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miércoles, 20 de enero de 2010

Barack Obama, empieza la caída del ídolo de barro


La debacle demócrata producida en la elección de un senador por Massachusetts que cubra la vacante dejada por Ted Kennedy, no ha sido fruto de la casualidad. Por primera vez en casi 60 años los republicanos ganan ese escaño en el Estado que los Kennedy han representado y manejado políticamente durante décadas, uno de los más progresistas de EEUU. Hace un año Obama ganó las presidenciales en Massachusetts con 27 puntos de diferencia sobre su rival republicano, y cuando hace unos meses se designó a la candidata democráta la ventaja de ésta era de 40 puntos sobre su adversario; la elección, sin embargo la ha ganado finalmente el republicano con una ventaja de 5 puntos.

¿Que ha pasado? Pues sencillamente que el globo Obama se ha desinflado estrepitosamente y en menos de un año, un verdadero récord. Barack Obama ha demostrado ser un hombre capaz de hacer bellos discursos, pero su gestión no se ha movido un ápice de la línea seguida por sus predecesores en el cargo. Ejemplos los hay a decenas: sucede que no sólo no se ha cerrado Guantánamo como prometió el entonces candidato a presidente, sino que tras el supuesto atentado de Detroit ese chupadero de seres humanos va a permanecer funcionando, ahora ya sin dudas ni encubrimientos; que la ansiada reforma a favor de una sanidad pública se ha dejado pudrir sin avanzar un palmo, hasta que finalmente la falta de una mayoría calificada en el Senado la va a mandar a la papelera, con gran alivio por cierto de los estrategas del partido Demócrata, que por su culpa veían peligrar algunas importantes fuentes de financiación del partido; que Irak y Afganistán siguen pudriéndose al sol, y que ni hay calendario de retirada de tropas ni la menor voluntad de acabar con esa payasada imperialista que es la llamada Guerra Mundial Antirerrorista; que en lo que respecta al multilateralismo, la Administración Obama se ha comportado con la misma arrogancia, matonismo y egocentrismo que Bush hijo y compinches, ninguneando a todo el mundo e imponiendo la fuerza bruta y los hechos consumados. Como muestra de su talante, véase la ocupación manu militari de Haití so pretexto de asumir la "responsabilidad" de EEUU(antes le llamaban su Destino Manifiesto) en el mantenimiento de la "seguridad" (¡siempre la misma puta palabra como justificante!) en el Caribe y otras áreas americanas. Por no hablar de ése enfrentamiento absolutamente ficticio con banqueros, especuladores y resto de estafadores responsables de la actual crisis financiera acampados en Wall Street, cuya desviación hacia la economía real el propio Obama bendijo al destinar cientos de miles de millones de dólares auténticos para resarcirlos de las pérdidas que ellos mismos habían ocasionado. Más allá de palabras rimbonbantes de un progresismo que no se sustenta en hechos, la economía de la era Obama es absoluta y ortodoxamente neocon.

No es que Obama no pueda, como sostienen algunos semidesencantados seguidores suyos, sino más bien que no quiere. Barack Obama es un hombre cien por cien del sistema, y las gentes de las que se ha rodeado, salvo honrosísimas excepciones, lo son igualmente. Sólo hay que dar una ojeada a los medios norteamericanos y algunos europeos de hoy, donde se recogen los apremios de asesores y colaboradores del presidente estadounidense en el sentido de que comience a girar a la derecha. La delirante teoría que formulan estos "expertos" es que la durísima derrota de esta semana se ha debido a que los "votantes moderados independientes" han comenzado a huir de las papeletas demócratas, "asustados" porque no hay rebaja de impuestos y la reforma de la sanidad les costará, dicen, mucho dinero a los contribuyentes; es decir, los mismos sobados argumentos de la derechona más recalcitrante.

La realidad es muy otra. Quienes han comenzado a abandonar a Obama y a los demócratas son precisamente quienes le auparon a la presidencia, esos "votantes independientes" (abstencionistas, en su inmensa mayoría) que por primera vez pensaron que había un candidato al cual votar. Recuerdo que cuando la campaña de las presidenciales del año pasado, en un reportaje de televisión aparecía un chico negro en una calle de Harlem haciendo campaña por Obama, diciéndoles a otros chavales negros: "Vota Obama o muere en Irak". Es sabido que la carne de cañón del Ejército de EEUU se nutre de jóvenes negros, hispanos y miembros desheredados de las minorías. Un año después, con Barack Obama elegido presidente de EEUU, los chicos de los barrios suburbiales, desde Nueva York a Los Angeles, siguen muriendo en Irak y Afganistán. Esta es clase de razones que explican verdaderamente el declive inusitado de Barack Obama, y que lo hacen inevitable si no se endereza el rumbo de su Administración.

domingo, 30 de agosto de 2009

Fin de la dinastía Kennedy


La muerte del senador Edward "Ted" Kennedy pone punto final a más de medio siglo de presencia de esta familia en la política norteamericana. A lo largo de este tiempo, los Kennedy han dejado un sello muy especial, propio y diferente a otras dinastías políticas de su país; no por nada se les ha llamado la "Familia Real estadounidense".

Descendientes de un irlandés enriquecido en los años de la Depresión, los Kennedy -John, Robert y Edward- fueron educados para que alguno de ellos llegara algún día a ser presidente de los EEUU. En cumplimiento estricto del "sueño americano", y por increíble que pueda parecerle a un europeo, uno de ellos -John- llegó efectivamente al cargo y fue asesinado durante su mandato, y otro -Robert- hubiera sido presidente de no haber sido muerto a tiros durante su campaña presidencial. Tras esos asesinatos, Ted, el menor de los Kennedy, hubiera alcanzado sin dificultad la Casa Blanca de no haber sido por su afición al alcohol y las mujeres; una noche de sexo y borrachera tuvo un accidente de tráfico de cuyo escenario huyó a pie, dejando tras de sí el cadáver de una joven colaboradora y al parecer amante ocasional, que se ahogó dentro del automóvil hundido en el río al que había caído.

A Ted Kennedy aquel incidente le hizo madurar. Renunció al sueño de ser presidente y reorientó su carrera política hacia el Senado, donde lideró durante décadas el ala progresista del Partido Demócrata. A la inicitiva de Ted Kennedy se deben infinidad de leyes favorables a las minorías, los trabajadores y en general los colectivos más desfavorecidos de la sociedad estadounidense. En su feudo de Massachusetts el clan Kennedy ha sido imbatible, pero su influencia política directa se ha extendido también a otros estados cercanos del nordeste de los EEUU. Bajo su protección se han promocionado políticos del Partido Demócrata, y también independientes de izquierda e incluso socialistas, como el senador de Vermont, Bernie Sanders. El apoyo del clan Kennedy fue decisivo asimismo para impulsar la carrera de Bill Clinton -un admirador confeso del presidente John Kennedy-, y resultó fundamental asimismo para que Barak Obama obtuviera la nominación para la presidencia por el Partido Demócrata.

Desde principios de los años setenta Ted Kennedy ha ejercido como patriarca del clan con energía y ductilidad, y ello a pesar del rosario de desgracias familiares que a lo largo de los años han azotado sin cesar a la familia Kennedy. La muerte de Ted representa el final de la dinastía, y probablemente también el de un modo de entender y hacer política en un país que tras la elección de Obama, pretende haber inaugurado una nueva era política.

Me temo con todo, que más pronto que tarde los norteamericanos sensatos no van a tardar en echar de menos a un Kennedy como faro de esperanza y conductor de las batallas políticas en el país donde supuestamente todas las oportunidades son posibles, siempre y cuando cuentes con la protección adecuada.

En la fotografía, de izquierda a derecha, Robert, Edward y John Kennedy a principios de los años sesenta.

viernes, 8 de febrero de 2008

Días de gloria en EEUU


Los inicios de la larga campaña electoral para las presidenciales norteamericanas de este año están resultado espectaculares y galvanizadores. Hacía muchos años que no se producía la efervescencia actual, con millones de personas movilizadas por todo el país en apoyo de sus candidatos. Las consecuencias políticas de tal movimiento de mentes y de masas no parece que vayan a ser pasajeras.

De momento, esta marea humana se está llevando por delante a los neocons y a su obra de gobierno, por llamarla de alguna manera; gane quien gane la presidencia estadounidense, la "revolución neocon" pasará directamente al basurero de la Historia. Fin pues de un cuarto de siglo de la política norteamericana que, salvo en el período de presidencia de Bill Clinton, ha estado marcado por la hegemonía salvaje de la extrema derecha. Hoy, los tres candidatos con opciones reales están alejados de los presupuestos ideológicos que han inspirado la época que inauguró Reagan y continuaron los Bush, padre e hijo. Hasta el candidato republicano John McCain, conservador pero no reaccionario y del que abomina la "derecha cristiana", es enemigo abierto de la extrema derecha bushista. Aunque si gana Hillary Clinton, el futuro de los neocons será el más negro posible: el ajuste de cuentas con el pasado de persecución sufrido por los Clinton estará servido, y muy probablemente Bush o al menos sus colaboradores más inmediatos acabarán sentados en el banquillo judicial para responder de sus crímenes y sus mentiras. Quizá entonces lleguemos a saber qué y quiénes se esconden realmente tras el 11-S y el llamado "terrorismo global".

La esperanza en la llegada de un nuevo tiempo, reflejada en el lema de la campaña de Barak Obama "si, podemos" y extensible al resto de candidaturas con posibilidades, no nace evidentemente del vacío: proviene del hartazgo de los norteamericanos más sensibles política y socialmente (jóvenes, mujeres, minorías) de estos años de locura ultraderechista que ha vivido EEUU. La campaña electoral ha facilitado a las clases medias y populares el instrumento de acción, y con él como piqueta están derribando la fortaleza bushiana. Dado el estado de pudrición interna en que ésta se halla por causa de los crímenes cometidos por los neocons en su política imperial y de la corrupción masiva con la que han infectado el sistema, la victoria de los atacantes parece segura, y con ella, el fin del neoconservadurismo se hace irreversible.

miércoles, 9 de enero de 2008

Los Simpsons votan en las primarias de EEUU


La fiebre de los caucus y las primarias ha llegado también -por qué no- a Springfield.

¿Les interesa saber a quién piensa votar cada uno de los personajes de la serie Los Simpsons?. Aquí les dejo la lista de candidatos y sus potenciales votantes springfelianos.

Primero, los candidatos:

Por el Partido Demócrata (PD):
Hillary Clinton: demócrata "clásica".
Barak Obama: neodemócrata.
John Edwards: ala "izquierda".

Por el partido Republicano (PR):
John McCain: conservador moderado.
Rudolf Giuliani: conservador radical.
Mike Huckabee: extrema derecha cristiana.

Y después, sus votantes en Springfield:

-Homer Simpson: por Giuliani (PR).
-Marge Simpson: por Hillary Clinton (PD).
-Abraham Simpson, padre de Homer: por Mc Cain (PR).
-La madre de Homer: por Barak Obama (PD), aunque a ella le gustaría votar por un ecologista.
-Ned Flanders: por Huckabee (PR), "es cristianito".
-Maude, mujer de Flanders: por quien vote Neddie.
-Reverendo Lovejoy: por Huckabee (PR).
-Apu el tendero: por Giuliani (PR).
-Patty y Selma, hermanas de Marge: por cualquier candidato masculino que les sonría.
-Monty Burns, el dueño de la central nuclear: "votaría por Adolf Hitler, oh sí, es una verdadera lástima que ya no se presente...".
-Waylon Smithers su enamorado secretario: por quien diga el señor Burns.
-Carl, el amigo negro de Homer: por Barak Obama (PD).
-Lenny, el amigo de Carl: por quien vote Carl (PD).
-Moe el tabernero: por Huckabee, "como hay Dios" (PR).
-Barney: borracho como siempre, ni se ha enterado de que hay elecciones.
-Krusty el payaso: por Huckabee (PR), aunque él sea judío.
-Kent Brockman el presentador de TV: él no vota, sólo manipula audiencias.
-El actor secundario Mel: por Hillary Clinton y su glamour (PD).
-Director Skinner: "¡por Mc Cain, diablos, él también fue héroe en Vietnam como yo!" (PR).
-La madre del director Skinner: por Hillary Clinton (PD).
-profesora Edna Carapapel: por Hillary Clinton (PD).
-Alcalde Joe Quimby: por quien gane, sea del partido que sea.
-Jefe de policía Wiggum: por Huckabee (PR).
-Tony el Gordo, jefe mafioso: por Huckabee (PR).
-Actor secundario Bob (encarcelado): por Huckabee (PR).
-Otto, el conductor del autobús escolar: por Edwards (PD).
-El propietario de la tienda de comics "La Mazmorra del Androide": por Obama (PD).
-El propietario de la tienda de artículos militares: por Huckabee (PR).
-Cletus, el tonto del pueblo: por George W. Bush ("¡pero si Bush ya no se presenta, atontaoo!".

lunes, 5 de marzo de 2007

Un negro con el corazón blanco

Barack Obama se perfila como el único miembro del partido demócrata en condiciones de disputarle la nominación a Hillary Clinton, la gran favorita para las próximas elecciones presidenciales norteamericanas. La carrera meteórica de este joven político sintetiza el "sueño americano" con todas sus luces y sus sombras.

De entrada, resulta altamente sospechoso que Obama mienta abiertamente sobre sus orígenes. Barack Obama suele presentarse como "negro" cuando en realidad es "mulato", hijo de un keniano y de una estadounidense blanca. No es un detalle baladí en un país donde la adscripción a una u otra minoría étnica condiciona el futuro de un profesional de la política; buena parte del capital político de Obama consiste en presentarse a sí mismo como un "negro que ha triunfado".

Su ideología, por lo demás, es la propia de los negros de clase alta integrados en el establishment norteamericano: Obama se define como un hombre profundamente religioso y contrario a los derechos civiles de los homosexuales y de otros grupos sociales no étnicos. Acostumbra a fotografiarse con cualquier excusa rodeado por su familia -el "apoyo familiar" es un factor decisivo en la política norteamericana-, ofreciendo la imagen de negro joven, guapo, feliz, triunfador e integrado. Malcom X le habría calificado como un "Tío Tom" del siglo XXI.

Otro motivo para desconfiar de él lo proporciona su propia biografía, intencionadamente obscura en algunos pasajes decisivos. Barack Obama gusta de decir de sí mismo que es un auténtico "self made man", y explica que en 1986 llegó a Chicago sin un céntimo y que tan sólo diez años después ya era senador. Como es sabido ni en Chicago ni en parte alguna del mundo llueven del cielo el dinero y el poder, así que parece legítimo preguntarse cómo éste hombre consiguió tan fulgurante ascenso social y cúales son sus negocios y relaciones políticas y extrapolíticas.

Por lo demás, a Obama se le reconoce una capacidad fuera de lo común para recaudar fondos para sus campañas, y también el ser un verdadero seductor de masas. En el interior del Partido Demócrata ocupa una posición "moderada" -es decir, en el ala derecha, próxima a los republicanos-, en oposición tanto a los "izquierdistas" del actual presidente del partido, Howard Dean, como a los "centristas" seguidores de Hillary Clinton, y desde luego fuera de los círculos de influencia de los Kennedy. En suma, a Barack Obama le queda mucho trecho por recorrer si quiere conquistar el liderazgo de los demócratas, aunque de momento parece ir bien armado para afrontar la aventura.

Obama tiene todo el aroma de un producto prefabricado, algo muy corriente en la política estadounidense, y a éstos tarde o temprano se les acaban viendo los hilos. De sus compromisos nos iremos enterando a medida que su carrera política avance; lo cierto es que los lobbys norteamericanos y las grandes corporaciones suelen cobrar puntualmente la factura de sus apoyos.