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lunes, 5 de septiembre de 2011

Agentes del FBI implican a la CIA en el 11-S



La revista dominical del diario El País de ayer estaba dedicada en su mayor parte a conmemorar el décimo aniversario de los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York. Entre los diversos artículos que componían el especial, llama poderosamente la atención uno titulado "Las raíces del desastre", que de forma nada disimulada implica a la CIA en los atentados del 11-S. Quienes lo hacen no son trasnochados intelectuales izquierdistas, enfebrecidos partidarios de conspiranoias con o sin alienígenas de por medio, ni novelistas de imaginación desbordante y desbordada: se trata nada menos que de agentes del FBI, precisamente de aquellos que en las fechas del 11-S tenían la misión de seguir la pista al terrorismo islamista dentro y fuera de los EEUU.

El artículo, firmado por John Carlin, arranca contundente: "De acuerdo con tres antiguos miembros de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) que ocuparon puestos importantes en el equipo antiterrorista de 150 personas dirigido por (John) O'Neill, y a los que he entrevistado, existen buenos motivos para creer que si la Agencia Central de Inteligencia, el servicio de espionaje exterior de Estados Unidos, no se hubiera negado a compartir con ellos lo que sabían sobre esta pareja de Al Qaeda, la conspiración del 11 de septiembre se habría desbaratado de raíz (...)Pat D'Amuro, que era el segundo en la cadena de mando tras O'Neill y después dirigió la investigación del FBI sobre el 11-S, dice que, después de la amplia investigación oficial para saber si habría sido posible evitar los atentados, "lo que más destaca -lo único- es esta información concreta sobre esos dos terroristas que la Agencia no nos transmitió". "El pueblo estadounidense", añade D'Amuro, "no sabe lo crucial que fue aquello". 

Es solo un anticipo. El frustrado D'Amuro continúa: "Después de la reunión de Malasia, la NSA descubrió que tanto Al Mindhar como Al Hazmi tenían el visado de entrada estadounidense en sus pasaportes, emitidos en Yeda (Arabia Saudí). Sus agentes informaron a la CIA de este asombroso detalle". Es decir, la CIA estaba perfectamente al corriente de que dos reputados terroristas internacionales que acabaron subiéndose al vuelo 77 de American Airlines el 11-S, tenían visados en regla para entrar en EEUU (¿cómo los consiguieron?) y los iban a utilizar, y sin embargo escondió esa información al FBI.

Otro agente del FBI remacha: "En cuanto se enteraron de que aquellos dos individuos tenían visado para entrar en Estados Unidos, era absolutamente imprescindible que transmitieran esa información al FBI", dice Mark Rossini, "temblando de indignación mientras habla" (sic). "Porque la CIA, que se mantiene en silencio sobre el caso, deliberadamente no la transmitió al FBI, cuyo terreno de operaciones es EE UU".

El artículo prosigue: "Al Mindhar y Al Hazmi (los dos terroristas con visado) entraron en Estados Unidos por el aeropuerto de Los Ángeles el 15 de enero de 2000, con tanta facilidad como cualquier otro turista. Según el informe oficial de la comisión del 11-S, un exhaustivo documento de 567 páginas que se entregó al presidente y al Congreso, "ni Hazmi ni Mindhar estaban en las listas de pasajeros sospechosos que tenían los inspectores de fronteras. Pero se sabía ya que Mindhar era un agente de Al Qaeda, y los servicios de inteligencia tenían una copia de su pasaporte". Dicho lisa y llanamente, la CIA facilitó su entrada al país.

El artículo aborda en su última parte la personalidad y el destino de John O'Neil, el hombre que tenía en el FBI la responsabilidad de perseguir el terrorismo islamista en EEUU, al que Rossini califica como "El mejor hombre que tenía Estados Unidos en la lucha contra Al Qaeda". Un tipo peculiar, osado y algo extravagante, pero terriblemente eficaz y responsable en su trabajo, aunque en malas relaciones con la CIA. Acosado por sus enemigos, O'Neil abandonó el FBI en agosto de 2001, y el día 9 de septiembre siguiente comenzó a trabajar como responsable de seguridad ¡del World Trade Center!. Los restos de John O'Neil, explica Rossini, aparecieron entre los escombros del 11-S... decapitado (identificaron su cuerpo por el traje y el anillo de graduación universitaria).  

Mark Rossini concluye atribuyendo a "prejuicios personales y los delirios de autoridad y jurisdicción de unas personas concretas", es decir a la pugna entre servicios estatales de seguridad, que finalmente se produjera "el atentado terrorista más catastrófico jamás cometido en territorio estadounidense". Una "explicación" que tras lo declarado anteriormente parece más bien un modo de evitar el ser señalado como alguien que ha hablado demasiado.

Y es que pese a quien pese, la verdad comienza a abrirse paso.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Guerra a muerte contra Wikileaks



El sector más irremediablemente cafre de los aparatos del Estado y de la sociedad norteamericana quieren ver a Julian Assange muerto. Ahí está Sarah Pallin, la autocalificada como "perra con pintalabios" (ella sabrá el porqué de ese autorretrato, aunque no cuesta mucho imaginarlo), que ha pedido a gritos que le peguen unos cuantos tiros en cualquier esquina. Acabará ocurriendo, no lo duden. Tal vez de aquí a que pase algún tiempo, nos enteraremos de que el señor Assange se ahogó con un hueso de pollo tras mantener relaciones sexuales culpables con él o algo por el estilo. La derecha ultraneoliberal norteamericana es así, no solo capaz de llegar hasta el asesinato si lo estima necesario; además procura escarnecer ante la opinión pública a quienes le plantan cara y acaban convertidos en sus víctimas.

Así que mientras siguen maquinando cómo callar para siempre a Julian Assange -si es que no lo han hecho ya-, los EEUU del "progresista" Obama andan movilizando a los medios de comunicación adictos en el universo mundo -que los hay a patadas: véase la perrera mediática española, sin ir más lejos-, para intentar restar credibilidad a las toneladas de mierda producida por los servicios secretos yankis que Wikileaks ha hecho aflorar, y que estamos conociendo plasmadas en unos documentos que muestran a las claras la arrogancia, ignorancia, obcecación y asombrosa vagancia en que viven esos funcionarios públicos a los que llaman "servicio diplomático estadounidense" (en realidad, meras terminales esparcidas por el mundo de las docenas de servicios secretos norteamericanos.) Hace un par de días un pariodista barcelonés mostraba su perplejidad y escándalo ante el hecho probado de que la famosa alarma de los EEUU porque Barcelona sea según ellos algo así como la "capital europea del terrorismo islamico", se basaba exclusivamente en un artículo suyo publicado en el diario La Vanguardia, del que el cónsul de EEUU en Barcelona había copiado párrafos enteros luego enviados por cable como "alto secreto" a la CIA. Así trabaja cualquiera de espía, señores: basta con comprar la prensa local y seguir los telediarios.

De todos modos con Assange o sin él lo que Wikileaks ha aportado es imparable incluso para los poderosos tentáculos del Imperio. Pueden destruir la organización, perseguir y eliminar a sus miembros, generar propaganda intoxicadora sobre su trabajo: ya da exactamente igual. Wikileaks no ha sido más que la primera chispa, los precursores de un movimiento emergente y que se va a multiplicar de modo exponencial. Esto va a seguir cada vez con más fuerza, van a aparecer organizaciones más complejas, eficaces y difíciles de batir, que suministrarán información de mayor calado y más destructiva para los intereses dominantes. Esta guerra la han perdido definitivamente las "alcantarillas del Estado" (y no sólo las yankis), y eso que apenas ha comenzado.

domingo, 14 de marzo de 2010

Cuatro días de marzo. Memoria de un fallido fujimorazo a la española


Entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, España vivió (presuntamente, claro) la experiencia de un autogolpe de Estado según el patrón dibujado años antes por Alberto Fujimori, presidente de Perú: con la excusa de un atentado terrorista, el gobierno en ejercicio pretendió mantenerse en el poder paralizando un procedimiento electoral e introduciendo cambios en el sistema político que garantizaran su continuidad de facto indefinida en el poder, so pretexto de hacer frente a una situación excepcional.

Tras el estallido de los trenes en Atocha, entre la mañana del 11 y la noche del 13 de marzo de 2004, el gobierno Aznar intentó (presuntamente, claro) aplazar "sine die" las elecciones convocadas para el domingo 14 de marzo y simultáneamente, suspender la autonomía vasca, objetivo que acariciaba desde los meses precedentes. A pesar de las presiones ejercidas por el Gobierno de entonces, ambas acciones fueron rechazadas por órganos del Estado, singularmente la Junta Electoral Central y el propio Jefe del Estado, quien se habría negado en dos ocasiones a firmar el decreto de suspensión del funcionamiento de las instituciones autonómicas vascas. El final del fujimorazo vino cuando los mandos policiales operativos se negaron a cargar y dispersar a los cientos de miles de manifestantes que en la noche del 13 de marzo marcharon, en una marea humana autoconvocada, desde la Puerta del Sol hasta el Congreso de los Diputados gritando: "¿Quién ha sido"?, en respuesta a las mentiras gubernamentales que atribuían los atentados del 11-M a ETA, la opción políticamente rentable para el Partido Popular. Todo presuntamente, faltaría más.

Seis años después sabemos quienes perpetraron el 11-M, y también sabemos que sus inspiradores pretendían lograr el mismo efecto que lograron los atentados del 11-S de 2001 en EEUU. Pero aquí les salió el tiro por la culata: los españoles no cayeron en la trampa que les tendían. Aún así el Gobierno Aznar intentó (presuntamente, claro) lo más sucio que un gobierno elegido democráticamente puede hacer: perpetuarse en el poder recurriendo a subterfugios edificados sobre los cadáveres de 191 compatriotas. Recuérdenlo ustedes, y recuerdenselo a otros.

Sobre el 11-M, les dejo un enlace a El efecto Ceacescu, por qué fracasó el 11-M, mi post del año pasado relacionado con esta fecha.

En la imagen, la manifestación de protesta contra el 11-M y el fujimorazo en marcha del gobierno Aznar, celebrada en Madrid la tarde del 12 de marzo de 2004, pasa junto a los carteles de campaña electoral del PP con la foto de Mariano Rajoy.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Los Fabricantes de Miedo fabulan otro supuesto atentado aéreo


Prosigue el circo "antiterrorista"impulsado por los EEUU ante la resignación del resto de gobiernos del mundo, significativamente los de la Unión Europea. La cosa comienza a adquirir tintes esperpénticos.

Ahora resulta que un tipo nigeriano, hijo de un ex ministro y banquero al que supuestamente denunció su padre hace meses ante la mísmisima embajada USA en Nigeria por haberse convertido en un "terrorista islamista", pretendió hacer saltar por los aires el avión que cubría la ruta Amsterdam-Detroit. El terrorista en cuestión no sólo resultó ser un chapucero incapaz de activar el supuesto explosivo que llevaba atado a la pierna -que no llegó a explotar, pero sin embargo sí le abrasó entera la extremidad (!)-, sino que además a tenor de lo que declaran quienes le han detenido y ahora parecen saberlo todo de él, es un individuo solitario, huraño y aislado socialmente, y según El País de ayer, "quejoso de no conocer verdaderos musulmanes" o de que estos no le hicieran mucho caso. Aunque el atentado fue inmediatamente reivindicado por Al Qaeda -cosa rara, pues Al Qaeda suele tardar meses en reivindicar atentados- y en un primer momento se dijo que el terrorista estaba entrenado por esa organización o lo que sea, ahora la tesis policial y mediática va deslizándose suavemente hacia una acción terrorista concebida y ejecutada por un hombre solo.

Lo más curioso del asunto es que el nigeriano se hallaba desde hace meses en la lista negra de terroristas que manejan los servicios secretos norteamericanos, y sin embargo el hombre embarcó tan feliz en Holanda rumbo a EEUU ¡con un visado norteamericano en regla!. La confusión aumenta cuando nos informan de que hace unos meses este individuo intentó entrar en Gran Bretaña y fue rechazado por sospechoso, y que antes de llegar a Amsterdam hizo en las últimas semanas todo un periplo por diversos aeropuertos y países. La cosa llega al puro chiste cuando sabemos que el tipo en cuestión pasó sin problema alguno las excepcionales, pesadas y reiterativas medidas de seguridad a las que es sometido todo aquél que pretende subir a un avión rumbo a EEUU. ¿Cómo no detectaron que este hombre llevaba casi cien gramos de explosivo atado a una pierna, con todo un festival de cinta adhesiva, cables y otros trastos?. Una explicación plausible sería que el aspirante a terrorista carnicero no pasó los controles arbitrados para el resto de los mortales. Y ello sólo podría deberse a dos razones: porque accediera al avión como parte de su tripulación (lo que parece descartable), o que lo hiciera bajo pasaporte diplomático norteamericano o con documentación facilitada por alguno de los cuarenta y tantos servicios secretos de EEUU.

Aún más insólito: 24 horas más tarde se intenta repetir la jugada ¡en el mismo vuelo Amsterdam-Detroit!, protagonizada de nuevo por otro supuesto terrorista africano. Ante el desconcierto y la rechifla mundial que desencadena esta segunda "detención", se da marcha atrás y se dice oficialmente que este pasajero simplemente había mostrado un comportamiento "extraño", idéntico en todo caso al del detenido el día anterior, que había estado nervioso y agresivo, se había levantado continuamente y finalmente se encerró en el baño durante largo tiempo; vamos, que sólo les faltaba llevar un letrero en el pecho diciendo "deténganme, soy un terrorista y llevo una bomba". Del segundo presunto terrorista no se ha vuelto a hablar. Y sin embargo, en primera instancia la noticia se difundió a todo el mundo desde agencias norteamericanas, citando fuentes policiales seguras. Igual que en el primer caso.

¿Para qué ha servido esta payasada?. Basta ver las fotografías de hoy de aeropuertos de todo el mundo, incorporando los famosos escáners norteamericanos que desnudan a los pasajeros, para comprender el motivo de toda la representación. Numerosos países habían anunciado que no los adquirirían, y en la UE se había levantado tan dura resistencia popular contra su uso, especialmente en países como Holanda, que ya se decidió hace tiempo que en Europa no habrían estos escáners, ya que constituyen un ataque salvaje a la libertad y la intimidad individuales. Hete aquí que ahora todos los países incluidos muchos europeos corren a adquirir los maravillosos escáners "antiterroristas", gracias a los cuales supuestamente compraremos un poco de seguridad ficticia a cambio de renunciar a parcelas reales de libertad.

Porque todo este circo tiene un doble objetivo: primero, es obvio, colocarnos los productos que crean los Fabricantes de Miedo para enriquecerse a nuestra costa. Los fabricantes de escáners (¿quizá alguna alguna empresa norteamericana relacionada con magnates neocons, como el ex vicepresidente Dick Chenney?) han hecho un negocio espléndido gracias al terrorista de pacotilla que se abrasó la pierna, un negocio que recordemos estaba en cuestión. Pero sobre todo, y lo más importante, se ha dado un paso firme y decidido hacia el asesinato institucionalizado completo de las libertades y los derechos de las personas, sacrificados en el altar de una supuesta seguridad que en realidad no es más que una forma especialmente odiosa de control social.

George Orwell ya anticipó esto en "1984". Saquen consecuencias ustedes mismos.

En la fotografía, uno de los escáners ya en funcionamiento en un aeropuerto norteamericano.

miércoles, 11 de marzo de 2009

El efecto Ceaucescu. Por qué fracasó el 11-M


Una vez más, al llegar el 11-M vale la pena refrescar la memoria señalando las verdaderas razones de esa tragedia, a sus "impulsores intelectuales" y a sus (fracasados) beneficiarios.

Para contribuir a todo ello, vuelvo a traer aquí el post "El efecto Ceaucescu".

El 22 de diciembre de 1989, hubo en Bucarest, la capital de Rumanía, una gran concentración popular ante el palacio presidencial. Como en ocasiones anteriores, se trataba simplemente de un montaje del régimen comunista a mayor gloria del dictador Ceaucescu. Decenas de miles de personas debían aclamar disciplinadamente al Conducator mientras éste les saludaba tras haberles propinado uno de sus discursos; la rutina de las manifestaciones populares de adhesión estaba, como en toda dictadura, perfectamente establecida.

Sin embargo aquella mañana resultó distinta. Mientras hablaba desde el balcón, Ceacescu comenzó a hacer gestos de extrañeza; hasta él llegaba el eco de algunos gritos, primero aislados, luego en número creciente. Desde la distancia no podía oír lo que decían, pero aquello sonaba tan diferente a lo que estaba acostumbrado en ocasiones semejantes, que un instinto natural le hizo abandonar precipitadamente el palacio. Tenía razón en huir Ceacescu, porque inmediatamente estalló una revuelta en todo el país; apenas unos días después, él y su mujer eran ejecutados.

¿Qué había pasado? Sencillamente, Ceaucescu cometió un error de cálculo. En 1989 el bloque soviético había dejado de existir, tras una cadena de rápidos cambios de régimen en toda la Europa del Este, salvo precisamente en Rumanía y Yugoslavia. El dictador rumano no hizo caso y creyó que su poder estaba garantizado, sin darse cuenta de que en su país el fermento del cambio político se aunaba con el creciente descontento popular por la situación de pobreza en que vivían los rumanos. Era una combinación explosiva y letal.

Ceaucescu creyó seguir controlando todos los resortes, y por eso se regaló una manifestación de adhesión popular –una más, en apariencia- sin darse cuenta de que estaba convocando su propia ejecución. En suma, el resultado finalmente obtenido por el dictador rumano fue exactamente el contrario del buscado.

Exactamente eso fue lo que ocurrió en España durante las jornadas que van del 11 al 14 de marzo de 2004.

Los antecedentes están claros. Hoy sabemos que el 11-M fue pensado, planificado y ejecutado para que fuera un gran atentado de masas, una masacre indiscriminada que alcanzara la mayor repercusión posible. Sabemos quiénes lo llevaron a cabo, y sabemos el modelo en el que se inspiraron: los atentados del 11 de septiembre de 2001.

También sabemos que el 11-S tuvo en EEUU dos efectos concretos y casi instantáneos. Uno en el plano interno: garantizar la adhesión acrítica y mayoritaria de la población estadounidense a su régimen actual (el neoconservadurismo encarnado por la Administración Bush), y el otro en el externo: servir de excusa para una política exterior norteamericana agresivamente imperialista y basada en la lucha por el control de recursos energéticos estratégicos.

Cabe preguntarse si esos efectos son casuales, o responden más bien a estrategias planificadas cuya intención ha sido precisamente obtenerlos. No parece muy lógico que quienes supuestamente concibieron esa tragedia sean tan lerdos como para no percibir que su acción iba a tener consecuencias tan radicalmente contrarias a los intereses que dicen propugnar, los del mundo árabe-musulmán; la población estadounidense rápidamente se unió en piña en torno a su gobierno, y poco tiempo después el ejército norteamericano invadió a sangre y fuego parte del mundo musulmán, lo que era perfectamente previsible que ocurriera.

En realidad, cada vez es más evidente que esos efectos y consecuencias responden a un plan muy meditado, y concebido precisamente para reforzar el poder imperial USA en el mundo y no para destruirlo.

Un principio conocido desde hace tiempo nos dice que los atentados de masas no derriban gobiernos, al contrario: los refuerzan. El miedo a la agresión exterior, sobre todo si tiene carácter terrorista, une a los ciudadanos en torno a aquellos que desde el poder pueden garantizar su seguridad. Los ejemplos son infinitos. En esas condiciones, las llamadas a la unidad nacional y la exacerbación del patriotismo se convierten en instrumentos generadores de consenso colectivo, mediante el cual es fácil emprender recortes legales a las libertades públicas en nombre de la seguridad nacional. Subordinada la legalidad a la seguridad, el axioma de que para garantizar dicha seguridad interna hay que controlar "manu militari" cualquier lugar del planeta desde el cual pueda ser atacada, se desprende casi por sí solo y sin mayor esfuerzo. A partir de ahí, los usos diplomáticos, las instituciones internacionales e incluso la existencia física de cualquier otro gobierno que no acepte plegarse a esa teoría y a sus consecuencias, se convierten en obstáculos a superar, o como poco, en un fastidio al que hay que marginar.

Las formas operativas mediante las cuales se aplican estas estrategias tienen una importancia política relativa. En última instancia, estamos ante tramas complejas en las que los inspiradores probablemente poco o nada tienen que ver directamente con los ejecutores; unos y otros están en los extremos de una misma cadena, pero no tienen por qué encontrarse necesariamente en contacto directo. La manipulación e incluso la creación de grupos terroristas o de unidades especiales militares capaces de llevar a cabo esta clase de acciones, es algo ya viejo y probado. Seguramente, muchos miembros de grupos terroristas e incluso la mayoría de sus dirigentes se sorprenderían si supieran quién y desde dónde maneja realmente los hilos de su organización.

El problema surge cuando se intenta aplicar miméticamente el esquema descrito en cualquier país y bajo cualquier circunstancia, sin tener en cuenta que al ser otras las variables y actuar como si fueran las mismas, la respuesta finalmente obtenida puede ser diferente y aún opuesta a la apetecida (algo que conoce perfectamente cualquier alumno de Ciencias que se enfrenta a un experimento). Este fue el error monumental cometido en España.La premisa es: el 11-M debía servir para que España se implicara de hoz y coz y por consenso popular en la "Cruzada antiterrorista mundial", liderada por la Administración Bush. Para ello hacía falta un estímulo contundente, que sacudiera la población española hasta los cimientos más íntimos de cada persona. Un gran atentado terrorista que llevara a los españoles a cerrar filas tras su gobierno del momento, y en definitiva, tras EEUU, país con cuya política exterior ése gobierno se identificaba de modo servil.

El candidato natural para ejecutar ese atentado no podía ser otro que ETA. La organización terrorista vasca es, desde hace cuarenta años, el referente español en materia de terrorismo. Ningún otro grupo ha tenido su duración histórica ni ha calado tan hondo en la conciencia de los españoles como símbolo de terror. Ciertamente las masacres de población civil que ha producido ETA –caso del atentado de Hipercor en Barcelona- han sido siempre "daños colaterales", no buscados directamente por los ejecutores. Pero en una organización de esas características, nunca puede excluirse que toda o una parte de ella decida en cualquier momento dar un salto cualitativo y pasar directamente al terrorismo de masas.

En diciembre de 2003 parecía que ese paso se había dado, cuando según se dijo oficialmente ETA intentó volar un tren dentro de la estación madrileña de Chamartín. Más tarde, poco antes del 11-M, se produjo la detención de dos miembros de esa organización cuando viajaban rumbo a Madrid en una furgoneta donde llevaban media tonelada de explosivos; se dijo también entonces –apareció así en la prensa escrita- que se les intervinieron planos de una zona próxima a Madrid llamada Corredor del Henares....donde el 11-M tendrían lugar los atentados contra los trenes.

Y sin embargo, hoy está perfectamente probado que los atentados del 11-M los llevó a cabo un grupo de terroristas islamistas y no ETA. Pero el 11 de marzo de 2004 mucha gente, incluido el gobierno español que entonces presidía José María Aznar, creyó o quiso creer, según casos, que la autoría de la matanza correspondía a ETA. Aunque a primera hora de la mañana era lógico pensar así, la investigación policial llevó a que la misma tarde del 11-M se disiparan ya todas las dudas sobre la autoría del crimen. Y sin embargo el gobierno español insistía en que el atentado era obra de ETA, al punto de comprometer al Consejo de Seguridad de la ONU en una condena formal de esa organización como autora del atentado, en una maniobra que naturalmente contó con el apoyo de los EEUU.

Entre el 11 y el 14 de marzo fue tal la insistencia del gobierno Aznar en la autoría de ETA, que desde la oposición política, algunos medios de comunicación y de modo creciente, desde la calle, se comenzó a decir que parecía que el gobierno estaba esperando o incluso deseando un atentado de ETA; un gran atentado de ETA, para ser más preciso. Si éste se producía, vendría, en definitiva, a justificar el alineamiento del gobierno español de entonces con la política antiterrorista mundial de EEUU, y con seguridad daría la mayoría absoluta al Partido Popular (PP) de Aznar en las elecciones del 14 de marzo, remontando los datos de las encuestas reservadas, que hasta ese momento arrojaban un empate técnico entre el PP y el PSOE con ligera ventaja para este último. Lo expresó claramente Arriola, el principal experto electoral del PP, el mismo día 11 de marzo, en conversación con Mariano Rajoy: si el atentado era obra de ETA, el PP tenía la mayoría absoluta garantizada en las elecciones del día 14, pero si eran los islamistas u otros, perderían.

Que una ETA muy golpeada y debilitada por la colaboración policial francesa hubiera entrado en proceso de descomposición interna, de modo que una parte de sus miembros más "duros" estuviera dispuesta a iniciar una política de atentados indiscriminados, era una posibilidad muy real en marzo de 2004 e incluso un tiempo antes.

Pero ETA no fue la autora de la voladura de los trenes en Madrid el 11-M.

¿Por qué ETA no llevó a cabo ese atentado? Las razones son diversas, pero todas decisivas incluso tomadas de una en una:

Primero, porque ETA ya no estaba en condiciones operativas para desarrollarlo.

Segundo, porque a consecuencia de él, la organización iba a romperse y quizá a desaparecer.

Tercero, porque por su causa su base social iba a dividirse, enfrentarse y disminuir de manera irrecuperable.

Cuarto, porque hubiera cerrado definitivamente cualquier puerta a una negociación con el Estado español que permitiera al terrorismo vasco un final pactado.

Y quinto y último, porque habría dejado a ETA sin los ya escasos apoyos exteriores de que dispone, cegándole para siempre la posibilidad de acceso a cualquier clase de foro internacional.

Y sin embargo, Aznar y su gobierno esperaban (¿deseaban?) un atentado de ETA en las jornadas previas a las elecciones del 14 de marzo. Tal vez conocían la existencia de preparativos para un atentado sin saber quién lo preparaba. Tal vez, simplemente, alguien de toda confianza les había convencido de que habría un atentado muy importante, y ellos dedujeron por su cuenta que sólo podía ser ETA la autora.

Obcecación, sin duda. Pero también irresponsabilidad y cálculo político.

A pesar del atentado del terrorismo islamista contra intereses españoles en Casablanca, Marruecos, ocurrido en 2003, el gobierno español continuó sin tomar en serio la amenaza islamista radical, probablemente porque de haberlo hecho, al implementar medidas policiales visibles hubiera estado dando a entender que la política exterior aznarista podía tener un elevado precio en sangre para los españoles. Cosa que evidentemente habría incrementado el rechazo de una población ya muy sensibilizada (el 90% se manifestaba en contra de la participación de España en la guerra de Irak); el coste político que habría debido pagar ése gobierno habría sido altísimo.

Con todo, cuando en la mañana del 11 de marzo reventaron cuatro trenes de cercanías en Madrid, la tipología y magnitud de la bestialidad cometida desbordó con seguridad cualquier cálculo previo. El atentado superaba cuanto razonablemente podía esperarse que sucediese en España en materia de atentado terrorista. No había precedentes, tanto por la dimensión de la masacre como por la indiscriminación de las víctimas y la adscripción social de éstas.

Llama la atención que se escogieran precisamente como objetivos trenes de cercanías de la periferia obrera madrileña en hora punta. ¿Por qué no se hizo por ejemplo en una discoteca de moda como ocurrió en Bali, o en un estadio de fútbol repleto de un público interclasista como a posteriori se ha intentado según se nos ha dicho?.

Sencillamente porque el atentado del 11-M tiene un contenido clasista y antipacifista evidentes. Se trataba de golpear con la mayor dureza a quienes más contundentemente se habían opuesto –en manifestaciones y en las encuestas- a la Cruzada antiterrorista lanzada por la Administración Bush: las clases trabajadoras españolas. Se quería hacerles abjurar de su "error". El mensaje que transmitía el atentado era: ¿Véis como el terrorismo es un problema que nos alcanza a todos, incluso a quienes estáis en contra de nuestros métodos para acabar con él?.

Como correlato, el gobierno español intentó subirse a la cabeza de la ola y rentabilizar políticamente el sentimiento popular de horror e indignación desencadenado por el atentado, convocando manifestaciones de repulsa en todo el país para la tarde del 12 de marzo. Se buscaba la adhesión a las tesis gubernamentales y que el pueblo cerrara filas en torno a su gobierno. Pero la reacción que obtuvieron fue en sentido contrario: como Ceacescu en su balcón, los dirigentes del PP hubieron de soportar los gritos y los insultos de una ciudadanía irritada que exigía saber quiénes eran los responsables de la masacre.

Los que creían que lo lógico era que los españoles reaccionaran como los norteamericanos, cerrando y estrechando filas en torno a su gobierno, se equivocaron grandemente, y ello por las siguientes razones:

Primero, porque el pueblo español mantiene desde hace tiempo una profunda conciencia antibelicista, fruto de experiencias pasadas (significativamente, de la Guerra Civil española).

Segundo, porque la identificación sumisa con la política exterior norteamericana cuadra mal con la conciencia de un pueblo que desde 1898 recela de USA, país del que además sabe que contribuyó de modo decisivo a la consolidación y sostenimiento de la dictadura franquista.

Tercero, porque España no ha tenido desde hace siglos contencioso ninguno con la globalidad de los países árabes ni con el mundo musulmán. Además, la puntual aventura imperialista española en Marruecos a principios del siglo XX supuso tal baño de sangre para las clases populares españolas, que quedaron bien escarmentadas de que su país participara en empresas semejantes.

Cuarto, porque la no existencia entre los españoles de una sólida conciencia de superioridad racial en relación con otros pueblos, evitó que la responsabilidad del atentado se atribuyera de modo extensivo y genérico a "los moros", y por extensión a todos los musulmanes.

Quinto, la circunstancia de que un tercio de los muertos y heridos en los trenes de Madrid eran inmigrantes extranjeros, entre ellos muchos de cultura y religión islámica y la mayoría de estos de origen marroquí, neutralizó el hecho de que los autores del atentado fuesen asimismo marroquíes.

Sexto, porque las gigantescas manifestaciones populares contra la guerra celebradas la primavera anterior habían difundido entre los españoles una fuerte conciencia de globalidad positiva y solidaridad internacional, sentimientos fortalecidos por las horribles imágenes de muerte y destrucción ocasionadas por la invasión de Irak, imágenes que aquí, a diferencia de EEUU, sí pudieron verse en televisión.

Y séptimo, porque la acumulación de errores, mentiras, engaños y manipulaciones desplegados por el gobierno del PP desde el 2000 en multitud de casos ya célebres (Gescartera, "invisibilidad" de la huelga general, Prestige, Yak-42, guerra de Irak...), liquidó cualquier credibilidad que hubiera tenido anteriomente entre el común de la ciudadanía.

En marzo de 2004, el PP sencillamente no estaba en condiciones de llamar al conjunto del país a cerrar filas en torno a su gobierno. El crédito se les había agotado con acciones como la famosa entrevista en Televisión Española un año antes, en la que Aznar, mirando fijamente a la cámara, exhortó a todos los españoles a creer en su palabra cuando afirmaba que el Irak de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva, y ello cuando ya era público y notorio gracias a los investigadores de la ONU que dichas armas no existían.

En resumen, el 11 de marzo de 2004 vino simplemente a confirmar que el país estaba en manos de un hatajo de embusteros ventajistas, y que las elecciones del 14 de marzo eran la ocasión para echarlos fuera del gobierno y aún de la política.

Si la concepción de la acción terrorista del 11-M partió del gobierno de los EEUU, de una parte de él o del poder realmente existente en ese país -el todopoderoso complejo militar-industrial, contra el que ya advertía Eisenhower en los años cincuenta, ahora en versión "neocon" aún más extremista y rapaz si cabe-, y si su despliegue corrió por cuenta de una agencia oficial de "servicios especiales" o fue un encargo a "empresas del terror" de carácter privado, probablemente no lo sabremos nunca. Sabemos, eso sí, quiénes fueron sus ejecutores directos –el terrorismo islamista-, y quiénes fueron los irresponsables que intentaron aprovecharse políticamente de ella: Aznar, su gobierno y su partido.

De todos modos, es obvio que quienes intentaron forzar una mayor identificación de España con las tesis antiterroristas de EEUU –y no tuvieron reparo en desencadenar una matanza de las características y proporciones como la que tuvo lugar en Madrid-, no actuaron tanto por beneficiar a un gobierno satélite cuanto en función de sus propios intereses estratégicos y globales; el sacrificio de tantos seres humanos debía haber convencido a los españoles de la bondad de las posiciones "antiterroristas globalizadoras" de la operación "Libertad Duradera" y sus prolongaciones presentes y futuras.

Y sin embargo, es sabido que el resultado que obtuvieron fue, como en el caso de Ceaucescu, exactamente el contrario al que aspiraban. El pueblo español, como en su momento el pueblo rumano, reaccionó valientemente contra engaños y manipulaciones. Si a los rumanos les movió en 1989 el hambre, el frío y el ansia de libertad, a los españoles en marzo de 2004 les empujó, a la calle primero y luego a las urnas, un ansia de justicia y de dignidad que ningún poder pudo detener.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Un enorme olor a podrido flota sobre Navarra


Una cronología que habla por sí sola.

Lunes 27 de octubre: el PP rompe definitivamente su pacto con la UPN de Navarra. Mariano Rajoy dio a conocer la decisión a los integrantes del Grupo Parlamentario Popular en una reunión en la cual participó el diputado tránsfuga de UPN Santiago Cervera.

Martes 28 de octubre: De madrugada, se produce la detención del comando Nafarroa de ETA, anunciada a la mañana siguiente por el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Esa misma mañana Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, anuncia de modo oficial a los medios la ruptura entre el PP y UPN.

Miércoles, 29 de octubre: Sesión de control al Gobierno, en la que Pérez Rubalcaba explica la detención del comando Nafarroa. Durante la comparecencia, un diputado del PP se chancea del ministro, al que echa en cara que supuestamente cada vez que éste comparece en el Congreso se detenga el día de antes a un comando de ETA. Rubalcaba renuncia a replicarle en el mismo tono, y se limita a subrayar que "en política antiterrorista es muchísimo mejor prevenir que curar".

Jueves, 30 de octubre: El trasvase de cargos y militantes de UPN al PP es muy bajo hasta el momento, apenas un diputado y nueve concejales. Para estimularlo, el PP lanza una campaña de afiliación sin tapujos, abriendo una página web específica para reclutar afiliados en Navarra. La iniciativa parece haber partido del entorno de Jaime Ignacio del Burgo, nuevo hombre fuerte del PP en Navarra.

Viernes, 31 de octubre: ETA hace estallar un coche bomba en el aparcamiento de la Universidad de Navarra, institución perteneciente al Opus Dei, cuyos lazos con el PP a nivel tanto español como navarro son bien conocidos. Del Burgo, el nuevo líder del PP en Navarra, es un conocido miembro del Opus Dei desde hace muchos años, organización que estuvo en el origen de su carrera política en los inicios de la transición. Estudiantes y profesorado de la Universidad son en general personas de tendencia políticamente derechista, en razón de su adscripción social e ideológica.

Parece obvio pues que con el atentado etarra alguien ha buscado hacer "reaccionar" a los sectores de la derecha política navarra para que radicalicen su postura, lo cual pasa inevitablemente en estos momentos por reforzar el recién nacido PP navarro, en detrimento de una UPN demasiado "centrista" y a la que se acusa de estar ligada por pactos de gobierno regionales al PSOE navarro.

Los atentados "políticos" de ETA hace mucho tiempo que apestan, pero éste del pasado viernes representa la culminación de todo descaro. ¿A quién debería beneficiar esa bomba? Echen cuentas.

miércoles, 22 de octubre de 2008

En el Kremlin leen Aventura en la Tierra


Alguna vez les comenté sobre Feedjit, la aplicación que sitúa sobre un mapamundi los accesos más recientes a este blog. Como soy curioso, acostumbro a darle una ojeada casi cada día para ver desde dónde me leen. Y en fin, alguna sorpresa me he llevado alguna vez, como ya expliqué, aunque nada comparable, sin embargo, con la que tuve ayer: resulta que en el Kremlin leen Aventura en la Tierra.

Como se lo cuento. ¿Qué cómo lo sé? Pues porque Feedjit no sólo pone una "chincheta" sobre la población desde la que se ha accedido al blog, sino que permite identificar sobre el plano de ésta el lugar exacto de la conexión. Y ayer al encontrar un acceso desde Moscú, me puse a ampliar el plano de la ciudad, hasta localizar el origen.... dentro de las instalaciones del Kremlin.

El acceso conducía al archivo del blog rotulado como "abril 2008", en el que hay varios posts sobre cuestiones de política internacional. ¿Será que en el Kremlin les interesan mis análisis de las coyunturas internacionales?. ¿O se tratará de algún funcionario de espionaje, que en vez de hacer su trabajo se limita al "recorta y pega" navegando de blog en blog?. De ser esto último, desde aquí exijo mi parte en su retribución como espía, que no están los tiempos como para trabajar gratis para los servicios secretos.

Y en todo caso si los chicos de Putin, de la CIA, del Deuxième Bureau, del MI5 o de cualquier otra organización por el estilo están interesados en mis servicios, con mucho gusto les indicaré el número de mi cuenta corriente donde abonar los encargos que me hagan. Absténganse los "mortadelos" españoles del CNI, que como todo el mundo sabe no tiene mayor utilidad ni probablemente fondos.

viernes, 7 de marzo de 2008

Hora de empezar a hablar claro sobre ETA y quien la maneja


1) ¿A quién favorece el asesinato de Isaías?

El domingo va a faltar un voto, el de mi compañero Isaías. O mejor dicho dos, porque su mujer no creo que esté en condiciones de ir a votar. Pero naturalmente, a quienes manejan ETA eso les importa un pimiento. Quien ha dado luz verde para que mataran a Isaías seguramente ni siquiera había oído hablar de él, ni había visto antes una foto suya.

Quien ha dado luz verde a ése asesinato, como a tantos otros, no habla una sola palabra de euskera, y de castellano seguramente no sabe mucho más.

Las consecuencias de este asesinato han sido sin duda cuidadosamente evaluadas antes de ordenarlo. Se trata obviamente de beneficiar electoralmente a quienes mantienen posturas "duras" contra ETA: el PP de Rajoy en España y el partido de Rosa Díez en el País Vasco. Este asesinato está calculado para hacer reaccionar a la ciudadanía contra la postura "blanda" del PSOE de Zapatero. Este no es un atentado de masas fabricado para obligar al país a cerrar filas tras su Gobierno, como fue el 11-M, sino un atentado calculado para que muchos ciudadanos, entre ellos los compañeros vascos de Isaías, no cojan la papeleta del PSOE el domingo y opten por votar opciones más "duras".

Se trata en definitiva de encabronar las cosas, para que se aprieten las filas a uno y otro lado de la trinchera. El objetivo claro es triturar a Zapatero este domingo o en los meses siguientes, tanto dá. El asesinato de Isaías es un mensaje dirigido en primer lugar a los votantes socialistas vascos: "¿véis como con Zapatero os siguen matando? votad a Rosa Díez", y luego a los votantes socialistas del resto de España: "¿véis como las negociaciones de Zapatero con ETA no sirven para nada? apoyad al PP, ellos sí sabrán tratar a ETA".

2) ¿Por qué ETA ha matado hoy concretamente? Transcribo un párrafo de una información aparentemente anodina, aparecida en El Periódico de Catalunya del 21 de febrero pasado:


"En un mitin en Gijón, el presidente criticó los alardes de firmeza de Mariano Rajoy, a quien acusó de ser "firme con los débiles y sumiso con los poderosos". "Firmeza es decirle a Bush: 'Ahí te quedas con tus tropas, que nosotros nos vamos de tu guerra ilegal'. Eso es firmeza", dijo."

Esas palabras de Zapatero han cargado, sin querer obviamente, la pistola que ha matado a Isaías.

Hoy sencillamente, nos han cobrado a los españoles en general y a los socialistas en particular una factura pendiente desde el 11-M y la retirada de las tropas españolas de Irak.