Barack Obama se perfila como el único miembro del partido demócrata en condiciones de disputarle la nominación a Hillary Clinton, la gran favorita para las próximas elecciones presidenciales norteamericanas. La carrera meteórica de este joven político sintetiza el "sueño americano" con todas sus luces y sus sombras.
De entrada, resulta altamente sospechoso que Obama mienta abiertamente sobre sus orígenes. Barack Obama suele presentarse como "negro" cuando en realidad es "mulato", hijo de un keniano y de una estadounidense blanca. No es un detalle baladí en un país donde la adscripción a una u otra minoría étnica condiciona el futuro de un profesional de la política; buena parte del capital político de Obama consiste en presentarse a sí mismo como un "negro que ha triunfado".
Su ideología, por lo demás, es la propia de los negros de clase alta integrados en el establishment norteamericano: Obama se define como un hombre profundamente religioso y contrario a los derechos civiles de los homosexuales y de otros grupos sociales no étnicos. Acostumbra a fotografiarse con cualquier excusa rodeado por su familia -el "apoyo familiar" es un factor decisivo en la política norteamericana-, ofreciendo la imagen de negro joven, guapo, feliz, triunfador e integrado. Malcom X le habría calificado como un "Tío Tom" del siglo XXI.
Otro motivo para desconfiar de él lo proporciona su propia biografía, intencionadamente obscura en algunos pasajes decisivos. Barack Obama gusta de decir de sí mismo que es un auténtico "self made man", y explica que en 1986 llegó a Chicago sin un céntimo y que tan sólo diez años después ya era senador. Como es sabido ni en Chicago ni en parte alguna del mundo llueven del cielo el dinero y el poder, así que parece legítimo preguntarse cómo éste hombre consiguió tan fulgurante ascenso social y cúales son sus negocios y relaciones políticas y extrapolíticas.
Por lo demás, a Obama se le reconoce una capacidad fuera de lo común para recaudar fondos para sus campañas, y también el ser un verdadero seductor de masas. En el interior del Partido Demócrata ocupa una posición "moderada" -es decir, en el ala derecha, próxima a los republicanos-, en oposición tanto a los "izquierdistas" del actual presidente del partido, Howard Dean, como a los "centristas" seguidores de Hillary Clinton, y desde luego fuera de los círculos de influencia de los Kennedy. En suma, a Barack Obama le queda mucho trecho por recorrer si quiere conquistar el liderazgo de los demócratas, aunque de momento parece ir bien armado para afrontar la aventura.
Obama tiene todo el aroma de un producto prefabricado, algo muy corriente en la política estadounidense, y a éstos tarde o temprano se les acaban viendo los hilos. De sus compromisos nos iremos enterando a medida que su carrera política avance; lo cierto es que los lobbys norteamericanos y las grandes corporaciones suelen cobrar puntualmente la factura de sus apoyos.
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