La retirada política de Tony Blair coincide, y no casualmente, con el estrechamiento progresivo del cerco en torno a este individuo, que llegó al gobierno como epígono de la renovación de la izquierda europea y se va como el lacayo por antonomasia de los norteamericanos en el siglo XX. Un personaje que, por lo demás, se ha manifestado de modo repetido como muy peligroso y dañino tanto para las gentes de su país como para la escena internacional.
A Blair acaba de interrogarle la policía como "testigo" en el caso de la financiación ilegal del Partido Laborista (LP) mediante la venta de títulos nobiliarios; todo un símbolo que los "nuevos laboristas" hayan resultado tan rancios como para aprovecharse de la vanidad de los ricos deseosos de blasonar sus plebeyos apellidos.
De todos modos no dejaría de tener gracia que a Blair se le acabara procesando por un delito económico que, comparado con su actuación pública y oculta, carece por completo de entidad. Porque el Blair gobernante y el Blair de las sombras sin duda pasarán a la historia como las dos caras de un único criminal, impulsor de hechos extremadamente luctuosos dentro y fuera de su país. Lo que en resumidas cuentas puede acabar desdibujando su perfil político, que lo tiene y merece atención por representativo de un modo muy al uso de entender el liderazgo político contemporáneo.
Como premier británico, Tony Blair ha sido el continuador y si se quiere el perfeccionador de la obra de Margaret Thatcher. Entre sus logros más significativos destacan la reconversión del Labour en un partido vagamente liberal, la aniquilación total de los sindicatos y la almoneda privatizadora de los antaño referenciales y hoy destruidos servicios públicos británicos. En política exterior su subordinación absoluta a las directrices del Imperio ha embarcado a Gran Bretaña en un peligrosísimo enfrentamiento total con el mundo árabe y musulmán, y su política interior ha sido fascistoide y represiva en relación las minorías y con toda disidencia. Su actuación como principal ariete imperial contra el proyecto de Constitución Europea está en el origen de la parálisis actual de la Unión Europea.
Entre otras hazañas, el Blair político público impulsó la fuga legal de Augusto Pinochet de Gran Bretaña, en una operación en la que participaron los estamentos judiciales británicos y el gobierno español presidido por José María Aznar. Si actuaron así por convencimiento o cobrando por ello -la fortuna acumulada por Pinochet permitía esa clases de sobornos y mucho más-, es algo que probablemente nunca sabremos, pero conociendo a los personajes implicados dudo que la libertad le saliera gratis a Pinochet.
1 comentario:
Bueno, ya lo han designado para acompañar a otros cuatro a mediar en Libano, Palestina...
Otro cabrón más que acabará dando clases en en Ucla, o alguna universidad norteamericana y recibirá alguna medallita o título de doctor honoris, como el bigotes, y cobrará una pasta or conferencia. Salud
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