En los últimos años hemos visto como progresivamente el Día de la Mujer Trabajadora se ha ido travestizando hasta convertirse en un aséptico, burgués y "progresista" Día de la Mujer a secas.
A mí me gustaba más cuando el 8 de marzo se ceñía a reivindicar los derechos de aquellas que por su condición simultánea de mujeres y trabajadoras, sumaban explotación sobre explotación: la que padecían en la empresa, y la que padecían en casa. Ahora resulta que el 8 de marzo aparecen en los medios unas señoras con traje chaqueta sentadas en bonitos despachos explicando lo jodido que es ser empresaria o diputada en Cortes, o incluso lo discriminadas que están las mujeres porque todavía ninguna ha alcanzado el generalato en las Fuerzas Armadas.
No sé, a mí me da la impresión de que nos han robado otro símbolo. La burguesía progresista es lo que tiene, que puestos a arrebatar banderas y silenciar reivindicaciones resultan insaciables.
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