Anoche estuve viendo en Barcelona Televisió el debate que conduce los viernes Antonio Franco Estadella, ex director de El Periódico de Catalunya. Entre los periodistas invitados figuraba Eduardo San Martín; un rótulo bajo su imagen informaba de que actualmente es subdirector de ABC. Pegué un respingo, al leerlo. No es posible, no puede ser el mismo Eduardo San Martín, pensé, el San Martín de Prisa de toda la vida. ¡El hombre que controlaba con puño de hierro la sección de Opinión de El País, no podía ser el mismo que delante mío expresaba opiniones tan reaccionarias, en total sintonía con la línea editorial del más viejo diario de la derecha española!.
Me desentendí del debate y me fui a Internet, a ver qué encontraba sobre este caballero. Y resulta que sí, que es el mismo Eduardo San Martín que en su día fue hombre de confianza en la empresa de Polanco, y nada menos que subdirector durante años de las páginas de Opinión de El País. Parece que todo se torció en Prisa para San Martín cuando le encargaron la dirección de El Globo, una revista que sacó Prisa a finales de los ochenta con la intención de meterse en el entonces boyante negocio de los semanarios políticos. Pero El Globo pinchó en apenas unos meses y hubo que cerrarlo con fuertes pérdidas. San Martín tuvo que apechugar en adelante con el sanbenito de haber sido máximo responsable del único producto de la factoría Prisa fracasado en los treinta años de existencia de la empresa. Regresó a El País en 1988, pero a los pocos meses se marchó, luego de que le hicieran la autocrítica. Durante muchos años no volví a saber nada de él, y ahora le encuentro cómodamente instalado en una posición de privilegio en ABC.
Claro que también hay quien ha recorrido el camino de Damasco en sentido inverso. Hace cosa de un año El País anunciaba en portada a bombo y platillo el fichaje por Prisa del crítico de cine y polifacético opinador Carlos Boyero. ¿Qué quién es Carlos Boyero, preguntará el lector no avisado?. Pues Boyero fue durante un montón de años, uno de los perros de presa con los dientes más afilados entre los que disponía Pedro J. Ramírez en su perrera mediática comercialmente conocida como El Mundo, el diario nazi español. En los años noventa Boyero jugó un papel destacadísimo como plumífero y opinador verbal infatigable en la conspiración político-económica que el profesor Ramón Cotarelo calificó como el "golpe de Estado difuso", que finalmente logró aupar a Aznar al poder (aunque por los pelos) en las elecciones de 1996.
Pocos como Boyero repartieron tantas dentelladas contra los socialistas, y sobre todo contra los medios calificados como prosocialistas. Como todos sus colegas plumíferos en la conspiración, Boyero le tenía especial inquina a Prisa, y los más gruesos insultos los vomitaba sobre El País. Ahora el señor Boyero trabaja para Prisa, quien le fichó con el despliegue "informativo" que se reserva a las grandes estrellas del show-business futbolístico. El "insobornable e independiente" tertuliano come ahora en el plato sobre el que escupía a diario.
Recuerden aquella frase de un personaje de Billy Wilder, que se repetía mucho en mis años de Facultad: "No le digas a mi madre que soy periodista; dile que trabajo en un burdel". Pues eso.
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