Sólo he visto de cerca y conversado con Pepe Rubianes una vez en mi vida. Fue a finales de los años ochenta, en la sala de actos de un centro cívico de la periferia barcelonesa del que por aquél entonces yo era director. Pepe vino a actuar gratis como parte de un programa de solidaridad con el exilio chileno. Hablamos un ratito por la tarde, mientras Pepe y su ayudante preparaban el pequeño escenario y se aclimataban al entorno en el que esa noche diría uno de esos descacharrantes monólogos suyos. Sino recuerdo mal era aquél del misionero que fue al colegio de curas donde se educaba -es un decir- Rubianes, y les explicaba a los chavales las cosas que le habían pasado en la Amazonia a manos de los "inditos"; lo que explicaba Pepe era la pura realidad, porque aquél frikie con sotana blanca había venido también a mi colegio de curas a contarnos como se había cortado la lengua para no pecar, y no sé cuantas barbaridades más por el estilo.
Recuerdo de aquel día el modo afectuoso con el que Pepe trataba a todo el mundo, incluido su ayudante. No había nada de divo en él, al contrario, fuera del escenario se le veía tímido y casi apocado, con unas gafas recién estrenadas que lucía diciendo que le hacían más guapo (una manera de sobrellevar la patente incomodidad que le producían). Fumaba como un carretero, y aquél día, estoy hablando de hace veintitantos años, tenía la garganta destrozada por los malditos cigarrillos. Aún así actuó, en un esfuerzo de profesionalidad bastante raro en el mundillo teatral. El estaba contento de estar allí, rodeado por un público de barrio que le adoraba y con el que se identificaba por completo, y al que le encantaba hacer reír y pensar. Recuerdo que ni siquiera me pidió un sitio para cambiarse -lo hizo en los lavabos-, y tampoco solicitó ni una botella de agua; cuando le apeteció tomar una, bajó al bar del centro y la pagó en la barra.
Como digo nunca más volví a verle de cerca. Hace tres o cuatro años se organizó en torno a Pepe Rubianes una de esas cacerías que tanto le gustan a la extrema derecha mediática española, a propósito de unas declaraciones suyas en un programa de TV3, la televisión autonómica catalana, en donde decía en rotundo castellano que el PP y los fascistas en general se metieran su España por donde les cupiera, y que estaba hasta los cojones de la murga de esa gentuza con el patriotismo y esas mierdas. Le llamaron de todo en una campaña mediática brutal, y no sólo eso; el Ayuntamiento de Madrid, que le había contratado, tuvo que anular las actuaciones previstas, de acuerdo con él. También le amenazaron de muerte. Así que durante una larga temporada Rubianes desapareció en su casa de Kenia, de la que sólo salía para venir a su Barcelona, su ciudad refugio de tantos años, donde sabía que se le quería como a pocos y él se sentía seguro y protegido.
Y es que Pepe Rubianes se definía como gallego, catalán, español, internacionalista, demócrata, libertario, republicano y por encima de todo, antifranquista. Por eso tuvo los enemigos que tuvo, y a todos ellos aunque les temía, pues sabía lo bestias que son y las cosas que han llegado a hacer en este país, los combatía con una sonrisa armada con una pulla.
Pepe ya no volverá a los teatros, ni a los centros cívicos ni a la televisión. Se ha muerto hoy. Sospecho que el irse en esta fecha, en la que en Galicia se vota con la posibilidad bastante real de que el PP vuelva a gobernar la comunidad autónoma, ha sido un cierto corte de mangas suyo a toda esa gentuza. Meteros Galicia por el culo y dejadme en paz, so mamones, parece haberles dicho.
Al menos, a ése gallego ya no van a gobernarlo caciques, corruptos, narcos, cuervos y toda esa pléyade de cavernícolas que integran la derecha sociológica y política más podrida de España.
4 comentarios:
Muy bueno Joaquín. Y si tenía que irse, quizás haya sido un buen corte de mangas también. Lo mismo da, un poco antes que un poco después.
Chapeau, joaquim
Hola: Soy pep Molina, amigo de Pepe.
Según él (yo no los he contado) hicimos 18 viajes por el mundo durante más de 30 años de amistad. Puedo aseguraros que este último fué un acto más de consciente libertad. Estaba hasta los cojones de esa "vida" a la que le habia condenado su enfermedad. El año pasado,cuando me enteré de lo suyo,le grabé para, tiempo después, disculpar su ausencia en el espectáculo benéfico "Guanya't el cel amb el pare Manel"(del que fué fundador y presencia imprescindible durante 12 años),en el que
explicaba que estaba demasiado ocupado contando la pasta que había ganado en el Capitol y que "no podía ir".
El dia del acto, apareció, hecho polvo, para saludar a los compañeros, luego "se quedaría un ratito" y acabó saliendo al escenario para ofrecernos la que, desgraciadamente, fué su genial, improvisada, última actuación.
Me vienen tantas cosa a la cabeza que... Solo deciros a los que, como yo, le quisisteis que se fué, con su terrible dignidad, como un hombre libre, como siempre vivió, envuelto en el cariño de los suyos.
Seguro que, a estas horas, Machado (Don Antonio, claro) y Lorca deben estar descojonándose y hasta Dios y el Demonio se han unido a la juerga y entre risas,se preguntan:¿Pero eso que dice, es verdad?
Eso solo lo sabe Pepe.
Gracias por tu testimonio, Pep.
Verdaderamente tipos como Rubianes no deberían morirse nunca, al menos no antes que tanto hijo de perra como anda suelto y que parece empeñado en sobrevivir hasta después del Apocalipsis. Como lo siento, lo digo.
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