lunes, 26 de marzo de 2007

La resistible ascensión de Joaquim Llena


Desde hace algunos días el diario El País viene suministrando información a cuenta de lo que ya comienza a conocerse como el “caso Llena”, que afecta directamente al actual conseller de Agricultura de la Generalitat catalana, Joaquim Llena. Según lo que vamos leyendo, este escándalo en ciernes lleva camino de convertirse en el primer sobresalto serio para el nuevo Tripartito autonómico catalán.

De momento y a la espera de futuras revelaciones, lo más escandaloso del asunto se centra en el hecho de que una persona con los antecedentes que Joaquim Llena acumula como destacado “emprendedor” en negocios inmobiliarios, pueda haber llegado a ser uno de los más importantes dirigentes socialistas catalanes, y por si ello fuera poco, haberse convertido en miembro del gobierno autonómico catalán en representación del PSC.

Al parecer, según El País, Llena estaría implicado como principal protagonista en un jugoso pelotazo urbanístico en el Pirineo catalán, que entre otras consecuencias y según se ha publicado estos días multiplicaría por diez los habitantes de un pueblecito leridano próximo a la estación de esquí de Baqueira-Beret. La ubicación no es casual. Todo el Pirineo aragonés y catalán se halla sembrado de estaciones de esquí a cuyo alrededor han crecido urbanizaciones y hoteles desde principios de los años sesenta. Si bien la llegada de la democracia municipal puso cierto freno al entusiasmo de los promotores del ladrillo y el cemento, en los últimos años, y coincidiendo con la expansión de las estaciones de esquí, ha habido al parecer un fuerte rebrote constructor en esas zonas. Si se llevaran a cabo algunos proyectos, como por ejemplo los vinculados a la varias veces solicitada concesión de los Juegos Olímpicos de Invierno a la ciudad oscense de Jaca -pura excusa para la realización de planes de construcción masiva en esa zona del Pirineo aragonés, en ese caso-, los daños al ecosistema pirenaico serían enormes e irreversibles.

Naturalmente esas operaciones necesitan políticos que se avengan a allanar el camino a los intereses económicos que las propician. La biografía de Joaquim Llena que está saliendo a la luz estos días resulta arquetípica en ese sentido: durante algunos años, Llena fue alcalde independiente de Àneu –población donde tiene importantes intereses familiares en el sector turístico-, hasta que se afilió al PSC en 1995. Una carrera meteórica y al parecer sembrada de cadáveres políticos le llevó a desplazar en la organización leridana del partido a dirigentes históricos como Ramon Vilalta, presidente de la Diputación provincial de Lleida durante muchos años, y Antoni Siurana, alcalde de Lleida desde las elecciones de 1979 hasta que fue nombrado conseller de Agricultura del primer Tripartito, cargo en el que le ha sucedido Llena tras ser elegido José Montilla como presidente de la Generalitat catalana.

A Llena se le relaciona desde antiguo con Baqueira-Beret, lo cual no ha sido óbice al parecer para que en menos de una década llegara a convertirse en el representante político por excelencia de los intereses pirenaicos catalanes presuntamente progresistas; un intermediario, “un conseguidor”, en suma. La sensación de impunidad debía ser tal que al convertirse en conseller de la Generalitat, Llena dejó la alcaldía de su pueblo a una persona de su confianza y él siguió como concejal de Urbanismo. El escándalo ha saltado ahora al hacerse pública la posible incompatibilidad, al menos desde el punto de vista ético, en el desempeño simultáneo de ambos cargos; el fondo del asunto radica, con todo, en que finalmente ha aflorado la “promoción inmobiliaria” impulsada por Llena en una finca de Àneu de su propiedad, donde pretendía levantar una urbanización de lujo con ampliación de terrenos incluida. Todo muy progresista, como puede verse.

Lo curioso es que estas cosas se sabían desde hace años, según nos cuentan ahora. Y sin embargo no sólo nadie había frenado a este individuo sino que a sus cuarenta y pocos años y tras un breve período de militancia partidaria, Llena había logrado convertirse en un valor consolidado del socialismo catalán. Así se están labrando muchas carreras políticas hoy día.

Suele decirse que en política la mujer del César no sólo ha de ser honesta, sino que además debe parecerlo. Sin entrar en la legalidad de los negocios de Joaquim Llena, que ése es un asunto que deberán dilucidar los tribunales de Justicia si fuera el caso, sí es lícito plantearse cómo es posible que en una organización socialista, socialdemócrata o simplemente progresista, haya cargos dirigentes que consideren compatible la ideología que supuestamente profesan con la realización de negocios que por muy legítimos que fueren desde el punto de vista legal, contradicen abiertamente los principios más elementales de esa ideología.

Según El País, Llena se ha defendido aduciendo que operaciones como las que se le atribuyen “contribuyen al progreso de las comarcas pirenaicas”; sólo le ha faltado añadir que, además, crean puestos de trabajo. Lamentablemente ésa es la clase de argumentos que utilizan los políticos de derechas cuando los atrapan en operaciones inmobiliarias más sucias de lo habitual.

Por evidentes razones higiénicas, el presidente de la Generalitat de Catalunya debería cesar a la mayor brevedad posible al señor Llena. Y el PSC debería darle de baja con mayor urgencia aún, a fin de facilitarle a este señor la posibilidad de armonizar en adelante sus negocios con una nueva militancia política más acorde con ellos.

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