Hace muchos años, en una serie de televisión norteamericana aparecían dos niños huérfanos que acompañados por un indio, antiguo trabajador en la granja de sus padres -que acababan de fallecer-, se dirigían en carreta hacia el Oeste. Al abandonar los límites del Estado donde vivían e ingresar en el contiguo el indio se bajaba del carro, y tras arrodillarse, empezaba a mirar el suelo como si buscara algo. Los chicos le preguntan qué hace, y el contesta que buscar la raya que divide los dos Estados. Le contestan entonces que esa línea es ficticia, que no existe; el indio, con toda lógica, responde que él ha visto esa raya pintada en el mapa que hay colgado en el aula de la escuela a la que asistían los dos niños, y que por tanto la raya debería estar en el suelo.
Ciertamente las rayas fronterizas son puras convenciones, que existen en la medida en que aceptamos que existen. Ayer Patxi López dio un pasito en la dirección de borrar una de esas rayas.
Tampoco estuvo nada mal el que por vez primera en 32 años de democracia restaurada, un cargo público prescindiera en su toma de posesión del crucifijo y la biblia, símbolos del sometimiento del poder civil a la ideología religiosa. Y que en su promesa decidiera no humillarse ante ningún dios, como hacían sus predecesores. El gesto que tuvo ayer el nuevo lehendakari vasco, en suma, es de los que abren camino.
Tampoco estuvo nada mal el que por vez primera en 32 años de democracia restaurada, un cargo público prescindiera en su toma de posesión del crucifijo y la biblia, símbolos del sometimiento del poder civil a la ideología religiosa. Y que en su promesa decidiera no humillarse ante ningún dios, como hacían sus predecesores. El gesto que tuvo ayer el nuevo lehendakari vasco, en suma, es de los que abren camino.
Lo que más me ha gustado sin embargo, fue la parte de su discurso como candidadato en la que se presentó como “nieto e hijo de trabajadores”, manifestando públicamente el orgullo que eso le producía. Todos tenemos “antepasados” y el mismo derecho a reivindicarlos, aunque el apellido de uno sea López.
1 comentario:
Es un cambio grande, y para mejor, yo creo. Ahora hace falta que no le pongan muchas zancadillas, que se las pondrán, porque parece que Ibarretxe no ha aceptado muy bien la alianza PP + PSOE, pero estás son las reglas de la democracia. Le deseo lo mejor al Sr. López.
Saludos desde el sur.
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