Cumplir 80 años siendo un creador literario prodigioso y un hombre consecuente con su tiempo, es privilegio reservado a algunos -muy pocos- escogidos por los dioses. Gabriel García Márquez, Gabo, es uno de ellos.
Vivir para contarla es el secreto de Gabo, narrador compulsivo que supo cambiar -él sí- su condición de gacetillero provinciano por las más altas cotas de la literatura contemporánea, usando siempre como materia prima sus paisajes, sus gentes y sus circunstancias; extrayendo de la pequeña historia de las gentes pequeñas, en suma, cuanto necesitaba para hilvanar sueños literarios sublimes.
Y sin embargo nada fantasioso hay en el padre del realismo mágico, pues el periodista convive armoniosamente en él con el demiurgo y juntos le siguen dando substancia a cuanto produce hoy al igual que hace cuarenta años, cuando pergeñaba la novela que le hizo inmortal. Gabo y su literatura son así: nos hacen volar muy alto porque tienen los pies firmemente asentados en tierra.
¡Felicidades genio, compañero, maestro!.
¡Felicidades genio, compañero, maestro!.
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