viernes, 24 de abril de 2009

Julio Anguita en su orilla. Respuesta a Elisa Serna a propósito de un artículo de Javier Pradera

Elisa, convendrá usted conmigo en que el hecho de que Javier Pradera haya sido comunista no le invalida para opinar sobre los comunistas, sobre quienes dicen serlo e incluso sobre Julio Anguita. Espero que no sea eso lo que quiere dar a entender usted en su primer párrafo, porque si así fuera no vale la pena que siga leyendo.

Evidentemente considero el artículo (no “articulito”, mal que le pese) de interés, de mucho interés, porque desvela algunos mecanismos mentales que mueven la personalidad y las acciones de un individuo, Julio Anguita, que ha ocupado un lugar destacado en eso que el profesor Ramón Cotarelo llamó en su día “el golpe de Estado difuso”, la conspiración que allanó el camino al poder de la derecha neofranquista española, entonces encabezada por José María Aznar. Y además lo hace dando referencias que permiten saber de dónde sacó originalmente Anguita esas ideas: de su adhesión a la ideología falangista primero, y después al más sobado de los estalinismos (falangista temprano y tardío leninista, ya sabe). Y naturalmente no puede menos que referirse a la cópula final de ambas ideologías en ese esperpento llamado “teoría de las dos orillas”, coartada ideológica mediante la cual Anguita y sus secuaces intentaron justificar su papel vicario en la “pinza” que llevó al PP al gobierno en 1996.

Y en fin, efectivamente el anticomunismo está completamente anticuado… tanto como los comunistas de estricta observancia, suponiendo que quede alguno tras la caída del Muro de Berlín y el conocimiento urbi et orbe de en qué consistía de verdad eso que fatuamente sus intelectuales orgánicos llamaban antaño “el socialismo realmente existente” (sic): tiranías, corrupción, mentiras, fracasos… todo eso que resume perfectamente la Cuba de los hermanos Castro, para entendernos.

Obviamente, mi respeto para todos los comunistas que en nombre de un ideal que sentían dentro de sí (y nada tenía que ver con lo “realmente existente”) se dejaron la piel luchando contra el fascismo, de Madrid a Stalingrado. Y también para cuantos como Javier Pradera, Jorge Semprún, Fernando Claudín, Jordi Solé Tura y tantísimos otros descubrieron un día que su ideal nada tenía que ver en realidad con el “socialismo realmente existente”, y obraron en consecuencia.

Es por todos ellos precisamente que me repugna el que Anguita se llame comunista. ¿Me entiende usted, doña Elisa Serna?.

La fotografía que ilustra este post muestra al ministro nazi de Exteriores, von Ribbentrop, recibiendo al Comisario del Pueblo para Asuntos Exteriores soviético, Molotov, en la estación de Anhalt (Berlín), el 12 de noviembre de 1940..

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