
Mariano Barbacid es una de las eminencias mundiales en materia de oncología, vulgo lucha contra el cáncer. No les voy a abrumar con el currículum de este personaje, ya que pueden encontrarlo fácilmente en diversos sitios de Internet, aunque en la Wikipedia tiene una entrada rídiculamente cortita. De Barbacid sólo les diré que algún día tendrá una estatua delante de la sede de Naciones Unidas, y también que si éste fuera un país medio civilizado, éste Mariano no podría salir solo a la calle porque la gente se le abalanzaría para pedirle autógrafos como si fuera Cristiano Ronaldo o Belén Esteban. Y perdón por tan odiosa comparación, porque esas dos megaestrellas carpetovetónicas son verdaderas mierdecillas al lado de la importacia real de Mariano Barbacid. Pero así es España, o Espajjnia: idolatra a tarados mentales, e ignora a gentes cuyos nombres deberían bendecir millones de personas cada mañana apenas abren los ojos un día más.
Barbacid se formó en Estados Unidos, en las más prestigiosas instituciones en materia oncológica de la Costa Este. Regresó a España cuando desde el primer gobierno Zapatero se lanzó aquella iniciativa tan sugestiva de repescar talentos científicos españoles exiliados. Mariano Barbacid retornó como director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. La prensa lo comparó con un fichaje de la Liga de las Estrellas futbolera, un auténtico "galáctico" que volvía a su patria para poner en marcha un centro que iba a ser pronto punta de lanza mundial en la investigación del cáncer. Por ahí en medio andaba Bernat Soria -otro eminente investigador de las ciencias de la vida y de la muerte- ejerciendo como ministro de Sanidad, así que el éxito de la iniciativa parecía asegurado.
Lo cierto es que desde el primer momento hubo dificultades. Ni se consiguió todo el personal que se deseaba, ni hubo disponibles todos los recursos prometidos. Sin embargo, Barbacid y su gente continuaron trabajando como galeotes y lanzando bombazos en el mundo de la investigación oncológica. Estos tipos han sacado oro del polvo, aunque pocas veces hayan llegado a las páginas especializadas en ciencia y se puedan contar con los dedos de la mano las portadas que nuestros medios han tenido a bien regalarles.
Llegados a este punto, septiembre de 2009, Mariano Barbacid ha tirado la toalla. Los motivos son de fondo y vienen de lejos, como digo, pero la espoleta ha sido el salvaje recorte a la famosa I+D en los Presupuestos Generales del Estado. A Barbacid y en general a los científicos que trabajan para el Estado español los han dejado económicamente en pelotas. Puestos a recortar gastos, Zapatero ha metido la tijera hasta el tuétano en la cultura y la ciencia; la verdad es que a estas alturas de la película lo primero ya tanto da, pero lo segundo... Se conoce que a los austeros rectores de la cosa económica pública española no les preocupa demasiado que sus administrados vayan cascando de cáncer, primera causa de mortalidad entre los españoles. Claro que bien mirado, puede ser incluso un "métido" (es decir, un método fétido) para ahorrarse unos buenos euros en Seguridad Social y sobre todo, en pensiones.
Mientras tanto hay gastos que no disminuyen, ni mucho menos. Por ejemplo, los que generan los 3.000 soldados españoles que siguen jugando a los indios en diversos rincones del mundo; los que produce la flota de guerra española que patrulla el Índico protegiendo los intereses de una docena de empresas pesqueras, verdaderos saqueadores de recursos naturales ajenos; los crecientes de la Iglesia católica, que continúa embolsándose miles de millones de euros en subvenciones directas del Estado o vía colegios "concertados"; las decenas de miles de millones de euros a fondo perdido entregados a las entidades financieras para "reforzar" su capacidad crediticia, de la que por cierto hacen nulo uso ya que no sueltan un crédito ni por la madre que los parió; los que se embuchacan el Consejo Nacional de Deportes y otros órganos de saqueo del dinero público similares, que reciben asimismo carretadas de dinero centrifugado de los bolsillos de los españoles "para promocionar el deporte". Son apenas unas muestras de algunos usos consolidados de los presuntamente austeros Presupuestos Generales del Estado español para 2010. Habiendo esos gastos tan imprescindibles, parece lógico que se le diga a Mariano Barbacid que le van a recortar las asignaciones que su Centro venía recibiendo; la crisis obliga, oiga. Pues el hombre se lo ha tomado a mal y ha dimitido, ya ven.
Ya lo decía Gila, cuando contaba aquél chiste del tipo que se quejaba amargamente después de que en unas fiestas de su pueblo le hubieran abierto la cabeza a pedradas: "¡Coño, si no sabe aguantar bromas, que se vaya del pueblo!". Parece que Barbacid no ha entenido la broma, y efectivamente se va a ir del pueblo. Los hay que no tienen sentido del humor.
En la fotografía que ilustra el post, Mariano Barbacid (izquierda de la imagen) junto a Bernat Soria (derecha).