
Las ideas de Obama en lo que Zapatero llama “políticas sociales” y que en realidad son simplemente extensión de derechos civiles, son extraordinariamente conservadoras salvo en cuanto se relaciona con la promoción social de los negros y las minorías étnicas en general. En relación con las clases trabajadoras, hasta ahora Obama ni siquiera se ha dirigido a ellas; él habla para las “clases medias”, es decir, para sectores urbanos profesionales e integrados socialmente. Recuerden que Hillary Clinton tenía un plan para la creación de un sistema sanitario de corte bastante aproximado a los existentes en Europa; Obama ha evitado cuidadosamente pronunciarse sobre éstas y otras cuestiones semejantes, que afectan directamente a las clases más necesitadas.
Luego está la cruda realidad de las cosas, una vez barrido el confetti de la fiesta. La monumental crisis económica norteamericana, las dos guerras empantanadas en Oriente Próximo y Asia Central, la recomposición de las relaciones con el mundo entero y tantos otros problemas de alcance global, van a bajar los bellos discursos de Obama al lodazal de las realidades concretas. Veremos de qué es capaz ahí.
Y en fin, me preocupa sobremanera que al parecer ya haya en marcha un “gran pacto nacional” que asocie al nuevo poder a la parte supuestamente menos podrida de los derrotados. En ese sentido, hoy ya se comenta que algunos significados republicanos formarán parte del gobierno de Obama, quien le habría ofrecido la Secretaría de Defensa nada menos que a Colin Powell. Veremos pues en qué acaba tanto progresismo centrado…