Como lo cortés no quita lo republicano, permítame felicitarle por su 70 cumpleaños, señor Borbón. Ya sé que perdida entre el coro de pelotas y untuosos que estos días le bombardean con sus mejores deseos, lo más probable es que usted ni llegue a tener noticia de mi felicitación, pero por si acaso aquí se la dejo.
Convendrá usted conmigo señor Borbón en que setenta años ya son muchos, y que a esa edad -que supera en cinco la actualmente vigente para que un asalariado se jubile-, lo mejor que uno puede hacer es disfrutar de la vida que le queda haciendo las cosas que realmente le gustan. La verdad es que si me permite decírselo, ya sabemos todos que usted nunca se ha privado de ejercitar aficiones tales como navegar a vela de gorra, cazar osos más o menos salvajes y ligar con señoras estupendas, pero tal vez sea llegada la hora de poder dedicarse a tiempo completo a esas actividades y dejar de lado las enojosas obligaciones que su trabajo como Jefe del Estado le comportan.
Ya sé que no es fácil librarse de un cargo como el suyo, pero le propongo una solución rápida, barata y a gusto de todos. Se trataría de que una vez celebradas las próximas elecciones generales en marzo próximo y elegido nuevo Presidente del gobierno español, usted se presentara ante el pleno de Las Cortes, órgano único depositario de la soberanía popular, y resignara en ellas los poderes que ejerce y sus supuestos derechos. Inmediatamente las Cortes convocarían elecciones a la Jefatura del Estado, y usted podría retirarse a disfrutar del patrimonio familiar acumulado durante siglos. Ni siquiera haría falta que se marchara a Suiza, como no fuera voluntariamente para esquiar en la nieve o para celebrar alguno de esos encuentros íntimos a los que dicen es usted tan aficionado.
La verdad, señor Borbón, es que viene usted de una familia que históricamente nos ha dado pocas alegrías a sus súbditos. Uno hubiera esperado de unos franceses que fueran gente más abierta y si me lo permite, incluso más inteligente. Sin embargo basta darle una ojeada a la pintura de Goya "La familia de Carlos IV" para no hacerse demasiadas ilusiones con su estirpe: nunca nadie ha reunido en un solo cuadro un mayor grupo de imbéciles. En general sus antepasados solían comenzar a reinar interesados por las reformas y la modernización del país, pero a medida que se hacían viejos se volvían perezosos y demasiado aficionados a la holganza; algo de eso dicen de usted, además de que su famosa campechanía borbónica su ha ido trocando con el paso de los años en cierta altanería y mala leche.
Por lo que hace a sus parientes más inmediatos, aquí aún tenemos memoria de cómo su abuelo Alfonso XIII, principal accionista de la empresa Minas del Rif asociado a varios de sus generales más inútiles, fue el mayor responsable de la muerte de miles de reclutas llevados a Marruecos a defender sus muy particulares intereses en aquél país. De su padre, Juan de Borbón, sólo hay que recordar como le engañó alguien tan poco sutil como el general Franco, para darse cuenta de que en realidad este país tiene al menos una deuda con el Generalísimo: Dios sabe qué hubiera sido de los españoles con un rey como aquél, por lo demás demasiado inclinado a navegar de continuo en ciertos mares escoceses.
En cuanto a usted, señor Borbón, muchos seguimos recordando que fue el mentado general golpista y dictador quien le restituyó en el trono español, y que su papel en el 23-F sigue siendo esencialmente oscuro. Tampoco nos gusta que usted y su familia sean intocables en los medios de comunicación españoles cuando por contra nos es permitido reírnos de otras familias europeas de su rango, habiendo tantos motivos para reírse abiertamente con la personalidad y acciones de algunos componentes de la suya. De su heredero poco se sabe, y lo que se conoce no nos permite abrigar muchas esperanzas sobre su personalidad y cualidades.
Me gustaría, en fin, que ahora que es usted abuelo y se supone que más sensato, tuviera la altura de miras de pensar en dejarnos a todos sus súbditos, incluidos sus nietos, un país en el que algo tan caduco, injusto y discriminador cual es la institución monárquica hubiera desaparecido para siempre. Anímese señor Borbón, ésta sí sería una contribución de primer orden al futuro de esa España a la que usted y su familia tanto dicen amar. No le pido que se haga republicano, simplemente que ponga fin a esta farsa que es la pervivencia de la monarquía española.
Le renuevo mi más cordial felicitación, y le ruego salude a su señora de mi parte.
2 comentarios:
Tu sentido del humor no tiene límites. Das buenos consejos al rey y alegria y divertimento a los que te leemos.
Gracias, Marian. No creo que el señor Borbón me haga mucho caso, pero por probar...
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