Cuenta hoy el diario británico "The Independent" que se ha puesto en marcha una iniciativa para limitar la caza de osos polares, supuesto deporte practicado por los esquimales y por otros que sin serlo son capaces de desplazarse a las lejanas regiones polares, sólo para meterle una bala entre ceja y ceja a un animal perteneciente a una especie en peligro de extinción.
El problema principal para los osos polares, con todo, no son sólo los cazadores sino el cambio climático, digan lo que digan el primo "científico" de Rajoy o el imbécil ése que fue presidente del Gobierno español y que ahora recorre el mundo con su melenilla y sus pulseras de hippie de derechas. Los polos se derriten a marchas forzadas, y en unos años no va a haber hielo en el Polo Norte en verano. Ya empezamos a acostumbrarnos a ver imágenes de osos polares aislados en trozos de hielo que se funden por completo a velocidad de vértigo y antes de salir del Círculo Polar Ártico. Hoy sería materialmente imposible que el Titanic u otro buque chocara con un iceberg en cualquier mar del mundo, simplemente porque ya no hay icebergs navegando a la deriva en mares cálidos; mirado cínicamente, quizá sea esa la única ventaja que aporta el deshielo.
El calentamiento global está aquí, y ha llegado para quedarse. De hecho, llevamos al menos 150 años calentando la Tierra pero hasta ahora no habíamos reparado en las consecuencias. Ahora hay señales que anuncian que el Apocalipsis de San Juan puede ser una broma infantil, comparado con el desastre que se nos viene encima. Y en fin, el que los osos polares se ahoguen al quedar atrapados sobre témpanos de hielo que se funden como cubitos de un gin tonic, sería apenas el aperitivo. Esperen a los platos fuertes.
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