lunes, 9 de junio de 2008

El criollismo, ideología explotadora de América


En un foro de izquierdas vuelve a surgir la sobada cuestión de la “responsabilidad histórica” de los españoles contemporáneos en relación con la Conquista de América, y el uso que la ideología criollista blanca americana hace de esta cuestión para justificar su hegemonía politica, ideológica, cultural y sobre todo social sobre los restantes grupos étnico-culturales americanos.

Lo que ocurrió hace 500 años y fue protagonizado por personas que vivieron hace tantos siglos tiene la misma relación con la gente de hoy día, como la que existe entre un dinosaurio del Cretácico y un futbolista de la Copa Libertadores: absolutamente ninguna. En realidad, hace 500 años ni siquiera existía un Estado que se llamara "España", sino una confederación de reinos con soberanías propias unidos débilmente bajo una Corona común, y desde luego no había una formación económico-social que tuviera semejanza alguna en su estructura y características con la actual España. Que yo sepa, y sin ir más lejos, mi familia jamás puso los pies en América; de hecho soy el primero de ellos que ha viajado allá. Por lo demás, mis antepasados eran campesinos explotados, así que difícilmente podían explotar ellos a nadie, ni en "España", ni en América ni en parte alguna. Mal podemos pues encarnar todos los males supuestos y reales abatidos sobre América de Colón en adelante.

Una vez discutía sobre estos temas con una periodista de la televisión peruana. La mujer me recriminaba, en mi condición de ciudadano español, la Conquista y la consiguiente destrucción de los imperios americanos (adscritos todos ellos, por cierto, al modo de producción más bárbaramente esclavista). Le hice notar el absurdo que suponía que me acusara de hechos sucedidos hace tanto tiempo, pero, sobre todo, le remarqué la evidencia de que éstos fueron protagonizados por gentes con las que yo no tenía absolutamente ningún vínculo social ni de sangre, al contrario que ella, que lucía tres o cuatro sonoros y antiguos apellidos castellanos que indudablemente remitían a los tiempos de la Conquista.

Es decir, fueron precisamente los antepasados de los criollos que se enorgullecen de llevar más tiempo en América quienes destruyeron y robaron todo lo destruible y robable en ese continente. El criollismo resulta así una pura contradicción entre su praxis de siglos (dominación y explotación de los verdaderos americanos, los indígenas) y sus planteamientos ideológicos, que a menudo incurren abiertamente en la xenofobia contra los europeos, sus verdaderos antepasados.

En estos casos siempre explico una anécdota que me ocurrió en la carretera entre Puno y Cuzco, en Perú. En un lugar de descanso unas mujeres indígenas vendían artesanía sentadas en el suelo. Me acerqué a curiosear, y una de ellas que me oyó hablar me preguntó con esa cortesía tan propia de los indígenas (y tan poco habitual entre los criollos): "Señor, ¿usted es español?". le contesté que sí. "¿Pero usted es español de Lima o español de España"?, continuó ella. Repliqué que "español de España". Inmediatamente su rostro compuso una sonrisa; parece que la tranquilizó el que yo no fuera un criollo limeño. Y es que para los indígenas americanos, los blancos criollos de Lima (o de La Paz, o de Quito, etc), siguen siendo los "españoles de la Conquista". Y a su manera, tienen toda la razón.

2 comentarios:

harazem dijo...

Yo siempre aluciné con esa especie de salvoconducto que tiene el racismo sudamericano para pasar todos los exámenes de derechos humanos. En muy pocos lugares del mundo es posible contemplar unas estructuras políticas, económicas y sociales tan claramente asentadas en el racismo como en Perú, Bolivia, Guatemala... En Lima es posible medir casi exactamente el grado de pureza de sangre kilómetro a kilómetro viajando desde el centro de la ciudad hasta el barrio de Miraflores en un colectivo.

Joaquim dijo...

Tienes toda la razón. Quizá sea Lima la ciudad donde el racismo criollo alcanza su más depurada expresión.

Recuerdo a una pareja limeña en un hotel de Cuzco. Los dos blancos. Él, casi pelirrojo, ella teñida de rubio, hablaban castellano casi sin acento. Sus dos hijos pequeños iban a cargo de una nurse norteamericana, que hablaba con ellos exclusivamente en inglés.

Trataban al personal mestizo del hotel con una altanería que ni Francisco Pizarro.