La recuperación de la memoria histórica está produciendo una bibliografía historiográfica de gran interés, compuesta no sólo por textos de carácter específicamente científico a cargo de especialistas del tema sino también por aportaciones muy diversas, cuya característica común es haber sido alumbradas por personas cuya dedicación a la investigación histórica tiene carácter puramente aficionado y se desarrolla en el trabajo de campo directo, lo que les permite recuperar testimonios documentales y orales imprescindibles y a menudo fuera del alcance de los historiadores convencionales.
La historia local se ha convertido en la gran beneficiaria de este tipo de investigaciones, cuya proliferación en los últimos años resulta sorprendente por su volumen, calidad e interés general. La mayoría de esos libros constituyen aportaciones valiosas que iluminan zonas oscuras en áreas precisas de la reciente historia contemporánea, y algunos están llamados a servir de referencia en estudios posteriores.
“Las batallas de Lanaja” es, en ese sentido, un libro modélico. Su autor, el zaragozano Roberto Mateo Caballero, reconstruye en él las jornadas en torno al 25 de julio de 1936, el día de Santiago Apóstol, en las que el pueblo oscense de Lanaja se convirtió en escenario de una serie de choques entre quienes sin saberlo aún, eran ya protagonistas de una guerra sin cuartel que habría de incendiar España entera durante tres años. La microhistoria se nos presenta así no como un trasunto a escala reducida de la macrohistoria, sino como su verdadero origen y nervio.
En aquellos momentos iniciales del drama colectivo, los repetidos intentos de los rebeldes golpistas por domeñar esta pequeña población monegrina -enclavada a medio camino entre Zaragoza y Barbastro, en el centro del eje de confrontación que poco después articularía el frente de Aragón-, fracasaron durante días ante la tenaz resistencia popular, hasta que los sublevados terminaron por usar una fuerza muy superior a las posibilidades de resistencia de sus oponentes.
Además del relato de episodios de una épica individual y colectiva que dan para un guión cinematográfico de mucha altura, el texto de Roberto Mateo nos adentra en los mecanismos que inevitablemente conducen a la masa coral que los protagoniza hacia un final inexorable. Por cierto que los propios sucesos narrados cronológicamente, demuestran a las claras cómo fue el estallido del conflicto ocasionado por la rebelión militar lo que precipitó la violencia contra las personas y las cosas y sobre todo quien actuó como desencadenante de la revolución campesina y no al revés, como pretende la historiografía franquista.
La historia local se ha convertido en la gran beneficiaria de este tipo de investigaciones, cuya proliferación en los últimos años resulta sorprendente por su volumen, calidad e interés general. La mayoría de esos libros constituyen aportaciones valiosas que iluminan zonas oscuras en áreas precisas de la reciente historia contemporánea, y algunos están llamados a servir de referencia en estudios posteriores.
“Las batallas de Lanaja” es, en ese sentido, un libro modélico. Su autor, el zaragozano Roberto Mateo Caballero, reconstruye en él las jornadas en torno al 25 de julio de 1936, el día de Santiago Apóstol, en las que el pueblo oscense de Lanaja se convirtió en escenario de una serie de choques entre quienes sin saberlo aún, eran ya protagonistas de una guerra sin cuartel que habría de incendiar España entera durante tres años. La microhistoria se nos presenta así no como un trasunto a escala reducida de la macrohistoria, sino como su verdadero origen y nervio.
En aquellos momentos iniciales del drama colectivo, los repetidos intentos de los rebeldes golpistas por domeñar esta pequeña población monegrina -enclavada a medio camino entre Zaragoza y Barbastro, en el centro del eje de confrontación que poco después articularía el frente de Aragón-, fracasaron durante días ante la tenaz resistencia popular, hasta que los sublevados terminaron por usar una fuerza muy superior a las posibilidades de resistencia de sus oponentes.
Además del relato de episodios de una épica individual y colectiva que dan para un guión cinematográfico de mucha altura, el texto de Roberto Mateo nos adentra en los mecanismos que inevitablemente conducen a la masa coral que los protagoniza hacia un final inexorable. Por cierto que los propios sucesos narrados cronológicamente, demuestran a las claras cómo fue el estallido del conflicto ocasionado por la rebelión militar lo que precipitó la violencia contra las personas y las cosas y sobre todo quien actuó como desencadenante de la revolución campesina y no al revés, como pretende la historiografía franquista.
El libro se prolonga alcanzando el desarrollo y y la finalización de la llamada Guerra Civil, y las consecuencias que la derrota de 1939 tuvo en forma de represalias para muchos najinos. Con todo, su núcleo duro y su principal interés lo constituye a mi juicio el detallado relato que a la luz de documentos y de testimonios orales de los supervivientes, hace Roberto Mateo de los días cruciales transcurridos entre el 19 y el 26 de julio de 1936.
Por las páginas de “las batallas de Lanaja” desfilan hombres y mujeres del pueblo, najinos y forasteros; hay gestos heroicos, estupideces sublimes, tragedias sangrantes, anécdotas divertidas y en fin, un rosario de sucesos reales vividos por esas “gentes sin Historia” que en momentos como ése son las que verdaderamente hacen historia. Gentes como Adoración, la farmacéutica, cuyo minucioso y humanísimo diario personal ha sido para Roberto Mateo pieza de consulta imprescindible; como Victoriano, el presidente de la colectividad anarquista, empeñado en conseguir que en su pueblo no se mate a nadie; o como el comandante Arce, el militar que liquida la resistencia popular y que en abierto contraste con la animalidad de los falangistas teóricamente a sus órdenes, se muestra como una persona honesta e incluso compasiva.
La estructura del libro es ágil, y permite una lectura fácil incluso simultaneando ésta con la consulta del abundante aparato de notas a pie de página, en tanto el tono narrativo general es ameno y fresco, lo que permite leer las alrededor de 150 páginas de texto de un tirón. Obviamente Roberto Mateo no oculta sus simpatías por la causa popular, lo que no le impide ejercer la objetividad del verdadero historiador ante sucesos en los que sus protagonistas se comportaron como los seres humanos que eran, con toda la grandeza y las flaquezas propias de nuestra especie.
Las batallas de Lanaja, de Roberto Mateo Caballero.
Edición a cargo del proyecto “Amarga memoria” del Gobierno de Aragón y del Consejo Comarcal de Los Monegros (Zaragoza, 2008).
El libro puede pedirse directamente a Libros Aragoneses:
http://www.logi-libros.com/ficha.php?id=3384&b_titulo=lanaja
La fotografía que ilustra el post es una vista de Lanaja desde el Saso, obra de Joaquim Pisa.
Por las páginas de “las batallas de Lanaja” desfilan hombres y mujeres del pueblo, najinos y forasteros; hay gestos heroicos, estupideces sublimes, tragedias sangrantes, anécdotas divertidas y en fin, un rosario de sucesos reales vividos por esas “gentes sin Historia” que en momentos como ése son las que verdaderamente hacen historia. Gentes como Adoración, la farmacéutica, cuyo minucioso y humanísimo diario personal ha sido para Roberto Mateo pieza de consulta imprescindible; como Victoriano, el presidente de la colectividad anarquista, empeñado en conseguir que en su pueblo no se mate a nadie; o como el comandante Arce, el militar que liquida la resistencia popular y que en abierto contraste con la animalidad de los falangistas teóricamente a sus órdenes, se muestra como una persona honesta e incluso compasiva.
La estructura del libro es ágil, y permite una lectura fácil incluso simultaneando ésta con la consulta del abundante aparato de notas a pie de página, en tanto el tono narrativo general es ameno y fresco, lo que permite leer las alrededor de 150 páginas de texto de un tirón. Obviamente Roberto Mateo no oculta sus simpatías por la causa popular, lo que no le impide ejercer la objetividad del verdadero historiador ante sucesos en los que sus protagonistas se comportaron como los seres humanos que eran, con toda la grandeza y las flaquezas propias de nuestra especie.
Las batallas de Lanaja, de Roberto Mateo Caballero.
Edición a cargo del proyecto “Amarga memoria” del Gobierno de Aragón y del Consejo Comarcal de Los Monegros (Zaragoza, 2008).
El libro puede pedirse directamente a Libros Aragoneses:
http://www.logi-libros.com/ficha.php?id=3384&b_titulo=lanaja
La fotografía que ilustra el post es una vista de Lanaja desde el Saso, obra de Joaquim Pisa.
2 comentarios:
Tocado. Un libro más para asegurarme de que en mi memoria, aun amarga y oscura, brilla algún destello de realidad. Y además, por lo que dices, puede que alguno de los gestos que se rescatan del olvido me haga sentir más humano.
Pues ojalá que la lectura de ese libro colme tus expectativas.
Un saludo.
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