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viernes, 18 de diciembre de 2009

Berlusconi se compra la televisión de El País


En el frenético baile entre empresas televisivas españolas (es un decir: en la mayoría de ellas anida de un modo u otro el capital extranjero), cara a posibles -y urgentes- fusiones, el cambio de parejas entre ellas ha llegado a sucederse a un ritmo vertiginoso. Y es que la crisis de ingresos publicitarios apreta tanto a las televisiones privadas, que ni siquiera el regalo de Zapatero al dejar sin publicidad a TVE en un futuro inmediato puede compensar la fuerte caída de ingresos que sufren. Y las perspectivas son ir a peor.

Abrieron el baile Telecinco y Antena 3 de un lado, y Cuatro y La Sexta del otro. Parecían las uniones más lógicas, pero no pudo ser: la cercanía de los presupuestos ideológicos no compensaba la falta de sintonía entre los egos de sus amos. Y para qué engañarnos, la dote que aportaban los contrayentes en ese presunto doble matrimonio modelo "cada oveja con su pareja", tampoco es que encelara el amor entre ellos. Secundariamente existía la espinosa cuestión del tope del 27% como audiencia conjunta de cada pareja, pero por eso no había problema: con Antena 3 en caída libre y La Sexta estancada en casi mínimos, ninguno de los dos matrimonios planteados iba a rebasar el listón prohibido ni de coña.

Rotos los compromisos, se ha ido al intercambio de parejas. De la posible unión de las cadenas carcas de un lado y las progres del otro, se ha pasado a la previsible fusión de una carca y una progre en cada caso. Cosas veredes amigo Sancho, como decía Don Quijote. O hay que joderse con la ideología de los emprendedores empresariales, que diría un castizo.

Total que el hijo de Jesús de Polanco ha decidido venderle su televisión a la Mafia italiana. Porque a estas alturas del partido todo el mundo sabe ya quién está detrás de Silvio Bercusconi, quién maneja los hilos que mueven a este granuja internacional con aspecto de cantante de boleros de un club de la tercera edad de barrio periférico. Berlusconi es el amo nominal de las Telecinco europeas, así que echen cuentas. En fin, que desde que murió Polanco, PRISA no ha hecho más que dar palos de ciego. El testamento empresarial de quien fue quizá uno de los promotores de negocio más inteligentes que ha habido en España, ponía al timón del primer grupo mediático mundial en lengua castellana al sobrino listo en detrimento del hijo tonto . Pero finamente ha sido el vástago directo quien tras una corta guerra interna, se ha llevado el gato al agua. Y enseguida ha llegado, lógicamente, la almoneda de la herencia recibida; a los tontos el dinero se les escurre entre los dedos.

Si dejamos aparte el intercambio de acciones y todas esas zarandajas, resulta que Telecinco -Berlusconi- se queda con Cuatro por 500 millones de euros en metálico. Calderilla pura. Dificultades económicas aparte, el Polanco actual ha malbaratado uno de los proyectos más largamente acariciados por su padre, que si bien es cierto que nunca llegó a cuajar plenamente -nació para ser la televisión "de izquierdas" y sobre todo "la televisión de calidad" española, y ha quedado muy lejos de tan altas aspiraciones-, tampoco estaba financieramente como para ser saldado.

Después de esta operación que es casi un chiste financiero, si Antena 3 paga más de 1 euro por La Sexta será porque José Manuel Lara, el amo y señor del Grupo Planeta, propietario a su vez de la cadena hiperreaccionaria, es el empresario más generoso establecido al oeste del Volga.

En la fotografía, un plató de una de las múltiples cadenas de televisión italianas propiedad de Silvio Berlusconi. El panel del fondo puede traducirse literalmente por "La Italia de Berlusconi", pero la traducción real es una consigna abiertamente totalitaria: "Italia de Berlusconi".

viernes, 13 de noviembre de 2009

Zapatero divorcia a RTVE de Mediapro


La dimisión-despido de Luis Fernández, director del ente público Radio Televisión Española (RTVE), la radio y la televisión estatales, señala un punto de inflexión en la política mediática del núcleo duro monclovita. La apuesta que Zapatero y su círculo más próximo hicieron por Mediapro, el holding privado crecido a la sombra de la Moncloa, al punto de haber subordinado a los intereses de esta empresa incluso los propios de RTVE, no sólo no ha dado los resultados apetecidos sino que amenaza con arrastrar por el fango la credibilidad de la política del gobierno español en relación con las empresas mediáticas, y sobre todo la de los contenidos y la calidad de la información que se trasmite desde esos sectores considerados afectos al actual gobierno socialista.

El todo vale en materia empresarial y comunicacional, política que parece constituir la divisa de Mediapro en su lucha por hacerse un lugar al sol en el mundo mediático español, y su recurso continuo a probados métodos pedrojotescos y hasta a formas directamente extraídas de las usuales en los medios de la perrera mediática ultraderechista española, incurre directamente en el desagrado de muchos militantes y simpatizantes de izquierdas, y significativamente de los socialistas. En ese sentido, la guerra descarnada entablada con PRISA por el control del fútbol televisivo español, da abundantes pistas de cómo se manejan no sólo Roures y Barroso, amos y señores de Mediapro, sino también sus valedores político-empresariales, entre ellos, cómo no, la esposa de Miguel Barroso y objeto político promocional central de Mediapro, la señora Carmen Chacón, a la sazón ministra de Defensa y declarada aspirante al sillón de la Moncloa con la anuencia o no de Zapatero.

En los últimos años RTVE ha sido simplemente un muñeco en manos de los intereses de Mediapro, empresa que ha ido conformando no sólo parte de la programación de la cadena estatal, a la que vende directamente productos creados por ella, sino su propia línea político-informativa. Tras la victoria del PSOE en las elecciones de 2004, Zapatero puso a Carmen Caffarel al frente de RTVE, con el encargo de dignificar una corporación mediática a la que los sucesivos gobiernos del PP sumieron en el descrédito absoluto, y que además estaba arruinada económicamente por décadas de incuria, malversación y saqueo de los ingentes fondos destinados por el Estado español para su sostenimiento. Caffarel introdujo inmediatamente cambios que devolvieron calidad y frescura a los contenidos (significativamente los telediarios redujeron al mínimo la llamada "información deportiva", ampliando considerablemente la política y cultural), pero eso fue precisamente lo que acabó con su mandato: la audiencia televisiva reclama "pan y circo", y los ingresos publicitarios están directamente ligados a que la mierda reluzca en la pequeña pantalla en todo su esplendor sea cual sea la cadena sintonizada: contra más mierda se emite mayor es la captación de audiencia, y por tanto más grande es el trozo de la tarta publicitaria que se lleva la cadena emisora.

A Carmen Caffarel le sucedió Luis Fernández, que en su momento fue presentado como un "profesional" y un hombre de consenso entre el PSOE zapateril y el PP marianista. Monumental error de la derecha española, que pronto debió caer en la cuenta de que Fernández ni ponía ni quitaba rey pero servía con devoción a su señor. Tal ha sido su fidelidad a Moncloa que Fernández terminó por enfeudar RTVE a los medios de Mediapro, convirtiendo a la televisión estatal en una especie de sucursal-caja de resonancia de La Sexta, la cadena televisiva de Mediapro. Quizá nunca se sepa si Luis Fernández actuaba así siguiendo estrictamente el dictado monclovita o bien se trataba de la iniciativa propia de alguien más papista que el Papa, pero la subordinación de TVE a Mediapro llegó a tener momentos antológicos y de verdadera vergüenza ajena durante la pasada "guerra del fútbol" con PRISA.

El caso es que Mediapro, el enanito que quiso ser gigante, agoniza desangrado financieramente y con él sus apuestas mediáticas principales, creadas para competir con los buques-insignia de PRISA: el diario Público y la cadena televisiva La Sexta. La ruina económica de Mediapro es tan evidente, que en estos días andan rifando su división cinematográfica (que entre otros productos, parió hace dos años el carísimo espot publicitario en formato largometraje "Vicky Cristina Barcelona", un engendro nacido a mayor gloria del ego insaciable y de la cuenta corriente de Woody Allen), cuya venta a El Deseo, la productora de Pedro Almodóvar, se intenta ahora a la desesperada.

Por lo demás la conexión de RTVE con los intereses de Mediapro ha sido tan íntima, que Luis Fernández, director del ente público, llegó al extremo de ofrecerle al periodista Carlos Carnicero la dirección del diario Público, según éste dijo y pude escuchar en la tertulia nocturna de la SER el pasado 11 de noviembre. Imaginen la escena: un director de una cadena televisiva estatal ofreciendo a un periodista la dirección de un periódico privado. Vamos, como si hubiéramos vuelto a los tiempos del general Franco, con Fraga dirigiendo la propaganda del régimen y Adolfo Suárez su televisión.

Es en este contexto en el que Zapatero finalmente ha dicho basta, y Luis Fernández ha salido disparado por la ventana de RTVE. Los días felices de la relación de Mediapro con Moncloa parecen haber tocado a su fin, y una pista de eso la da el nombramiento como nuevo responsable de RTVE de Alberto Oliart, ex ministro de la UCD, hombre con cierto peso intelectual y supuesta equidistancia con los principales actores políticos españoles actuales, lo que dicho sea de paso da la impresión de que Zapatero le ha vuelto a vender al PP aquello de la futura neutralidad política de RTVE y éste se lo ha creído de nuevo.

A la caída en desgracia de Mediapro seguramente tampoco es ajeno el papelón de la ministra Carmen Chacón en la crisis de los pescadores españoles del "Alakrana", secuestrados en Somalia. Chacón pretendió usar la crisis como tribuna mediática desde la que ganar imagen, patrocinando una confusa serie de iniciativas contradictorias que han terminado por enredar el asunto hasta extremos ridículos y lo que es peor, cada vez con menos posibilidades de una salida que garantice la libertad de los secuestrados y que a la vez resulte airosa para el gobierno español. La prueba es que desde hace ya algunos días, Chacón ha sido marginada en el protagonismo de las explicaciones públicas sobre la crisis, cuyo peso ahora que van mal dadas han asumido los incombustibles Pérez Rubalcaba y Fernández de la Vega.

En resumidas cuentas a Mediapro se le acaba el oxígeno público, y su futuro empresarial y desde luego el laboral de sus trabajadores empieza a ser algo más que incierto.