Zapatero y Rajoy han recreado una escena que pensábamos había quedado superada por la propia dinámica de las cosas, y sobre todo por el "cambio de talante" introducido en la política española tras las elecciones del 14 de marzo de 2004.
Lamentablemente vuelven las escenas de sofá entre los dos partidos españoles mayoritarios, las sonrisas de medio pelo y los dimes y diretes entre personas y organizaciones que se aborrecen por encarnar dos visiones de España y del mundo irreconciliables, pero que ahora deben fingir que buscan un entendimiento mientras pactan cosas cuyos contenidos reales no conoceremos hasta que nos exploten en las narices.
De paso, la foto entre Zapatero y Rajoy certifica la rendición del gobierno español a las "tesis" -por llamarlas de algún modo- de la extrema derecha parlamentaria española en materia de lucha contra el terrorismo. Esa foto encarna simplemente el entierro definitivo de cualquier esperanza de que el maltrecho proceso de paz pueda ser retomado a corto o a medio plazo.
El PP ha logrado imponerle al PSOE su concepción de mano dura y cierre de filas subido a la ola de opinión pública generada por un momento histórico en el que ETA, en un inefable y sublime comunicado, ha aportado previamente el lubricante que le abrirá al PP las puertas de la Moncloa sino en las próximas generales sí en las siguientes, ya sin Mariano Rajoy. Basta leer ese documento absurdo en el que ETA responsabiliza, ataca y amenaza a todo el mundo ... menos al PP, al que ni siquiera menciona. Si en la política española quedara un rastro de humor, habría que salir a la calle con pancartas pidiéndoles a ETA y al PP "¡Que se besen, que se besen!".
España no se rompe, al contrario, deviene nudoso garrote con el que machacar disidentes y distintos. Mientras, al fondo del escenario, los de la capucha se parten de risa viendo a dos políticos asustados pactar el fingir que se entienden y que tienen intereses comunes.
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