Barack Obama es el último cartucho del sueño americano. La última posibilidad no ya de que todo vuelva a funcionar en EEUU como Dios manda, sino de que los norteamericanos sigan creyendo que en su país efectivamente todo es posible. Hoy muchos piensan allí -y también en otros países-, que si un negro puede ser presidente en USA ¿por qué no ha de poder enderezarse la economía productiva norteamericana, conseguir prestaciones sociales “europeas” para todos, e incluso -más difícil todavía- que los EEUU sean vistos en el resto del mundo como el país abanderado de la libertad, la democracia y la paz que sus ciudadanos creen sinceramente que es?.
El dilema está en que si Obama intenta llevar a cabo todo lo que esperan de él, probablemente no viva lo suficiente (véase el caso de John F. Kennedy). Y si simplemente se adapta a “lo que hay”, plegándose a los intereses de las grandes corporaciones y de sus socios y aliados, la decepción popular será tan grande que la democracia norteamericana terminará yéndose por las alcantarillas.
De momento, ayer Wall Street recibió a Obama con una bajada del 4%; en realidad, todas las Bolsas del mundo acogieron al nuevo presidente con fuertes pérdidas. Está claro que los piratas que mecen los Casinos del dinero virtual no creen en Barack Obama.
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