martes, 10 de marzo de 2009

EEUU da vía libre a la investigación con células madre


Mientras la política económica de la nueva Administración norteamericana no se despega de las líneas trazadas por su antecesora en sus últimos tiempos -uso de los fondos públicos para intentar taponar la brutal hemorragia ocasionada por la economía especulativa en la economía real-, en materia social, cultural y científica parece empeñada en enterrar lo antes posible la obra de gobierno -es una manera de llamarla- llevada a cabo por Bush hijo y sus secuaces.

El paralelismo con el primer mandato de Zapatero resulta inevitable. Imitando al presidente español, Barack Obama se ha lanzado a una decidida serie de reformas que abren espacios progresistas tras la etapa de tinieblas vivida por los EEUU en la última década, al modo que en España se hizo tras la salida del poder de Aznar y su PP. Ocurre que el primer cuatrienio de Zapatero la economía andaba todavía boyante, y la Administración podía permitirse sufragar cualquier clase de iniciativas; hoy, tras la avalancha de dinero público malversado en "compensar" las pérdidas ocasionadas por el Casino Global Bursátil, la cosa está mucho más difícil de justificar cara a una opinión pública en estado de irritación aguda.

Con todo, decisiones como la de Obama acabando con la prohibición de financiar con fondos públicos federales la investigación con células madre embrionarias, sólo merece el aplauso de cualquiera que, más allá de cualquier discrepancia ideológica, se considere una persona racional y no un primate intoxicado por supercherías que deberían estar tipificadas en el Código penal de cualquier país civilizado. Lo más interesante es la actitud adoptada por el presidente Obama, en el sentido de que en EEUU se ha terminado la "barra libre" para la ultraderecha cristiana; a partir de ahora las decisiones científicas de la Casa Blanca se tomarán sobre la base de criterios objetivos y no atendiendo a razones políticas, ideológicas o religiosas (El País, 11-3-2009). Dice Obama que "Nos aseguraremos de que en esta Administración basemos nuestras decisiones en la ciencia más rigurosa; de que elijamos a los asesores según sus credenciales y experiencia, y no por su afiliación política o ideología, y de que seamos sinceros y honestos con la ciudadanía sobre qué ciencia está tras nuestras decisiones".

La financiación pública de la investigación científica cierra así un capítulo extraordinariamente negro de la historia de la ciencia moderna. Según Obama "En años recientes, en el campo de la investigación con células madre, en lugar de buscar nuevos avances, nuestro Gobierno nos ha forzado a escoger, en un dilema que yo creo que es falso, entre ciencia rigurosa y valores morales. Ambos no son irreconciliables", dijo. Enfermedades como el alzheimer, el párkinson y la diabetes pueden encontrar remedio a la vuelta de pocos años gracias al uso de células madre, ya experimentado en animales de laboratorio. Eso sí, nadie va a devolver las vidas perdidas por causa del parón científico.

La reacción de los sectores más cavernícolas no ha tardado en producirse. A los políticos y agitadores norteamericanos habituales se ha sumado con la rapidez y el desparpajo acostumbrado el Vaticano católico, que vuelve a la carga con su estúpida "defensa de la vida" desde el espermatozoide hasta el nacimiento (aunque siga sin decir nada sobre la pena de muerte, o siga legitimando el SIDA al combatir el uso del preservativo). No hay que ser muy brillante para intuir que tras esas posiciones ideológicas se encuentran intereses materiales muy concretos, como es el caso de los grandes laboratorios farmacéuticos (industria en las que la Iglesia católica tiene al parecer fuerte participación), interesados en la cronificación de las enfermedades y no en su solución: su negocio depende de que todos estemos enfermos el mayor tiempo posible mientras consumimos sus productos.

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