Dice el diario Público que "el presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE), Guillermo Chicote, pidió hoy al vicepresidente económico, Pedro Solbes, menos "discursitos" y un mejor diagnóstico de la situación del sector de la construcción para poder empezar a buscar soluciones." Ahí es nada; chúpate esa, Solbes.
Por si tienen dudas sobre su identidad, la APCE es la asociación que integra a Paco el Pocero y a otros distinguidos ciudadanos de semejante calaña, dedicados a poner un ladrillo encima de otro y a vendernos el resultado final por unos importes que acabarán de pagar nuestros nietos (no es broma: ya existen hipotecas a 40 años, y una entidad bancaria estaba estudiando no hace mucho el lanzamiento de una hipoteca "heredable").
Como al parecer Solbes hizo oídos sordos a la petición de estos caballeros, en el sentido de que el Gobierno aflojara ¡dinero público! para "compensar" las supuestas pérdidas que los Gánsters del Ladrillo vienen padeciendo en los últimos meses, el jefe de la banda le advierte al Vicepresidente Económico de Zapatero que "si la solución es que la construcción se arregle sola, como él dice (Solbes), pues mire las suspensiones de pagos, que van como los higos en septiembre". O sea, además de cínico, chulo; o nos compensas por no estar ganando lo que veníamos ganando hasta ahora, viene a decir Chicote, o te vamos a crear un problema despidiendo masivamente a trabajadores de la construcción (total, cuando los necesiten volverán a contratarlos sin papeles y por una miseria, según su costumbre).
Uno empieza a entender dónde va a parar realmente la mayoría del cemento que se consume en España: a endurecer las jetas de los "promotores inmobiliarios", esos "emprendedores" cínicos, sin escrúpulos, ventajistas y mafiosos, que han convertido la vivienda de un derecho amparado por la Constitución en un gravísimo problema colectivo, que está esquilmando las economías domésticas de las clases trabajadoras y populares y hasta de las clases medias españolas. Y luego, aún se atreven a pedir subvenciones, que en caso de que se las otorgaran saldrían de los impuestos que religiosamente pagamos sus víctimas, es decir, quienes nos hipotecamos para pagar las viviendas que ellos construyen.
¿Terroristas son únicamente quienes ponen bombas?.
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