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jueves, 3 de febrero de 2011

Merkel en Madrid



Le Monde de hoy tiene un sutil ataque de cuernos a propósito de la visita de Angela Merkel al presidente español Zapatero. El despliegue de los medios oficiales españoles previo al viaje de la canciller alemana, con presencia de ésta en RTVE a todo trapo, ha suscitado al parecer los recelos franceses y cierta alarma en sus portavoces mediáticos.

Dice hoy el diario parisino en relación a España que "le pays peine à sortir de la crise" (sic), y que Alemania entre otras condiciones para ayudar, exige una mayor coordinación económica europea, lo que visto lo visto parece una exigencia razonable máxime teniendo en cuenta que son ellos quienes pagan la factura del convite. A la señora Merkel parecen entusiasmarle las "reformas" de Zapatero, y a Sarkozy también aunque menos. Más que nada porque las reformas españolas circulan por los carriles que dicta Alemania en cuanto al modo de poner orden en las finanzas públicas de cada uno de los Estados miembros de la Unión. Por su parte, parece que definitivamente Alemania va a asumir a capa y espada el liderazgo europeo y la defensa del euro, respondiendo así a los llamados casi desesperados de muchos dirigentes europeos, entre ellos el propio Zapatero.

Parece normal que a los franceses no acabe de agradarles el mayor protagonismo alemán, en la medida en que disminuye la estatura del suyo propio, más aún cuando aquél cuenta con el apoyo decidido y casi suplicado español. Por razones geoestratégicas e históricas, a Francia nunca le ha hecho gracia la excesiva complicidad entre Alemania y España. No hay que olvidar además que los mejores años vividos por España en el concierto europeo, la época de Felipe González, se basaron precisamente en un perfecto equilibrio en las relaciones preferenciales con Francia y Alemania (levemente escorado hacia esta última), que acabó convirtiendo la Unión Europea de esos años en un eje París-Bonn-Madrid.

Así pues el recién descubierto amor de Zapatero y su equipo por la Alemania merkeliana y sus reformas, no debería manifestarse y ser vivido a costa de la marginación de Francia. Europa necesita a Francia tanto como a Alemania, y España no digamos. A lo largo de la historia europea Francia ha aportado el pensamiento y el concepto político, y Alemania, el conocimiento y la acción. Son dos caballos tirando del mismo carruaje. La tentación de Zapatero por subirse a uno de ellos en detrimento de las relaciones con el otro, podría tener graves consecuencias de futuro para nuestro país.

lunes, 10 de enero de 2011

Berlín 1919, el honor del espartaquismo


Un día como hoy de 1919, en Berlín se combatía fieramente calle por calle. Desde el 5 de enero, decenas de miles de revolucionarios socialistas y comunistas hacían frente en la capital alemana a los restos del Ejército alemán al que apoyaban las bandas de "Freikorps" ("cuerpos francos", ex militares desertores y desmovilizados a sueldo de los contrarrevolucionarios y antecesores de las SA nazis).

La huelga general proclamada en Berlín días antes enfrentó a partidos miembros del Gobierno revolucionario, que había tomado el poder en noviembre de 1918 tras derrocar el régimen imperial. Los socialdemócratas "mayoritarios" intentaban crear una república burguesa que inmediatamente fue contestada desde los Consejos de obreros y soldados y sus organizaciones políticas principales, el USPD de Karl Kaustky y la Liga Espartaquista de Rosa Luxemburgo. Por cierto, al salir de la cárcel donde había estado recluida por haber luchado desde dentro de Alemania contra la guerra, lo primero que pidió Rosa fue una amnistía para todos los presos políticos y la abolición de la pena de muerte. Nadie le hizo caso.

La presencia política de los espartaquistas, su prestigio ante los trabajadores y su compromiso con éstos, les arrastró a cometer dos errores que hubieron de lamentar sus principales dirigentes, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht: primero, su conversión en KPD, Partido Comunista de Alemania, espoleados por otros grupos menores que les obligaron a asumir el liderazgo revolucionario, y posteriormente su participación en la insurrección armada de enero de 1919, en cuya preparación no tomaron parte y a la que se sumaron para no quedar desbordados por los acontecimientos. Dos errores estratégicos que hay que contextualizar en el tsunami político y social que sacudió Alemania y Europa central en general, en los años que median entre el golpe de Estado bolchevique en Rusia (octubre de 1917) y el putsch de Munich (noviembre de 1923), preludio del asalto nazi al Estado alemán.

La revolución de Berlín acabó el 12 de enero de 1919. Una vez vencido el levantamiento popular, la generosidad espartaquista fue recompensada por el Gobierno socialdemócrata con una persecución implacable. Rosa y Karl Liebknecht fueron asesinados el 15 de enero. El crimen lo llevaron a cabo miembros de los "Freikorps", a quienes se supone que los representantes en Berlín del SPD les entregaron presos los dirigentes espartaquistas y otros izquierdistas; al menos esa es la versión acuñada por la Komintern, y tradicionalmente difundida por los partidos comunistas de obediencia soviética. En el caso concreto de Rosa Luxemburgo y sus compañeros espartaquistas, cabe preguntarse si en realidad no molestaban más a los dirigentes de la URSS que a los socialdemócratas alemanes, dado el calibre de las críticas dirigidas por Rosa contra el ejercicio antidemocrático y antiobrero del poder por el PCUS en la Rusia soviética, y sobre todo a su negativa a actuar como un títere de Moscú en Alemania. Al cabo, la tradición de crímenes inducidos desde la URSS contra dirigentes de la izquierda europea molestos para los soviéticos tiene una larga tradición: basta con citar a Andreu Nin o Trostky como ejemplos palmarios.

Aún así, en los años treinta, en plena época nazi, todavía quedaban núcleos espartaquistas activos en el Reich alemán. De hecho, la resistencia armada interior contra el nazismo llevada a cabo por grupos de trabajadores alemanes, un episodio glorioso silenciado y casi desconocido que se prolongó hasta la liberación de Alemania en 1945, debe mucho a antiguos espartaquistas.

El mensaje político de Rosa Luxemburgo se articula sobre tres ejes centrales. Un siglo después, cada uno de ellos mantiene toda su frescura y vigencia:

-La crítica del nacionalismo, por ser una ideología alienante y burguesa, contraria por tanto a los intereses reales de los trabajadores.

-La crítica del bolchevismo, por haber secuestrado sus dirigentes la revolución popular arrebatándosela a las masas en beneficio de una casta cerrada de profesionales/vividores de la política.

- La defensa de la democracia de masas, como único sistema verdaderamente democrático y revolucionario de gobierno. Es decir, la democracia ejercida por las masas de modo participativo y directo, sin ningún partido que se arrogue la dirección del proceso de construcción del socialismo.

Junto a los ejes enunciados, el pacifismo activo y la lucha por la emancipación de las mujeres constituyeron los pilares del pensamiento de una mujer que se avanzó a su época propugnando una revolución transformadora, humana y solidaria, y que abominó siempre de todo derramamiento de sangre incluso cuando se vio forzada a participar en él.

Honor a Rosa Luxemburgo y a los hombres y mujeres de la Liga Espartacus.

En la fotografía que ilustra el post, milicianos espartaquistas manejan una ametralladora en una barricada berlinesa durante las jornadas de enero de 1919.

martes, 29 de septiembre de 2009

El viento de izquierdas sigue creciendo en Europa


Las elecciones generales celebradas el domingo pasado en dos países europeos en principio tan distintos como Alemania y Portugal, han deparado finalmente resultados que vale la pena conocer y analizar. Más que nada porque siguen tendencias que vienen produciéndose en Europa Occidental desde hace algún tiempo, por más que los grandes medios de comunicación finjan no enterarse.

En síntesis:

1. Los viejos dinosaurios políticos prosiguen su lento pero irreversible desguace. Esto es evidente en el caso del SPD (que acaba de obtener sus peores resultados desde el fin de la II Guerra Mundial), pero también en el de la CDU democristiana alemana, que gana las elecciones retrocediendo y sólo porque el SPD se ha hundido (si el domingo los antaño socialdemócratas hubieran repetido sus resultados de hace 4 años, le hubieran sacado casi dos puntos de ventaja a la CDU). En Portugal aguanta el PS aunque pierde la mayoría absoluta, y se hunde un poco más el PCP (no llega ni al 8% de los votos) , quizá el último PC de la vieja escuela al oeste de Berlín. Los grandes partidos del siglo XX agonizan.

2. Las derechas se fragmentan. El relativo éxito de los liberales alemanes (14%) de los votos, les convierte en socios de gobierno de la CDU, pero augura un período de fuertes tensiones sociales en Alemania. El ultraliberalismo del Partido Liberal alemán casa mal con el populismo cristiano de derechas de la CDU, y va a tener enfrente a un SPD ansioso de recuperar espacio en la calle y sobre todo, a una La Izquierda emergente y combativa y que ha desplazado casi por completo al SPD en presencia política en las bases de los poderosos sindicatos alemanes. En Portugal la derecha fracasa en su intento de recuperar el poder (PSD), y su sector más reaccionario (PP/CDS, el partido gobernado por el Opus Dei) se hunde casi en la nada. En un mundo en crisis total, la división ha llegado también a los bloques de clases dominantes y por tanto, los instrumentos politicos de cada fracción comienzan a marcar más claramente sus diferencias.

3. El ecologismo y el pacifismo han muerto de éxito. Hoy día hasta la derecha inteligente (que en Europa la hay, a diferencia de España) ha absorbido una parte del pensamiento de los grupos pacifistas y ecologistas de los años setenta y ochenta. Los Verdes alemanes fueron punta de lanza de un movimiento que en la medida en que sus objetivos estratégicos han ido siendo asumidos por la globalidad de la ciudadanía y de las clases políticas (véase la lucha contra el cambio climático, por ejemplo), ha ido dejando sin sentido la existencia de organizaciones dedicadas exclusivamente al combate político por esos temas. El declive electoral de pacifistas y ecologistas (10% de votos en Alemania) es también, de alguna manera, signo de los tiempos: hoy día hasta las intervenciones manu militari en cualquier país extranjero se intentan disfrazar ante la opinión pública como "misiones de paz".

4. La nueva izquierda sigue avanzando, pujante. Ni Oskar Lafontaine es un loco mesiánico ni un tonto útil de los comunistas, como pretendían sus enemigos hasta hace unos días. Entre otras razones porque Lafontaine es un político experimentado y sensato que no tiene un pelo de tonto, y también porque los comunistas que quedan en el mundo pronto cabrán todos juntos en un autocar del Inserso (servicio español de vacaciones baratas para ancianos jubilados). El problema para los social-liberales no es Lafontaine ni su partido La Izquierda, sino el agotamiento de la social-democracia y la inanidad del social-liberalismo, desde la "Tercera Vía" blairista al zapaterismo. Las clases trabajadoras y amplios sectores profesionales europeos están diciendo ¡basta! a tanto abandono de principios y sobre todo, de praxis de izquierda por aquellos a quienes durante décadas confiaron la defensa de sus intereses. Y están buscando nuevos referentes para un voto que ya no es de protesta, sino que aspira a gobernar desde la izquierda y para los intereses que representa la izquierda. No es extraño así que en Alemania el partido La Izquierda haya superado el 12% de los votos y que en Portugal el Bloco de Esquerda roce el 10%, cuando hace apenas dos o tres años ambas eran formaciones marginales con problemas para entrar en sus respectivos parlamentos. Las izquierdas renovadoras y sensatas crecen y avanzan: en Alemania, La Izquierda ya tiene electoralmente la mitad del peso electoral del SPD, y en Portugal el Bloco puede condicionar el gobierno del PS sin necesidad siquiera de figurar en él.

5. Rescatar el europeísmo desde la izquierda. Esta renovación de la política desde la izquierda necesita cierto pulimiento, y no solo en algunos discursos que comprensiblemente todavía resultan un tanto chirriantes. En todo caso, más pronto que tarde formaciones como el Parti de Gauche francés o el mismo Die Linke alemán habrán de abandonar un tonto discurso antieuropeísta, que si realmente les resulta útil para diferenciarse de los grandes partidos, a los ojos de muchos ciudadanos les confiere sin embargo un peligroso barniz nacionalista y chauvinista. La izquierda es internacionalista por esencia y definición, y el proyecto europeísta ha de ser retomado precisamente desde una perspectiva de izquierdas para que salga adelante. Pero es que además si las izquierdas renuncian a Europa terminarán ahogándose en una pugna entre jacobinos, que es lo que en definitiva más beneficia a la derecha. Véase a modo de ejemplo la manera en la que se están manejando crisis como la de Opel, intentando enfrentar a los trabajadores de esa empresa en función de los diferentes países donde la marca tiene establecidas fábricas de producción, y los mensajes que se están enviando a través de los medios: por ejemplo, que se cerrará la planta en Bélgica y se reducirán empleos en la de España "para mantener en funcionamiento la fábrica alemana y asegurar el cien por cien de los empleos en ella". Un modo artero de sembrar la discordia entre los trabajadores.

En la fotografía que ilustra el post, Oskar Lafontaine habla ante seguidores de Die Linke (La Izquierda) durante una reciente movilización contra la guerra de Afganistán.

lunes, 31 de agosto de 2009

Oskar Lafontaine y Die Linke, triunfadores de las elecciones regionales alemanas


La prensa europea de hoy se hace eco de modo discreto del fenomenal avance de la izquierda socialista en Alemania. En los "lander" (estados) de Sarre y Turingia, Die Linke se convierte en la tercera y segunda fuerza en los respectivos parlamentos regionales, adelantando a Verdes y liberales en el primer caso y hasta al SPD en Turingia.

En el Sarre, el estado originario de Oskar Lafontaine y del que fuera presidente cuando militaba en el SPD, Die Linke ("La Izquierda") ha recogido el 21,3% de los votos, a sólo tres puntos del SPD; hace cinco años sólo tuvo el 2,3% de los votos. El candidato del SPD necesita inexorablemente su apoyo para sacar del gobierno a la CDU, que hasta ahora tenía mayoría absoluta en la región.

En Turinga, Die Linke ha obtenido el 27,4% de los votos, a sólo cuatro puntos de la CDU, y seguramente conseguirá la presidencia regional si pacta con SPD y Verdes. La CDU disponía hasta ahora, como en el Sarre, de la mayoría absoluta. Los peores resultados de la izquierda socialista los obtiene en el land de Sajonia, con un 20,6% de los votos... doblando al SPD, que ha obtenido el 10,4% (todos los datos han sido extraídos de la versión digital de Le Monde de hoy).

Es obvio que la crisis económica ha pasado factura al gobierno de Gran Coalición, golpeando con gran crudeza a su componente derechista, la CDU-CSU, y en menor medida a los social-liberales del SPD. Pero también es evidente que el avance de la izquierda socialista en Alemania responde a movimientos mucho más profundos, de recuperación de la iniciativa política por parte de las clases trabajadoras y populares. Mientras el SPD busca desesperadamente volver a conectar con sus bases tradicionales (lo que imposibilita el social-liberalismo que empapa a sus dirigentes), éstas continúan pasándose con armas y bagajes a Die Linke, convertido en el aglutinador de toda la izquierda alemana. A sus 66 años Oskar Lafontaine, socialista marxista y católico practicante, alemán hasta la médula e internacionalista convencido, ve como se acerca a pasos agigantados el momento en que la fuerza política que encabeza va a ser no ya imprescindible para forjar mayorías progresistas, sino capaz por sí misma de encabezar alternativas por la izquierda que desborden el marco social-neoliberal en el que han venido chapoteando en las últimas décadas los ex socialdemócratas del SPD y otros partidos europeos semejantes.

Aviso para navegantes, pues: hay otra izquierda posible, que avanza con fuerza en Europa y no sólo en Alemania: recuérdese el reciente éxito en las europeas del Partido Anticapitalista y del Front de Gauche franceses. España, como siempre, llega tarde a estos movimientos, pero no hay que dudar de que de un momento a otro va a empezar a moverse el panorama en la izquierda española.

jueves, 5 de febrero de 2009

En Alemania no hay sitio para obispos como Rouco


Mientras en España los más altos representantes del Estado recibían en actitud casi genuflexa al vicepapa, un tal Tarsicio Bertone, en Alemania por contra, el Estado, parte de la jerarquía católica y la mayoría de los fieles le ponían las peras al cuarto al Vaticano por haber “reconciliado” con la Iglesia a un obispo cismático, pronazi y gilipollas. La canciller alemana, diez obispos de la Conferencia Episcopal de ese país y la asociación germana de teólogos católicos exigían al Papa que no levantara la excomunión a un tipo que niega el Holocausto. Un fiscal ha abierto diligencias inmediatamente, pues en Alemania la negación del Holocausto es delito castigado con penas de prisión.

Ante la presión recibida parece que Ratzinger está dispuesto a dejar fuera del seno de la Iglesia al obispo nazi, si éste no adjura públicamente de sus errores. Ratzinger ha llegado a manifestar que de haberlo sabido con anterioridad, no le hubiera levantado la excomunión. En realidad el actual Papa conocía perfectamente la ideología y manifestaciones de ése individuo, aunque sólo sea porque Der Spiegel le dedicó un extenso reportaje cuando circuló la noticia de que el Vaticano iba a reconciliar a los obispos lefevrianos.

Benedicto XVI tenía elementos de sobra para habérselo pensando antes, pero quiso probar los límites y le ha salido el tiro por la culata. Sus paisanos y correligionarios alemanes no están dispuestos a transigir con esta clase de iniciativas papales, que en última instancia apuntan a la rehabilitación de una ideología que sembró el horror y la muerte en toda Europa y especialmente en Alemania, y por eso le han plantado cara de modo decidido. El Estado español y sus representantes deberían tomar nota de esa actitud valiente; los católicos españoles, también. En Alemania, obispos como Rouco y la mayoría de los que forman la Conferencia Episcopal española tendrían problemas con la justicia a causa de su ideología de extrema derecha.

En la fotografía que encabeza el post, el joven Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI, con uniforme de las Juventudes Hitlerianas.

lunes, 28 de enero de 2008

Lecciones de las regionales alemanas


Los resultados de las elecciones regionales alemanas celebradas este domingo en los lander Hesse y Baja Sajonia, confirman con toda rotundidad una doble aseveración que algunos hacemos desde hace tiempo: que cuando los partidos de izquierda se presentan como tales en unos comicios su electorado responde, pero cuando se empeñan en buscar el voto "centrista" no sólo no captan votos de derecha sino que son abandonados por sus votantes naturales.

Las cifras son elocuentes. En Hesse, el SPD presentaba como candidata a una mujer joven, dirigente del ala izquierda del partido y que ha hecho campaña con lenguaje y compromisos netamente de izquierdas, enfrentándose al líder del ala más ultraderechista del CDU y a su extraordinariamente reaccionario programa. La consecuencia ha sido que el SPD ha ganado 7,6 puntos y la CDU ha perdido nada menos que 12, empatando ambos partidos en votos y escaños, cuando hasta ahora los democristianos tenían la posición predominante en la región.

En Baja Sajonia, por contra, el SPD ha pretendido disputar el voto "centrista" al Gallardón local de la CDU, presentando contra él a un apparatchik típico representante del social-liberalismo "moderado". El resultado ha sido que los socialdemócratas han perdido 3 puntos, y aunque la CDU ha perdido 6 puntos le ha sacado al SPD una distancia abrumadora en votos y escaños. Muchos electores de izquierda socialdemócrata de la región han optado por votar a Die Linke, el partido socialista de izquierda que dirige Oskar Lafontaine, que ha irrumpido con fuerza en el parlamento sajón.

Con todo, lo más importante de estas elecciones es que por fin Die Linke tendrá presencia en parlamentos regionales de la zona occidental del país (hasta ahora sólo tenía diputados en Bremen y en la ciudad autónoma de Berlín, donde gobierna en coalición con el SPD). En Hesse, Die Linke ha obtenido el 5,1 de los votos (su crecimiento en este Estado lo ha frenado en parte el giro a la izquierda del SPD regional que comentaba antes), y en Baja Sajonia el 7,1. Es de destacar que en Baja Sajonia los votos obtenidos por Die Linke son bastante más del doble de los perdidos por el SPD y que los Verdes han quedado casi igual a lo que tenían, de lo que se deduce que una buena parte de votantes de la izquierda socialista han salido de la abstención y de los nuevos votantes.

La esperanza se mueve, pues. Durante la campaña electoral pasada, el líder del Partido Liberal FPD ha llamado a Die Linke el "virus Lafontaine". Efectivamente, el virus de la izquierda socialista ha comenzado a contaminar la política alemana; dicen las encuestas que si hoy hubieran elecciones generales en Alemania, Die Linke obtendría el 11 ó 12% de los votos. La apuesta del partido es llegar al 15% cuando el año próximo se celebren los comicios.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Lafontaine en Madrid


La breve estancia en Madrid del dirigente socialista alemán Oskar Lafontaine no ha obtenido mucho eco en los medios de comunicación locales, absortos en la larga precampaña de las próximas elecciones generales españolas.

Con todo, el diario El País publica hoy una entrevista en la que Lafontaine, líder de Die Linke, se explaya a gusto sobre el actual panorama político alemán. Habla Oskar de cómo Die Linke ha roto el esquema clásico del bipartidismo imperfecto alemán, y como ha obligado al SPD a girar, ni que sea nominalmente, hacia la izquierda. Die Linke empieza a avanzar fuerte en el oeste alemán sobre las ruinas del SPD, minimizando el peso que en la nueva formación pudieran tener los excomunistas, sucedores del SED que gobernó la parte de Alemania incluida en el bloque soviético hasta 1989.

Lafontaine es un político inteligente y hábil, y las predicciones interesadas de que sería simplemente absorbido por los excomunistas no sólo no se han cumplido, sino que que cada vez está más claro que el nuevo partido de la izquierda alemana tiene proyección y futuro en todo el país y que su líder indiscutible es Oskar.

Dice Oskar Lafontaine en la entrevista que "es falso que hayan desaparecido las diferencias entre derecha e izquierda en Europa. La izquierda sigue defendiendo, entre otras cosas, las conquistas sociales de los trabajadores, un sistema justo de impuestos y una política exterior que respete el derecho internacional, unas reivindicaciones que están muy alejadas de los conservadores". Pronostica que la actual coalición contra natura entre CDU y SPD aguantará hasta las elecciones de 2009, y define sus condiciones para una amplia coalición de izquierdas con el SPD y los Verdes: "Nuestras condiciones para gobernar están claras y pasan por una política salarial progresista, un sistema fiscal que favorezca más a las clases trabajadoras y la retirada de las tropas alemanas de Afganistán".

Difícilmente el SPD puede acceder a incluir esas propuestas en un programa de gobierno, por lo el horizonte político alemán más previsible para después de 2009 es el matenimiento de la actual coalición, y por tanto, la continuidad en el desmoronamiento del partido socialdemócrata y el reforzamiento de las posiciones a su derecha (CDU, beneficiada por su permanencia en el poder) y a su izquierda (Die Linke, que irá recogiendo los restos del naufragio socialdemócrata).

Los próximos comicios regionales en Baja Sajonia y Hesse prometen marcar el despegue de Die Linke en los länder occidentales, donde hasta ahora sólo tiene representación en Bremen. "Así que esos comicios son muy importantes" subraya Lafontaine.