La sensacional metedura de pata de la ministra española de Defensa y postulante a sucesora del presidente Zapatero, doña Carmen Chacón, ha servido para algo más que dejar con el culo al aire la política exterior española en materia de seguridad y cooperación internacional. Gracias a ella, vista la reacción de la nueva administración norteamericana, ya podemos ir haciéndonos a la idea de que en lo sustancial nada ha cambiado en esas esferas de la era Bush a hoy, salvo los gestos corteses y las sonrisas que ahora prodigan Obama y sus muchachos.
Ocurre que el Ejército español no pinta nada en Kosovo, país de opereta que a su condición de lacayo del departamento de Estado estadounidense une la singular condición de estar gobernado por verdaderos delincuentes internacionales. Tal calificación no es gratuita, y quizá resulta corta. En un reportaje de Cuatro emitido hace unos meses, nos enterábamos de que policías y militares albanokosovares pasan parte del año en España e Italia dedicados a toda clase de robos y tráficos ilegales, retornando luego con total tranquilidad a Kosovo. Este santuario de la delincuencia internacional, es además un "chupadero" de los servicios secretos norteamericanos que deja en pañales a Guantánamo; en fin, en Kosovo quien dicta la política es la embajada USA, pero probablemente ni ellos saben lo que hacen allí la CIA y otras agencias.
La decisión de irse de Kosovo tomada por el gobierno español es correcta, pero debió haber sido gestionada con más prudencia. Claro que tratándose de Carmen Chacón y sus ambiciones, no hay prudencia que valga. La ministra de Defensa española tenía prisa por dar a conocer la noticia, y al darla hizo saltar la liebre antes de tiempo. El gobierno Zapatero ni siquiera había comenzado contactos con sus socios de la OTAN para explicar el por qué y el cómo de la retirada, cuando la indiscreción de la señora Chacón ya estaba en las portadas de los diarios de todo mundo.
Carmen Chacón tiene prisa. Demasiada. Y en su atolondramiento estúpido, acaba de hacerle un roto considerable al gabinete ministerial en el cual se sienta y al que aspira dirigir algún día. La lección que debería sacar del suceso esta señora es que en adelante, deberá aprender a mantener la boca cerrada y a no apresurarse tanto para colgarse medallas que en realidad no le corresponden.
Para todos nosotros la lección es muy distinta: nos iremos de Kosovo si Obama quiere. ¡Qué desagradable despertar tras las pasadas celebraciones por su recién estrenada presidencia!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario