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domingo, 29 de noviembre de 2009

De Fago a Polop


Dos crímenes distintos pero menos distantes de lo que parece han ocupado estos días las portadas de los diarios y los informativos de radio y televisión. Se trata de sendos asesinatos de alcaldes, cometido uno hace unos años en el pueblo de Fago, en el Pirineo aragonés, y el otro en Polop, una población de Alicante, en la costa mediterránea.

En enero de 2007 fue asesinado a tiros Miguel Grima, alcalde de Fago por el Partido Popular (PP). En estos días se ha celebrado el juicio contra el único acusado, Santiago Mainar, guarda forestal. A Grima lo mataron a escopetazos una noche cuando conducía su Mercedes hacia Fago de vuelta de una reunión en Jaca, la capital comarcal. Según los vecinos de Fago, Miguel Grima era un pijo de ciudad trasplantado al Pirineo, un tipo autoritario, tiránico, que disfrutaba abusando de su autoridad y haciendo la vida imposible a sus convecinos. Un verdadero cacique, que había tomado posesión del pueblo como si fuera de su propiedad. Sus problemas no eran sólo con los vecinos de Fago: en el momento de ser asesinado, Grima tenía 11 causas judiciales abiertas, entre ellas varias promovidas por municipios vecinos con los que estaba asimismo enfrentado.

Aunque el único inculpado sea Mainar, todo apunta en Fago a una conspiración al estilo Fuenteovejuna en la que la mayoría del pueblo conoce la verdad de lo que pasó, aunque nadie hable. En su alegato final en el juicio Santiago Mainar ha aceptado su papel de Ecce Homo, y denunciado al tiempo la opresión social, que a juicio de acusado y testigos de la defensa -los habitantes de Fago- encarnaba Miguel Grima: "Mi deber era y es enfrentarme con valor cívico a una España oficial, corporativa, autoritaria, caciquil e impune", ha espetado Mainar al tribunal.

En Polop no había ningún honor colectivo que lavar, y ni siquiera ofensas inferidas que vengar. Todo es mucho más simple y repugnante todavía: dinero sucio, especulación urbanística, prostitución y drogas. A Alejando Ponsoda, el alcalde derechista de Polop, lo despacharon a balazos dos sicarios por cuenta de correligionarios políticos del muerto. De hecho, el detenido como instigador del asesinato es nada menos que su sucesor al frente de la alcaldía, el también "popular" Juan Cano. Han pasado dos años desde el crimen pero por fin Cano está en la cárcel junto a otra media docena de personas implicadas (constructores, empresarios, políticos), y aún faltan otros participantes en la conspiración que acabó con la vida de Ponsoda. Todos los detenidos son fuerzas vivas locales, ejemplares padres de familias cristianas que decidieron el crimen en el prostíbulo propiedad de uno de ellos.

Obviamente el Partido Popular tiene un grave problema con el personal que selecciona para ocupar cargos públicos. O en realidad no, y simplemente es que la gente como Grima y como Cano, como Camps y Zaplana, como Aguirre y Naseiro, y como tantos y tantos otros, son lo que hay en el PP. Esta derecha que parachuta alcaldes que se comportan como sheriffs de pueblo o que llena sus listas de "emprendedores" ansiosos de comerse a bocados el terreno de cualquier municipio, se está tornando también un peligro para la vida democrática del país. El Estado debería empezar a tomar medidas más eficaces para protegernos de ella.

En la fotografía de El País, el entierro de Alejandro Ponsoda hace dos años. Marcado con un círculo rojo su compañero de dirigencia política, autor intelectual de su asesinato y sucesor en la alcaldía, Juan Cano.

jueves, 5 de marzo de 2009

Matar homosexuales puede salir gratis en España


La Audiencia Provincial de Pontevedra ha condenado a Jacobo Piñeiro, convicto y confeso del asesinato de dos gays de Vigo, a 20 años de prisión por incendio premeditado, único delito del que el jurado popular encontró culpable al acusado.

Según el jurado, Piñeiro actuó en "defensa propia"al ser presa de un "miedo insuperable" a que le violara la pareja de gays a los que había conocido en una noche de juerga, y a los que acompañó por propia voluntad a su apartamento. Una vez allí, el "miedo insuperable" le llevó a asestar 57 puñaladas a las dos víctimas.

El incendio en el piso lo provocó Piñeiro para borrar las huellas del doble crimen. Con esa misma voluntad llenó una maleta con objetos de valor a fin de fingir un robo, delito del cual ha sido también increíblemente absuelto.

Está claro que el jurado popular dictó sentencia desde los prejuicios más bestias y arraigados fruto de un machismo demente y trasnochado, y que sigue urecurriendo a los testículos para razonar. Una pena, en pleno siglo XXI. Pero no todo en este caso es machismo y homofobia. Resulta alucinante que se absuelva a alguien de dar muerte a dos semejantes después de haberse probado que les asestó medio centenar de puñaladas, y en cambio se le condene a 20 años, una de las penas mayores del Código Penal español, por quemar una vivienda, acto que aún constituyendo un delito grave, no resiste comparación posible con arrebatarle la vida a otros seres humanos a cuchilladas y haciendo gala de un enseñamiento que parece sacado de los grabados de Goya sobre los desastres de la guerra.

Así que quemar un piso es más grave que matar a una persona. ¿Pero qué idea de justicia tienen los señores y señoras que integraron ése jurado popular? ¿nadie va exigirles responsabilidades? Y por cierto ¿quién seleccionó a semejante tropa para actuar como jurado?. Se supone que antes de ser aceptados como miembros de esa institución hubo una entrevista previa selectiva. ¿Tampoco se le van a pedir responsabilidades al "experto" entrevistador, que al parecer fue incapaz de percibir los prejuicios homofóbicos de la pandilla convocada?.

Parece que finalmente el fiscal del caso interpondrá recurso para que se anule el juicio. Si queda algo de cordura en los aparatos judiciales españoles, lo más probable es que el juicio termine repitiéndose con un jurado popular distinto.

O tal vez no suceda así, y en ese caso tampoco habrá que admirarse demasiado. Casi nada de que lo que pueda salir de un tribunal español es ya motivo de sopresa.

martes, 24 de febrero de 2009

La Mafia, entre la realidad y la literatura


Las miradas sobre las diferentes Mafias italianas suelen adolecer de cierto espíritu maniqueísta que en vez de intentar abordar el problema en su esencialidad -las raíces de la persistencia social de esa clase de organizaciones-, acostumbran a detenerse en los aspectos más superficiales y sensacionalistas.

De entrada, hablar de la "Mafia" como una sola organización resulta simplificar en extremo. En Italia actúan varias organizaciones delictivas que operan sobre diferentes territorios, sin inmiscuirse nunca en sus respectivos ámbitos de negocio. La historia de cada una de ellas es también diferente, y su proyección social es asimismo distinta. La mafia siciliana por ejemplo, viene de la Edad Media y en su origen y hasta el siglo XIX era una organización de autodefensa campesina frente a la nobleza terrateniente; la Camorra napolitana, por contra, es una organización de carácter urbano no muy distinta en origen de las "mafias" sevillanas del Siglo de Oro que Cervantes retratara en novelas como "Rinconete y Cortadillo" (el conocido Patio de Monipodio).

En la época del Resurgimiento la Mafia siciliana tenía ya un peso político importante (apostó por la unidad italiana, ayudando a Garibaldi a derrotar a los reaccionarios). A finales del siglo XIX y principios del XX, la Mafia era una organización de corte federal que agrupaba a caciques locales que hacían negocios cada vez más turbios. Pero lo que convirtió a las mafias italianas en general y a la siciliana en particular en las potentes estructuras criminales que son hoy, fue la "contaminación" llegada de EEUU en los años cuarenta, cuando el Gobierno norteamericano pactó con la Mafia estodounidense la colaboración de ésta en la ocupación de Sicilia y el sur de Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Los "primos" que llegaron de EEUU, encabezados por el gánster Lucky Luciano, instruyeron a los italianos en los grandes negocios del siglo XX (los tráficos de drogas, de armas y de mujeres), e incorporaron Italia a sus redes criminales de actuación.

En los años cuarenta y cincuenta la Mafia jugó con la posibilidad de la independencia de Sicilia, tal era su poder e influencia sociales. El esplendor mafioso italiano llegó sin embargo en los años sesenta y setenta, que es cuando conectan Mafia y Estado y sobre todo, Mafia y "sociedad civil". Son los años del boom de la construcción inmobiliaria y del tráfico de drogas. Es tanto el dinero y el poder que manejan los diferentes clanes mafiosos que, como en una tragedia de Shakespeare, su éxito les conducirá a la autodestrucción a través de interminables y salvajes guerras internas.

La decadencia de la Mafia y de las otras mafias italianas no ha significado, sin embargo, la desaparición de su prestigio social. En muchas localidades del sur de Italia los grupos mafiosos son las únicas empresas donde conseguir trabajo estable, incluso cuando se trata de empleos convencionales no delictivos. Su arraigo social sigue siendo fuerte, y reclutar sicarios, colaboradores y cómplices no les resulta difícil, aunque en los últimos años los mafiosos hayan perdido una parte de su impunidad.

Todos estos fenónemos vienen siendo observados desde antiguo por escritores e intelectuales italianos. Recientemente han aparecido dos libros que abordan el fenómeno de las mafias italianas desde ángulos distintos y no convergentes. Uno es "Gomorra", el hiperbestseller de Roberto Saviano, del cual se ha hecho incluso una película, y que pone el foco en los aspectos más truculentos de la Camorra. "Gomorra" es un libro con un pie en la denuncia social y el otro en la pura televisión-basura. Demasiado espectáculo para un tema tan serio.

El otro libro, mucho más interesante y analítico, es "Vosotros no sabéis", de Andrea Camilleri. El escritor siciliano, de ochenta y muchos años, paga con este libro una deuda histórica: la de un escritor que se ha pasado la vida publicando novelas policíacas de ambiente siciliano... en las que nunca aparece la Mafia. Ahora, Camilleri parece haber decidido que quizá ya tiene edad para empezar a contar lo que sabe, y nos ha dejado un manual de campo para entender qué es la Mafia siciliana y por qué a pesar de todo sigue viva. No les daré muchas pistas al respecto, porque es mejor que lean este libro y se formen una idea propia. Si les avanzaré en todo caso, que el libro gira en torno a Bernardo Provenzano, el último gran jefe de jefes mafioso, un hombre cuya detención parece haber sumido a la Mafia siciliana en una crisis profunda y de difícil recuperación. Camilleri nos muestra la cotidianeidad de un Provenzano que resulta ser un campesino sencillo, casi ignorante y sorprendentemente religioso, que controlaba su organización desde un cobertizo aislado en la montaña mediante la circulación de sus famosos "pizzinis", papelitos escritos a máquina en los que anotaba sus órdenes, consejos y hasta parrafadas filosóficas, y en los que Dios y el catolicismo tienen un papel de primer orden.

La policía italiana buscó a Provenzano, dicen, durante 43 años. Finalmente le detuvo en un escondite situado en las afueras de Corleone, el famoso "pueblo de los mafiosos" que ya aparece en la película El Padrino. ¿Realmente le estaban buscando? ¿Encontraron a Provenzano o él se dejó encontrar?. Camilleri habla de hechos, no formula hipótesis. Cada cual puede sacar sus propias conclusiones.

"Vosotros no sabéis", de Andrea Camilleri. Editorial Salamandra. Barcelona, 2008.