Escriben estos dos periodistas: " La matanza terrorista ha dado de lleno en el corazón de uno de los símbolos del milagro económico de India: el imperio Tata. Este grupo industrial, que se ha hecho popular por sus coches baratos (2.500 dólares la unidad), es propietario del Taj Mahal, el lujoso hotel tomado por los asaltantes el miércoles y que ha sufrido grandes daños". Efectivamente, Tata es hoy el símbolo de una economía emergente, la hindú, que en las últimas dos décadas ha alcanzado una enorme pujanza. Pero Tata no es sólo un imperio empresarial indio; desde hace algún tiempo, esta verdadera corporación multinacional -una de las primeras que aparecen en el Tercer Mundo-, ha comenzado a extenderse a gran velocidad por toda Asia, y muy pronto podría haber estado en condiciones de dar el salto a América Latina, Europa....y EEUU. Y siguen: "Pero el efecto devastador de estos atentados, en los que han muerto al menos 160 personas, puede ir más allá: el turismo y la inversión en la segunda economía que más rápido crece del mundo están bajo amenaza". El turismo, como sabemos es la gran fuente de ingreso de divisas india, y Bombay es efectivamente, la capital turística del subcontinente indostánico. En cuanto a la inversión, Bombay es "el centro neurálgico del boom económico indio y la sede de la gigante industria cinematográfica del país, Bollywood". Un objetivo pues muy bien escogido para poner a toda India entre la espada y la pared.
Y es que aunque la crisis financiera internacional ha alcanzado a India como a cualquier otro país, su impacto sobre el gran país asiático debería haber sido mucho menor dado que la "economía virtual" tiene poca presencia allí. Su economía productiva está "sana", pero depende fuertemente del exterior: "La inversión extranjera directa es esencial para este país", escriben Rojas y Galindo, que subrayan el crecimiento espectacular de ésta en el presente año:"Entre abril y septiembre creció un 137%, hasta 17.210 millones de dólares (13.000 millones de euros), y el Gobierno espera que supere los 35.000 millones de dólares durante el año fiscal (finaliza en marzo). Lo cierto es que India es ya un serio competidor para economías occidentales tocadas por la crisis, y no sólo por causa del episodio actual de la quiebra de las Bolsas-Casino: "El país ha crecido de forma espectacular en los últimos diez años y se ha convertido en un paraíso para la industria de las tecnologías de la información. La alta cualificación de su mano de obra ha motivado que el país sea elegido por muchas empresas extranjeras que quieren trasladar su negocio a mercados laborales con costes más bajos", concluye esta imprescindible información.
¿Qué ha ocurrido en Bombay realmente? Apenas comenzar la acción terrorista contra la ciudad, algún conocido "experto" vinculado a los servicios secretos españoles y norteamericanos saltó rápidamente a las emisoras de radio y a la prensa escrita para colocar el sobado mensaje de que estamos ante otra acción de esa "nebulosa que es hoy día Al Qaeda y sus grupos asociados". De hecho, nadie conocía previamente las siglas que han reivindicado los atentados en la ciudad india. En un primer momento se adjudicó la acción a terroristas musulmanes indios, y posteriormente a terroristas llegados de Pakistán. También, a los servicios secretos pakistaníes. Al fondo, siempre Bin Laden y Al Qaeda.
Pero si algo ha quedado claro en esta acción, es que se ha acabado el crédito concedido a ese guiñol-percha que es Al Qaeda, en el que se vienen colgando esta clase de acciones desde 2001. Ni Al Qaeda ni ningún grupo similar ha tenido ni tiene ni tendrá nunca la capacidad, preparación y medios para diseñar, preparar y ejecutar una acción como la llevada a cabo en Bombay. Si bien es cierto que quienes la han llevado a cabo físicamente son terroristas islamistas -marionetas reclutadas probablemente por gentes que ellos mismos desconocen-, la concepción y el diseño estratégico de una operación de esta amplitud estratégica y ambición, corresponde a elementos que, ciertamente, deben tener algo más que vínculos con quienes concibieron el 11-S.
A todas luces, estamos ante un nuevo ataque de ese mundo tenebroso que anida en las alcantarillas enmoquetadas de Wall Street. Un ataque en toda regla contra el corazón de una economía emergente, de un competidor directo para un poder económico que aspiró a ser global y ahora agoniza y lucha por sobrevivir tras la implosión primero de su economía real (véase el derrumbe de la industria automovilística norteamericana), y también de la financiero-virtual recientemente. Tras el ataque a la India está sin duda esa siniestra alianza de grandes corporaciones norteamericanas que tomaron el poder real en EEUU tras el autogolpe de Estado del 11-S.
Este zarpazo contra la India no va a ser el último, ni mucho menos. Vendrán otros contra países emergentes, y serán cada vez más violentos, despiadados y desesperados.
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