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miércoles, 5 de enero de 2011

Un estudio demuestra que las emisiones de los coches matan



Cuando acaba de ponerse en marcha la nueva ley Antitabaco, substancia a la que se achacan todos los males del mundo, incluido el déficit de los servicios sanitarios, resulta que un estudio reciente acaba de relacionar, por primera vez, los gases de combustión emitidos por los coches con la mortalidad en una gran ciudad, en este caso Madrid.

El estudio confirma algo que sospechábamos muchos que sin ser tener el más mínimo conocimiento de medicina, tampoco somos idiotas. Literalmente la entradilla de la noticia en El País dice: "Un estudio relaciona las emisiones de los coches con enfermedades circulatorias". Explica a continuación que "las partículas PM2,5 están en el aire que se respira en Madrid y son muy dañinas, incluso más de lo que se pensaba hasta ahora. Un estudio recién publicado relaciona los niveles altos de contaminación por estas diminutas partículas en suspensión (llamadas PM2,5 porque miden menos de 2,5 micras de diámetro) que generan los motores diésel con la mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio". Los autores del estudio "demuestran mediante un análisis estadístico que se producen más muertes por infartos, cardiopatías isquémicas e ictus cuando la contaminación es más alta. Y su conclusión es clara: reducir los niveles de PM 2,5 en la capital es "una necesidad acuciante".

Pues ya ven. Y mientras tanto, nuestro encantador Gobierno español subvencionando a fondo perdido durante años la compra privada de chatarra rodante y contaminante (Plan Renove); es decir, malversando fondos públicos en arruinarnos la salud.

"La contaminación es un factor de riesgo cardiovascular muy importante", dice en esa misma noticia el señor Antonio Gil Núñez, miembro del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. Las partículas que se inhalan, explica, provocan inflamación, lo que incrementa el riesgo de enfermedades vasculares. "Aumenta la propensión a que se produzcan trombosis", añade. "Lo más importante es que se puede prevenir. Las autoridades deben saber que si mejora la calidad del aire tendremos menos muertes", concluye.

Para lograrlo habría que cambiar las leyes al respecto, porque está claro que las existentes sólo defienden los intereses de los dueños de la industria automovilística y afines. Según Gil Núñez, los máximos que permite la directiva europea sobre la materia "son simplemente inaceptables desde el punto de vista de la salud pública". Pero qué importa la salud, cuando lo que está en juego son los beneficios de petroleras y fabricantes de coches, amén de los substanciosos ingresos que vía impuestos indirectos sobre los carburantes perciben los gobiernos.

Y es que por encima de cualquier otra consideración hay que seguir generando beneficios privados, ya saben. Así funciona el capitalismo, perdón, la economía libre de mercado.

En la fotografía que ilustra el post, tráfico en una calle de Madrid.

domingo, 3 de febrero de 2008

También en las carreteras españolas hay clases


Una noche de finales de agosto de 2004 un melenudo de 17 años (y nombre y apellido vascos, para más inri) se saltó un stop en un cruce e invadió con su bicicleta una carretera provincial riojana, por la que circulaba el honrado ciudadano Tomás Delgado Bartolomé, al parecer un conocido promotor inmobiliario de la zona, que conducía su lujoso Audi A8. Pese a sus esfuerzos, Tomás Delgado no pudo impedir chocar su automóvil contra el flanco de Enaitz Iriondo, el imprudente ciclista, que falleció como consecuencia del impacto. La Guardia Civil levantó el correspondiente atestado, del que se desprendía que Enaitz había sido el responsable de su propia muerte, y el juez ordenó archivar el asunto. Y a otra cosa mariposa.

Casi cuatro años después, el honrado ciudadano Tomás Delgado Bartolomé decidió reclamar a los padres de Enaitz 20.000 euros, a fin de resarcirse de los daños ocasionados a su Audi por la víctima del atropello. Y claro, los padres de Enaitz explotaron. Porque si ya es grande que te maten a un hijo de 17 años, que luego el victimario decida mearse sobre su tumba rebasa todos los límites.

Así que los padres de Enaitz se han puesto en marcha. Y han empezado a aflorar cosas muy graves en relación con el accidente y el modo como se explicó en su momento. Cosas como que, por ejemplo, el atestado que levantaron los beneméritos agentes es una mierda. Según dos peritos cualificados contratados por la familia de Enaitz, el Audi de Delgado circulaba a 160 km/h en el momento del accidente y no a 116 km/h como al parecer dice el atestado, velocidad ésta en todo caso que rebasa ampliamente los 90 km/h señalados como límite para ése tramo de carretera. Además, el cuadro de la bicicleta de Enaitz estaba intacto y la rueda trasera destrozada, lo que significa que el chico no fue golpeado de lado sino atropellado por detrás luego de haberse incorporado a la carretera. El informe pericial "se basa en pruebas físicas como las huellas del neumático en la carretera, el estado de las cubiertas y las deformaciones causadas en el vehículo" (diario ADN, 28/1/2008).

Más. En el control de alcoholemia que le realizaron, Tomás Delgado dio 0,15 mg/litro, lo que es un porcentaje bajo de alcohol en sangre. Ocurre sin embargo que el control se lo hicieron ¡hora y media después del accidente!; es decir, cuando había tenido tiempo de sobra de rebajar por medios naturales o inducidos su verdadera tasa de alcohol en el momento del atropello.

Ante tal cúmulo de irregularidades y el escándalo que en la opinión pública ha suscitado la petición de indemnización hecha por Delgado, el fiscal superior de La Rioja no ha tenido más remedio que iniciar "diligencias informativas" que reabrieran el caso. Es así como la Unidad Central de Reconstrucción de Accidentes de la Dirección General de Tráfico ha levantado un nuevo atestado del siniestro (La Rioja, 2/2/2008). El informe pasará al fiscal superior, y parece que finalmente Tomás Delgado se verá pronto ante un juez, esta vez para responder por un delito de homicidio. Por cierto que Delgado despachó ante la prensa la reacción de los padres de Enaitz señalando que "si ellos habían perdido a un hijo, él era padre de más hijos", así que mejor no le fueran con monsergas.

Tanta inconsciencia y chulería no es casual, ni en Delgado ni en tantos otros; tiene su origen en la impunidad absoluta que en éste país acompaña a los accidentes de tráfico. En España matar llevando un volante entre las manos es gratis, y ni siquiera genera mala conciencia en el homicida. El culto al Becerro de Oro que es el automóvil es aquí una religión seguida fanáticamente por una mayoría de personas, probos padres de familia y ejemplares ciudadanos... salvo cuando se lanzan a la carretera. Imaginen ustedes entonces lo que puede pasar cuando a un constructor inmobiliario que conduce un flamante Audi A8 por una carretera solitaria, se le pone por delante un crío melenudo montado en bicicleta.

Sinceramente, espero que Tomás Delgado se pudra en la cárcel. Y también que se les caiga el pelo a quienes ayudaron a intentar enterrar este caso, porque ellos también tienen una parte de responsabilidad en el seguro homicidio y más que probable asesinato de Enaitz Iriondo.