialista de Euskadi (PSE), son para el PNV "lamentables consecuencias del conflicto vasco". El famoso doble lenguaje y las dos varas de medir, tan arraigados en un partido de larga tradición jesuítica.

En la década de los noventa Xabier Arzalluz, el antiguo Papa del PNV, decía que el PSOE había de salir del gobierno español por "razones de higiene democrática" tras 14 años de gobierno continuado. Con mucha mayor razón cabe reclamar hoy, por tanto, la salida del PNV del gobierno vasco tras 28 años ininterrumpidos de hegemonizar todos los resortes de poder en la comunidad vasca. Como decía entonces Arzalluz del PSOE, el PNV necesita regenerarse fuera del poder. Y esta del 1 de marzo puede ser una ocasión espléndida para ayudarles a hacerlo.