domingo, 14 de marzo de 2010

Cuatro días de marzo. Memoria de un fallido fujimorazo a la española


Entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, España vivió (presuntamente, claro) la experiencia de un autogolpe de Estado según el patrón dibujado años antes por Alberto Fujimori, presidente de Perú: con la excusa de un atentado terrorista, el gobierno en ejercicio pretendió mantenerse en el poder paralizando un procedimiento electoral e introduciendo cambios en el sistema político que garantizaran su continuidad de facto indefinida en el poder, so pretexto de hacer frente a una situación excepcional.

Tras el estallido de los trenes en Atocha, entre la mañana del 11 y la noche del 13 de marzo de 2004, el gobierno Aznar intentó (presuntamente, claro) aplazar "sine die" las elecciones convocadas para el domingo 14 de marzo y simultáneamente, suspender la autonomía vasca, objetivo que acariciaba desde los meses precedentes. A pesar de las presiones ejercidas por el Gobierno de entonces, ambas acciones fueron rechazadas por órganos del Estado, singularmente la Junta Electoral Central y el propio Jefe del Estado, quien se habría negado en dos ocasiones a firmar el decreto de suspensión del funcionamiento de las instituciones autonómicas vascas. El final del fujimorazo vino cuando los mandos policiales operativos se negaron a cargar y dispersar a los cientos de miles de manifestantes que en la noche del 13 de marzo marcharon, en una marea humana autoconvocada, desde la Puerta del Sol hasta el Congreso de los Diputados gritando: "¿Quién ha sido"?, en respuesta a las mentiras gubernamentales que atribuían los atentados del 11-M a ETA, la opción políticamente rentable para el Partido Popular. Todo presuntamente, faltaría más.

Seis años después sabemos quienes perpetraron el 11-M, y también sabemos que sus inspiradores pretendían lograr el mismo efecto que lograron los atentados del 11-S de 2001 en EEUU. Pero aquí les salió el tiro por la culata: los españoles no cayeron en la trampa que les tendían. Aún así el Gobierno Aznar intentó (presuntamente, claro) lo más sucio que un gobierno elegido democráticamente puede hacer: perpetuarse en el poder recurriendo a subterfugios edificados sobre los cadáveres de 191 compatriotas. Recuérdenlo ustedes, y recuerdenselo a otros.

Sobre el 11-M, les dejo un enlace a El efecto Ceacescu, por qué fracasó el 11-M, mi post del año pasado relacionado con esta fecha.

En la imagen, la manifestación de protesta contra el 11-M y el fujimorazo en marcha del gobierno Aznar, celebrada en Madrid la tarde del 12 de marzo de 2004, pasa junto a los carteles de campaña electoral del PP con la foto de Mariano Rajoy.

1 comentario:

antoñito dijo...

Joaquim:
El acomplejado ese, desde que rozó el poder, no ha hecho otra cosa sino convertirse a sí mismo en referencia, referente y cruz de guía de unos cuantos millones de TDLC, autonombrándose Caudillo de España por la Gloria de sí mismo.
Y hablando de suspensión de autonomía, no estaría de más que la compañera de partido de un hijoputa (y recuerda eso de "dime con quién andas...") se llevase un par de tazas del caldo que tanto ansían dar a los demás. En su caso, pretendió que Zapatero suspendiese el Ayuntamiento de mi pueblo cuando ella en sí es Marbella, la Pantoja y el Cachuli.
Salud.