En los años sesenta del siglo pasado la Iglesia católica se dio cuenta de que el mundo corría mucho más deprisa que ella. El fruto del -loable, entonces- intento de ponerse a la par con el rebaño, que años antes había salido escopeteado abandonando las amorosas faldas, fue el Concilio Vaticano II y la doctrina que de él emanó; y una de sus modestas manifestaciones en la liturgia, la introducción en las iglesias del repertorio folk y las guitarras. De pronto las misas se llenaron de canciones que nada tenían que ver con los viejos himnos en latín macarrónico, y se adaptaron a las lenguas vernáculas letras en inglés que iban de los espirituales negros a Bod Dylan. En Catalunya a este fenómeno se le llamaba "movimiento Kumbayá", por una entonces célebre canción de origen africano.
Pero en fin, las ciencias adelantan que es una barbaridad, y hoy las guitarras eléctricas sonando en misa de 12 nos parecen ya tan venerables y anticuadas como la cítara de Salomón. Olvidado el Concilio Vaticano II pero manteniendo la Iglesia su afán de "aggiornamiento", nuestra Santa Madre acaba de dar un paso más allá y se ha abalanzado sobre Internet. En concreto, parece que en las últimas semanas YouTube ha comenzado a hervir de pura espiritualidad católica.
Y es que algunas monjitas han colgado ahí videos en los que cantan, discursean y sonríen muchísimo, alentando "al mundo" a unirse a su estilo de vida. Es aquello de que si Mahoma no va a la montaña, la montaña viene a Mahoma: si las vocaciones monjiles casi han desaparecido de nuestra sociedad (el promedio de edad de las monjas españolas es de 75 años), son las órdenes religiosas a través de sus más aguerridas y fotogénicas militantes (que se sepa, no han usado modelos ni groupies) quienes se acercan a aquellos lugares en los que los jóvenes invierten preferentemente su tiempo de ocio, cual es el caso del ciberespacio y en concreto, del popularísimo YouTube. Y qué les voy a contar de YouTube que ustedes no sepan. Fíjense si la cosa va en serio que según he oído esta tarde en la radio, a partir de la semana próxima la radiotelevisión vaticana comenzará a colgar vídeos ahí conteniendo las mejores actuaciones de su actual megaestrella, el Papa Benedicto XVI.
Con todo, o mucho me equivoco o ese esfuerzo va a servir para bien poco, aunque por el momento y por aquello de la novedad y sobre todo del morbo, en estas semanas las visitas registradas a los vídeos católicos promocionales de la "vida contemplativa" hayan ido bastante bien. Me temo sin embargo que la inmensa mayoría de los jóvenes de hoy saben perfectamente que la Iglesia católica tiene muy poco que ofrecerles, por no decir absolutamente nada. Y que además, en YouTube y aledaños se llevan cosas más fuertes que inocentes actuaciones de coros monjiles cantando alabanzas a Cristo. Si por ejemplo, salieran algunas novicias medio desnudas azotándose según costumbre conventual seguro que las audiencias crecerían como la espuma, al menos entre los fans del sadomaso y los simples mirones. Eso por no hablar de si colgaran ahí filmaciones si las hubiere de ciertas reuniones vaticanas con señores "seglares", ésas que Francis Ford Coppola recreó maravillosamente en la segunda parte de El Padrino; esos vídeos si que romperían techos de audiencias, aunque no despertaran muchas vocaciones.
4 comentarios:
Echando un vistazo al algoritmo de Rushkoff es inevitable pensar que la iglesia hace tiempo que no está entre la clase de controladores. Ahora van corriendo detrás y cuando doblamos en las esquinas se asustan por si no nos vuelven a ver el cogote.
Servidor es de Letras y no está nada puesto en materia de algoritmos, pero tienes razón en que esta sociedad ha dejado de seguir a los curas para lo que sea, como dijo don Manuel Azaña, y en que ahora son ellos los que corren detrás nuestro sin alcanzarnos.
Un saludo.
Creo que la palabra algoritmo puede aqui no ser lo que parece. Rushkoff sólo relaciona el control social con la comunicación. Propone que las masas solo adquieren una capacidad después de que sus controladores adquieran la siguiente. Así si los controladores saben leer, las masas saben escuchar; cuando los controladores aprenden a escribir las masas aprenden a leer...
Arriesgada es esa teoría, que talmente se diría formulada nada menos que por Adolfo Suárez cuando soltó aquello de "Hagamos normal políticamente lo que ya es normal a pie de calle".
Y sí, al menos en aquellos tiempos iniciales de la Transición, "la calle" española iba varios pasos por delante de sus políticos y asimilables.
Hoy día no es que "la calle" vaya muy avanzada, es que políticos y asimilables se han parado completamente.
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