El presidente Rodríguez Zapatero acaba de anunciar en el debate sobre el Estado de la Nación una medida -entre otras- que dará que hablar en días venideros, que constituye el no va más en el culto a ese becerro de oro que es el transporte privado encarnado su fetiche contemporáneo por excelencia, el automóvil.
Resulta que el el gobierno español y las comunidades autónomas subvencionarán conjuntamente y con un total de 2.000 euros (¡dos mil euros, señoras y señores, con la que está cayendo!), la compra de automóviles por particulares. Ni siquiera se ponen condiciones que redunden en una mejora de la calidad ambiental, masacrada por la polución que producen millones de autómoviles circulando sin cesar en nuestras ciudades y carreteras. El dinero para las subvenciones saldrá, naturalmente, de fondos públicos, es decir de los impuestos que obligatoriamente pagamos todos, incluidos quienes no conducimos vehículo alguno y por tanto en nuestros desplazamientos usamos exclusivamente el transporte público.
Dicho en corto, el gobierno español ha decidido detraer 2.000 euros de otras inversiones -cualquiera de ellas más necesaria, sin duda-, cada vez que un ciudadano español tenga el capricho -la necesidad no existe en este caso, salvo contadísimas excepciones- de comprarse un pedazo de chatarra con ruedas mediante el cual seguir contaminando a todo trapo, poner en riesgo la vida de los demás (la suya propia es su problema) e incrementar un poco más los problemas de movilidad ciudadana, promocionando de paso el individualismo feroz y las conductas incívicas directamente asociados a la conducción privada, como explicará cualquier psicólogo.
Vivimos un momento histórico en el que los gobiernos se sienten condicionados por una crisis no tanto económica como de paradigma, como dice Josep Ramoneda, a la que pretenden sobrevivir sin tocar el modo de producción vigente ni sobre todo, la mentalidad ultraconsumista, que tantos esfuerzos y años ha costado inocular en las clases populares. Así, huyendo irresponsablemente hacia adelante y en lugar de intentar racionalizar el consumo desaforado de ciertos bienes (caso de la vivienda y el transporte), impulsando políticas públicas de contenido social en torno a ellos, nuestros gobiernos de izquierdas o de derechas se lanzan en brazos del populismo más zafio y televisivo y reparten alegremente subvenciones al consumo privado, en la confianza de que además de contentar a la masa están haciendo lo único posible para reactivar la economía.
Para mayor disparate se lanza la propuesta en plena campaña de la Declaración de Renta, mientras quienes percibimos ingresos exclusivamente a través de rentas del trabajo y por nómina tenemos que hacer frente a obligaciones fiscales a las que no podríamos escapar aunque quisiéramos, que sin embargo son alegremente eludidas por una masa considerable y creciente de ciudadanos de casi todos los estratos sociales, especialmente los integrados en las clases más pudientes.
En la fotografía, vista panorámica del recinto de la Feria de Barcelona, durante el Salón del Automóvil de 2008 (web de Notodocoches).
2 comentarios:
Lo del automovil lo habia propuesto el PP, y ahí se ha equivocado Zap. aceptando esa propuesta.
No me gusta nada, es algo parecido a lo de los 2.500 euros por bebé.
Y si al menos, como tu dices, fueran automóviles no contaminantes...
Zapatero comparándolo con Rajoy no está mal, pero hace cosas muy a lo loco y perjudiciales. Lo que tendria que hacer es aprovechar estos momentos para echarse mas a la izquierda y poner los medios para que los ladrones del gran capital esten controlados. Es una ocasión única y quizá no vuelva a repetirse, es desesperante que no sepa aprovecharla.
Está cayendo en el populismo en lugar de ser de verdad, un lider de izquierdas.
Marian
Efectivamente, se trata de la típica propuesta populista conservadora, destinada a agradar a un colectivo, el de los automovilistas, al que nadie se atreve a meter en vereda.
Luego hablarán de accidentes, contaminación, mobilidad...
Publicar un comentario