sábado, 9 de junio de 2007

¿Cuánto nos cuesta la Monarquía española?

El grupo parlamentario de ERC en Las Cortes ha pedido amparo al Tribunal Constitucional ante la reiterada negativa de la Mesa del Congreso a tramitar sus peticiones de información acerca de los gastos de la Casa Real. Ojo, no es que la Mesa no quiera dar información sobre los dineros que nos cuesta la Familia Real, es que directamente se niega a tramitar la petición. Vaya con Manolo Marín.

Entre las iniciativas rechazadas, una proposición no de ley de los republicanos pretendía algo tan normal como que se presentara anualmente la liquidación de las partidas presupuestarias destinadas a la Casa del Rey en cada ejercicio fiscal. Un repertorio de preguntas adjuntas intentaba obtener información sobre sueldos, patrimonio y donaciones recibidas por las personas acogidas a esa institución del Estado. También se interesaban por algunas actividades calificadas como “privadas” de quien es el actual jefe del Estado español, como unas cacerías en Ucrania y Rumanía que han motivado cierto escándalo mediático fuera de España.

Joan Tardà, portavoz parlamentario de ERC, ha reprochado a la Mesa del Congreso y a su presidente, Manuel Marín, su actitud “retrógrada” al permitir que el importe y manejo de esas partidas presupuestarias continúen en la más absoluta obscuridad, dándole a entender al mismo tiempo que estaban haciendo un “flaco favor a la Monarquía” al sustraerla a las obligaciones de transparencia fiscal a las que están sometidos todos los ciudadanos.

El argumento de PSOE, PP y CIU para rechazar las proposiciones de ERC es que, según la Constitución, “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Como Luis XVI o Fernando VII, según parece.

El portavoz republicano se muestra “esperanzado” en que el Tribunal Constitucional reconocerá el derecho que asiste a los contribuyentes españoles a conocer en qué se invierten sus impuestos.

Obviamente, el señor Tardà es un optimista irremediable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Inviolable y que no yerra nunca, como el Papa.

Joaquim dijo...

Evidentemente, esos atributos que tienen ambos son restos de un mismo pensamiento absolutista y falsario, aquél que pretende que hay hombres elegidos por una presunta Divina Providencia para guiar a los demás.