
Dice una encuesta que publica hoy el diario Le Monde que sólo el 38% de los ciudadanos de la República Francesa tienen "el sentimiento" (sic) de ser ante todo franceses, según un sondeo de TNS-Sofres. Ahí es nada, en la patria del chauvinismo sus ciudadanos han comenzado a pasarse la "identidad nacional" por el arco del triunfo, que como sabrán no coincide exactamente con el que levantara Napoleón I en la plaza de l'Étoile.
Más datos de esta encuesta: el 21% de los franceses dicen identificarse ante todo con su ciudad, el 14% con su barrio y un muy apreciable (tratándose de Francia) 11% se declaran ante todo "ciudadanos del mundo".
Eso sí, el 68%, es decir, dos de cada tres franceses, se sienten en algún grado francés. Y contra lo que puede pensarse en otras latitudes más cercanas, para los franceses la identidad nacional no viene determinada tanto por la pertenencia a una nacionalidad o al uso de una lengua concretas, sino por criterios mucho más racionales y prácticos.
El medio social (41%), el lugar de residencia (34%) y la cultura en un sentido amplio (33%), son los factores que consideran más determinantes. La edad la citan el 28%, el idioma el 27% y la nacionalidad sólo un 10%.
Entre los factores no determinantes pero sí importantes de la identidad francesa a juicio de los ciudadanos de ese país, citan los derechos del hombre (96%), el idioma (95%) y el sistema de protección social (94%), la capacidad de integración de minorías étnico-culturales (81%) y el laicismo (80%).
A la vista de las pejigueras que se organizan en este país nuestro (o de quien quiera que sea en realidad) con la dichosa cuestión de la(s) identidad(es) nacional(es) -véase el airoso discurso atómicamente nacionalista de la lideresa del partido español "no nacionalista" UPyD, gritado por ésta a pleno pulmón en el Congreso que han celebrado este pasado fin de semana-, yo lo tengo muy claro desde hace tiempo: de mayor quiero ser francés.
Y es que verdaderamente los Pirineos siguen siendo algo más que una frontera política.
En la fotografía, una joven simbolizando la República arenga a los manifestantes durante las movilizaciones estudiantiles en Burdeos, en marzo de 2006.