Mientras apenas unos pocos miles de personas desfilan por las calles españolas en conmemoración del Primero de Mayo, las Secciones de Asalto de ETA atacan a bombazos tres centros oficiales relacionados con el mundo del trabajo (¡por fin los "camisas pardas" vascos se van quitando la careta!), y algunos significados políticos anuncian su pase a la "empresa privada" desdeñando a esos electores que aún no hace dos meses les votaron para que defendieran sus ideas en el Parlamento.
Esta mezcla de declive de las organizaciones de los trabajadores, nazismo rampante del principal residuo del franquismo (ETA y su mundo), y políticos que prefieren ganar dinero a defender las ideas que dicen tener, empieza a resultar explosiva.
Fracasan las convocatorias sindicales incluso en su fiesta (de hecho, la única fiesta al cabo del año que merece ser conmemorada por quienes creemos ser de izquierdas). El "puente", la desmovilización, la pérdida de valores solidarios... razones reales todas, pero parciales al cabo. Alguien debería hacérselo mirar, y no sólo en las cúpulas sindicales y en sus escalones burocráticos (siempre tan satisfechos de sí mismos); los propios trabajadores españoles deberían reflexionar sobre cúales son sus intereses verdaderos, y por qué ceden tan fácilmente al encanto consumista del coche, el apartamento de propiedad y las vacaciones en Santo Domingo.
Por lo que respecta al ataque de ETA precisamente contra elementos simbólicos de ciertas conquistas de los trabajadores como son la sanidad pública y la protección social, mejor no perder el tiempo comentándolo. Lo propio de los nazis es comportarse como tales, y no hay nada que los nazis hayan odiado tanto históricamente como aquello que tiene contenidos simbólicos aunque sean tangenciales para los trabajadores.
En cuanto a los politicastros en fuga, ahí corre Eduardo Zaplana, probablemente el personaje más corrupto de la política española desde la muerte del general Franco, que "deja la política" para irse a Praga como delegado para Europa de Telefónica Española, por un sueldo de un millón de euros al año. Lo divertido del caso es que a Zaplana le han fichado por sus "contactos internacionales" (es socio nada menos que de Berlusconi; Dios los cría y ellos se juntan), aunque no habla una palabra de inglés ni de otro idioma que no sea castellano. Zaplana se va del Partido Popular porque le han enseñado la puerta; no el pobre Mariano Rajoy, sino los poderes que realmente pilotan por control remoto la derecha española. Además, salir de España supone alejarle al menos por un tiempo de las causas judiciales en las que anda inmerso, y que pueden comenzar a explotar como una mascletá valenciana en los próximos meses.
Más repugnante que la fuga de Zaplana hacia un exilio dorado es la traición de David Taguas, significado miembro de la Oficina Económica que a las órdenes de Miguel Sebastián asesoraba al Presidente del Gobierno español. Taguas ha saltado directamente de La Moncloa socialista a la dirección de la organización que constituye la cara pública de la Mafia del Ladrillo, pudorosamente llamada en los medios "lobby de los grandes empresarios de la construcción". Entre los integrantes de ése verdadero Sindicato de Especuladores (éstos sindicatos más o menos legales sí que florecen en España), figuran personajes como Florentino Pérez, Alicia Koplowitz, Villar Mir y la familia Entrecanales, la crema de la crema del sector. Zapatero dice estar "desagradablemente sorprendido"; no es para menos.
Sólo puede entenderse semejante salto desde el conocimiento de la desideologización y el carrerismo que impregnan la política española. ¿Cómo diablos alguien que se dedica a asesorar en materia económica a la presidencia de un gobierno socialista puede irse, sin solución de continuidad, a presidir la cúpula de la mafia de los especuladores inmobiliarios, subiéndose en marcha al puente de mando desde el que se ha destrozado urbanísticamente el territorio español y se ha convertido la vivienda en un artículo de lujo en vez de un derecho constitucional?.
La respuesta es fácil: por razones semejantes, sin ir más lejos, por las que Carmen Chacón o Celestino Corbacho son hoy ministros: porque en la izquierda desideologizada todo es posible. Les dá lo mismo una cosa que otra, estar aquí o allá, en la izquierda o en la derecha. Todo es banal, fútil, pasajero. Y las ideas un peso muerto del que mejor prescindir, caso de haberlas tenido alguna vez.
El imperio del dinero y de la escalada social se extiende imparable, y a su llamada pocos se resisten.
4 comentarios:
Magnífico comentario, camarada.
Incluiré tu blog en mi relación de bitácoras de referencia.
Gracias, Franesco, vuelve cuando quieras.
Muy bueno tu artículo.
La llamada izquierda socialista tiene muy poco de izquierda, menos de socialista y nada de obrero y si mucho de burguesitos a los que solo les importa el poder y el dinero. Es muy triste. Lo malo es que lo sabiamos antes de votar pero ¿qué hacer?, habia que alejar a la derecha.
No veo de qué forma puede surgir una izquierda de verdad. Una izquierda que no solo trate de destruir sino que construya y de la que podamos sentirnos orgullosos.
Por mi parte estoy deseando que surja, la apoyaria y me uniria a ella encantada.
Llamazares me parecia el mas apropiado y lo mejor de todo lo que teníamos, pero ya ves.
Gracias, Marian.
Habrá que esperar un poco y ver como se van decantando las cosas. La existencia de la izquierda no sólo es conveniente, es además inevitable; es cuestión de tiempo que las cosas comiencen a evolucionar hacia propuestas de regeneración.
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